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Isla al Sur

Pensar el Periodismo

INTERPRETAR LOS SABORES Y OLORES DE LA VIDA MISMA

INTERPRETAR LOS SABORES Y OLORES DE LA VIDA MISMA

Conferencia sobre Periodismo Interpretativo. IV Festival Imagen de la Naturaleza "Rosa Elena Simeón In Memoriam", evento anual auspiciado por el Museo Nacional de Historia Natural de Cuba, la Productora Mundo Latino y la Asociación Cubana de la Imagen y la Naturaleza.

MSc. IRAIDA CALZADILLA RODRÍGUEZ,

Profesora de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana y del Instituto Internacional de Periodismo José Martí.

No es este, precisamente, un espacio donde venga a disertar como me lo han pedido los anfitriones. No es posible tal altisonancia entre colegas de valía que ejercen la profesión de manera consecuente e inspiradora. Yo prefiero venir a conversar sobre temas que nos preocupan... y ocupan, porque estamos convencidos y urgidos de la necesidad de un salto cualitativo en los modos de hacer de nuestro periodismo.

El tema en cuestión es la validez o no del periodismo interpretativo ante la avalancha de informaciones que recibe el receptor de cualquiera de los soportes mediáticos. La necesidad de reconstruir y recodificar nuestra propia actitud ante la construcción de los mensajes porque, inevitablemente, debemos aceptar que recibir información no es equivalente en todos los casos a poseer conocimientos, a tener elementos que nos permitan la contextualización de los acontecimientos. En no pocas ocasiones esa sobreabundante y masiva información de que se dispone se vuelve anodina al no saber cómo interpretarla.

El hombre del siglo XXI tiene acceso a la información casi en tiempo real, casi al momento de producirse los hechos: ahí están los noticieros de la radio y la televisión haciendo perenne gala de inmediatez; y, si algo podría faltar, la irrupción de Internet ha puesto al mundo al alcance del mundo a una velocidad de vértigo y con una apoyatura que trasciende a los profesionales del sector para dar paso también, cada vez más, a los dominios del paisano común que puede transmitir, desde su particular perspectiva, lo que ve y oye.

Este es el eje central que motiva la charla. Lo sabemos: la prensa escrita ha perdido los dominios del qué, quién, cuándo y dónde que la hacían imprescindible a la sociedad informada. El receptor ya no está interesado en que le "anunciemos" mañana lo que conoció hoy. La prensa escrita, entonces, está abocada a sustentar el por qué, para qué y cómo de los acontecimientos, y definitivamente aceptar que ya no es la primigenia de los titulares voceados al amanecer o el atardecer.

Sin embargo, lejos de considerar perdido lo que ha sido el sentido de vida de la profesión -dar primero la noticia-, la prensa impresa debiera arrimarse más a la perspectiva de consolidar la explicación de los hechos, a proporcionar a su público-meta los elementos necesarios para que conforme su propia opinión acerca del acontecer en el que se inserta.

Ya en 1992, el periodista Manuel Leguineche advertía en el diario español El País: "Los de la galaxia Gutenberg debemos aprender en estos tiempos a ajustar el tiro, porque la televisión en directo lo ha trastocado todo. ¿Para qué repetir lo que se ha dicho en la CNN? Cada vez pasan más siglos entre la transmisión de la CNN y tu artículo en el periódico y no digamos en la revista. Hay que decir adiós a la narración escenográfica de los hechos y escudriñar allí donde los objetivos de la televisión no llegan, descubrir antecedentes y consecuentes, atmósferas, ambientes, secretos".

Pero, un paréntesis. También el resto de los soportes mediáticos debían detenerse en este análisis, pues va resultando cada vez más agotador ser "bombardeados" por noticieros en los que prevalece o bien la nota escueta, desprovista de contexto, notas que parecen salir de la nada y nada decir, ni aportar, ni informar ni orientar; o la opinión que más que persuasiva es impositiva, y con ello se convierte en puente roto en el camino hacia el entendimiento. Opinión que más de las veces se rechaza por su verborrea expositiva y apocalíptica, sin que medie balanza alguna ni ofrezca oportunidad al público para disentir. En ambos casos, cuando desvestimos las circunstancias de explicación y equilibrio, estamos construyendo mensajes incompletos.

Hoy, trabajos periodísticos que den cuenta no solo de lo que sucede, sino también que expliquen por qué ocurren los hechos, que sean profundos en sus contenidos, contextualicen, indaguen en las causas y pronostiquen su futuro desenvolvimiento, es una necesidad sentida tanto por los hacedores de la información -los periodistas-, como por los receptores. Y este es, justamente, la trama donde se desenvuelve el periodismo interpretativo.

El catedrático Abraham Santibáñez ha manifestado: "Interpretar, desde el punto de vista periodístico, consiste en buscar el sentido de los hechos noticiosos que llegan de forma aislada. Situarlos en su contexto, darles un sentido y entregárselo al lector no especializado. Por exigencia profesional, además, esta interpretación debe tratar de prescindir de opiniones personales, debe basarse en hechos concretos y opiniones responsables y que sean pertinentes y debe ser presentada en forma amena y atractiva".

Y generalmente en nuestros medios, salvo excepciones, hay que admitir que existe reticencia a cambiar los modos de contar las historias y prevalece el apego, diría casi enfermizo, a la escuela norteamericana del periodismo informativo y sus rígidas leyes que asientan la información "objetiva" -aún cuando el término de la objetividad periodística ha sido ampliamente superado y desde hace mucho se habla de honestidad profesional-, y la estructura de contar los hechos en orden descendente de importancia para el periodista o el medio -es decir, la pirámide invertida como estructura meta de cualquier género-. Se une también el predominio del relato de los hechos y los trabajos de opinión.

Se desestima así la posibilidad del híbrido, del periodismo interpretativo que permite establecer el puente entre el relato del hecho como tal -la noticia-, y la visión que se tiene acerca de ella -el comentario-. Periodismo interpretativo que posibilita abordar la actualidad informativa no solo en sus contenidos más complejos, sino también, en su diversidad de aristas, muchas de las cuales suelen permanecer ocultas y requieren del reportero un finísimo olfato para descubrirlas y sacarlas a la luz pública.

Este es un periodismo que requiere de vasta información, de antecedentes, contexto, bakgraound, valoraciones y pronósticos. Un rastreo verdadero de los conflictos, un desentenderse de nada, una posición inquisidora. Es decir, una fórmula "explosiva" en la que el periodista proporciona, a partir de la puesta en escena de todo cuanto ha investigado, argumentos suficientes que emergen desde fuentes decisorias, implicadas, expertas, testigos, documentales..., cual calidoscopio que permita evaluar el significado de los hechos presentados de manera tal que, sin explicitar su opinión, solo dejándola implícita en los juicios aportados, el periodista deje al lector el protagonismo de llegar a su particular conclusión.  

