LAS DROGAS POR DENTRO
Una aproximación a los múltiples efectos funcionales de la drogadicción.
VIVIAN SÁNCHEZ,
periodista de Radio Habana Cuba,
cortesía para Isla al Sur.
Drogas… con solo escuchar sus cinco letras múltiples representaciones acuden a la imaginación, que solo retratan una de sus caras: las terribles secuelas a escala social. Sin embargo, esas imágenes son el resultado más palpable de los efectos del uso de sustancias muy tóxicas o del abuso indiscriminado de otras sobre el cerebro humano. Un recorrido por el mundo interior que destruyen permitirá un acercamiento más íntimo a su rechazo.
“Las nuevas drogas”, “Diseñadores de la muerte”, “Las pastillas del tiburón” y otros títulos más son algunos de los recientes mensajes de la prensa del mundo para desenmascarar a silenciosos participantes de discotecas y otros centros nocturnos. Metanfetamina, m-CCP, Crank, “Nueva cocaína”, son algunos de sus motes. Algunas son nuevas, otras son viejas modificadas. Unas se fabrican en laboratorios clandestinos, otras se mezclan con alcohol, y así dan paso al conteo regresivo de bombas psicoactivas. Violencia, paranoia, envenenamiento, rápidos y mantenidos efectos: más eslabones a la cadena del mundo de las drogas. Factor común de todas: abusivo atropello al software y hardware del cerebro humano, órgano más fascinante del universo.
Esa maravillosa maquinaria humana, el cerebro, tiene una capacidad de procesamiento y almacenamiento insuperable por las más sofisticadas computadoras de la actualidad. Cada una de sus partes se integra y acciona como una orquesta sinfónica que ofrece como resultado las armónicas melodías del pensamiento, los recuerdos y las emociones, por solo mencionar algunas.
Es el cerebro humano, el empresario eficiente de las funciones más nobles del organismo. Gracias a él, nos reconocemos y podemos establecer relaciones con el entorno. Con solo 2% de todo el peso corporal, comparte con el corazón, la dirección de todo el organismo.
Sin embargo, un obstinado enemigo puede desviar su atinado ritmo, desafinar sus acordes y entorpecer su marcha triunfal: la drogadicción.
El uso y abuso de las drogas provoca un conjunto de reacciones psíquico-físicas que inciden de forma negativa en el comportamiento individual y social del hombre, y su entorno. Es por eso uno de los problemas de salud del mundo actual.
A lo largo de la historia los lugares dedicados a la venta de productos farmacéuticos fueron denominados droguerías, ¿por qué? La respuesta puede encontrarse en la definición de droga.
En su acepción más amplia, “droga es cualquier sustancia que una vez consumida es capaz de determinar algún cambio en el organismo”.
En su concepto más restringido, “la droga es una sustancia natural o sintética, médica o no médica, legal o ilegal de efecto psicoactivo y cuyo consumo excesivo y/o prolongado determina tolerancia dependencia, así como diversas afectaciones biológicas, psicológicas, sociales o espirituales. Es decir, cualquier sustancia capaz de alterar el nivel de percepción o del funcionamiento cerebral”.
Entonces, las llamadas droguerías, hoy reconocidas como farmacias -del griego pharmacon que significa remedio-, ofrecían medicamentos para mejorar la calidad de vida del hombre. Hoy, muchas de las reconocidas drogas, en dosis bien controladas y por indicaciones médicas, son utilizadas por sus beneficios para el organismo.
El problema está dado en las particularidades de su consumo, es decir la cantidad, vías de administración, pero aún más importante, el fin que se persigue para utilizarlas, que no sean consumidas para lograr efectos enajenantes, para escapar de la realidad, para caer en el mal de la adicción.
Si se revisa en la historia, Paracelso, ilustre médico y alquimista, desde el siglo XVI afirmó: “todo es veneno, solo la cantidad que se consuma es la que puede hacer daño”
Los efectos de las drogas en el organismo son variados, de acuerdo a su composición, en particular, a sus principios activos. Dentro de ellas, los psicoactivos son las que afectan específicamente las funciones del Sistema Nervioso Central, compuesto por el cerebro y la médula espinal. Estas sustancias son capaces de inhibir el dolor, modificar el estado anímico o alterar las percepciones. Pueden impedir el correcto funcionamiento de ese órgano rector del hombre que lo diferencia del resto de los seres vivos, el cerebro.
CONOCIENDO UN POCO NUESTRO DISCO DURO
“Eso está guardado en mi disco duro”. Así se escucha en el argot popular al referirnos a una información bien conservada en el “yo interno”.
Es incalculable la diversidad y volumen de datos que el hombre puede almacenar. Desde recuerdos y vivencias hasta el conocimiento más abstracto. El desarrollo del cerebro fue lo que permitió el surgimiento del hombre como Homo sapiens, por su rasgo biológico diferenciado de las otras especies vivientes, sapiens -sabio, capaz de conocer-.
El cerebro humano tiene una compleja organización encargada de dirigir las actividades motoras y sensoriales, con la participación de extensas redes de células especializadas, las neuronas, que se organizan en vías para recibir, elaborar y transmitir mensajes, además de almacenar información.
