MI ÚNICO COMPROMISO ES CON LA REVOLUCIÓN
El Profesor de Mérito de la Universidad de La Habana, Melquíades de Dios Leyva, cuenta sobre su experiencia como docente, físico e investigador.
WENDY MARTÍNEZ ZUFERRI,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.
Melquíades de Dios Leyva tiene 69 años y una memoria de piedra. Una semana después de verme por primera vez para concertar la entrevista, me encuentra en su oficina y dice: "Usted es la estudiante de Periodismo, sé que la cita era para más temprano, pero me compliqué". Si me sorprende su buena retentiva, me asombraría aún más el nivel de detalle con que narra su vida y expone sus ideas acerca de la labor que desarrolla.
Primero nos remontamos a sus inicios, para tener idea de todo el esfuerzo requerido para que este hombre transitara de las colinas de Oriente a la Colina de la Universidad de La Habana y le haya sido otorgada la condición de Profesor de Mérito.
-Usted vino de su pueblo de Aguacate a La Habana junto a los rebeldes en 1959. Con 21 años y menos del 6to. grado de escolaridad, ¿tenía aspiraciones de ser universitario?
Me acuerdo que en ese año se hizo un acto aquí en la escalinata, cuando yo todavía no tenía idea de lo que iba a hacer con mi vida, y me puse a pensar que llegar a la Universidad de La Habana debía convertirse en mi objetivo fundamental.
El Ejército Rebelde me ubicó en San Ambrosio, allá por Tallapiedra, en una unidad en la que todos eran contadores, profesionales, por lo que me sentía molesto dentro de aquel grupo. Me di cuenta de que la solución era estudiar, así que matriculé en la Sociedad Masónica de Carlos III y Belascoaín, pero tuve problemas con los directores. Yo tenía el pelo largo y ellos no simpatizaban con los rebeldes. Fui entonces al Instituto Preuniversitario de La Habana y el director de allí, que sí era revolucionario, me vio con mi pelo y me dijo: "Ve a clases, si das el resultado, matriculas". Empecé a sacar 70 puntos y a subir poco a poco, hasta que al año siguiente ya sacaba hasta 100 puntos.
-¿Y en medio de tanto cambio, ¿cómo se dio cuenta de que quería estudiar Física?
Había un profesor en el pre que impartía Óptica y a mí me gustaba mucho esa materia, le pregunté en qué carrera se podía continuar estudiándola y me dijo que en Física. Eso fue lo que me indujo, mi gusto y sus buenas clases.
-En esta Facultad usted tiene fama de severo. Sin embargo, ha sido escogido varias veces mejor profesor del año.
Lo más importante en esta vida es la disciplina. Si no hay disciplina nada funciona, porque el ser humano tiende a hacer lo que le da la gana. Para eso existen las reglamentaciones, para que la gente funcione mediante un esquema determinado. Lo importante es que uno esté convencido de lo que hace y por qué lo hace. No me pesa ninguna acción, al final, los alumnos me agradecen.
-¿Cómo asume usted su compromiso como docente?
Mira, quienes estudiamos en la Universidad a principios de la Revolución éramos gente sin posibilidades económicas. Yo era casi un analfabeto y gracias a ella me hice Doctor y he viajado el mundo entero. El mayor mérito es que Cuba es un país pobre, bloqueado y hace un esfuerzo enorme para que las personas estudien. Y después que te da una carrera, hay quienes lo olvidan y se van del país. A mí me han propuesto muchas veces que me quede fuera de Cuba y he dicho que no... ¿Tú crees que yo voy a dejar esto, entonces, quién da clases aquí? Dicen que la parte económica determina el ser social. Hay quien se deja abrumar por la escasez material y toma sus decisiones, pero yo no pienso así porque si no se acaba esto.
-Me dijo que había viajado el mundo entero. Hasta fue a impartir clases a Angola.
Sí, cuando Angola pidió ayuda a los profesores de Cuba para impartir Física. Yo pensé que allí habría una facultad como aquí, pero era un local dentro de un edificio, dirigido por un cura que había colgado los hábitos y con tres alumnos.