El profesor y periodista norteamericano Walter Lippman hace acotó: "...por ser el mundo moderno tan complicado y difícil de comprender, se ha vuelto necesario no solo informar acerca de las noticias, sino explicarlas e interpretarlas".

Más reciente, María Jesús Casals Carro, profesora titular de la Universidad Complutense de Madrid, señala: "...Un relato explicativo (reportajes y crónicas) busca la orientación del lector por medio del análisis y síntesis de hechos, aporta datos y antecedentes, contextualiza y explica conceptos. La base es narrativa con un tono distanciado pero preciso. Busca la eficacia de la explicación clara y no se detiene en posibilidades retóricas. Las fuentes suelen ser numerosas y no contiene juicios de valor aunque puede plantear hipótesis o mostrar una realidad disyuntiva. Las fuentes consultadas le sirven para justificar todo este contenido explicativo".

Ahora bien, ¿qué nos está faltando para el abrazo definitivo con el periodismo interpretativo? Creo que los escollos externos están dados, fundamentalmente, por la premura con que trabajamos, las decisiones de los editores que apuestan generalmente por lo expedito, por el ya y el ahora, y también la precariedad del espacio. Esos son los vórtices del triángulo maléfico de la profesión.

Sin embargo, justo es que también interioricemos en nuestras propias faltas, aquellas que arrastramos a veces hasta sin darnos cuenta de nuestra ineficacia. En más ocasiones que las deseadas entregamos los trabajos carentes de fuentes, de contrastación, contrapunteo, verificación exhaustiva. Padecemos de insuficiente búsqueda, contacto sistemático con las fuentes para apoyar los enfoques, observación directa, análisis de estadísticas y encuestas e investigación permanente que nos permitan recolectar datos copiosos y principales. Y lo que aún es peor: no siempre poseemos una cabal preparación acerca del tema que abordamos; otras, en cambio, desaprovechamos el caudal cognitivo.

A ello se suma que en ocasiones desestimamos los valores noticiables al abordar un tema que elevamos a la categoría no de noticia, sino de información, porque interesa a la fuente o al medio donde laboramos, pero no porque tenga realmente connotación para ser socializado. Realmente, ¿cuántas veces en nuestro trabajo de fuego cerrado nos preguntamos para qué sirve o a quién va dirigida esta o aquella información? ¿Qué valores-noticias la respaldan?

Repasemos un momento estos valores que permiten que un suceso pueda tener relevancia para la sociedad, importancia para los públicos: actualidad, inmediatez, oportunidad; interés colectivo, humano, emoción; repercusión o consecuencia; prominencia de los protagonistas; originalidad, rareza, curiosidad, novedad o singularidad; proximidad o cercanía; humorismo; dramatismo; impacto; suspenso; conflicto; progreso..., en una extensa lista que puede estar presente de manera íntegra o parcial al recolectar, seleccionar y presentar datos y hechos y determinar si un acontecimiento merece ser publicado o no.  

Quizás, entonces, la cosecha de la papa no tendría expresión solo en cifras de caballerías que importan a los organismos responsabilizados con su producción, pero nada dicen en concreto al público medio. Y no es que no interese, no es que no sea relevante. Se trata de que al ofrecer la información también tengamos presentes que la tierra no se siembra para complacencia administrativa, sino para que su producto final tenga una manifestación concreta en la sociedad. Así, términos como "esfuerzo y sacrificio de los trabajadores" quedan vacíos de contenido si no se explica cuál ha sido, objetivamente, el esfuerzo y el sacrificio. La cifra de caballerías nada dice si no se le compara con lo que su producción significa en la mesa de la población, y se le contrasta con antecedentes o con lo que realmente pudo o no haberse recolectado. La información requiere tanto de importancia macrosocial como personal. Es decir, construirla de manera que el receptor la asimile desde su importancia general hasta la particular y se sienta hasta cierto punto comprometido con ella. Se trata, entonces, de privilegiar el por qué, para qué y cómo del hecho noticioso y situarlo en su auténtica perspectiva.

¿Cuál es el quid del asunto? Tras una experiencia de 30 años como reportera de filas, sé cuán difícil es armonizar un entramado que incluye ir al acontecimiento principal y no desviarnos con superficialidades, buscar antecedentes, circunstancias y actores, emplear fuentes documentales y no documentales y sus interpretaciones acerca de lo acontecido y ofrecer análisis valorativos que integren proyecciones. Bien sé de este complejo asunto, sobre todo, cuando las fuentes no están dadas a colaborar, o cuando el trabajo se nos encomienda en brevísimas líneas.

Pero aún con estas realidades, todo pasa por lo que llamo Fórmula Ulibarri y que este teórico asentó en su libro Idea y vida del reportaje. Es decir, indagar en el presente sobre: qué significan los hechos, si surgen aislados o forman parte de otros y cómo se vinculan a ellos, si introducen cambios significativos, a quiénes afectan de inmediato, si contienen elementos polémicos, y cuáles fueron los factores más cercanos que precipitaron su aparición.

En ese mismo orden, Ulibarri nos llama a no dejar preguntas sin hacer, a indagar hasta la saciedad. Por tanto, el catedrático insiste, en el pasado, en sostener el por qué ocurrió el hecho, sus antecedentes, con qué acontecimientos anteriores está vinculado, si pueden identificarse causas relevantes, qué ha ocurrido con causas similares en otras épocas o lugares, y si existen analogías relevantes.

Y en un tercer bloque de preguntas, Ulibarri propone que, en el futuro, hay que aventurarse en las posibilidades de desarrollo del acontecimiento, con qué otros factores puede relacionarse y en qué o quiénes repercutirá.

Por tanto, hablamos de no obviar los planos temáticos en un trabajo periodístico: presente, pasado y futuro. Un presente que parte del elemento motivador del trabajo y en el que está reflejada su actualidad e importancia, sus implicaciones inmediatas, conexión con la actualidad y los significados; un pasado en el que habrá que retomar antecedentes y causas; y un futuro en el que se situarán proyecciones y repercusiones. Estos planos generalmente los teóricos los ubican más en la concepción del reportaje interpretativo, pero soy de la opinión que cualquiera sea el estilo seleccionado para presentar nuestro trabajo, será más sólido en la medida en que tratemos de darlo en todas sus facetas.

Visto así, cabría suponer que respondiendo a estas interrogantes todo queda resuelto para entregar mejores productos comunicativos, mensajes que acerquen al lector a la comprensión de los fenómenos que se suceden en la sociedad que vive. Mas no es así. Hoy uno de los problemas fundamentales que enfrentamos los periodistas es que perdemos terreno como contadores de historias, nuestra misión primera, y nos estamos convirtiendo en contadores de declaraciones. O sea, los teóricos coinciden en afirmar que como fenómeno general, ahora los dichos sobre los hechos parecen ser más importantes. Es decir, interesa más quien ha manifestado algo que lo que ha sucedido.

