Blogia
Isla al Sur

“EL AMOR ES COMO LOS NÚMEROS: INFINITO”

“EL AMOR ES COMO LOS NÚMEROS: INFINITO”

Una niña estadísticamente feliz describe la vida en sociedad de una pequeña cuya madre es homosexual.

Texto y foto:

AMANDA DE URRUTIA SÁNCHEZ,

estudiante de primer año de Periodismo,

Facultad de Comunicación,

Universidad de La Habana.

“Soy una niña estadísticamente feliz. Tengo dos mamás y medio papá (…) A mí me va de maravilla con mis dos mamás (…) Pero el resto del aula no soporta la dicha extrema y he tenido conflictos por eso. Nada, que como ellos tienen una sola sienten envidia”.

El retrato de la atípica situación familiar de Cuasi Negrín Blanco, pequeña de diez años de edad visiblemente “adelantada para su época”, muestra la espirituana Mildre Hernández en Una niña estadísticamente feliz (Primera edición, Lengua Editorial, 2011). Escrito en la voz de la pequeña, describe, con uso frecuente del humor, su difícil ambiente social.

Cuasi vive con su “madre primera” y su “madre segunda” en una casa de tabla de palma y techo de puertas de refrigeradores rusos que tiene un solo cuarto en donde también está la cocina y una tabla de planchar que hace la función de mesa. Ella dice que les va de lo mejor, pues Cuasi es feliz en su casa, estadísticamente.

En la escuela no es igual, la incomprensión desensibiliza a sus compañeros de aula y, tristemente, hasta a sus profesores: “Al parecer la directora no entiende de maternidad compartida (…) Para ella bien es mamá y papá. Y para mí bien es armonía y amor”.

Personajes indispensables en el libro son sus compañeros de aula Tanyer (con quien mantuvo el tipo de noviazgo característico de la niñez, de quien sigue enamorada y por quien “ha dado la vida”), Danyer –el hermano gemelo de Tanyer– y Lavanda. Los tres presentan complicadas realidades existenciales y asisten a la misma terapia psicológica que Cuasi.

La obra transcurre entre dilemas, historias y criterios entre líneas. Abarca problemáticas actuales desde la óptica desprejuiciada de la niñez pulcra: la disfuncionalidad en las relaciones de pareja, la discriminación por la orientación sexual, la inestabilidad económica, las diferencias sociales entre hombres y mujeres.

En esta edición de la Editorial Oriente del año 2014, la portada carece de funcionalidad estética porque no cumple con su objetivo de atraer al lector con la vistosidad gráfica, ese papel lo suple, entonces, el sugerente título. 

La manera de redactar es simple, con estructuras gramaticales básicas y la jocosidad antagoniza a la miseria humana y material. Quizás a un lector adaptado a leer obras para un público exclusivamente adulto, esta le resulte desnuda de habilidades del escritor. Sin embargo, considero que la autora pretendía ser entendida tanto por los contemporáneos con Cuasi como por los más conocedores de la lengua, pues el significado de lo expuesto sobrepasa el ámbito generacional.

Mildre Hernández tiene 44 años y ha dedicado todo su quehacer literario al género infantil-juvenil. Narradora y poeta, miembro de la Asociación Hermanos Saíz y la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba. Ha obtenido el Premio Abril (en tres ocasiones), Hermanos Loynaz, La Edad de Oro, Eliseo Diego, Fayad Jamís, Jara Carrillo y Sin Fronteras Bilbao (estos dos últimos en España).

Una niña estadísticamente feliz induce a compasivas sonrisas cuando aparece la conformidad de la inocencia, arrebata carcajadas y obliga a la reflexión sin que se advierta una explícita intención de convencer, que por supuesto, existe, pero no se puede localizar en el texto sino en las líneas de pensamientos que provoca. La lectura transcurre entre sentimientos encontrados y nos dice que “el amor es como los números: infinito”. 

Pie de foto: Portada del libro en su edición del 2014 de la Editorial Oriente.

0 comentarios