La inserción del cerebro humano dentro de un organismo que responde a su capacidad directiva y ejecutiva, es lo que garantiza el desarrollo del hombre y su cultura de generación en generación, visto como la transmisión de información, hábitos y costumbres. Más de 100,000 millones de neuronas tienen la responsabilidad del correcto funcionamiento del cerebro. Cada una de ellas tiene 10,000 conexiones con otras células nerviosas, en las que juegan un papel fundamental los neurotransmisores, encargados de pasar el batón de una neurona a otra para continuar la carrera de la información a través de la sinapsis. Existen distintos tipos de neurotransmisores, entre los que pueden mencionarse, la acetilcolina, norepinefrina, serotonina, endorfina y dopamina.
Uno de los efectos principales de las psicoactivos está en la interferencia con la actividad normal de los neurotransmisores.
Algunas drogas imitan a los neurotransmisores naturales y ocupan sus receptores, tal y como ocurre en el caso de la morfina con la endorfina y la nicotina con la acetilcolina.
Otros aumentan la secreción de los neurotransmisores naturales de la sinapsis. Por ejemplo, el éxtasis y la cocaína incrementan la liberación de dopamina.
Cualquier tipo de droga afecta también el funcionamiento de la corteza cerebral, lo que favorece que la dirección general del Sistema Nervioso Central pase a la subcorteza, mecanismo propio de especies menos evolucionadas que el hombre, donde la conducta es de tipo instintivo y afectivo. La subcorteza es ajena a la precaución, cortesía, autocontrol y también a los sentimientos más puros del ser humano. Es por ello que la drogadicción puede provocar comportamientos antisociales.
Otro mecanismo de acción de las drogas es la estimulación artificial del centro de las gratificaciones en el cerebro. Ello estimula la necesidad de ir en busca de esa sensación para mantener la autoestimulación.
LAS DROGAS SEGÚN SUS EFECTOS
El estudio de la extensa y variada gama, orígenes y múltiples aplicaciones hizo necesaria la clasificación de las drogas. Según el efecto que producen en el organismo se dividen en cinco grupos principales:
-Estimulantes del Sistema Nervioso Central
-Depresoras del Sistema Nervioso Central
-Alucinógenas
-Canabinoles
-Sustancias de diseño
Las drogas estimulantes del Sistema Nervioso Central producen una hiperactividad funcional, potencia muscular, euforia, energía y agradable sensación de bienestar. El adicto a estas sustancias percibe más intensamente el medio exterior y así mismo responde a los estímulos de su entorno. Esas sensaciones son a partir de la acumulación de norepinefrina en los puntos terminales de las células nerviosas, lo que da como resultado aumento del ritmo cardíaco y del metabolismo en general.
Las drogas estimulantes en grandes dosis pueden causar psicosis tóxicas, alucinaciones visuales y generar tendencias suicidas como consecuencia de la fuerte depresión que sobreviene tras el proceso de estimulación.
Dentro de ellas se encuentran las anfetaminas, la cocaína, nicotina y cafeína.
Al contrario de las estimulantes, las drogas depresoras del Sistema Nervioso Central disminuyen el estado de alerta y deprimen la función cerebral, es por ello que las reacciones son más lentas, disminuyen todas las funciones mentales superiores como atención, juicio, razonamiento y memoria. También se deprime el estado de ánimo.
Las drogas depresivas en forma descontrolada o cuando se consumen unidas al alcohol producen confusión, pérdida del equilibrio, visión borrosa, disminución de la capacidad de concentración, cambios emocionales bruscos, y la intoxicación aguda que provoca hipnosis, anestesia, estado de coma y luego la muerte por depresión respiratoria e insuficiencia cardiaca.
Dentro de ellas se incluyen el alcohol, la morfina y heroína, los derivados del opio y los barbitúricos, así como los tranquilizantes e hipnóticos, es decir, medicamentos para calmar la ansiedad o provocar sueño.
Las drogas alucinógenas, llamadas también como psicodélicas son sustancias perturbadoras del Sistema Nervioso Central. Provocan alteraciones neuroquímicas en la percepción del tiempo y del espacio, tales como alucinaciones, delirios e ilusiones. Provocan una percepción distorsionada de la realidad.
La mayoría de las drogas de este grupo proceden de hongos cultivados en países latinoamericanos y africanos, tal es el caso del Peyote mexicano, del que se extrae la Mezcalina y del colombiano Yagé, utilizados muchos de ellos con carácter ritual.
Dentro de este grupo se encuentra también el LSD, la marihuana, la Ayahuasca y el San Pedro, entre otras.
Las denominadas canabinoles deben su nombre a que contienen canabinol, sustancia que proviene de la planta Cannabis sativa o marihuana. Aunque en altas dosis puede provocar alucinaciones se trata como grupo independiente porque en dosis habituales no producen ese efecto.
Las drogas de diseño son aquellas de origen sintético, derivados de las anfetaminas. Dentro de ellas se incluyen el éxtasis o MDMA y el MDA, mal conocida entre los jóvenes como “Droga del amor”.
Alguien dijo que “invertir en conocimientos produce siempre los mejores beneficios”. Aristóteles, el talentoso filósofo griego de la antigüedad afirmó: “El conocimiento no es algo separado y que se baste a sí mismo, sino que está envuelto en el proceso por el cual la vida se sostiene y se desenvuelve”.
Conocer es posibilidad real del cerebro humano, un buen ejercicio de relajación. Conocer es penetrar en el mundo consciente del hombre, en el que la drogadicción pasará a ser solo un capítulo de su historia.
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