Otra importante cuestión está relacionada con el aprendizaje continuo de las herramientas y la evolución de la profesión, pues un periodista no es un mero transmisor de información, sino una persona que al escribir, o comunicar en general, muestra su cultura y cosmovisión del mundo.

La catedrática española Concha Fagoaga lo ha descrito estupendamente: "Los periodistas no solo reproducen lo que ven y oyen, ejercen también una investigación sobre lo acontecido porque los hechos no se producen descontextualizados de una situación económica, social y política concreta. Los hechos no surgen aislados de una realidad más amplia, se insertan en ella...". Comprender esa realidad en toda su dimensión requiere, entonces, de una vasta preparación que no se resume en el criterio reduccionista de atender un sector y especializarse a tal punto que parezcamos divulgadores institucionales. Hay que pensar en un receptor que merece le proporcionemos las herramientas necesarias para que piense y reflexione a partir de las historias contadas.

Y, en ese camino, admitámoslo, aún debemos encontrar pistas equivalentes a un periodismo que por su misma condición de propio se revele universal, que redima la génesis del periodismo interpretativo en los años 20 del pasado siglo, de manera que en los albores del XXI retome su poder de explicación y su deber de orientación. Un periodismo interpretativo que reproduzca de manera exacta el contexto de los hechos, realice una rigurosa investigación en cada tema a tratar y asuma plena responsabilidad ante lo escrito. Un periodismo interpretativo que proporcione todos los elementos de manera que el receptor pueda juzgar y encontrar el valor relativo de la información por sí mismo. En suma, un periodismo interpretativo que permita ahondar en el contexto, en los antecedentes, el significado y la explicación de los hechos.

Un periodismo interpretativo que muestre la realidad desde una perspectiva amplia, contada, además, no solo con el preciosismo de las técnicas de la profesión, de la redacción y la gramática, sino también, con los sabores y olores de la vida misma.

TIEMPO DE BLOGUEO

TIEMPO DE BLOGUEO

Intervención en el V Taller Experiencias Didácticas en la Integración de Contenidos. Universidad de La Habana. Facultad de Artes y Letras. Temática: Las tecnologías de la información y las comunicaciones y la integración de contenidos.

MSc. IRAIDA CALZADILLA RODRÍGUEZ,

Profesora Auxiliar de la Facultad de Comunicación, Universidad de La Habana, y del Instituto Internacional de Periodismo José Martí.

blog docente: http://islalsur.blogia.com

islalsur@yahoo.es

Desde que decidí abrir mi puerta personal hacia el ciberespacio -a la que llamo Isla al Sur en evocación perpetua a esta tierra imperfecta y querida en la que vivo-, de vez en cuando los desvelos me acosan y las madrugadas se extienden insertando este o aquel material, imaginando la alegría de los estudiantes cuando abran la página y estén ahí sus trabajos periodísticos, paridos con tinta joven, con visiones del hoy y el ahora cubanos. Pero he de ser sincera: ningún dolor de cabeza ha sido tan fuerte como para menguar mis satisfacciones como docente.

Y de eso precisamente se trata esta breve intervención ante profesores de nuestra Universidad de La Habana. De transmitirles, con la modestia de un sueño que crece, mis experiencias como bloguera desde octubre del 2006. Empeño que, es justo hoy aquí reconocerlo, también fue posible gracias a la colaboración del colega villaclareño Antonio García Acuña, quien "descubrió" el continente para el futuro contenido del blog, en medio de la multiplicidad de formatos que ofrece la red.

Mi público-meta posee características muy particulares: es emisor y destinatario. Son los futuros periodistas que a la vuelta de cinco escasos años estarán en los medios de comunicación como hacedores de noticias. Pero son, ya desde el primer curso académico de la carrera de Periodismo de la Facultad de Comunicación, entes constructores de ellas en un proceso de formación, preparación y superación permanentes.

Y son, es lo fundamental, principales protagonistas del blog, sus reporteros, los encargados de que esa página permanezca en la red con materiales de actualidad informativa, interpretativa y opinática. Isla al Sur es "su" periódico.

El blog les permite, ante la escasez de espacio en las publicaciones "de papel" o en "blanco y negro" como las llamamos en el gremio, contar con un medio que socialice sus trabajos y estos tengan el fin público que caracteriza a las producciones periodísticas. Entonces, los trabajos que entregan en las asignaturas correspondientes a los géneros periodísticos trascienden la revisión del profesor, que deja de ser el único destinatario, pues los materiales ahora están asequibles a un público que puede seleccionar, objetar, valorar, discernir o confraternizar acerca de la propuesta comunicativa que lee.

Estoy hablando de un blog docente, o como se le conoce internacionalmente: un edublog, valiosa herramienta que las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones ponen en manos de los profesores y que ha demostrado ser una excelente aliada para alcanzar la eficiencia pedagógica y favorecer el análisis, el debate, la confrontación de criterios y el crecimiento del conocimiento entre los alumnos, más allá de los límites del aula.

Digo más: valida el concepto de taller extramuros al que se puede acceder en cualquier momento para tomar de él experiencias ajenas y compararlas con las propias, y para también decidir ser parte de un proyecto común e integrador de las materias. En este caso, tributan las de Periodismo I (Nota Informativa y Entrevista), Periodismo II (Reportaje y Opinión), Agencias y Redacción.

Ahora bien, la experiencia no debe tener límites para ningún profesor de cualquier carrera. O, al menos, no deben ser límites infranqueables. Requiere, sí, de adecuaciones a las materias que se imparten.

Contar con una página académica le permite al docente realizar una gestión comunicativa de doble vía con los estudiantes, en tanto se produce una retroalimentación desde lo interno (el aula) y desde lo externo (el blog) a un mismo tiempo; encauza a los jóvenes hacia la lectura actualizada, pues ahí están sus experiencias y las de sus compañeros y ellos quieren medirse, compararse, ser entes competitivos y capaces; se convierte el espacio en una tribuna de ideas para nuevas creaciones; y contribuye a formar y consolidar en los jóvenes el sentido de identidad y responsabilidad como autores que publicitan sus trabajos y de ellos dan cuenta cierta como fuente generadora.

A todo lo anterior se suma que ayuda a la contextualización de lo que, en la materia que se imparte, están abordando, profundizando, construyendo, el resto de los compañeros. Este último aspecto nos parece muy interesante como canalizador de reflexiones en un proyecto abierto, colaborativo y desarrollador, en el que el conocimiento se cimienta ininterrumpidamente. Es un espacio de punto de partida para el debate.

En esta tarea es vital el rol del profesor como mediador en el proceso de comunicación, expansión, socialización y construcción del conocimiento en los estudiantes. Él es un punto de equilibrio, una mirada madura, aguda y estratégica en el progreso docente. En este aspecto, además, es necesario que el profesor valide su condición de autor en las mismas materias de las que pide excelencia a sus estudiantes.

