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Isla al Sur

MEMORIAS DE UN SOBREVIVIENTE

MEMORIAS DE UN SOBREVIVIENTE

Las excavaciones realizadas en los terrenos de beisbol de El Pontón, casi provocaron la desaparición de este complejo, el principal de su tipo en Centro Habana.

Texto y fotos:
EDUARDO GONZÁLEZ MARTÍNEZ,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

El paso de los años, el descuido de algunos y el actuar inconsciente de otros, amenaza con cobrarle la factura al venerable santuario deportivo. Los gritos de antaño aún retumban en la cercanía del desgarrado diamante de béisbol, testigo de los primeros pasos de grandes figuras del pasatiempo nacional, y de las frustraciones y alegrías de los seguidores que durante más de 40 años han colmado el lugar.

En las áreas aledañas vagan los fantasmas de grandes multitudes  que vociferaban enardecidas por el calor de las competencias, por el valor de los atletas en el combate por la victoria .El tatami de judo es un buen recuerdo; las piscinas, una oquedad vacía, las luces para la  práctica nocturna, un anhelo.

Sin embargo, la Escuela Comunitaria Deportiva José María Pérez (ECD), sobrevive a las dificultades que casi marcaron en un  momento su desaparición.

El Pontón, como lo reconocen sus visitantes, vive gracias al empeño de sus profesores, en combate diario para preservar de la muerte a uno de los focos deportivos más conocidos y queridos de Ciudad de La Habana.

Un viaje al pasado

El sitio donde se encuentran las instalaciones actuales era, antes de 1959, un terreno yermo utilizado para jugar al béisbol. A un costado corría el río Manglar y, recuerdan los vecinos, siempre fue una zona pantanosa que ya sufría frecuentes inundaciones, acontecimiento común en Centro Habana.

Desde sus inicios, la Revolución Cubana fomentó la ejercitación física con la construcción de centros para la capacitación y el disfrute de la población. Los trabajos de edificación duraron alrededor de tres años, y surgió entonces, en 1963, el Centro Voluntario Deportivo José María Pérez, en honor al destacado luchador y obrero del transporte, pero la mayoría lo conoce como El Pontón, porque así se nombraba el lugar donde está enclavado.

Del impacto inmediato que tuvo el centro en la recreación y la vida en general de la ciudad, habló con vehemencia Carlos Pérez, activista deportivo durante 22 años en los de Astilleros de Casablanca.

“Como no teníamos piscinas, realizábamos allí nuestras competencias, pues las condiciones eran excelentes: tenía cafetería y un magnifico sistema de alumbrado”, cuenta Carlos, mientras muestra las fotos de los “buenos tiempos” de la instalación, que poseía dos terrenos de béisbol y uno de fútbol, rodeados por una pista  para la práctica del atletismo, y otra alberca para los saltos de clavado.

En el complejo se enseñaba también judo, lucha y pesas, y en las canchas de concreto se practicaban el baloncesto y  el voleibol. Las luces exteriores permitían la práctica nocturna de deportes, y el control y la protección de los implementos y zonas de la ECD.

El cercado perimetral albergaba en su interior al círculo infantil Camilo Cienfuegos, uno de los primeros en la capital, un consultorio médico, una cafetería, y un bloque de baños para el aseo de los atletas.

“El Pontón era visitado por muchas personas, no solo de nuestra comunidad, pues venían de los municipios cercanos de Cerro y Habana Vieja, además, siempre aportó deportistas de alto rendimiento a las EIDE”, agrega Gabriel de la Encarnación Valdés, entrenador de Voleibol desde el año 1981 en la ECD.

Con el criterio coincide también la subdirectora de Cultura Física, Educación Física y Recreación, Dayamí Font Martínez, quien aseguró que la instalación fue sede en una ocasión de la Copa Marcelo Salado de natación y de competiciones de frontón. Afirmó que el deporte se mantuvo con  fuerza a pesar del inicio del Periodo Especial, pues solo se afectó el suministro de los implementos deportivos, pero la infraestructura se mantuvo en buen estado.

Los asiduos visitantes del lugar, los trabajadores y vecinos de la zona, aseguran que el comienzo de los males de la instalación se sitúa en una fecha más cercana, y las causas son otras.

