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Isla al Sur

“LA CIENCIA QUE NO SE COMUNICA NO EXISTE”

“LA CIENCIA QUE NO SE COMUNICA NO EXISTE”

Patricia Cáceres, reportera del diario Juventud Rebelde, es una de las voces más jóvenes dentro del periodismo medioambiental en nuestro país.

LUIS ALBERTO AUTIÉ CANTÓN,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Siempre se le puede ver sentada, tecleando algún trabajo o navegando en la web, a la caza de informaciones sobre ciencia y medio ambiente. Parece una estudiante más de Periodismo, de esas que son comunes ver aprendiendo y aprehendiendo en las redacciones.  Aún le falta para llegar a los 30 años, pero a Patricia Cáceres, periodista del diario Juventud Rebelde, le va el conocimiento y aptitud. De ello da fe lo habitual que se ha hecho para los lectores  ver su nombre en las páginas de ciencia y técnica del periódico, y el ser merecedora de una mención especial, durante la edición del 2013 del premio Gilberto Caballero, que otorga el Círculo de Periodismo Científico.

Su hábil dominio de la investigación dota a sus trabajos de una madurez difícil de encontrar en profesionales de su edad, lo que tiene aún más notoriedad si sopesamos lo delicado y difícil de abordar temas medioambientales.

Su agenda de trabajo se atravesó desde el principio en mi camino, y cargada a más no poder de compromisos laborales, frustró todos los intentos de concertar una entrevista cara a cara. La IX Convención Internacional sobre Medio Ambiente y Desarrollo, que tuvo lugar en el Palacio de Convenciones de La Habana le ocupaba casi la totalidad de sus horas y atención.

No obstante, Patricia me concedió parte de su escaso tiempo libre y así, hablando con los dedos por un chat, y ayudados por la línea telefónica y el correo electrónico, logramos comunicarnos lo suficiente para que diera respuesta a mis interrogantes, y a muchas otras que nacieron durante el diálogo.

Para Patricia, “el periodismo científico –y dentro de él el ambiental- es posiblemente el área de especialización más compleja dentro del oficio de la prensa. Comunicar sobre los últimos avances en materia de ciencia, desde la nanotecnología hasta el cosmos, desde la invención de una vacuna hasta el inminente peligro de una especie en extinción, es una empresa tan fascinante como difícil. Más que comunicar, hay que enamorar a las personas, como única vía eficaz para convocar a la acción”, comenta.

-Las jóvenes generaciones de reporteros,

en la mayoría de los casos, prefieren los

temas culturales, deportivos e internacionales.

¿Por qué escogiste el periodismo científico?

Todo comenzó cuando cursaba el primer año de la carrera y eligieron a tres alumnas del aula (entre ellas yo) para realizar las prácticas de la asignatura Periodismo Impreso en la Cátedra de Cultura Científica de la Universidad de La Habana (U.H). Nuestro trabajo consistiría en entrevistar a los ganadores ese año del Premio Academia, que otorga la Universidad. Ahí creo que fue el «flechazo».

Aunque no colaboré durante el resto de la carrera con ningún medio de prensa en específico, ni tampoco con la Cátedra, siempre mantuve esa especie de amor secreto por el periodismo científico, tal vez porque me parecía el más insólito y a la vez el menos explorado y politizado.

Luego, en tercer año, junto a una compañera de clase, que también hizo sus prácticas en la Cátedra de Cultura Científica de la UH, decidimos hacer nuestra tesis sobre la temática. Finalmente, el tema que abordamos fue la relación fuente-periodista en el periodismo científico cubano.

Después de eso no hubo vuelta atrás. Y desde que comencé mis prácticas laborales siempre me incliné hacia este tema, hasta que se me asignó la sección Detrás de la ciencia, que sale publicada cada viernes en la página 4 de Juventud Rebelde.

Creo que al especializarme en temas científicos y medioambientales logré enlazar el amor que siento por la naturaleza y mi gran pasión, el periodismo. No sería más feliz en otro ámbito.

-La inexperiencia casi siempre es inherente

a la juventud. ¿Cuál ha sido el reto más difícil

que su breve trayectoria le ha deparado?

Cuando comencé, no hace mucho, las cosas se me hacían bastante difíciles. Leí en algún sitio que el camino para convertirse en investigador sobre medio ambiente puede calificarse como espinoso y encumbrado, y doy fe de ello. En mis primeros intercambios profesionales con especialistas de este tema solía cometer el error de ver al científico como un ser superdotado, con la verdad absoluta. Eso me volvía en ocasiones acrítica y demasiado pasiva a la hora de formular las preguntas.

Mi juventud también tiende, en ocasiones, a crear de antemano cierta desconfianza en los especialistas y científicos a los que entrevisto. Piensan que por ser joven no tengo capacidad suficiente para comprender la complejidad de la ciencia, lo cual vicia la información que me brindan. Esto lo he superado demostrándoles que soy capaz de abordar cualquier tema, por muy complicado que sea, gracias a mi preparación.

-Teniendo en cuenta que la sociedad civil cubana

actual está marcada por una degradación de

valores en cuanto al respeto del entorno se refiere,

¿considera al periodismo medioambiental como una

vía eficaz en la creación de una conciencia ecologista?

En el caso específico del periodismo medioambiental, educar a las personas constituye un punto determinante. Reciclar, dejar de verter desechos en ríos y mares, reducir la emisión de dióxido de carbono y otros gases a la atmósfera, solo será posible mediante la toma de conciencia y la movilización ciudadana.

Y el periodismo, en este sentido, es el que tiene el rol protagónico. Por eso es necesario comunicar el tema, pero hacerlo con inteligencia y de forma atractiva. Los panfletos y consignas en el periodismo solo llegan a oídos sordos y caen en sacos rotos. Aunque la ciencia pueda tornarse a veces densa y aburrida, el periodismo medioambiental debe procurar llevarla a un discurso colorido, lleno de vida. Porque únicamente "enamorando" a las personas es que se puede convocar a la acción.

-De joven a joven, ¿qué consejos le daría

a los estudiantes de Periodismo que, en un futuro,

puedan interesarse por esta especialidad?

Ante todo, deben saber que el periodismo es una profesión extremadamente sacrificada  y compleja. Si se quieren especializar  en este campo deberán aprender a distinguir cuándo se está ante la verdadera ciencia.

Necesitan procurar también no conformarse con un solo criterio, sobre todo si la fuente en cuestión se muestra demasiado entusiasta por aparecer en los medios. El periodista ambiental debe contraponer varias opiniones, no solo para entender mejor el problema, sino para revelárselo al público, desde su punto de vista, de la forma más completa posible. Debe ser un “enamorado” de la temática, tener la capacidad de sorprender, de conmover, de movilizar a las masas, encontrar grandes respuestas en las cosas más pequeñas y, sobre todo, aún cuando se trate del tema más escabroso, tiene que ser capaz de tocar la fibra de lo curioso y lo humano. La ciencia que no se comunica no existe.

Pie de foto: Patricia Cáceres es una de las voces más jóvenes dentro del periodismo científico y medioambiental cubano.

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