Así, el docente no solo adquiere mayor relevancia profesional delante de su alumnado, sino también, se convierte en un modelo referencial para los futuros periodistas. Es, además, un reconocimiento para los estudiantes, pues pueden compartir un espacio en que todos tendrán un objetivo común: la calidad de las propuestas, el sentido de responsabilidad, pertenencia y ética, y la confiabilidad de lo que se expone, garante de credibilidad.

Todo puede sintetizarse en un aprendizaje desarrollador que transita entre lo individual y lo colectivo o, en su máxima expresión: aprendizaje colaborativo, directo y emprendedor. Un laboratorio en la red pública que privilegia la flexibilidad, la actualización, la revisión permanente y la construcción del conocimiento desde lo personal a lo social e integrador.  

Pero el blog docente tiene aún un mayor alcance en el tiempo: es una base de textos teóricos y prácticos de actualidad para los alumnos que inician la carrera, cual especie de bibliografía realizada por jóvenes de su misma edad, igual experiencia, similar preparación cultural. Ellos en ese contexto pueden encontrar los trabajos que realizaron quienes les antecedieron y, por tanto, promueve la sana competencia de querer ser mejores porque ya saben de qué bases parten.

Desde mi experiencia en estos meses de trabajo, puedo mostrar la utilidad del blog, herramienta que me ha permitido no solo publicar decenas de trabajos de los estudiantes de primer año de Periodismo, y de los diplomados que para la especialidad ofrece la Unión de Periodistas de Cuba y el Instituto Internacional de Periodismo José Martí tanto en Ciudad de La Habana como en diversas provincias.

Al proyecto se han unido estudiantes de años superiores de la carrera y otros de Comunicación Social, así como alumnos de cuatro sedes universitarias municipales, quienes han participado con sus trabajos de examen en la asignatura de Fundamentos del Periodismo, con artículos de diversas temáticas y ya se preparan para enviar resúmenes de sus tesis de licenciatura algunos recién graduados de Comunicación Social de la SUM Felipe Poey del municipio de Plaza de la Revolución.

El blog se convierte también en una base de trabajos para los medios de prensa, que pueden publicarlos tanto en su edición en papel como digital. Y a ello se suma que no son pocos los colegas convertidos en asiduos lectores de los trabajos de los estudiantes, y así lo han expresado. Para ellos están abiertas las puertas de Isla al Sur. Es más, he requerido para mis clases de determinados trabajos referenciales y con prontitud han respondido enviándolos.

Creo que la mejor manera de ejemplificar la validez del proyecto es que hoy las visitas ya sobrepasan la cifra de las 3 500, considerada entre las más altas en el contexto de los blogueros cubanos.

Todo ello me hace ser una bloguera convencida. No desconozco las partes menos positivas que pueden asociarse a este tipo de publicación, pero creo que son de las buenas de las que debemos apropiarnos con fuerza.

Y, por sobre todo, creo sinceramente que el éxito de cualquier proyecto también depende de la honestidad, el fervor y la entrega con que se abrace. Valga, entonces, este tiempo de blogueo.

 

LA INFORMACIÓN QUE HACEMOS Y LA QUE DEBEMOS

LA INFORMACIÓN QUE HACEMOS Y LA QUE DEBEMOS

Artículo publicado en http://www.latecla.cu, y en http://mesadetrabajo.blogia.com 

MSc. IRAIDA CALZADILLA RODRÍGUEZ,

Profesora de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana y del Instituto Internacional de Periodismo José Martí. 

La nota informativa o información periodística es hoy en nuestra prensa el género más maltratado en su concepción y estructura. Apenas constituyen pequeños oasis cuando en los diferentes soportes mediáticos reconocemos una señal que la desempolve del maniqueísmo en el que se ha convertido su estructura clásica de pirámide invertida, en la que un lead sumario entregará al lector, oyente o televidente una primera visión, rápida, contundente y concisa, del acontecimiento a narrar.

Luego de casi 150 años de habernos propuesto Lawrence A. Gobright, corresponsal de la AP, su lead convencional -estandarizado y sacralizado por siempre jamás-, aún en las redacciones hay una obediente atadura a su fórmula y muy poco terreno se concede a otras estructuras más contemporáneas y enriquecedoras, a pesar de que hace más de medio siglo Philip Porter y Neil Lusón en Manuel del periodista suscribieron que hay tantos tipos de comienzo de la información como clases de esta, y subrayaron que los tipos de encabezamiento únicamente están limitados por la originalidad del autor. 

Y las renovaciones no quedan solo para las entradas, sino que también se expanden hacia la pirámide invertida, al modo de contar los hechos de mayor a menor importancia, siempre pendientes reporteros y editores de que si es necesario cortar texto, sea de abajo hacia arriba, sin menoscabo del propósito con que se narra el suceso. Sin embargo, esa faja impositiva hace que se releguen otras estructuras igualmente portadoras de intencionalidad: se desestima la subversión del orden que suponen novedosas fórmulas que combinan los datos dentro de la arquitectura de la nota, sin necesariamente atenerse a un orden de mayor a menor importancia que, por demás, está sujeto a la percepción que del acontecimiento tuvieron los hacedores de la construcción de la noticia.

Todo ello no propugna que debamos desterrar la pirámide invertida y el lead tradicional. Todo lo contrario. Quienes transitan el camino del periodismo deben dominar su estructura sólida y eficiente, su estilo clásico y duradero. Pero se trata de dar paso también a otras variantes más modernas que, incluso, ayudan a acercar más a los destinatarios de nuestros productos comunicativos al mensaje.

Estos -los diferentes leads y cuerpos- son dos ejemplos a modo de botón de muestra, el iceberg de un conflicto latente en la redacción de la nota, pero que abarca también otras especificidades dentro de la misma. ¿Por qué hago referencia a ello? Durante muchos años he sido tutora de las prácticas preprofesionales de los estudiantes de Periodismo, profesora de la asignatura Nota informativa o Información periodística en los diplomados de Periodismo que se imparten en Ciudad de La Habana, convocados por la Unión de Periodistas de Cuba y rectorados por la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, y del curso regular de la Facultad.

En esta propagación y a la vez confrontación de ideas hay elementos comunes: de una parte, los periodistas en activo que cursan el Diplomado o asisten a los talleres y conferencias, aceptan teóricamente las nuevas formulaciones, pero no siempre las aplican y las causas son tan diversas que van desde la comodidad intelectual que supone redactar a partir de un esquema tradicional muy validado y seguro, hasta  el rechazo de sus jefes por estructuras que rompen con el orden establecido y, al no conocerlas teóricamente, desacreditan a los reporteros creyendo que "no saben redactar notas informativas". Cuando más, un pequeño elogio por un texto que no es habitual, y casi a modo de disculpa le agregan algún apellido como "información ampliada", "nota comentada", "nota cronicada"...