Efecto dominó  

Los años noventa trajeron dificultades en todos los órdenes para nuestro pueblo, y el movimiento deportivo no quedó exento de las afectaciones; aún así, la ECD mantuvo las actividades recreativas y continuó aportando atletas al alto rendimiento.

Pero, ligado indisolublemente a la comunidad  que lo rodea, Pueblo Nuevo, y ubicado  a un costado de la calle Manglar, ha sufrido a lo largo de su historia del mismo mal que aqueja a esa zona: las inundaciones. “Esta parte se inunda mucho cuando llueve, y El Pontón sufre iguales embates”, asegura Arlé Martínez, vecino de la calle Oquendo, colindante con el centro.

En el año 2000,  buscando a ultranza la solución, en las áreas de béisbol y fútbol se comenzaron a realizar excavaciones para tratar de remediar el problema de las aguas, utilizando el diamante como desagüe. Por ese motivo y para facilitar la labor de las maquinarias, se destruyeron la cercas perimetrales, que impedían el acceso de personal no autorizado.

El resultado final fue un enorme agujero de alrededor de dos metros de profundidad a la largo de todo el terreno, que marcó la desaparición del diamante oficial y del área de balompié.

“Los trabajos que se realizaron aquí no se consultaron con nadie, y si bien es cierto que en un primer momento aliviaron la situación, no resolvieron el problema. Ahora esta zona se inunda aún más y parece un depósito gigante de agua”, aseveró Arlé.

El criterio de Arlé es compartido por Maricela Herrera, directora municipal del INDER. Aunque en el momento de los sucesos no ocupaba el cargo actual, asegura que no se supo a ciencia cierta quién ordenó las labores.

Una vez que se concluyeron las excavaciones, los camiones y demás equipos se retiraron del lugar y dejaron la oquedad; ese  momento marcó un punto transitorio de inflexión del movimiento deportivo.

“La actividad física sufrió un daño terrible. Recuerdo que solo seis meses antes de las excavaciones se había reparado la pista y a los terrenos se les había pasado la mano, estaban en excelentes condiciones. Ahora los muchachos siguen viniendo porque los padres sueñan con verlos convertidos en campeones”, afirmó Jorge Luis Fernández, trabajador de  mantenimiento y vecino de la calle Oquendo.

Como en un efecto dominó, los problemas se extendieron a toda la ECD, y perjudicaron, incluso, al círculo infantil y el consultorio, el cual desapareció.

“Para hacer las excavaciones se rompieron las cercas y después nadie se encargó de arreglarlas y por eso comenzaron muchos de los problemas, ya que los mismos vecinos y otras personas ajenas al centro empezaron a llevarse la cosas; también se destruyeron las tuberías de agua y ahora nos vemos imposibilitados de poder dar el líquido a los que practican aquí, destacó Dayamí Font Martínez.

Los terrenos se convirtieron en un camino vecinal difícil de controlar y surgió, además del problema de las cercas, la pérdida de las luces. “La carencia de ellas y de las cercas crea un problema mayor, pues resulta imposible controlar todas la áreas, y el vigilante nocturno no puede inspeccionar cada rincón. Por eso se perdieron muchas de las cosas de los locales de judo y lucha”, alegó Jorge Luis.

El pasatiempo nacional fue el principal dañado con los trabajos realizados, pero no fue el único. “La excavaciones llevaron a la pérdida de varios deportes, entre ellos el balompié y el atletismo. La falta de terreno desmotiva al muchacho, y a pesar de eso, mira la masividad que hay”, afirma Idalmis Sánchez Febles, directora desde hace dos años de EL Pontón y ex atleta de alto rendimiento, salida del propio centro.

Idalmis agrega que el local de judo fue prácticamente destruido por personas que viven cerca del terreno y que accedían libremente  a las instalaciones y sustraían bloques, taquillas y otros implementos.

La pelota es redonda pero viene en caja cuadrada

El pasatiempo principal que se disfruta en la ECD José María Pérez es el béisbol. Cuartel principal de los equipos de Centro Habana y único terreno del municipio, el mismo diamante que se halla en tan deplorable estado, ha visto jugar y desarrollarse en sus predios a destacados atletas que hoy integran los conjuntos de la serie nacional.

