RACISMO EN CUBA
Más de cincuenta años de revolución no han podido borrar los rastros de la discriminación racial que existió en nuestro país durante cinco siglos de colonia y seudorrepública.
ALEJANDRO BENÍTEZ GUERRA,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.
Con solo dieciocho años, Michael Brown fue baleado en plena calle el 9 de agosto del pasado año (2014), en el poblado estadounidense de Ferguson. Un miembro de la policía local lo confundió con un pandillero, solo por el hecho de ser negro.
Noventa millas al sur, el joven habanero Daniel Sánchez Acosta, de 23 años, considera que “en Cuba el racismo no existe, porque cosas como esas no pasan, aquí todos se tratan como iguales”.
Pedro Serviat, en su libro El problema negro en Cuba y su solución definitiva, publicado en 1986, afirmó que con el triunfo revolucionario la discriminación por el color de la piel quedó reducida a cero.
Tales afirmaciones distan de la realidad. Juan Alvarado Ramos, en el artículo Las relaciones raciales en Cuba, publicado en la Revista Temas de julio-septiembre de 1996, aseveró que en una investigación realizada en La Habana y Santiago de Cuba, por el Centro de Antropología del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA), en 1995, el 75 por ciento de los encuestados estuvo de acuerdo en que el prejuicio racial seguía siendo común en la Isla.
El estudio reflejó que en tres barrios habaneros, el 58 por ciento de los blancos consideró que los negros son menos inteligentes; un 69 por ciento afirmó que los negros no tienen los mismos valores y decencia que los blancos; y el 68 por ciento se opuso al matrimonio interracial.
Según Heriberto Feraudy, presidente de la Comisión José Antonio Aponte, de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) -dedicada a la lucha contra la discriminación racial-, “el problema existe, es subjetivo, está en la mente de las personas, por eso es tan difícil de erradicar”.
¿Es este problema nuevo para la sociedad cubana? ¿Surgió de la nada? La respuesta la ofrece el propio Feraudy: “Han sido muchos años de explotación, inferiorización, exclusión”. Esta siempre ha sido una historia en blanco y negro.
De látigos y grilletes
“Los esclavos que fueron capturados en África como animales salvajes, ya eran discriminados por los colonialistas, y lo fueron durante cuatro siglos de esclavitud y neoesclavitud, colonialismo y neocolonialismo en Cuba”, opinó Heriberto Feraudy.
La esclavitud africana ya existía en Europa antes de la conquista de América, fundamentalmente en la Península Ibérica. Por la rápida extinción de la población aborigen, Cuba fue una de las colonias donde primero se introdujo la mano de obra negra de forma masiva, en los finales del siglo XVI.
El empleo de africanos como base de una economía de plantación, determinó que entre 1763 y 1845 se introdujeran en Cuba 636 465 esclavos –hasta entonces habían entrado a la Isla unos 60 000-. Sin embargo, el censo de 1846 reveló la existencia de una población esclava o “libre de color” solo de 473 055, lo que refleja la elevada mortalidad de este grupo humano.
¿Por qué? Martí, el gran visionario, manifestó en su artículo El plato de lentejas, publicado en el periódico Patria del 6 de enero de 1894: “El látigo, lo mismo que el sol, se levantaba allí todos los días. Los hombres, como bestias, eran allí arreados, castigados, puestos a engendrar, despedazados por los perros en los caminos. El hombre negro vivía así en Cuba.”
Es por eso que en una entrevista publicada en La Jiribilla en junio de 2011, Fernando Martínez Heredia, presidente del Instituto de Investigación de la Cultura Cubana Juan Marinello, afirmó que “el siglo XIX —y no los tres siglos anteriores— fue el de la implantación en Cuba de un racismo tremendo”, basado en la férrea explotación de la fuerza de trabajo esclava, base de la economía.
Rompiendo cadenas
El 10 de octubre de 1868, el hacendado oriental Carlos Manuel de Céspedes liberó a sus esclavos, los llamó sus iguales y convocó a luchar por la libertad de la patria y sus semejantes. Así, el Ejército Libertador estuvo compuesto en un 60 por ciento por negros y mulatos, y el 40 por ciento de su oficialidad tenía ese color en la piel. Diez años lucharon con un mismo objetivo hombres de todas las razas contra el colonialismo español.
“La república rebelde repudió la utilización de categorías raciales de identificación en la documentación del ejército, y un gran número de ciudadanos proclamó una y otra vez (y muchos lo hacen aún hoy) la inexistencia de la discriminación racial y la irrelevancia de las razas”, explicó Ada Ferrer en el libro Cuba insurgente. Raza, nación y revolución.
