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Isla al Sur

Muy Personal

CHIRRÍN-CHIRRÁN

CHIRRÍN-CHIRRÁN

IRAIDA CALZADILLA RODRÍGUEZ

Yo bailé con Juan Formell pasado el 69. Guajira al fin y al cabo, su música me llegó más tarde. Pero a diferencia de los amigos habaneros del pre que entonces se afincaban a Los Beatles y a la pasión furibunda por versos apenas traducidos y más que todo imaginados, me aferré a aquellas letras entendibles y jacarandosas que hacían bailar y reír con sabrosura en las inspiradoras e infinitas ruedas de casino de los años 70.  

Recuerdo exactamente el momento en que lo vi y escuché. Fue en una escuela al campo en los remotos parajes de San Juan y Martínez. Desde el televisor en blanco y negro puesto en el pequeño salón que antecedía al comedor, estaba atenta al programa Buenas Tardes. Y fue un corrientazo. ¿Quiénes eran aquellos mulatos desalmidonados? ¿Quiénes aquellos flacos desbaratados que movían el esqueleto con espectacular “sandungueo”?

La vida me dio el gusto de bailarlo “en vivo y en directo” en más de una ocasión. En todas, el mismo sabor de la alegría e idéntica respuesta a una música provocadora y pegajosa. En 1992 estuvo en Sevilla, España, en el pabellón de Cuba en la Exposición Universal. Aquello fue apoteósico. Los españoles lo bailaron en una suerte de jota y castañuela que “partía el alma”, mientras nosotros sudábamos a mares y evocábamos la Isla del eterno retorno. Esa noche fue la única vez que conversé con Formell para llevármelo definitivamente en su presencia de cubano ciento por ciento. 

Formell y Los Van Van pueden ser la ruta bailable de cualquier familia cubana. Abuelos, padres e hijos tienen su particular historia  que contar con cada una de sus canciones, escritas cual crónica social que retrata a un país visceralmente musical. Cada quien puede detallar una anécdota, incluso inventarla, y ser perfectamente verosímil porque Formell y sus Van Van han sido síntesis de historias particulares que van tejiendo también una parte de la memoria de todos. 

Y ahora nos hace el triste chiste de irse tras llegarle una visa sin vuelta. Y que no me digan que ahí está su música para siempre, que los que siguen lo perpetuarán, que estará con nosotros acompañándonos hasta la eternidad. Que no creo en eso. Van Van sin Formell ya será otro Van Van. Otro Van Van que gustará a mi nieto y bisnietos, pero no tanto a mí que lo bailé a los 15, los 20, 30, 40, 50 y ahora cercana a los 60, no hay fin de año que falte en la sala de la casa, aunque ya la rueda de casino sea una utopía veterana.

Nada, que Formell nos traicionó. Que se fue tan rápido que ni nos dimos cuenta que podría ser vencible por los desmanes del tiempo y las embestidas de la suerte. No supimos interpretar en clave patética su chirrín-chirrán.    

Pie de foto: De izquierda a derecha: Milagros Hernández, entonces directora de Radio Habana Cuba; Formell; Caridad Carrobello, periodista de la revista Bohemia; detrás, Iraida Calzadilla, reportera del periódico Granma.

ADIÓS, SARA

ADIÓS, SARA

IRAIDA CALZADILLA RODRÍGUEZ

La diva de las niñas de los años 50 se acaba de despedir. Y si en vida destapó pasiones y sus películas nos regalaron alardes de mieles y sufrimientos por amores imposibles, para la muerte se dispuso tranquila, como diciéndonos que el tránsito hacia la eternidad todavía puede soñarse sin sobresaltos ni angustias.

Viva la Sara Montiel de mi niñez. Quizás por ella me puse los primeros tacones públicos en un acto de escuela. Y lo mejor es que me creí artista en santa ingenuidad que solo después, con una maestra de canto por medio, desmoronó la ilusión ante tanta arritmicidad soltada al viento en puro entusiasmo. 

Ahhhhhh, El relicario, El último cuplé, La violetera y los amores escondidos entre canto y canto. No hubo niña del barrio que no ensayara en las noches del pueblo las canciones de Sara, los gestos de Sara. De aquella suerte de imitación candorosa todavía alzo la ceja izquierda intentando el gesto imposible de Sara.

¿Quién en aquellos años primeros no soñó con verla y saludarla? Cuando ya parecía improbable aquel destino de encuentro, un día llegó a La Habana de los 2000. Estaba cerca y lejos, según se mire la perspectiva de alcanzarla tras sortear los muros humanos que hacen difícil una palabra inmediata. Pero Sara era el hilo indeleble con mis amigas de todos los tiempos y yo necesitaba por ellas alcanzar a la diva que nos inspirara en las noches románticas del pueblo. 

Ahora que Sara se ha ido, me veo en la foto en blanco y negro de esa noche mágica, casi increíble, de aquellos 2000 que nos sorprendieron sin apenas cámaras fotográficas y con rollos pasados de tiempo, pero que la grandeza de los fotógrafos hacían parir imágenes más o menos reconocibles, más o menos decorosas para sus orgullos profesionales maltrechos ante tanta escasez, pero siempre imperecederas en su plaza testimonial.

