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Isla al Sur

DEPOSITADAS EN LA NECRÓPOLIS DE COLÓN LAS CENIZAS DE LOS PERIODISTAS VIRGILIO MARTÍNEZ Y ORESTES GONZÁLEZ

DEPOSITADAS EN LA NECRÓPOLIS DE COLÓN LAS CENIZAS DE LOS PERIODISTAS VIRGILIO MARTÍNEZ Y ORESTES GONZÁLEZ

El respeto a la verdad y la defensa cabal de los principios de la Revolución fueron puntos de contacto entre estos dos periodistas cubanos recientemente fallecidos.

ZENAIDA FERRER MARTÍNEZ

Tomado de: www.cubaperiodistas.cu/

Quiso la muerte, que no la vida, unir en triste sepultura a dos insignes periodistas cubanos, ambos destacados en sus esferas de actividad y en momentos diferentes de su accionar en la comprometida profesión: Virgilio Martínez, unos de los mejores historietistas cubanos del Siglo XX, fallecido a la edad de 77 años, y Orestes González, de 58,  redactor certero y apasionado por las nuevas tecnologías de la información, con aportes concretos en diferentes medios digitales y páginas web de la prensa cubana.

Al decir unas palabras en honor a los colegas fallecidos el día 12 de mayo, en la Ciudad de La Habana, Jesús Hernández, miembro del Comité Nacional de la Unión de Periodistas de Cuba, enfatizó los puntos de  contacto entre estos dos periodistas: su respeto a la verdad y su defensa cabal de los principios de la Revolución cubana.

Cada uno en una labor sin tregua, cada cual haciendo gala de una humildad y honestidad a toda prueba, y de una lealtad sin límites a la causa revolucionaria, dijo.

De Virgilio, quien con su caricatura del perro Pucho, desafió a la tiranía de Fulgencio Batista en los cruentos años de la década del 50, y que ya en la celebración plena del triunfo de la Revolución  creara el emblema de la Asociación de Jóvenes Rebeldes, con su lema: Estudio, Trabajo y Fusil, (que luego asumiera la Unión de Jóvenes Comunistas, con la efigie de Ernesto Che Guevara, incorporada junto a los de los legendarios Julio Antonio Mella y Camilo Cienfuegos), precisó que su modestia era tal que nunca se reconoció como el gran artista que era.

Orestes, apasionadamente polémico, insatisfecho siempre con cuanto hacía y siempre queriendo aprender más y enseñar más a quienes trabajaban con él, trabajó con tanto ahínco hasta el final de sus días, que justo la semana última pudo ver en la web, su nuevo proyecto de página digital para la revista Bohemia, donde laboraba hasta ahora, expresó Hernández.

La Unión de Periodistas de Cuba, que justamente hoy encabezó una peregrinación hasta la tumba del último periodista asesinado hace 50 años en Cuba, el joven ecuatoriano Carlos Bastidas, rinde homenaje a estos dos colegas, ambos ejemplos de abnegación, sencillez y consagración al trabajo, puntualizó el orador.

Martes, 13 de Mayo de 2008

SIEMPRE ENTRE NOSOTROS, VIRGILIO

Perdió Cuba a uno de los más grandes dibujantes humorísticos del siglo XX.

PEDRO DE LA HOZ

(Fuente: Periódico Granma)

Los órganos represivos de la tiranía nunca pudieron dar con la verdadera identidad del dibujante que desafiaba desde las páginas de la clandestina revista Mella el clima imperante de horror y sangre. Un perro, un simple perro, sato por más seña, simpático y elocuente, apodado Pucho, sacaba de quicio a los esbirros cada vez que zahería al dictador.

Aquel fue el punto de partida de la legendaria trayectoria en el humor gráfico trazada por Virgilio Martínez Gainza, sencilla y llanamente Virgilio para lectores y amigos, uno de los mejores historietistas cubanos del siglo XX, fallecido en La Habana a los 77 años de edad, víctima de cáncer.

En realidad Virgilio había hecho sus primeras armas en una modesta publicación vinculada al Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo), A Barrer, que tenía entre sus editores a Enrique Hart. Allí, en 1948, publicó su primer dibujo, en apoyo a las ideas del popular líder Eduardo Chibás. Por esa época también se iniciaba en el diseño publicitario.

