REPORTAJE: UN ACTO DE CREACIÓN PERSONAL
Tema: Citlali Muñoz Villagómez apunta sobre el reportaje: “Es una creación personal, una forma de expresión periodística que además de los hechos, recoge la experiencia, sin embargo impide al periodista la más pequeña distorsión de los hechos. Aunque está permitido hacer literatura un reportaje no es, en sentido estricto, una novela ni algún otro género de ficción.”
LIDIA HERNÁNDEZ TAPIA,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.
“El periodismo se ejerce a través de formas variadas de narración, denominadas géneros. Los géneros periodísticos son literatura: buena, mala, deleznable o meritoria”, señala Carlos Marín, en su Manual de Periodismo.
Fogonazo de imaginación anclado en la realidad, “el lenguaje periodístico debe ser caracterizado como un hecho lingüístico sui generis, que busca un grado de comunicación muy peculiar: una comunicación distinta, de una parte, de la conseguida por el lenguaje ordinario (…), pero una comunicación también diferente de la establecida por el lenguaje estrictamente literario o poético, aquel que busca deliberadamente, el regusto de la palabra por la palabra misma”, argumenta José Luis Martínez Albertos.
Este es “un lenguaje mixto, representado y colectivo. No se agota en las palabras, sino que abarca su escenario. Al lector no le ofrecemos una mera sucesión de frases escritas. El periódico, ser vivo, tiene también sus gestos, guiños, silencios”, es para Carlos Marín.
Para la profesora de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, Iraida Calzadilla Rodríguez, la palabra en el periodismo, y en el reportaje en particular, ha de ser intencional, bella, pensada y, sobre todo, útil: “El sentido utilitario del periodismo no lo desnuda de creatividad; es más, la impone, de manera que los productos comunicativos que se entreguen tengan una factura de calidad no solo informativa, sino también estética”.
El reportaje es el más vasto de los géneros periodísticos, pues en él tienen cabida todos los demás. Puede incluir entrevistas, crónicas e, incluso, recursos de otros géneros literarios, como el ensayo, la novela corta y el cuento.
“Los orígenes del reportaje parecen estar simplemente en las informaciones ampliadas sobre un suceso determinado. La palabra (que proviene del latín reportare, transmitir, descubrir) ha sido utilizada según los tiempos con acepciones diferentes. Probablemente en alguna época se envió a los periodistas a conseguir un buen reportaje, sin que esto significara acumular la información necesaria para confeccionar, lo que entendemos hoy por reportaje”, señala Juan Gargurevich.
“El periodista hace intervenir toda su sensibilidad literaria para dar vida a lo que cuenta. Con respeto por la realidad, se vuelca en el reportaje de la misma forma en que la de un escritor se inclina en la novela”, expresa Carlos Marín.
Al plantear Citloli Muñoz Villagómez que “además de los hechos recoge la experiencia” del periodista, se refiere a la razón de ser del reportaje: profundizar en la noticia, con el fin de explicar un problema, enunciar y argumentar una hipótesis, o contar un suceso.
Mientras en la nota informativa se da cuenta del hecho y nada más, el reportaje muestra la realidad para mover, sacudir, convencer al lector.
Esta licencia para la creatividad no debe confundirse con un permiso para enriquecer el contenido con informaciones o citas falsa, sino para utilizar la mayor cantidad de recursos posibles en la forma de decir las cosas. En periodismo, un solo dato falso desvirtúa sin remedio a los demás datos verídicos. Como dice Gabriel García Márquez, “hasta la última coma tiene que ser verdad”.
La significativa viveza del reportaje lo asemeja, en ocasiones, con la narrativa, pues trata de ser ameno, como el cuento o la novela corta. En los casos anteriores, se trata de mantener en ascenso el interés del lector, se describen personajes, lugares, se plantea y se sostiene una intriga. La diferencia estriba en que el reportaje no trabaja con situaciones imaginarias, ni con personajes de ficción, sino con protagonistas y hechos reales.
La ética profesional, el respeto a la veracidad en el momento de transmitirle a los demás el modo en que ocurren los hechos, es lo primero; sin embargo, no debe descuidarse el estilo. Respecto al tema, José Martí diría que “la verdad llega más pronto a donde va si se dice bellamente”. La imaginación literaria no se aplica en la invención de personajes o situaciones, sino para resolver la manera en que el periodista contará un suceso.
A modo de conclusión, sirvan estas palabras del periodista cubano Eduardo Varela Zequeira: “Los deberes profesionales han de considerarse tan solemnes como pueden ser para un militar pundonoroso los deberes de su carrera. El periodismo para el reportero es algo más preferente que la propia familia. Por una información no se vacila en correr los mayores peligros. Y cuando por vigorosa, infatigable se crea una persona capaz de ser reportero, todavía necesitará de algo que no es tan fácil adquirirlo, o sea, estilo y gusto literario, porque es un error creer que el reportero debe reducirse a copiar unos cuantos datos para ponerlos en mano de sus lectores (...)”
Bibliografía:
Calzadilla Rodríguez, Iraida: Notas de clases. Curso 2008-2009.
Gargurevich, Juan: Géneros periodísticos. Editorial Félix Varela, La Habana, 2006
Marín, Carlos: Manual de periodismo. Editorial Debolsillo, México, 2006
Martínez Albertos, José Luis: Curso General de Redacción Periodística. Cuarta Edición, Editorial Paraninfo, Madrid, 1998. p. 179
Valle, Amaury E. del y Lázaro Bacallao Pino: La palabra audaz. Editorial Pablo de la Torriente, 2006
0 comentarios