De otra parte están los estudiantes, abiertos a cualquier saber mientras están en las aulas, en el ambiente académico, en la fragua de las ideas renovadoras. No obstante, también se ciñen más de lo debido a la pirámide invertida y al lead tradicional una vez que han vivido la experiencia del primer ciclo de práctica laboral, y asistido en las redacciones a las rutinas de los procesos productivos, así como escuchado a los profesionales del sector defender la fórmula clásica contra viento y marea.

Entonces, como profesora una siente que hay una etapa perdida en el paso adelante que se espera para la necesaria revivificación de la nota informativa, paso que solo darán después, ya como profesionales enfrentados a sus propias rutinas, a sus radios de acción en el trabajo, a sus fuentes de referencias, y, poseedores de las herramientas teóricas, acudirán a ellas para tratar de entregar productos comunicativos más acordes con lo que necesita el destinatario de hoy, ya sufrido de tanta nota escrita a golpe de qué, quién, cuándo, dónde, cómo, por qué y para qué, en un orden rígido y tiránico.

Esta es la problemática no resuelta, reforzada por el aún escaso deseo que señorea de superarse en las temáticas propias de la profesión, creyendo a pie y juntillas, incluso me atrevo a asegurar que hasta con la mejor buena fe, que todo fue aprendido en el período de estudiantes universitarios, obviando así al periodismo como profesión viva que se renueva constantemente. 

Y lo que es peor: apenas hay nada nuevo, estas tendencias fueron ya descritas hace muchos años, solo que ahora existe un mayor acercamiento a ellas, quizás porque ya en el propio mundo académico se habla de la decadencia de la fórmula tradicional de la pirámide invertida, aludiendo a que ofrece de manera muy funcional la información, lista para ser "digerida" por el gran público. Este no es un criterio único, pues la reina de las estructuras continúa siendo defendida por los teóricos que la validan por su método de comunicación preciso, claro y conciso desde el primer párrafo. 

¿Cómo salvar el asunto? Están abiertos dos caminos. El primero admite dejar la situación tal cual se encuentra hoy y continuar martillando sobre el mismo yunque. El segundo supone comenzar a inquietar el orden y discutir acerca de un género al cual hemos abanderado con las categorías de objetividad, imparcialidad, impersonalidad..., sin darle un humano respiro, sin comtemporalizarlo ni contextualizarlo ni interpretarlo. Y hay una preocupación mayor en mi condición de docente: su estudio no puede dejarse a la espontaneidad, resulta necesario que los estudiantes, mañana profesionales, se preparen desde ahora para dar un mejor futuro a la nota informativa.

¿Por qué ir hacia nuevas formas? Los géneros periodísticos son seres vivos y, por tanto, está implícita en esa condición la capacidad de mejorarse, ampliarse, diversificarse y mixtificarse a través del devenir de la profesión; también, ellos se han ido perfilando hacia otro estadio respondiendo a las exigencias de un público que cambia, que ya no es igual al del siglo XIX, que ya no es igual, incluso, al de hace 20 años en nuestro país.

Este de ahora es un receptor que ha transitado en su condición de protagonista y espectador por situaciones difíciles desde el punto de vista económico, político y social. Situaciones de urgencias y a veces de límite que, sin embargo, no lo han dejado en la estacada intelectual y trata hoy de, como concepto humanístico, alcanzar una cultura general integral como pueblo.

Es un lector, radioyente, o televidente que, conciente o inconscientemente, espera nuevas maneras en la construcción del mensaje y ya no lee sin más ni más bloques monolíticos y aburridos. Toca, entonces, a los periodistas -precisamente en nuestra condición de mediadores entre la realidad y el público-, saber hacerles llegar los hechos que forman parte de la realidad y están en las prioridades de la agenda política, entendiéndose ésta en su concepción integradora de la sociedad en que vivimos.

Y hacerlos llegar de manera objetiva, veraz, apegados siempre a la honestidad profesional de relatar los sucesos tal como los vimos y oímos, tal como los recepcionamos e interpretamos, pero sin desestimar la riqueza del lenguaje, la fina intencionalidad, la arquitectura novedosa al presentar los acontecimientos, de manera que estos no parezcan informes salidos de plantillas repetidas una y otra vez.  

Es por ello que creo firmemente que la nota informativa requiere de una nueva mirada, de una sincera asimilación, de una pronta reactualización en su construcción por parte de "hacedores" y "decisores".

Sí, hablo de la humilde nota informativa que no da cuenta del gran acontecimiento, del imponente discurso, la que no informa sobre el atroz desastre, ni el extraordinario descubrimiento, esa que aporta el periodista a sus medios hablando de la cotidianidad de la sociedad, más que del suceso espectacular; esa que más que noticiosa, es informativa como expresión de seguimiento de la información, esas líneas que por lo general se escriben "mal y rápido" porque creemos históricamente que nos ponen faja a nuestra propia creatividad.

Podría hablar de las otras, pero esas, al menos, son portadoras de trascendencias y en este trabajo estoy abogando por las que llenan los noticiarios de cualquier soporte mediático, aunque en mi opinión particular, todas debían desempolvarse de tanto esquema repetido.

Un segundo aspecto, muy importante como condicionante de esta apertura en la nota informativa, es el desarrollo alcanzado por la radio, la televisión y los medios digitales, soportes mediáticos que han despojado a la prensa escrita de la inmediatez de cuatro de las seis premisas del periodismo. Esos medios están entregando a los públicos casi en tiempo real el Qué, Quién, Dónde y Cuándo. Un diario, una revista, un boletín obligado a reportar cualquier suceso está obligado, entonces, a desarrollar el Cómo, el Por qué y el Para qué.

Estamos hablando de receptores que ya no están interesados en que nosotros le "anunciemos" mañana lo que ya escuchó hoy en los noticiarios matutinos, vespertinos o nocturnos de la radio y la televisión, o lo encontró en algún medio digital.

Él quiere saber lo que significan los hechos tanto para el país como para sí, necesita saber los por qué, profundizar en el contexto en que se realizan y de lo que no siempre tiene dimensión exacta aunque reciba un aluvión de informaciones sobre los mismos, pero no interconectadas. Requiere que le presenten el significado de las cosas. Por ese camino estoy asumiendo la interpretación en la nota informativa, género al cual ella tributa, pero que en general en nuestros medios se trata de encasillar solo en el informativo, muy necesario, diría imprescindible, pero no única manera de expresión.

Hoy, una información que contextualice, en la que se presenten antecedentes y significados, y el reportero se permita hasta una proyección, es lo más parecido a lo que José Antonio Benítez llamó "información integral", término llevado y traído por tirios y troyanos, a veces muy superficialmente, y otras de manera anecdótica.

En este entramado también es honesto decir que nos ha faltado visión para dar el salto, y muchas veces hemos acomodado nuestras mentes a las rutinas que imponen el conocimiento establecido, la forma de hacer más fácil, y la aceptación segura.