Pero antes de llegar a Luanda y saber todo eso, a mitad del viaje el avión falló y tuvimos que aterrizar en Isla Sal, donde no hay más que eso: sal. Estuvimos tres días sin tomar agua hasta que al fin nos encontraron y nos llevaron a la capital. Cuando llegué, allí solo había olor a orine y salitre. Yo me decía: "En dónde he caído". Una vez me vi en medio de la calle, desarmado, en una balacera que duró como cuatro o cinco. A pesar de las dificultades, me gustó dar clases a esos muchachos porque los tres se hicieron profesionales, inclusive uno de ellos llegó a ser el jefe de la aviación angolana.
-La Física Cuántica es una materia muy polémica. ¿Ha tenido que defender la disciplina que escogió ante alguien que la haya querido menospreciar?
Sí, pero es muy fácil defenderla. Abarca a todos los dispositivos actuales: los celulares, las computadoras, la televisión. Es el fundamento de todo, especialmente ahora que se habla del uso del espín y sus aplicaciones. El futuro sin esta materia no tiene mucha perspectiva. Las computadoras actuales necesitan en ocasiones una hora para realizar una operación; cuando se inventen las computadoras cuánticas sólo van a requerir de unos segundos.
-¿Le es muy difícil explicar a sus vecinos, a sus amistades, en qué consiste su campo de trabajo? De modo general, es un área un tanto desconocida.
No, la gente en Cuba tiene una formación muy general, muchos que no son físicos se interesan por temas así. Cuando Taladrid puso el programa sobre el Big Bang y el físico inglés Stephen Hawkings, mis vecinos al día siguiente venían a hablarme de eso porque les gustó. Preguntaban y yo les explicaba en un lenguaje asequible. En mi edificio viven personas que están estudiando Física, otras que son graduadas del Instituto Superior Politécnico José Antonio Echavarría. En otro país se habla de un tema así y es muy probable que sea como usted dice, pero aquí yo no lo creo.
Cuba es un país muy instruido, muy culto. Bueno, al menos muy instruido, culto ya es otra cosa. El cubano sabe de todo y puede analizar cualquier problema, sea científico o no. Hay gente que dice en el extranjero que el día que la revolución encuentre el camino por el que desarrollarse, este país se va a poner a millón, por la cantidad de personas preparadas que tenemos. Sin instrucción no hay país que avance y Cuba tiene eso ya resuelto.
-En estos momentos la Universidad se encuentra en medio de la Tercera Revolución Educacional que ha conllevado todo un proceso de reparación y reorganización. ¿Cómo se refleja en la Facultad de Física?
La Facultad está en una situación difícil: evacuados los edificios, los departamentos deshabilitados, las aulas por allá y por acá, en cualquier lugar de la Colina donde nos pudieron ubicar.
En estos momentos se hace muy duro trabajar. En mis 40 años de desempeño nunca falté un día, tenía mi cuartico y mis implementos de labor y venía siempre. Ya no. Eso en mi vida ha sido un cambio enorme porque no tengo condiciones para concentrarme en la casa. No resisto eso. Me gusta trabajar con disciplina, me molesta que hablen incluso aquí, dentro del Departamento.
A los alumnos los afecta no solo el cambio de los locales, sino también la falta de laboratorios, las prácticas que había y ahora no se dan como antes. Y la Física sin laboratorios "no camina", como decimos en Cuba.
A la larga se supone que estos cambios sean para bien, pero no hay fecha fija. Sin embargo, estoy convencido de que la Universidad va a salir del impass. Con esfuerzo se llega de nuevo, lo que hace falta es que haya la disposición.
-Cuando usted sale del trabajo, tiene esposa y familia con las que ocupar el tiempo. Además de ellas, ¿qué lo mantiene absorto?
El trabajo. Aunque esté en mi casa, yo trabajo desde que me levanto. Escribo un libro ahora y tengo dos artículos esperando porque los impriman en los Estados Unidos. Publiqué este año cinco o seis textos en revistas de alcance internacional, tuve tres propuestas de premio de la Universidad de La Habana por mejor artículo, mayor trascendencia y originalidad en la investigación y mejor investigador; también estoy propuesto para la Academia de Ciencias. ¿Qué significa eso?: que trabajo.