La base del equipo Metropolitanos que concursa en la  máxima liga del país entrenó en los terrenos de la ECD; allí militan Enriquito Díaz, ex integrante de los Industriales, los hermanos Irait e Iraklis Chirino, y el lanzador Dorian Friol, entre otros.

Dos títulos consecutivos de primera categoría en el béisbol provincial acumulan los centro-habaneros, pero paradojas de la vida o maravilla de ese deporte tan impredecible, el campeón vigente no tiene un terreno real para entrenar.

“En la mayoría de las ocasiones nos centramos en la preparación sicológica, en la carreras y los lanzamientos, en el caso de los lanzadores, pues no existen la condiciones adecuadas para otro tipo de entrenamientos”, afirmó Mario Fernández, ex-integrante de los equipos cubanos de pelota, y actualmente entrenador de pitcheo de los mayores.

Las nuevas generaciones también sufren las deficiencias. Desde los siete u ocho años carecen de las condiciones para su desarrollo y existe el riesgo de perder la supremacía, aunque los entrenadores aplican todo su ingenio para sortear los escollos.

“Los resultados no son un milagro de estos dos años, ya que hace varias temporadas siempre hemos terminado entre los primeros en los primeros puestos, a pesar de la escasez y la falta de recursos. La malla de bateo que tenemos fue hecha por nosotros mismos”, asevera Mario, que ayuda, si la situación lo requiere, con la categoría de 13 y 14 años.

También los padres de los pequeñines luchan para no dejar caer la tradición beisbolera que el territorio posee. “El terreno lo reparamos nosotros, los padres hacemos trabajos voluntarios y limpiamos algo,  pues corres y lo mismo encuentras un bache que una piedra o cualquier otra cosa”, expresó Reinaldo de la Cuesta.

“Nuestros peloteros juegan con el corazón desde las categorías de menores hasta las de mayores, a sangre y fuego y esto es sin exagerar, pues somos el único municipio de La Habana que no tiene área de béisbol”, afirma Yanei Delgado, madre de un pequeño de siete años, al que lleva todos los días a las prácticas.

Maricela Herrera asegura que el terreno de béisbol de El Pontón está comprendido entre los planes de reparación por parte del INDER, pero que por el momento no se realizará en él ningún trabajo de mantenimiento, aunque en las áreas verdes existe un contrato con la Empresa Nacional de Jardinería.

Lo que la marea no se llevó

Casi una década después de las excavaciones que lo colocaron en jaque mate, la ECD José María Pérez no abandona los principios y fines con que fue creada hace más de cuarenta años: atender a la población, masificar el deporte y ayudar a la recreación sana a todas las edades.

Para la mayoría, existe una razón de gran peso: “El movimiento deportivo se mantiene porque los profesores tienen la voluntad de no dejar morir su pedacito y de seguir sacando campeones, pero la verdad es que ahí es muy difícil practicar deportes, afirmó Arlé Pérez.

La innovación de los preparadores es otra de las causas que permite mantener algunas disciplinas vivas. El balonmano no tiene área de entrenamiento, y en ese caso la solución se materializa en un terreno ficticio dibujado en el piso y las porterías marcadas en la pared.

El mantenimiento de la mayoría de sus áreas se debe a la labor sistemática de los trabajadores, y a la ayuda de muchos padres, que brindan su colaboración para conservar la práctica del béisbol.

El centro, uno de los tres de su tipo en el municipio, integra la mayoría de los deportes en sus áreas. Las estadísticas no mienten y, a pesar de las dificultades conocidas por todos, es aún la vanguardia  del deporte en Centro Habana: en el curso 2007-2008 promovieron a 23 alumnos a las dos EIDE a las que tributan, mientras que al curso siguiente la cifra ascendió a 42.

“Organizamos competencias en las tres escuelas  de la comunidad que atendemos, también en centros de territorios vecinos como el Cerro, garantizando el arbitraje, materiales. Además, colaboramos con la realización de la pruebas de eficiencia física, casi siempre en el cercano parque de La Normal, pues no tenemos las condiciones para ello”, asegura Gabriel de La Encarnación Valdés.