Un problema hoy que tiende a agudizarse en las notas que escribimos trasciende ya las interminables coberturas de reuniones y actos que poco o nada significan para el receptor si no se les explica acerca de su importancia, si no se les "sazona" con los aderezos antes expresados. Al mal estamos incorporando el absurdo de dar más importancia a quien dice una información que al hecho mismo constituido en noticia. Un ejemplo: si se produce el derrumbe de un edificio a causa de vientos huracanados, lo importante es eso por sus implicaciones para las personas que allí viven, para la preservación de la ciudad, y no si lo dice éste o aquel vocero, que bien pudiera pasar a un segundo momento dentro de la información.

Todo ello inevitablemente nos lleva a subvertir el orden y de contadores de historias -que eso somos por naturaleza los periodistas-, nos estamos convirtiendo en contadores de declaraciones, las más de las veces llevados por un acrítico hacer reproductivo. 

En modo alguno hablo desde posiciones académicas asépticas, sino desde la posición de quien ha estado por 30 años en las filas de los reporteros de base, en las filas de quienes intentamos dar a conocer el latir cotidiano de la vida nacional, ese acontecer que estamos llamados a ofrecer sin estridencias, sin escándalos, con mesura, equilibrio, responsablemente, y todo inserto, además, en una complejidad política que nos obliga a ser altamente cuidadosos en los mensajes, de manera que el enemigo no halle en ellos ningún resquicio.  

Y es justamente la experiencia práctica la que me lleva a afirmar -sin menoscabo de mis colegas que mucho y bien hacen en condiciones no siempre idóneas- que hoy se requiere de periodistas que abracen de "dicho y hecho" la reactualización constante, porque solo así podrán construir sobre el papel mensajes más sólidos, tal como los demanda el público.

La nota informativa, a mi modo de ver, requiere de una revitalización desde esa perspectiva. Y a propósito de esto, citado por María Carolina Alcalde y Rafael Jorquera, estimo la definición de Periodismo Interpretativo que hace Abraham Santibáñez, profesor de la Escuela de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad Diego Portales, de Chile:

"Interpretar, desde el punto de vista periodístico, consiste en buscar el sentido de los hechos noticiosos que llegan de forma aislada. Situarlos en un contexto, darles un sentido y entregárselo al lector no especializado. Por exigencia profesional, además, esta interpretación debe tratar de prescindir de opiniones personales, debe basarse en hechos concretos y opiniones responsables y que sean pertinentes y debe ser presentada en forma amena y atractiva".

Concha Fagoaga, catedrática de Periodismo de la Universidad Complutense de Madrid, precisa: "Los periodistas no solo reproducen lo que ven y oyen, ejercen también una investigación sobre lo acontecido porque los hechos no se producen descontextualizados de una situación económica, social y política concreta. Los hechos no surgen aislados de una realidad más amplia, se insertan en ella...".

En ese camino, Eduardo Ulibarri en su libro Idea y vida del reportaje nos abre puertas a la reflexión acerca de los hechos, a preguntarnos en su presente qué significan, si surgen aislados o forman parte de otros y cómo se vinculan a ellos, si introducen cambios significativos, a quiénes afectan de inmediato, si contienen elementos polémicos y cuáles fueron los factores más cercanos que precipitaron su aparición.

Pero esos mismos hechos, argumenta el teórico, tienen un pasado del que habrá que decir algo al receptor: por qué ocurrió, sus antecedentes, con qué acontecimientos anteriores está vinculado, si pueden identificarse causas relevantes, qué ha ocurrido con situaciones similares en otras épocas o lugares, si existen analogías relevantes.

Y cerrando el ciclo de cuestionamientos ubica el probable futuro del hecho y sus posibilidades de desarrollo, con qué otros factores puede relacionarse, en qué o en quiénes repercutirán. Como puede apreciarse, toda una muestra de interrogantes válidas de ajustarse a cualquier suceso para darlo de manera integral.

Rolando Gabrielli, en Noticias del mundo cierra en Nueva York (El otro periodismo hispano), plantea que el gran capital de un medio es el periodista, su conocimiento, imaginación, manera de examinar los hechos, reproducir la verdad con gracia, ética y proyectar con el poder indiscutido de la veracidad, los acontecimientos, cualquiera sea su magnitud.

Esta es una definición que, a mi entender, incluye y reivindica a la nota informativa, género que es la base de todos los demás, columna vertebral del informativo de cualquier soporte mediático, y que requiere ser estudiado y practicado en profundidad.

Sobre todo, porque hay que tener en cuenta que en los medios diarios el periodista un día escribe un comentario. Un día redacta un artículo. Un día se inspira y nace una crónica. Un día tiene un argumento que le permite presentar el reportaje "paleta". Pero los medios diarios requieren todos los días de muchas y diversas notas informativas.

Por tanto, un desafío de hoy es la revitalización de los estudios de la nota informativa o información periodística a partir de una sistémica investigación que nos permita, como docentes, mantenernos actualizados sobre lo más novedoso que ocurre a nuestro alrededor y, a partir de esos presupuestos, asumir o rechazar de acuerdo con la escuela cubana, lo cual nos ha salvado del síndrome reproductor, tan estéril y de nefastas consecuencias.

Como expresara el profesor español Juan Antonio Giner (citado por la doctora María Eugenia Oyazur, en Cultura y enseñanza del Periodismo), la formación de los periodistas y comunicadores sociales a nivel universitario no puede reducirse al adiestramiento, aunque sea sistemático, de los "trucos" del oficio ni tampoco "evaporarse en simples disquisiciones de comunicólogos".

Es preciso formar periodistas propietarios de una cultura general integral diamantina, críticos y autocríticos de sí y del mundo que los rodea, sin que por ello pierdan valores universales del hombre que tienen una expresión mayor en la honestidad profesional y la comprensión y el respeto a la diversidad.

Vivimos épocas de grandes cambios y en los que se imponen nuevas maneras de decir, formas que, por demás, hace mucho fueron inventadas y que, de cierto modo, hay que "redescubrir". Cabe aventurarse y suscribir con quienes ya vaticinaron que el porvenir está en aquellos medios de comunicación que pacten de veras por la calidad de sus propuestas, la inteligencia y creatividad de sus profesionales, y el talento para comunicarse con sus públicos. En suma, por la posibilidad de hacer reflexionar en la misma medida que inquietan y emocionan a receptores que nunca han sido pasivos: medios de prensa y periodistas que sean capaces de librarse del apego enfermizo a una fuente y a la falta de contextalización, que voten por dar vida propia a las redacciones y en ellas propicien el debate, la lectura, la búsqueda de lo que se hace en otros lugares, para compararse.

Esa es la tesis de Carlos Soria, quien en Triunfarán los periódicos que tengan propuestas informativas nuevas, imaginativas y frescas, y también suerte, en entrevista para la revista Ideas Online, señala que triunfarán los periódicos donde se den cada día todas las noticias que importan, sazonadas con un claro valor añadido, y algunas buenas historias. Y agrega que también triunfarán aquellos diarios "que están en las antípodas del ‘cortar y pegar'. Proporcionan todas las noticias que importan, quintaesenciadas y enriquecidas con inteligencia redaccional, y también en esto están las antípodas de los periódicos que tratan la información como una lluvia sin sentido". El mismo Soria sostiene que la realidad en muchos mercados es tristemente contraria al presentar periódicos clónicos, semejantes entre sí como una gota a otra gota.

