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Isla al Sur

“MI LIBRO NO ES UNA BIBLIA”

“MI LIBRO NO ES UNA BIBLIA”

Entrevista a la profesora Iraida Calzadilla Rodríguez para la tesis de licenciatura Pensar la noticia. Dimensiones del periodismo asumidas por los autores cubanos sobre periodismo impreso.

JUSTO PLANAS CABREJAS,
periodista del semanario Trabajadores.

También pensando en el lector de periódicos escribió Iraida Calzadilla La nota. Construyó su estudio, como si fueran clases. “Es, en síntesis —explica en la introducción del libro—, un intento por agrupar en un solo cuerpo todo lo encontrado respecto a la nota informativa, material muchas veces de difícil acceso tanto para estudiantes como para profesores. Y es también una propuesta que busca unificar el método con que se imparte la asignatura”.

Y así sucedió. Aunque la inmensa mayoría de los libros sobre periodismo existen por y para la docencia, La nota es uno de los pocos que cualquier principiante puede leer. No solo por la claridad del estilo, también porque en los primeros capítulos precisa los conceptos básicos del periodismo, sus funciones; y apoya la mayoría de las explicaciones con ejemplos tomados de la prensa cubana o elaborados por sus alumnos.

Y no por esto, valga aclararlo, La nota es una obra menor. Es, sin dudas, el texto que resuelve con mayor solidez los problemas de la objetividad periodística. Y para lograrlo se desplaza a la sociología y se apropia de lo referente a construcción de la realidad. Y no solo utiliza este concepto para entender la objetividad. A la luz de la construcción de la realidad y la sociología de la cultura en general, muestra los valores noticia, los géneros, el periodismo todo, como especies en movimiento, en diaria transmutación. Se desprende entonces un tratamiento flexible de la nota informativa.

Calzadilla comienza por las estructuras clásicas del género (como todo buen pedagogo) para alcanzar las más creativas soluciones técnicas. Pesan en todo momento los muchos años que la investigadora dedicó al ejercicio del periodismo. No los soslaya. Los integra con aquella teoría que maneja, otras veces escribe: “A mi juicio”… “Pero atendiendo a la literatura consultada”…

-Usted se graduó en 1977. ¿Cómo estaba organizada la enseñanza de los géneros periodísticos cuando era estudiante?

Por semestres. Se impartían los géneros como asignaturas. Primer año: Información y Entrevista. Segundo año: Reportaje y Opinión. Tercer año: Radio y Televisión. La explicación de los géneros periodísticos como tal, con estructuras de construcción generales, las más tradicionales, respondían más a la escuela clásica norteamericana de la objetividad al escribir. No dábamos ni interpretación ni investigación desde las perspectivas que tenemos hoy.

En interpretación lo que más se acercaba era la noticia integral que ponderó José Antonio Benítez, uno de los primeros y más sistémicos teóricos cubanos en nuestro campo después del triunfo de la Revolución. Pero aún así, sus textos siguen siendo más referentes de la nota informativa.

En cuanto a la investigación, se trataba de que los trabajos fueran lo más completos posibles, pero ni siquiera recuerdo que nos hayamos adentrado en los campos de la metodología que hoy son herramientas fundamentales en el programa de estudio.

Sí recuerdo que ya en esa fecha en la nota informativa no solo se impartían los referentes clásicos de las 6 W y la pirámide invertida, sino también, otras estructuras novedosas y al uso.

-¿Cuáles puntos deberían retomarse?

Lo mejor que tuvo ese diseño de plan de estudio es que permitía la práctica diaria en los medios. Era una enseñanza con un propósito muy definido de formar al periodista desde la teoría y la práctica constante, el hacer ahora y ya. Había una formación humanística mayor. Creo haber recibido contenidos más amplios de Historia, Filosofía, Economía y Literatura. Sin embargo, al valorar la evolución del plan de estudio en general, estoy convencida de que hoy es cualitativamente muy superior y necesario en relación con el que tuve.

Otro aspecto favorable es la incorporación de asignaturas optativas, de manera que cada estudiante se vincule a las más afines desde el punto de vista personal. Y en cuanto a otras disciplinas como Metodologías de la Investigación y Teoría de la Comunicación, ni soñábamos con esas bases teóricas tan importantes para el periodista de hoy.

-¿Recuerda los libros de texto que utilizaban?

Deben haber sido los tradicionales de la época. No tengo muchas precisiones. Sí recuerdo el de la Nota Informativa de Irene Trelles y Miriam Rodríguez Betancourt, pues cuestiones muy personales me llevaron a su lectura; aún así, no defino si fue antes o un poco después de haberme graduado.