Pero el esfuerzo de los trabajadores del centro no solo se vuelca en beneficios para las disciplinas deportivas, el alcance e impacto de la ECD en la comunidad va más allá de la formación de los atletas.  Jóvenes como Irochi Rodríguez, bajaron de peso corriendo en la pista desaparecida, y otros como Alexis Quiñones, visitante asiduo, aseguraron que, aún cuando el terreno está en malas condiciones, el lugar es una de las pocas posibilidades de distracción para amantes del beisbol como él.
 
“Los fines de semana la instalación brinda actividades de recreación para los vecinos, con topes de pelota, voleibol y ajedrez y pasamos todos un rato divertido”, aseveró  Idalmis Sánchez Febles.

Dayamí Font Martínez, agregó que también se realizan programas de atención al adulto mayor, a los diabéticos, gimnasia con el niño y atención a la embarazada.
Un símbolo de Centro Habana

La ECD José María Pérez ya no tiene el esplendor de antaño, pero conserva el espíritu de forjar más campeones y de poder servir a la comunidad que lo rodea. Elevado a la altura de emblema deportivo, de símbolo, se mantiene casi por si solo desafiando las dificultades y carencias que se acrecentaron en los últimos años.

El sitio que brindó tanta gloria para nuestro país, el lugar de obligada reunión para tantos fanáticos del pasatiempo nacional  durante más de cuatro décadas, puede dejar de existir un día si solo es misión sagrada de unos cuantos y no se convierte, de una vez, en la preocupación de todos.

FICHA  TÉCNICA:

Tema: Problemas actuales en las áreas de la Escuela Comunitaria José María Pérez, conocida como El Pontón.

Propósito: Demostrar la necesidad de reparar y mantener las áreas de la Escuela Comunitaria Deportiva, base del movimiento deportivo en Centro Habana.

Objetivos colaterales: Resaltar la importancia que reviste El Pontón en los resultados del movimiento deportivo en centro Habana. Reconocer la labor destacada de los trabajadores del centro en el mantenimiento de las instalaciones, casi sin ayuda.

Estrategia de fuentes:

Carlos Pérez, activista deportivo durante 22 años en los astilleros de Casablanca.
Dayamí Font Martínez, subdirectora de Cultura Física, Educación Física y Recreación de la ECD.
Gabriel de la Encarnación Valdés, entrenador de voleibol de la ECD.
Arlé Martínez, vecino de la calle Oquendo.
Maricela Herrera, directora municipal del INDER.
Jorge Luis Fernández, trabajador de mantenimiento de la ECD y vecino de la calle Oquendo.
Idalmis Sánchez Fables, directora de la ECD y ex atleta de alto rendimiento.
Mario Fernández, ex integrante de los equipos cubanos de beisbol y actualmente entrenador de pitcheo del equipo de mayores en Centro Habana.
Reinaldo de la Cuesta, padre de un practicante.
Yanei Delgado, madre de un practicante.
Graciela de la Rosa, madre de un practicante.
Noel Marrero, entrenador de karate de la ECD.
Joel Carcasés, entrenador de balonmano en la ECD.
Yuniel Herrera, subdirector de Deportes de la ECD.
Irochi Rodríguez, vecino de la calle Oquendo.
Alexei Quiñones, vecino de la Instalación.        

Soportes:

Hechos: Deterioro de las instalaciones y terrenos de la ECD.

Contexto: Avance del movimiento deportivo a pesar de las dificultades. Aporte creciente de la instalación a la comunidad para su bienestar físico y la recreación.

Antecedentes: Proceso de deterioro de las instalaciones y terrenos de la ECD.
Tipos de juicios:

Analíticos: Explicar cómo se produce el deterioro de las áreas, y para demostrar el papel destacado de la instalación en Centro Habana. Están presentes en todo el trabajo.

De Valor: Personas que visitan la instalación, trabajadores y autoridades del INDER.

Tipo de Título: De alusión a frase literaria.

Tipo de Entrada: Descriptiva.

Tipo de Cuerpo: De bloques temáticos.

Tipo de cierre: De moraleja o instancia a la acción.

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