Tomás Abraham, filósofo, profesor titular de la Universidad de Buenos Aires y autor de La aldea local, decía en el Foro V Espacio de Ideas: "La puesta en escena de la información requiere una distribución de roles para lograr efectos dramáticos. Las noticias deben tener el diseño apto para una determinada, como decía Flaubert, educación sentimental. También deben constituirse las noticias en ‘emoticias', combinación entre emoción y noticia. El logro de una emoticia no sigue pautas universales, no hay receta para eso. Depende de la cultura de la comunidad a la que se dirige digamos entonces que el estilo es el pueblo". Y Miguel Bonasso, autor de Diario de un clandestino y maestro del periodismo de investigación, comenta también en ese escenario teórico: "...la noticia tiene una historia y tiene un futuro, marca un derrotero que es importante que la gente conozca hacia donde va".

Es desde esos presupuestos que nuestro periodismo asume un reto a partir de la cotidianeidad de su hacer: La información que hacemos y la que debemos, vista desde las múltiples perspectivas que dimanan del hecho en sí de construirla; pero, por sobre todas las cosas, la que a nosotros nos toca darnos desde la altura de la profesión, y la que nos reclama el pueblo cada vez más culto que nos lee.

Hora es de detener ese languidecer que no parece tener fin. Ese verla cada día aparecer más pobre, más deslucida de vestimenta creativa, de aporte sustancioso del acontecimiento del que da cuenta, y más dada a emparentarse con el informe ministerial o sectorial que a la vida misma que se supone representa.

La nota informativa requiere hoy de una actualización y una nueva lectura en su construcción, y esta ha de surgir desde las mismas aulas donde por primera vez el futuro profesional de la información entra en contacto con ella, por lo que su enseñanza debe trascender el carácter instrumentalista -afincado en el "saber hacer" el lead tradicional y la pirámide invertida, ordenar rígidamente los datos de mayor a menor importancia, y excluir al reportero de toda personalización-, y asumir otras formas más novedosas de comunicación, así como tomar del periodismo interpretativo la capacidad de situar al receptor más concretamente ante los acontecimientos.

Por ello, quiero compartir las palabras de bienvenida del sitio del Centro de Estudios Avanzados en Periodismo Narrativo: "Noticias con gusto a vida, a experiencia, a contar los diferentes mundos que se entrelazan para formar la realidad. Explorar formas innovadoras de contar y de pensar la información. De considerar la mirada personal -la nuestra y la de los otros- como algo que suma y no que resta".

La Nota, un texto a tiempo

La Nota, un texto a tiempo

Ricardo González,

periodista del semanario Vanguardia,

Villa Clara 

Cuando se termina de leer el libro de Iraida Calzadilla Rodríguez dedicado al universo de la información nos deja el aliento de una anhelada solidaridad. 

Y digo solidaridad porque en la gran escuela que encierra el ejercicio profesional constatamos que varios colegas –incluso decisores- consideran la información como un género minúsculo al compararla con el resto de los componentes que se insertan a la familia periodística. 

Por suerte, hay quienes salvan este error. A veces –y no pocas veces- la información sufre el efecto de las podas o de los cambios ajenos al autor que trata de vestir a este género con todo el rigor que exige y a la vez merece y encuentra que su producto ha sido lacerado. 

Esta es una de las tantas miradas que nos propone Iraida en su obra. La información vista y tratada en su justo lugar, con la importancia que lleva y nunca asociada a un género huérfano o colmado de lástima. 

Con suma sagacidad –adquirida en la propia misión de hacer periodismo y de compartir conocimientos a través de la docencia- Iraida Calzadilla presenta, en 11 clases y 5 anexos, lo que nos falta para comprender que la información no puede obviar las sendas de la reflexión en todo aquello que despierte interés por y para la humanidad. ¿Habrá entonces que pensar siempre en el clásico lead convencional que responda de una manera plana al qué, el cómo, el quién, el cuándo? 

¿Será siempre necesario atiborrar ese primer párrafo con todos los elementos? 

¿Por qué no pensar en la diversidad de leads especiales que aglutinan desde datos simples, múltiples, interpretativos, de retrato, de ambiente, sin descartar el humor y hasta la fantasía? 

En ello también se fundamenta el magisterio de Iraida Calzadilla ofrecido con este libro que en sus seis escasas letras del título, La Nota, deja abierto el abanico teórico-práctico para penetrar, conocer, indagar o motivar a mayores pretensiones dentro del género. 

No obvia la colega algo tan esencial como el titulaje informativo. Aquí nos orienta desde el eminente estilo noticioso hasta aquellos breves y atractivos, o los que incitan a la lectura o llaman la atención sobre determinado aspecto, o los que tienen como elemento principal eso tan esperado y a veces tan escaso que se llama novedad. 

¿Será entonces necesario recurrir siempre al titular con la acción verbal en primer término?, ¿resulta admisible esos títulos kilométricos que a veces aparecen con la unión de 12 o más vocablos? 

A nuestro modo de ver otro de los méritos de este libro radica en que deja abierto el camino de la reflexión, tanto para quienes se abrazan a los cánones convencionales como para aquellos que abogan y defienden una noticia que reclama los buenos aires y las exigencias de la contemporaneidad. 

Me detengo en la página 43 del texto en lo que –desde nuestra percepción- Iraida Calzadilla deja sentada las bases. 

“La nota informativa –y cito- en síntesis, es una propuesta para informar rápidamente sobre los acontecimientos que poseen un significado social, midiéndose su eficiencia no solo por su propio contenido, sino también por la manera que los reporteros cautivan al receptor con su presentación, con la claridad expositiva de sus objetivos y, ¿por qué no? con las cualidades literarias que otorgue.” 

De eso se trata, de pulir nuestra entrega con la propia belleza, de buscar la manera de transmitir ese hecho o suceso con nuevas aristas, de convertir lo intrascendente –siempre que se pueda, por supuesto- en algo trascendente y en acabar de entender que el periodismo –y así lo creo- constituye una de las tantas modalidades del arte, y que como arte reclama el máximo pulimento de un producto para el más diverso receptor. 

La Nota, aunque salida de los talleres de la Editorial Pablo de la Torriente en 2005 resulta ese texto que cada vez que se abre huele a tinta fresca. Nos renueva e induce a constatar la realidad de esa clásica frase de que no hay papeles secundarios sino actores o actrices secundarios. 

Cabe perfectamente en nuestro medio. Buscar, incentivar, reflexionar y aportar un buen producto comunicativo es el deber de quienes un día nos inclinamos por el sacerdocio que reclama esta profesión. 