-¿Y se afana tanto porque mientras los demás disfrutan con una película, usted lo hace con la Física?
Hay que ser franco: me gusta hacer este trabajo, pero también es que tengo condiciones. Otros no, aunque tienen nivel para hacerlo. En mi caso particular, creo que es mejor continuar esforzándose dentro de la profesión que uno eligió que buscar otras vías que adormecen el cerebro.
-En los 40 años de labor que tiene, ¿cree que el nivel académico de los egresados se haya elevado o disminuido?
Si el nivel se ha modificado, no ha sido sustancialmente. Quizás se ha visto afectado por las deficiencias de los laboratorios, pero el nivel teórico se mantiene. Y que conste, no es el de Estados Unidos ni el de América Latina: es el de los rusos, los soviéticos, que tenían la mejor escuela de Física del mundo. Cuando mi generación trabajó y estudió allá, trajo para aquí prácticamente los programas íntegros y luego los fuimos renovando, pero nuestra preparación, comparada con la de otros países, sigue siendo buenísima.
A pesar de las deficiencias en la práctica, en cierto sentido salen con más conocimientos. Dan tres semestres más de Electrónica que en mi época, dan Computación. Además, los profesores somos más exigentes ahora que cuando comenzamos a impartir clases. Avances hay, inclusive se ha abierto la carrera de Ingeniería Física, lo que significa que se piensa en cómo resolver los problemas tecnológicos. La parte económica es la que nos lastra.
-¿Hay algo que le guste decir o aconsejar a los alumnos?
Yo no doy clases solamente. Me gusta informar a los alumnos de cosas que desconocen; a través del curso hago anécdotas de los físicos y ellos se interesan mucho, es una especie de motivación. Hace poco les conté cómo un alumno igual que ellos hizo un trabajo de diploma que años después le valió el Nobel de Física. Fue Fritz Zernike, científico holandés, quien en 1953 lo ganó por la invención del microscopio de contraste de fases, proyecto en el que trabajó desde sus tiempos de estudiante.
Ahora, hablar así de cualquier cosa, lo que uno dice "muela", yo no acostumbro a hacerlo, no. A veces les hablo de política, pero no de lo mismo que a ellos les explican todos los días y puede volverse monótono, sino de cosas que puedan interesar en el momento. A veces les hago algunas historias, como la del profesor que me indujo a estudiar Física, que cuando era alumno -antes del 1959- tenía que estudiar a las 4 de la mañana a la luz de una vela, así hizo la carrera. Ellos abren los ojos, no creen que eso haya pasado aquí, pero todo eso ocurría. Esos son los cuentos que motivan a la gente. Hay que decirle a los jóvenes cosas nuevas.
-¿Y la forma de ser del guajiro, la conserva?
La he pulido un poco. Pero yo no tengo pelos en la lengua ni aguanto boberías. No me quedo callado, mucho menos si estoy convencido de tener la razón. Hay veces que respondo con exabruptos y en lugar de resolver, es la forma mía la que fastidia la cosa. Yo no estoy comprometido con nadie, mi compromiso es con la Revolución. Y no me siento molesto con mi actuar en la vida. Me siento contento, muy contento.
Esta entrevista forma parte del libro en preparación Nosotros, los del 280, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, a propósito del aniversario de la casa de altos estudios cubana.Ficha Técnica:
Objetivo central: Conocer la larga experiencia del profesor Melquíades de Dios Leyva como docente e investigador.
Objetivos colaterales: Saber sus opiniones acerca de la Universidad de La Habana en su aniversario 280 y del conocimiento en Cuba acerca de la Física, materia a la que él se dedica.
Tipo de entrevista:
Por la forma: Clásica
Por el contenido: De personalidad
Por el canal que se obtuvo: Encuentro directo
Tipo de título: De cita textual
Tipo de entrada: De retrato
Tipo de cuerpo: De preguntas y respuestas
Tipo de cierre: De opinión del entrevistado
Fuentes consultadas:
Melquíades de Dios. Activa, directa y no documental.
Síntesis biográfica de Melquíades de Dios. Pasiva, indirecta y documental.
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