Sí tengo conciencia de los libros de formación en Historia y Literatura, tal vez por preferencia individual. Fue una época de mucha lectura, casi competíamos entre los estudiantes. La formación humanística nos distinguió, había una atmósfera general de incorporación de la cultura venida por diferentes vías y manifestaciones. Se hablaba de literatura, de teatro, pintura, cine. Realmente fue un tiempo de una cosmovisión que trascendía los nexos de la Universidad.

-¿Qué influencias de la facultad a la que pertenecía la carrera existían sobre la enseñanza de los géneros?

Tuvimos un claustro de profesores muy reconocidos tanto en la propia profesión, como los que venían a impartir las asignaturas de servicios. De la carrera, estuvieron no solo excelentes docentes de la planta del Departamento, sino también otros que ofrecían ciclos de conferencias desde los paradigmas de la práctica y eso, lógicamente, era muy motivador para los futuros periodistas que éramos entonces. De los de servicios, la antigua Facultad de Humanidades dejó una gran impronta.

-¿Qué circunstancias le permiten impartir la asignatura Periodismo Impreso?

La escasez de periodistas en el sector y la necesidad de diplomados y cursos de reorientación profesional. Comencé como profesora del Movimiento de Periodistas Docentes “Elio Constantín”, de la Unión de Periodistas de Cuba, año 2001. También, la necesidad de profesores en las materias de Periodismo impreso I y II, en el Departamento de Periodismo, FCOM; docentes que tuvieran amplia experiencia en el ejercicio de la profesión, aval en las tutorías de las prácticas preprofesionales de los estudiantes y también que ejercieran la docencia. Año 2002.

-¿Ha impartido muchos cursos?

En la FCOM, ocho. En el Instituto Internacional de Periodismo, perdí la cuenta, pues no solo son los diplomados de reorientación, sino los internacionales y los que se imparten en provincias, además de cursos y conferencias tanto con sedes en ese centro, como fuera de él. A eso se suma la experiencia en el diplomado que la FCOM ofreció en la Universidad Bolivariana de Venezuela y el Curso Propedéutico y la Maestría en Comunicación que también comenzó en ese centro de altos estudios.

-¿Qué aspectos destaca en la enseñanza de los géneros?

Partir de las bases clásicas. Sin dominio de lo clásico no se puede pasar con organicidad a arquitecturas comunicativas más flexibles y, por ello, doblemente complejas en el empleo intencional y armónico de los datos y de los recursos que aporta la escritura.

Tengo una divisa: no podemos redactar a saltos de caballos. Es decir, escribir con torpeza, deshiladamente; esa construcción —o no construcción, para ser más precisa— del mensaje pierde, entonces, su eje central, su destino natural como producto. Una vez en el estadio de una mayor creatividad, pasar a la trasgresión y lograr el propio estilo, el que es reconocible fuera de lo que está establecido y que, aún así, sigue validando lo mejor de lo clásico.

Una premisa de quienes enfrentan estas materias: no imponer. Los docentes somos mediadores entre el conocimiento y el estudiante. Les proporcionamos vías, herramientas, posibilidades y probabilidades. La hora crucial, la de escribir, estará sesgada siempre por la percepción individual, por el talento personal, por el esfuerzo y la cosmovisión de cada quien. Nos queda, como docentes, estar a una altura muy elevada de la honestidad profesional y transmitir nuestro saber con profundo convencimiento de que cada estudiante lo trascenderá. Solo así habrá valido la pena tantas horas de entrega a la enseñanza.

Siempre digo: en periodismo dos y dos son cuatro, tres, cinco. Es decir, nada es eterno, todo es cambiante mientras signifique evolucionar, perfeccionar. Es por ello que abogo por una enseñanza abierta a las diversas tendencias, que tome de ellas lo que mejor se adecue al periodismo cubano, determinado por un entorno y circunstancias específicas. Hablo de nutrirnos de todas las fuentes a partir de un pensamiento crítico que permita abrazar o excluir con mirada ancha lo que proponen los estudios de europeos, norteamericanos y latinoamericanos, muy importante estos últimos, pues su visión del periodismo es más cercana a lo nuestro.

En el campo nacional creo que existen altibajos. De una parte, una sólida producción de la Academia desde el punto de vista teórico. Realmente una fuente inspiradora. Por otra, aunque muy buenos en sus presupuestos prácticos, creo que todavía la producción desde los medios necesita de más referentes teóricos, siento que se explica mayoritariamente a partir de lo ya conocido. Incluso, de lo ya trascendido.

