Blogia
Isla al Sur

¿POR DÓNDE ANDAN LOS JÓVENES CUBANOS?

¿POR DÓNDE ANDAN LOS JÓVENES CUBANOS?

Tendencias: existen grupos de muchachos que se identifican por el tipo de música que escuchan y su manera de vestir, elementos que los hacen frecuentar un lugar sistemáticamente.

ALIET ARZOLA LIMA,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

La Habana.- Cuando los célebres hippies dejaron de reunirse en el habanero parque Fe del Valle, pocos pensaron que en el siglo XXI nuevamente multitud de jóvenes asaltaría las calles para disfrutar, en conjunto, de la música de su preferencia.

Actualmente, existen grupos juveniles que se identifican por el tipo de música que escuchan y su manera de vestir, elementos que los hacen frecuentar un lugar sistemáticamente, pero, ¿depende de un determinado ritmo o de la ropa, el comportamiento de los adolescentes?

Según la Doctora en Ciencias Psicológicas, Laura Domínguez García, “las preferencias musicales y la moda son factores a través de los cuales se pone de manifiesto la necesidad de autoafirmación propia de la adolescencia, sea cual sea el tipo de música de que se trate o la ropa en cuestión”.

“Estas inclinaciones sociales son expresión de una necesidad de aceptación grupal o de independencia, aunque además representan la búsqueda de la identidad personal dentro de un grupo de iguales”, abundó.

ENTRE TENDENCIAS

En nuestros días podemos diferenciar subculturas como los freakies, mickies, repas, moñeros y trovadores, perfectamente identificables, sobre todo por sus peculiares cortes de cabello o por el lugar donde se reúnen.

Lo cierto es que todos estos grupos no son muy bien vistos por buena parte de los adultos, que los califican como rebeldes, agresivos, inseguros y excéntricos.

Yolanda Rodríguez, vecina de la calle G en el Vedado habanero, asegura que cada fin de semana “cientos de jóvenes con atuendos negros andan por las calles sin mostrar ningún respeto a la sociedad; fumando, bebiendo y alterando la tranquilidad de los que aquí vivimos”.

Sin embargo, Luis A. Autié, estudiante de Filología de la Universidad de La Habana, afirma que G es el lugar más pacífico que ha visto en su vida, aunque siempre los acusan de provocar escándalos públicos y maltratar el césped y los bancos.

Estos que se reúnen en la céntrica Avenida de los Presidentes son los llamados freakies o rockeros, quienes como grupo social existen hace más de medio siglo.

“Nirvana, Metallica y Led Zepelin son mis preferidos, pero ya no se oyen tanto porque G ha bajado mucho el nivel. Los rockeros viejos se han ido y ahora se ven muchos niños de 10 a 12 años”, dice Duanel Hernández del Toro, estudiante de Historia del Arte, acerca de la mítica realidad de G.

Por otra parte, los que se identifican con la llamada “música inteligente”, la trova, son un poco más tolerados por la población que ve en ellos potenciales representantes culturales de la nación.

“Algunos andan por ahí con una guitarra y no le hacen daño a nadie, siempre están tocando canciones que si las oyes te das cuenta de su profundo contenido”, comenta Diana Pereira, residente en el Vedado.

No obstante, estos grupos, sin importar sus características, reciben críticas de adultos como Carmen Viera: “Los trovadores tocan buena música, pero su imagen es pésima, tienen el pelo alborotado y con un aspecto de suciedad detestable”.

Alejandro Peñas Díaz, joven de 17 años, estudiante de Electrónica, confirma que “los trovadores no están al tanto de la moda ni especulan con celulares, ni con autos llenos de luces. La guitarra y las letras inteligentes son nuestras únicas armas, y las usamos para decir verdades”.

Entre tanto, los “repas” o “reparteros” son otra corriente juvenil que en la actualidad ha adquirido un auge tremendo, tal y como afirma el trabajador social Yasiel Bombín.

“Nosotros preferimos la música para bailar y vamos a cualquier lugar, eso sí, nos gusta llevar cadenas y ropa de la última moda para impresionar”.

Estos son quizás los más repudiados por la sociedad, que los ve como reflejo de delincuencia y de malos hábitos, algo que no oculta Graciela Brown, residente en el capitalino municipio La Lisa.

“Los que oyen reguetón andan buscando problemas, sus fiestas terminan con discusiones y no es extraño enterarse que hubo un muerto”, alega.

Las conductas de cualquier grupo juvenil resultan censurables a los ojos de los adultos, sobre todo porque tratan de sobresalir en alguna esfera o emplean estilos altisonantes de conversación.

Laura Domínguez García considera que “en general, los adolescentes tienen la necesidad de integrarse al mundo adulto y alcanzar mayor estabilidad psicológica, capaz de crearle un sistema de juicios, opiniones y valoraciones, para elaborar un proyecto de vida”.        

 

0 comentarios