LAS CONTRADICCIONES DEL CORTA Y PEGA
LUAR LÓPEZ DE LA OSA,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.
El fraude académico se ha convertido en un fenómeno cotidiano, pues son muchos los estudiantes universitarios que lo aprecian como un medio necesario para obtener buenos resultados en las evaluaciones. Copiar frases de artículos provenientes de Internet para la realización de trabajos docentes es una de las formas más extendidas entre los jóvenes de cometer esta fechoría.
La web es un medio de acceso a información proveniente de cualquier parte del mundo y, como tal, constituye un recurso para el aprendizaje de los estudiantes. Ella contribuye al intercambio cultural y de conocimientos.
Visto desde otra perspectiva, el ciberespacio también es una vía de los universitarios para realizar plagio. Parece muy fácil reproducir información de otros trabajos investigativos sin adjudicarle la debida referencia y no tener en cuenta la implicación ética al realizar este engaño.
Por el incremento diario del número de publicaciones, en ocasiones es muy difícil para los profesores detectar el origen del plagio. Por tanto, muchas veces la práctica de esta irregularidad no se descubre.
Los estudiantes se mienten al cometer estos actos, pues al no cumplir con las exigencias docentes, están condenándose a un fracaso profesional. Demostrar falsamente habilidades y conocimientos constituye un atentado a la honestidad. La excusa de “no afecta a nadie, solo a mí si me cogen” va contra la moral.
Durante la realización de exámenes también se manifiestan otras formas de engañarse académicamente como esconder en las ropas papelitos con posibles respuestas al test, intercambiar mensajes en los celulares con las respuestas y escribir resúmenes, fechas o fórmulas en los muslos.
El actual reglamento universitario sanciona el fraude hasta con la expulsión del sistema educativo por considerarlo una de las faltas éticas más graves. Pero la posibilidad de separación por tres, cuatro o cinco cursos no es un freno para los fraudulentos.
Desde la secundaria y el pre proviene el hábito del fraude y de alcanzar buenas notas con un mínimo de esfuerzo. Allí se establece el engaño de los profesores al simular que los alumnos aprenden cuatro veces más cada vez que pasan de grado
También se generaliza la idea de que el maestro debe decir “esto es lo que va a la prueba, así que apréndanselo de memoria”; y si no existe tal corruptor de conocimientos se busca a un instructor particular que prepare para el examen. En fin, es más importante la nota, no el sacrificio por alcanzarla.
Como célula fundamental de la sociedad, la familia debe influir en la formación de un escolar honesto, sacrificado. A los docentes les corresponde promover el pensamiento de que una evaluación no determina la calidad de un alumno.
Debemos unirnos al llamado de extirpar el fraude de las aulas cubanas, como lo hizo el fundador de la revista Alma Mater, Julio Antonio Mella, en el Primer Congreso Nacional Revolucionario de Estudiantes, en 1923.
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