Suele prevalecer el enfoque del cómo hacer. Hoy ese enfoque comprende más. Sin los nexos teóricos bien desarrollados estamos lejos de alcanzar profundos estudios de la Periodística, tan vista como hermana pequeña aún en los campos de la comunicación, y qué decir entonces desde los saberes y haceres de la literatura. Un repaso brevísimo por Internet nos demuestra cómo toma auge nuestro universo en el campo de la investigación, cuántos profesionales valiosos están dando sus miradas, sus reflexiones en torno a.

-¿Qué ventajas y deficiencias encuentra en los planes C y D?

Particularizo en mi campo: no enfrento dificultades con la asunción del Plan D en la Universidad. Mis materias lejos de apocarse en contenidos, se multiplican, pues hoy tenemos muchas opciones para impartirlas y que van desde la clase tipo, hasta los talleres, seminarios, investigaciones. Creo que nos trae flexibilidad. Todo está en el concepto del propio profesor de cómo concebir la clase, la interacción que establezca con los estudiantes; en suma, los modos de transmitir los conocimientos, las maneras de “tirarse” a fondo en el espacio privado y público del aula.

-¿Qué bibliografía utiliza?

La básica que rige la Academia: Gargurevich, Vivaldi, Miriam Rodríguez Betancourt, Julio García Luis, Pepe Hernández, Martínez Albertos, Concha Fagoaga, en un largo etcétera que también incluye mi libro sobre la nota informativa, pues hoy, como nunca antes, contamos con una excelente bibliografía fundamental. Pero si solo quedamos ahí, un curso y otro serían repetitivos. Puedo afirmar que los contenidos que impartí hace cinco años han variado, no porque el de ahora niegue a aquellos, sino porque están enriquecidos con nuevos aportes encontrados en el rastreo sistemático de información bibliográfica.

Ese espíritu de renovación permanente debe transmitirse a los estudiantes, quienes hoy poseen una herramienta fabulosa, Internet. Ellos no pueden acomodarse a lo que fácilmente les entrega la Academia a inicios de cada semestre, hay que incentivar en ellos la investigación y el debate colectivo de esa búsqueda. Eso hago.

-¿Qué ventajas y desventajas encuentra en el hecho de que la carrera de Periodismo pertenezca a la Facultad de Comunicación?

¿Sinceramente? Una carrera es buena en tanto su claustro se entregue a la labor formativa con todo rigor. Nosotros en la FCOM tenemos muchas condiciones físicas adversas, sin embargo, cada año nos enorgullecemos de los jóvenes que graduamos. Uno los ve intelectualmente crecer de manera impresionante. Si tenemos buenas condiciones, indiscutiblemente eso repercutirá en mejores transmisiones de los conocimientos, pero digo que no es lo esencial. Lo esencial está en uno mismo, en las cotas que te impongas como docente o como alumno, o como jefatura, en fin, cada quien en su rol. Y si generalizo, creo que tener cerca a tan buenos docentes en el campo de la Comunicación y las Ciencias de la Información, siempre será una ventaja.

-¿Por qué se interesa por las teorías sobre géneros periodísticos?

Desde mis años como periodista a tiempo completo siempre me interesé por conocer más de mi campo profesional. Esos estudios también me los impuso la propia práctica, la manera en que concebía informaciones diferentes a las establecidas en los medios como inamovibles y, sin embargo, era su propia “trasgresión” lo que lograba una repercusión positiva. Pero no me sucedía solo a mí, era un fenómeno que veía repetirse en otros periodistas y eso yo “leía” que funcionaba.

Como nunca he creído inventar el “agua tibia”, como solemos decir en las redacciones y como quería hallar respuestas a esas interrogantes, comencé a estudiar, al principio hasta espontáneamente en las búsquedas. Leer me llevó a la pasión por la Periodística. A eso se une que en mi casa estaban las bases propicias, pues mi esposo es profesor de la Facultad y podíamos intercambiar materiales, experiencias, reflexiones. Íbamos de la práctica a la teoría y de la teoría a la práctica. Y finalmente llegó la posibilidad de impartir clases. Ahí sí fue una acometida intensa, entusiasmada, febril, muy responsable, muy comprometida, en la que iba construyendo cada clase con muchos deseos de decirle a los estudiantes: “Miren, eso existe hace más de 50 años. No estamos cometiendo herejías, sencillamente la Periodística plantea mucho más”.