El gobierno colonial, sin embargo, quiso y logró presentar la guerra como una lucha de razas. Ya desde finales del siglo XVIII, los defensores del régimen pregonaban que una Cuba independiente se convertiría en una nueva Haití, donde una revolución negra barrería todo rastro del amo blanco. Este temor evitó que muchos blancos se unieran a la gesta independentista.
La abolición de la esclavitud, en 1886, no puso fin a la explotación de un recién liberado negro que siguió siendo oprimido, segregado, y se vio trabajando aún al pie del cañaveral, ahora con un mísero salario. Una vez más, fue necesaria la lucha armada.
Al respecto, afirmó en su libro Ada Ferrer: “Mientras la barrera entre las razas se hacía cada vez más rígida en los Estados Unidos y los castigos para los transgresores eran cada vez más brutales, el movimiento revolucionario cubano parecía dispuesto –a veces con impaciencia– a derribar esa barrera en su país. Y fue la victoria de esa revolución lo que la intervención norteamericana contribuyó a frustrar.”
República y republicanos
“Todos los cubanos son iguales ante la ley. La República no reconoce fueros ni privilegios personales”, así plantea el Artículo 11 de la Constitución que nació en 1902 con una Cuba que sus gobernantes llamaron independiente, pero que no lo era en absoluto.
En febrero de 1910, el senador Gaspar Cisneros Betancourt expresó: “Yo niego que aquí haya cuestión de razas, no las hubo en Cuba libre y no puede haberla en Cuba republicana”. Y, sin embargo, eran negros y mestizos los de peor situación económica, que integraban mayormente el grupo de los pobres y explotados, porque no eran contratados en los bancos, tiendas, o centros estratégicos para la economía, como no fuera el central azucarero.
El periodista y escritor cubano Federico de Ibarzábal resumió la situación en su folleto El problema negro: ensayo e interpretación, publicado en 1935, y donde expresó: “Es verdad que con el advenimiento de la República el negro sigue incorporado a la vida política de esta, filtrándose así en sectores que hasta ese momento le estaban vedados. Pero queda, casi como 400 años atrás, al margen de la vida social.”
En entrevista para este reportaje, el Doctor en Economía Política Esteban Morales Domínguez, uno de los principales especialistas sobre el tema racial en nuestro país, afirmó que: “En la República, los norteamericanos tomaron el poder, empezaron a organizar la Isla como ellos querían, y le dieron participación casi exclusivamente a blancos, no aceptando incluso que los negros trabajaran en sus empresas.”
Morales agregó que los presidentes republicanos no hicieron absolutamente nada por resolver el problema del negro, “salvo Batista, quien no se asumía como negro ni mulato, decía que era indio. El dictador dio cierta participación a negros y mestizos en el ejército, la policía y la guardia rural, sin llegar nunca a ocupar posiciones importantes. La aviación y la marina continuaron vetados para ellos.”
En esta época, el país vivió un racismo rapaz e institucionalizado, con barrios residenciales donde se ponía: “No se admiten perros ni negros”, y clubes exclusivos como el Havana Yatch Club, donde no permitieron entrar al entonces presidente Fulgencio Batista, por ser ese un lugar “solo para blancos”.
Llegó el Comandante y mandó a parar
Ya en marzo de 1959, el líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro, abordaba el problema del negro y reclamaba que había que darle oportunidades. Las medidas revolucionarias le otorgaron acceso total a salud, educación, y otros antes imposibles para ellos, reconociendo sus derechos como seres humanos.
En fecha tan temprana como el año 1962, en la Segunda Declaración de La Habana, el tema racial se dio por concluido y durante muchos años el fenómeno dejó de debatirse, salvo en casos como el de Pedro Serviat, en 1986, para decir que todo estaba resuelto.
“La tendencia fue a olvidarse del problema, y hubo condiciones para eso. Una de ellas fue la política social de la Revolución, extraordinariamente humanista, que daba a los negros participación social”, explicó Esteban Morales.
El profesor afirmó que un segundo elemento fue que “en Cuba, de manera inmediata, empezó la contrarrevolución, y eso hizo que dentro del contexto de una política social igualitaria para todos, los negros se olvidaran un poco de la situación racial, y se pusieran codo con codo con la población blanca para defender a la Revolución.”
Desde la cotidianidad
El Período Especial de los años noventa, como toda época de dificultades económicas, trajo consigo una agudización de los problemas sociales, “y en esa crisis los más afectados fueron los que históricamente siempre lo habían sido, los negros y mulatos, ya que, en general, vivían en peores condiciones que la población blanca”, opinó Heriberto Feraudy.
