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Isla al Sur

DE DEMONIOS A ÁNGELES

DE DEMONIOS A ÁNGELES

WENDY GARCÍA MARQUETTI,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Desde el inicio de la historia de la humanidad, el hombre teme a la muerte y busca modos de combatirla. A partir de la Edad Media, algunos probaron realizando acciones grandiosas, mientras que otros crearon alter egos capaces de sobrevivir al paso del tiempo y los reflejaron en libros. De esta manera surgieron distintas clases de muertos vivientes como los zombis, pero los más aceptados fueron los vampiros.

Las características de los hijos de la noche estuvieron presentes desde el principio. Una de las primeras novelas es Drácula, del escritor Bram Stoker, donde el autor presenta a un hombre que luego de desgracias personales unidas a su propia maldad, hace un trato con el Diablo y obtiene la vida eterna. Desde entonces, Drácula dedica su existencia a alimentarse de la sangre de vírgenes y escapar del castigo divino convirtiéndose en murciélago.

Esta realidad llega hasta nuestros días y sigue causando el mismo furor entre los lectores. Durante las últimas dos décadas se ha convertido en el protagonista del terror, uno de los géneros por excelencia dentro de la literatura juvenil. Los especialistas comienzan a preguntarse por qué este fenómeno de masa alcanza tal magnitud.

Una reinvención total

La aceptación de este tipo de textos es enorme y los psicólogos han descubierto algunas pistas que condicionan el auge de dichas novelas. La posibilidad de vivir para siempre, conservando la juventud y salud, sin duda alguna, atrapa a los lectores, pero el ingrediente que de verdad atrae es el terror que traen consigo.

Luego del éxito de Drácula, muchos escritores han elegido ese camino para sus relatos y la situación no se encuentra próxima a su final. A pesar de la trascendencia histórica de dicha figura, el éxito no está basado del todo en el trasfondo legendario, sino en la reinterpretación que ha sufrido. Desde las “Crónicas vampíricas”, de Anne Rice, a finales de los ´70, el vampiro deja de ser demonio para convertirse en ángel. Varios estudios tratan el tema.

El artículo Amor y terror; el “consuelo” de Crepúsculo, de Alicia Nila Martínez Díaz, profesora de la Universidad Complutense de Madrid, explica qué características permiten que “los muertos vivientes devengan en jóvenes con ropa de diseñador”. La autora toma como figura de análisis a Edward Cullen, protagonista de la saga juvenil Crepúsculo.

Este joven de 17 años rompe con los cánones del vampiro clásico, pues encuentra la manera de no alimentarse de humanos y opta por convertirse al “vegetarismo”. Además, sin dejar de ser fuerte, atractivo y rico como todo inmortal, termina separándose por completo de sus antepasados al tratar a los humanos como iguales, intentar redimirse por los pecados cometidos y cumplir con cuanta norma terrenal y divina existe.

La conocida saga tiene auge debido a esa reinvención, pero lo que hace Stephenie Meyer, la autora, desde el 2005, no tiene para nada el mérito de ser la iniciadora. Por extraño que parezca, los cubanos están entre los pioneros que lograron dicha reinvención. Juan Padrón con su filme “Vampiros en La Habana” hizo posible a principios de los ´80, que los chupasangre caminaran a la luz del sol gracias al Vampisol, un líquido azul elaborado, principalmente, a partir de piña colada y grandes cantidades de ron.

Además, el no tomar sangre humana y ser “vegetariano” era un tema ya tratado por Rice y L. J. Smith, escritora de “Diarios de vampiros” desde los ´90. Louis y Stephan cambiaron sus dietas tradicionales en aras de ser mejores y no dañar a los mortales. Esta evolución aleja a los vampiros de lo que fueron antaño. Ya las historias no son de terror, sino que representan historias románticas sobrenaturales.

Una evolución común

Los fanáticos del género se dividen hoy entre los seguidores de Meyer, L. J. Smith y Charlaine Harris con sus sagas Twilight (Crepúsculo), The Vampire Diaries (Diarios de vampiros) y The Southern Vampire, más conocida por el nombre de su serie de televisión True Blood (Sangre verdadera), en ese orden. Extraño resulta que no noten las semejanzas entre los protagonistas vampirescos, la historia que interpretan y el contexto en el que se desarrollan.

El análisis The vampire of the third millennium: from demon to angel (El vampiro del tercer milenio: de demonio a ángel) de los expertos Codruţa Gosa y Andreea Şerban de la Universidad Oeste de Timişoara, Romania, trata de todas las características que tienen en común.

Al ver en detalle a cada vampiro, es fácil descubrir más semejanzas que diferencias y, por tanto, lo mucho que se parecen entre sí. Por lo general, pueden caminar a la luz del sol y han dejado de cazar humanos para alimentarse. Agregan que los detalles con respecto a su surgimiento, parejas sentimentales, lugar de residencia y existencias son casi idénticos.

Según el artículo, podemos concluir que la reinvención no ocurre de forma aislada en cada autor y está condicionada para que la pareja de turno tenga garantizado el “final feliz”.

La clave del éxito

El triunfo de estos vampiros reside en adaptarse a los nuevos tiempos y comportarse como los adolescentes de hoy. Promulgan un estilo de vida consumista. Autos del año, ropas de diseñador, viajes sin medida y casas como mansiones son los gustos que sus ganancias monetarias pueden pagar y que inculcan en esta generación.

Con dicho contexto, lo difícil es que no triunfaran. Estos protagonistas reflejan en sí las características de la vida perfecta. Y aunque pueden regalarnos una que otra enseñanza, el auge alcanzado con sus adaptaciones al cine y la televisión, unido a las grandes recaudaciones que las afianzan entre las preferidas, no compensan la falta de calidad. Son historias simples.

Solo queda analizar las consecuencias de este triunfo. La juventud sacrifica hoy los clásicos por los textos de moda como los analizados. Emily Brönte pierde protagonismo, y no soñamos con Romeo, sino con Edward y Damon como el héroe de nuestras aventuras.

Al final, queda a su elección qué lee, pero recuerde que este tipo de textos son solo mundos fantásticos. Elija con cuidado qué historia desea recordar. No es dejar de disfrutar la fantasía, sino hacerlo con medida y sentido crítico.

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