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Isla al Sur

TIROS FUERA DEL ARO

TIROS FUERA DEL ARO

JORGE LUIS COLL UNTORIA,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

La recién finalizada Liga Superior de Baloncesto (LSB), rama masculina, no dejó el mejor sabor. La desorganización del evento, la baja calidad del juego y la falta de iniciativas para atraer público prevalecieron, una vez más, en los tabloncillos cubanos.

Los compromisos de diversos atletas en ligas extranjeras han hecho que el “espectáculo” perdiera la escasa fuerza reservada, lo cual se demuestra en los paupérrimos parámetros de competencia. Además, la repetición casi anual del play-off decisivo entre Capitalinos y Ciego de Ávila es otro de los factores que evidencian la monotonía y la falta de rivalidad en el torneo.

En el aspecto deportivo la poca efectividad e indisciplinas técnico-tácticas son el reflejo de los entrenamientos y según demuestran los porcentajes estadísticos del sitio oficial de la LSB, parece que no se entrena lo suficiente, pues un 61 por ciento en tiros libres y el 28 en lanzamientos de tres puntos así lo acreditan.

Dicha situación es culpa de los atletas, quienes están más interesados en imitar el look de los mejores exponentes de la NBA (National Basketball Association), que en entregarse a la causa de su equipo.

Los contratos de nuestros mejores jugadores con escuadras profesionales, si bien eleva su calidad individual, resta atributos a los conjuntos en el torneo doméstico y provoca una desigualdad que puede influir en la discusión del campeonato, tal como ocurrió este año cuando los Búfalos avileños barrieron a Capitalinos, quienes no disponían de sus mejores representantes a la hora de discutir el título.

Atrás quedaron los años en los que el Coliseo de la Ciudad Deportiva o la hoy penosa Sala Polivalente Ramón Fonst, acogían un público deseoso de vivir las emociones del más creativo de los deportes colectivos, como diría el reconocido narrador René Navarro.

A parte de los problemas técnico-tácticos, la estética de las instalaciones es uno de los elementos que influye en la motivación de los aficionados y lamentablemente el estado de nuestras canchas –tabloncillos deteriorados, por ejemplo- no despierta el más mínimo estímulo.

Otro de los aspectos, en lo que a la atracción se refiere, es la indumentaria de los equipos. Uniformes sin letreros o con números pegados encima de otros, sin mencionar la cesión de camisetas entre compañeros, matan el entusiasmo y revelan la poca seriedad del evento. No debería ser un problema para la Federación Cubana de Baloncesto (FCB) garantizar a cada jugador una vestimenta propia, con su número y el nombre del conjunto al cual representa.

Periodistas deportivos como Norland Rosendo y Joel García coinciden en que para elevar el interés de los fanáticos será necesario cambiar las fechas de realización de la lid, pues resulta impensable jugar baloncesto a la par de la Serie Nacional de Béisbol. También podrían incorporarse competencias de habilidades que animen a la población durante el tiempo de descanso o apelar a agrupaciones musicales de renombre con el fin de garantizar la venta de entradas, como ocurre con la Serie Mundial de Boxeo.

La última participación antillana en una cita internacional –Liga de Campeones de FIBA (Federación Internacional de Baloncesto) Américas- hizo aflorar todas las deficiencias del básquet y resultaría ingenuo pensar que las soluciones están al doblar de la esquina.

Nuestro baloncesto ha entrado en estado de coma. No se asemeja a aquel que en Múnich 1972 obtuvo medalla de bronce en los Juegos Olímpicos, ni al de hace unos 20 años cuando se llenaba el Coliseo capitalino.

A todo lo expuesto se suma que varios basquetbolistas cubanos tienen nivel, pero la amplia gama de circunstancias externas a ellos frena su desarrollo. La comisión nacional deberá actuar pronto, porque hace un tiempo que, en nuestro país, caen los tiros fuera del aro.

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