Sobre el tema, escribió en su blog Esteban Morales, en un artículo llamado Cuba: raza después de 1959: “Ellos se encontraban entre los que menos habían logrado forjarse un proyecto de vida estable y aprovechado las numerosas oportunidades de superación que la Revolución inauguró.”
Ya en septiembre del año 2000, Fidel expresaba en un discurso dado en la ciudad de Nueva York: “…tiempo tardamos en descubrir (…) que la marginalidad, y con ella la discriminación racial, de hecho es algo que no se suprime con una ley ni con diez leyes, y aun, en 40 años, nosotros no hemos logrado suprimirla”.
Javier Núñez, negro de 43 años residente en el capitalino municipio de la Habana Vieja, considera que aún queda racismo en Cuba, “en la forma de referirse a nosotras, las personas de color. Yo tengo dos hijas de madres diferentes, ambas de piel blanca, y siempre persiste el comentario, hasta dentro de la familia. Incluso han ofendido a mi compañera”.
Por su parte, Eliécer Medina, blanco de 54 años residente en Centro Habana, sostiene que en el plano familiar, a la hora de hacer parejas, “se mira mucho si el novio es blanco o negro, si tu hijo o nieto va a salir de una forma u otra. Todos debemos ser tratados como iguales. Eso debería lograrse.”
Hoy, la Cuba revolucionaria es hogar de blancos, negros y mulatos arquitectos, albañiles, médicos, catedráticos, que viven, estudian y trabajan bajo el mismo sol, pero también tiene personas que miran a otras, cubanas como aquel, por encima del hombro, solo por tener un tono distinto debajo de la ropa.
Y es que, como planteó Ibarzábal, allá por el año 1935, “este no es un problema de educación, ni de intelectualización, ni económico, como ven ustedes. Es un problema ´de color´, no más”.
Pie de foto: La política igualitaria y humanista de la Revolución busca la integración definitiva de las razas y la eliminación de la discriminación.
Ficha Técnica:
Tipo de título: Llamativo.
Tipo de entrada: Anecdótica.
Tipo de cuerpo: De bloques temáticos.
Tipo de transiciones: Por subtítulos.
Tipo de cierre: De conclusión o resumen, mediante una cita textual.
Tema: El racismo en Cuba y sus bases históricas.
Situación problémica: Tras más de cincuenta años de Revolución, en Cuba persiste la discriminación racial.
Objetivos colaterales: Visibilizar el problema de la discriminación racial en Cuba y hacer comprender su origen histórico.
Estrategia de fuentes:
Activas:
Daniel Sánchez Acosta, joven de 23 años. Fuente testigo-no implicada con juicio valorativo.
Heriberto Feraudy, presidente de la Comisión José Antonio Aponte de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Fuente oficial con juicio de valor.
Esteban Morales Domínguez, Doctor en Economía Política y especialista en el tema racial en Cuba. Fuente especializada con juicio de valor.
Javier Núñez, ciudadano residente en el capitalino municipio La Habana Vieja. Fuente testigo-implicada con juicio analítico.
Eliécer Medina, ciudadano residente en el capitalino municipio Centro Habana. Fuente testigo-no implicada con juicio valorativo.
Documentales:
Libro El problema negro en Cuba y su solución definitiva, de Pedro Serviat.
Artículo Las relaciones raciales en Cuba, de Juan Antonio Alvarado Ramos, publicado en la Revista Temas de julio-septiembre de 1996.
Artículo El plato de lentejas, de José Martí, publicado en el periódico Patria del 6 de enero de 1894.
Entrevista a Fernando Martínez Heredia publicada en La Jiribilla.
Libro Cuba insurgente. Raza, nación y revolución, de Ada Ferrer.
Constitución de la República de Cuba de 1902.
Diario de sesiones del Senado republicano, 14 de febrero de 1910.
Folleto El problema negro: ensayo e interpretación, de Federico de Ibarzábal.
Soportes:
Hecho: En Cuba persiste la discriminación racial.
Antecedentes: Durante 400 años de dominio español y casi 60 años de pseudorrepública, los negros y mulatos cubanos sufrieron un fuerte racismo institucionalizado. Anclado en la mente de las personas, más de 50 años de Revolución no han logrado solucionar completamente ese problema social.
Contexto: La discriminación racial, aunque va en contra de los principios de la sociedad revolucionaria, aún persiste en la mente de muchas personas.
Situaciones colaterales: Durante muchos años el tema racial en Cuba se dio por resuelto porque hubo un gran avance con el triunfo revolucionario. El problema se mantuvo oculto, camuflado, y resurgió durante la crisis económica de los años 90.
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