Repasar las 211 páginas del libro La Nota es apreciar el verdadero magisterio del que tanto habló Martí, de ese que, además de educarnos, nos permite ver que el mundo es mucho más que su macroestructura conformante, pues de las cosas sencillas emanan también novedosas lecciones e Iraida Calzadilla bien lo logra. 

(Presentación del libro La Nota, en el Festival de la Prensa Escrita de la provincia de Villa Clara, octubre 2006)

Otro rayo de luz para el intelecto

Otro rayo de luz para el intelecto

Yojamna Sánchez Ponce de León

Foto: Gerardo Mayet Cruz

Semanario Victora, Isla de la Juventud. 

En el patio de la escuela municipal del Partido Arturo Lince González, con los vientos primaverales de mayo y la quietud del mediodía como únicos testigos, un grupo de artistas de la pluma con la avidez de la sabiduría como pretexto, participó en la presentación del libro La Nota por su autora la periodista Iraida Calzadilla Rodríguez. 

Esta dulcísima mujer en su primer volumen, tesis de su maestría, sin atarse a cánones y con la frescura innata que desprende su discurso hace justicia a ese género que como dijera ella misma “es el más maltratado y constituye la columna vertebral de los demás”. 

En 209 páginas, y en el mismo orden en que imparte las clases en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, muestra un análisis exhaustivo, resultado de su investigación y sugiere nuevas formas de trabajar la nota informativa obsequiando así alas a la creatividad. 

Otro rayo de luz al intelecto, eso vino a ser este ejemplar para los profesionales de la prensa local, primeros en adquirir el texto, imprescindible para la práctica del periodismo cubano y que motiva con objetividad y a través de eficaces ejemplos a impregnar de belleza las palabras y humanizar el mensaje. 

Su presentación constituyó el colofón a las insuperables clases que impartió referente a la nota informativa y el reportaje interpretativo en el Diplomado de Periodismo que cursan redactores y reporteros del periódico Victoria, el telecentro Islavisión y la emisora Radio Caribe. 

Iraida hace más de 30 años es periodista pero nació profesora, con una gracia indescriptible motivó cada jornada con anécdotas y regaló su experiencia y conocimientos que en lo adelante servirán como armas para un mejor ejercicio de la profesión y para dotar a la nota informativa de la salud a que todos aspiramos como manifestara en la dedicatoria que escribió a cada colega.(Mayo de 2006)

NOTA DE PRESENTACIÓN A LA NOTA

NOTA DE PRESENTACIÓN A LA NOTA

Doctora Miriam Rodríguez Betancourt, profesora de la Facultad de Comunicación de la UH.  

Un libro, aun un libro escrito para la docencia, puede pecar de soberbia si establece distancias con los lectores o impone el criterio profesoral desde la posición decisoria que la autoría presupone. 

De este peligro latente supo desprenderse Iraida Calzadilla; soy testigo de su preocupación por escribir un texto abierto, por sugerir más que por dictaminar, estando consciente, además, de que ningún género podía ser más proclive a la camisa de fuerza que la nota informativa. Así que ese es un mérito de su trabajo, y no es poco mérito en verdad cuando se recuerdan tantos manuales, folletos y similares cuya obsesión radica, justamente, en negar participación al receptor obligado a aceptar definiciones y modos de hacer canonizados por la experiencia al uso y el peso muerto, pero actuante, de la tradición. 

Para lograr tal acierto, la autora no regatea, sin embargo, en ofrecer un amplio panorama de criterios de expertos y estudiosos del género objeto de su investigación, que incluye la referencia indispensable al concepto de construcción de la noticia en tanto producto y resultado de las rutinas productivas y las ideologías profesionales del ámbito mediático. 

Al recorrido teórico-conceptual correspondiente a la nota informativa o información, exhaustivo pues abarca también el proceso de titulación, lo complementan las ejemplificaciones no solo abundantes sino claras y diversas, y siempre en el nivel de proposición al que aludíamos. Por último, se presenta una relación bibliográfica que servirá a los estudiantes y a los lectores interesados que quieran ampliar, comparar y hasta disentir. 

Iraida ha pensado, sobre todo, en la práctica de la prensa cubana no a partir de lo que debe hacerse según reza la teoría, sino de lo que se hace (bien) en nuestros medios escritos; de ahí que los ejemplos muestren autenticidad y faciliten lo que se quiere ilustrar. 

Lo dicho sería suficiente para ponderar las cualidades de La Nota, para destacar su utilidad como libro por los valores didácticos que en él se aprecian, para celebrar su aparición en un panorama bibliográfico pobre sobre géneros periodísticos, especialmente de autores cubanos. Pero acerca de esta obra falta por resaltar otros méritos. 

Uno de ellos —si me llevo por la justicia yo diría que el primero y mayor— el abordar con rigor el estudio de un género olvidado, subestimado, algunas veces vilipendiado y, paradójicamente, imprescindible, como es la nota informativa. Esa nota informativa que da cuenta de lo que acontece sin intervención aparente del periodista, sin el brillo y el esplendor que a otros géneros acompaña, fiel relatora de cualquier suceso, trascendente y trivial; tan simple, tan del pan ganar… y con la que, en tantas ocasiones, avezados periodistas estrellas no dan pie con bola. 

La otra virtud, que también tiene que ver con la ética y la justicia: la de registrar minuciosamente, y mencionar con igual precisión, los textos, folletos, artículos, e incluso intervenciones en foros y seminarios, de periodistas y profesores cubanos relacionados con los géneros. Ese es un acto de reconocimiento y de gratitud que honra, en primer término, a la autora, y que al mismo tiempo, como seguramente fue propósito de ella, revela nuestra orfandad teórica y, por consiguiente, cuánto debíamos hacer por incrementar la producción sobre materias periodísticas tanto desde la academia como desde las redacciones. 

Entre nosotros, los que respetamos la nota informativa y reconocemos la utilidad de una obra que ayuda a redactarla bien, siempre será bienvenido un libro como este de la periodista y profesora Iraida Calzadilla, escrito con la misma pasión y modestia con que ha entregado centenares de informaciones al diarismo cubano.

La Nota

Luis Sexto en www.luisexto.blogia.com  

La Nota. Así se titula el primer libro de la periodista Iraida Calzadilla, profesora de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana. En poco más de 210 páginas, la autora se introduce en los secretos de ese género, que ella considera relegado, y que en puridad técnica es primordial en el ejercicio del periodismo: la nota informativa, llamada en otros lugares “noticia”. El profesional de la prensa, el estudiante, incluso el lector curioso, hallan en este volumen, publicado por La Editorial Pablo de la Torriente, de la Unión de Periodistas de Cuba, datos y enfoques que enriquecen el periodismo como construcción de la realidad. Aparte de sus estudios e investigaciones, Iraida Calzadilla avala su texto con 30 años de experiencia periodística, a partir de obtener la licenciatura en 1977.