Pero a partir de Pucho y sus perrerías, la historieta que durante cuatro años, de 1954 a 1958, pobló las páginas del magazine Mella, de los jóvenes comunistas, comenzó a definirse la madurez artística del creador.

"A Marcos Behmaras —contó Virgilio— se le ocurrió bautizar a Pucho. Hicimos a partir de ese momento un buen equipo de trabajo hasta su fallecimiento, él en el guión de las historietas que yo dibujaba. Otros frutos de nuestra colaboración fueron Supertiñosa y Salaciones del Reader’s Indigest, dibujadas a poco de haber triunfado la Revolución. Eran momentos de gran efervescencia, y ante el enfrentamiento contra el imperialismo, nos pareció ideal parodiar símbolos de la industria cultural masiva, como Superman y la revista Selecciones".

Virgilio continuó en Mella hasta que la publicación se integró a Juventud Rebelde, donde participó en la fundación de la publicación humorística El Sable. Siempre le gustó evocar de esos años su encuentro en Mella con Silvio Rodríguez, que ni soñaba ser el trovador que sería y se entregaba al dibujo con fervor.

Nuevos bríos creadores inspiraron al dibujante durante la larga etapa en que trabajó para los niños y adolescentes, desde Pionero y Zunzún.

"No me gusta calificar ciertas etapas, pero todavía está por estudiar lo que representaron esas revistas, en los años setenta y ochenta, no solo para la formación patriótica o cívica, sino también para la percepción estética de las generaciones que las leyeron. No sé, por tanto, si llamar como edad de oro de la historieta cubana la de entonces, pero de que hubo destellos dorados no hay quien lo niegue. De allí viene Elpidio Valdés, de Padroncito, el más popular personaje de las historietas cubanas".

Así era Virgilio, nunca en primer plano —cuando se le reconocía como autor del emblema de la Unión de Jóvenes Comunistas, solía decir: Me escogieron porque era el dibujante que tenían a mano"—; justo y certero a la hora de valorar los aportes de sus colegas. Aunque disfrutó mucho al ver en formato de libros varias de sus historietas —entre ellas, Cucho y sus amigos, a partir de otra de sus célebres recreaciones caninas; y De Pucho a Cucho—, valdría la pena rastrear, reproducir y promover otras facetas del abundante repertorio de dibujos virgilianos, de manera muy especial las dedicadas a la ciencia ficción.

Por estos y muchos más sobrados méritos, Virgilio fue proclamado Premio Nacional de Periodismo José Martí, se acreditó el Premio de la Dignidad que otorga la UPEC, recibió de las Fuerzas Armadas Revolucionarias la Réplica del Machete del Generalísimo Máximo Gómez, y del Ministerio de Cultura la Distinción por la Cultura Nacional.

Prácticamente las dos últimas décadas de su vida las pasó entre nosotros, aquí en Granma. Día tras día, mientras sus fuerzas lo acompañaron, tributó dibujos y viñetas a las páginas internacionales y, siempre que se le solicitó, asumió encargos de otras redacciones. Con rasgos precisos y urgentes expresó la línea editorial del diario, denunció el recrudecimiento del bloqueo yanki contra Cuba y satirizó los males del imperio.

En Virgilio se resume un paradigma de sencillez, consagración y avidez de conocimientos. Sus tres grandes amores fueron la Revolución, su familia y el arte. Tres amores que siempre lo tendrán presente.

Lunes, 12 de Mayo de 2008

VIRGILIO, EL ARTE DE LA CARICATURA POLÍTICA

HAYDÉE LEÓN MOYA

(Publicado en Granma, el 26 de febrero de 2005)

Para quienes sabemos que hace poco la salud le jugó una mala pasada, verlo andar hoy por los pasillos de Granma, sonriente y activo, a menudo renunciando a andar con el bastón que hace unos meses lo acompaña, es una enorme dicha tenerlo de nuevo a diario, solícito para el trabajo.

Virgilio Martínez Gainza dice que nunca se le ha ocurrido hacer una caricatura de la muerte, “pero al menos cada vez que la he sentido cerca me he burlado de ella”.

Y lo dice, además, porque combatir la política de una época en que la suerte de nuestro país estaba en manos de gobernantes que, como Batista, desde el poder, desangraban a la nación, era exponerse a la muerte.