De una parte, siempre me han preocupado los cánones clásicos e inalterables hacia los que aún hay aferramiento en Cuba, ello entorpece de alguna manera la viabilidad en la comprensión del mensaje periodístico por parte del receptor; de otra, pensar en que a largo plazo se puede incidir en una nueva mirada al construir esos mensajes, es alentador, da fuerzas a pesar de las críticas. De ahí, el resto: mucho estudio sistemático, mucha comprobación y asunción de todas las fuentes con mirada crítica. La Nota es un compendio de ese acucioso investigar. Y, no obstante, si hoy tuviera que escribirlo, añadiría mucho más.

-¿Qué la motiva a escribir un libro sobre la nota informativa?

Ni idea de escribir un libro. Para mí eso era algo que tenía que ver con los profesores veteranos a quienes siempre he respetado mucho. Ocurrió casualmente. El día que presenté mi examen de categorización docente en la FCOM, la doctora Miriam Rodríguez Betancourt me preguntó cómo planeaba la docencia. Yo iba después de ese encuentro al aula y llevaba en la cartera mis tarjetas de clases.

Recuerdo que cuando se las enseñé, dijo: “Esto es un libro”. Quedé pasmada. Pero Miriam, quien fue mi profesora justamente de nota informativa, me halagó y motivó mucho. Recibí de ella y de Roger Ricardo, mi esposo y también profesor de asignaturas de periodismo, un gran apoyo. Fueron consejeros críticos, y eso es muy importante para quien haga un libro.

-¿Qué circunstancias propician la elaboración y posterior publicación de La nota?

Creo que la necesidad de periodistas en los medios. Esa es la base que posibilitó todo lo demás. A partir de ahí, la comprensión por parte de las instituciones vinculadas a la problemática, de dotar a los estudiantes de la mayor cantidad de libros de textos actuales. Una facilidad está también en que la Unión de Periodistas de Cuba posee su casa editora, la Pablo de la Torriente, por tanto, cuando se pide editar un libro: hace falta.

Además, hubo papel disponible. Adentrarme en muchas otras cuestiones no es mi encargo. Solo sé que la carrera hoy dispone de una vasta bibliografía: libros que a veces los estudiantes no valoran en toda la profundidad de sus contenidos ni en cuánto podrían costar en el exterior. Algunos son referenciales clásicos, columnas, en el periodismo.

-¿Qué aspectos de su libro resultan novedosos, poco desarrollados o aportan una perspectiva diferente dentro de las teorías elaboradas en Cuba y el resto del mundo?

Ante todo, mi libro no es una Biblia y quiero dejarlo sentado. No me propuse con él sobresalir en nada. Si es bueno o no, eso lo dirán quienes lo lean. El libro solo tuvo y tiene para mí un propósito: que el estudiante cuente con un texto didáctico organizado en el que pueda encontrar tanto los referentes teóricos como los prácticos. Con él digo qué es esto o aquello y ese esto o aquello tiene uno o varios ejemplos que mostrar.

Traté de llevar a él todo lo que encontré referido a la nota informativa, todas las tendencias: lo clásico, lo menos clásico y lo más contemporáneo. La visión era esa: un cuerpo único que agrupara lo que yo había localizado. El libro, además, no impone. No está en mi naturaleza imponer rígidas normas en el hacer periodístico. El hacer periodístico solo tiene para mí una norma rígida: escribir bien. Los caminos que se tomen son muy particulares.

Eso sí, creo que refuta la tendencia de los haceres en gran parte de los medios cubanos de que solo está bien lo que comienza con las 6W y continúa con la pirámide invertida. Pero lo rebate desde la perspectiva de que hace más de 50 años se viene hablando de ello. Muestra que la mirada “objetiva” se desmoronó hace más de medio siglo, y que no puede en nuestro ámbito latinoamericano existir un periodismo fuera de las visiones de la subjetividad, la emoción y el color, porque eso es lo que nos caracteriza como miembros de esta área geográfica: la vida en plena intensidad, en sistémico goce, dolor, drama, sátira, humor, espectáculo. El latinoamericano vive en toda coloración la mayoría de las veces cambiando de manera drástica, concluyente, para después pasar a otras manifestaciones más reposadas. Y si el periodismo es reflejo de la sociedad en que se gesta, no podemos construir un periodismo ajeno a lo que somos y nos identifica como pueblos.

-¿Qué características, tratamientos, intereses, distinguen los estudios cubanos sobre géneros periodísticos?

Solo una acotación: creo que hay urgencias de que se realicen más estudios encaminados a la problemática de los géneros que son, en primera instancia, el sustento de lo que hacemos como periodistas. La conclusión es muy amplia y depende del universo, las pautas, la cosmovisión de cada quien. Si usted ve en pequeño, así es su mundo. Si la mirada le llega al infinito, hasta allá irá.


 

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