En pleno año 1955,  por ejemplo, del vientre fecundo de la prensa revolucionaria y clandestina, nace Pucho, un perrito que hizo época en la historia de la caricatura en Cuba. Justamente en su primera aparición en la también clandestina Mella, del cual Virgilio fue activo colaborador, Pucho llega al mundo con una pata alzada orinando al dictador Fulgencio Batista durante la visita a Cuba del entonces vicepresidente estadounidense Richard Nixon, de abierta posición anticomunista.

Así, el simpático can, siempre concebido a partir de un guión confeccionado por el escritor y militante comunista Marcos Behemaras, fue orinando cuanta injusticia cometía y el sometimiento del régimen imperante.

Pero Virgilio no presentía que Pucho tendría vida limitada. Unos años después pensó distinto, pues la lucha contra Batista era fuerte y el triunfo de la Revolución inminente, y el perrito de marras fue concebido para disparar, ya saben cómo, contra los crímenes sociales de un gobernante cuyos días en el poder ya los tenía contados. Pero a diferencia de lo que creían sus creadores, el combativo perro extrapoló los años de la tiranía y siguió luchando contra vicios y rezagos y siempre defendiendo la Revolución hasta 1966.

“Algunas gentes me preguntaban, qué pasó con tu perrito meón, y le respondía, se enfermó de los riñones y murió, pero de lo más contento porque logró lo que se propuso en vida.”

Con su humildad y modestia siempre a cuesta, este habanero de 74 años de edad que también atesora una importante obra gráfica después del triunfo de la Revolución, y de la cual son testigos las páginas de Juventud Rebelde, las revistas Bohemia, Zunzún y Pionero, de esta última fue su director artístico, considera demasiado honor merecer el Premio Nacional de Periodismo en reconocimiento a la trayectoria revolucionaria como importante figura del periodismo cubano.

“No creo que sea relevante mi obra, pero si tiene algún valor, es que es revolucionaria.

-¿Cuál considera su obra más importante?

-Cuando se constituye la Unión de Jóvenes Comunistas, hicieron una convocatoria para diseñar el logotipo de la organización. Se presentaron varios trabajos. Y ese emblema de tanta vigencia que identifica a la UJC lo considero mi obra más importante.

-Las personas con facilidades para el dibujo, y que alcanzan, como usted, notoriedad en ese mundo, o bien han tenido un antecedente familiar o sencillamente desde muy pequeños empiezan a dar señales de poseer talento para ello. ¿Cuál es su caso?

-Ninguno de los dos. Mi madre era obrera de una fábrica envasadora de polvos y mi padre de un matadero de puercos. Nada que ver con el arte. Y nunca di señales de nada; cuando tenía ya 13 años de edad, en la escuela donde estudiaba todavía en el nivel primario, hacen  un concurso que le llamaban Pintar a Martí. Me gustaba el dibujo, pero nunca había hecho nada, pues me atreví a concursar, y cuando entregué el dibujo, la maestra me dijo: Oiga, ¿este es Martí?, porque se parece a Céspedes, y no mucho. Nunca gané un concurso en la escuela.

Yo alcancé solamente el séptimo grado, viví unos cuantos años en el capitalismo, una época muy difícil en la cual los jóvenes teníamos que esforzarnos mucho para aprender algo y vivir de eso; me gustaba el dibujo y fui aprendiendo en la publicidad, pero no soy ante todo un caricaturista político y mi escuela fue el Mella. A esta publicación le debo mi formación revolucionaria y artística. A veces la caricatura es considerada por algunos críticos como un arte menor, pero me parece que es un error, pues sí es arte revolucionario, tiene gran estatura.

Claro que no puede ser menor un arte que históricamente, con más intención satírica que humorística, ha servido para alertar el cambio político o social.

Desde 1990 Virgilio prestigia las páginas de Granma con su lápiz. Aunque su gráfica no es monotemática, él prefiere aquella donde, al burlarse satíricamente del imperialismo norteamericano, no solo hace reír, sino pensar.

-¿Está satisfecho con lo que hace actualmente?

-No, quiero publicar más sobre los Cinco Héroes prisioneros del imperio; he hecho algunas cosas, pero ellos se merecen más.

-¿Otra insatisfacción?

-No poder ver a mi nieto más chiquito todos los días.

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