Adiós, Sara. Te sigo admirando. No importa que hayas sido kitch, dulzona, melodramática. Te admiro porque creíste en ti y fuiste tú misma. Te admiro porque defendiste a los cubanos sin reservas. Porque marcaste una época. Porque entonces éramos más ingenuos, pero también más felices. Porque la vida eres tú con Gardel, con Silvio, con Pablo, con los mariachis, con el jazz, con los Beatlles, con El Puma, con Barbarito Diez, Elena, Omara y la tempestuosa Moraima.

La vida es un cuplé, una rumba, un bolero, una conga, la trova nueva y vieja y la sinfónica. La vida es la certeza de asumirla a plenitud.

La Habana, 8 de abril de 2013.

LA BELLA DEL MAR

LA BELLA DEL MAR

IRAIDA CALZADILLA RODRÍGUEZ

La bahía es la protagonista. Lo fue hace casi 200 años cuando por ella llegaron los fundadores, aquellos treinta y siete primigenios que vieron nacer una colonia abierta al progreso, ya signado por sus propios oficios de variopintas estirpes y que regaron como un puñetazo de bautizo rápido los Juanes y Juanas desafiantes de la más pura raíz Lousiana.

Y la bahía, a la puerta de dos siglos después, sigue en su protagonismo egocentrista, educado y ceremonial, llenando de salitre y efluvios a la bella ciudad de mar, a este Cienfuegos enroscado al sur de la Isla, indetenido en el comercio, la industria, la agricultura, extendido a los viajeros, pudoroso de su cultura y heredad, cual ancho vientre materno en preñez.

La mano de los hombres a veces ha querido desplazar hacia la modernidad última esa comunicación de bahía enamorada de una ciudad rejuvenecida en el tiempo, cual novia coqueta. Pero nada puede apaciguar el gusto por paseos arbolados, por parques de limpia losa, calles trazadas con meticulosidad de artesano, miradores como centinelas, frontones, petriles, balaustres, celosías, cornisas y molduras al por mayor, conjuntos de arquitectura en madera, teatros de premoniciones y esa eclosión de neoclásico y eclecticismo en un asombro de armonía fina.

Cienfuegos, la Perla, la Bella, la Linda, es la justa conjunción de tierra y mar. Así viene desde las ancestrales leyendas de la india Guanaroca, la Marilope o la Dama Azul. Ellas todas van en el espacio unidas por la misma urdimbre de sol esplendente restallando la piel saboreada con sal.

Así quizás la presintió el eterno cisne de pies en vuelo, la bailarina Anna Pávlova, un día de estreno en el Teatro Luisa, o de pensamientos fugaces en el descanso del hotel La Unión. Desde uno de los balcones de la habitación, la rusa debió dominar fachadas clásicas en hogares y establecimientos públicos, el rumor de las gentes en el regateo del mercado y las campanadas de la iglesia llamando al último rezo del atardecer.

Por el parque símbolo, el del centro, asentado en el mismo sitio en que fuera fundada Fernandina de Jagua tomando como punto de partida una majagua venida del corazón de la esplendente sabana, debió caminar García Lorca, o mejor, Federico, el de los ojos como fuentes negras gitanas y palabras como mariposas en revoloteo. Y allí, en la ciudad que no aparta su abrazo con el mar, también llegó el divino Caruso de voz privilegiada y presentaciones memorables.

Pero, por encima de todos, es la raíz de Luisa Martínez Casado, la actriz que se paseó con garbo por escenarios de primer rango y fue distinguida en su tiempo como la más emblemática del mundo hispano. Después de tanto ir y venir interpretando en generosa trayectoria de doscientas obras, murió en la patria chica, tras merecer cuarenta y siete medallas de oro. 

Pero la Bella, la Perla, la Linda, no es villa dormida, ni momifica-da, ni postal eternizada para saludos con estafeta de correos. Bulle dentro de ella tradición y modernidad, mientras crecen las actividades portuarias, comerciales, azucareras, de pesca y turismo, como sostén económico que da lustro para la mirada de futuro.

Es la ojeada inserta de paisaje que se llena con la Fortaleza Nuestra Señora de los Ángeles de Jagua, en su invitación permanente a traspasar el puente de madera inmemorial; el entorno nostálgico del Parque Martí con la Santa Iglesia Catedral, el Ayuntamiento,  el Colegio San Lorenzo, el Casino Español, el Palacio Ferrer y el Palatino.

Y en el dominio inaugural de noventa hectáreas y noventa y una manzanas vehementes de diligencia política, económica y social, se levanta el Teatro Tomás Terry con historia propia para volver de los recuerdos la de tanto actor y actriz de excelencias que pasaron y pasan por su escenario para dar arte a un público animado desde butacas de madera valiosa.

Pero la posibilidad de asombro va prorrogada por los palacios de Valle, de Blanco y Goitizolo “La Catalana”, la Casa de los leones, el almacén García de la Noceda y el Colegio Nuestra Señora de Monserrat “Los Jesuitas”, ahora  todos con desempeños disímiles y lejanos a sus originarios quehaceres, pero dados en nuevas oportunidades de fajina para lucir venas vueltas a la vida y transmitir el orden y equilibrio de su génesis arquitectónica.

¡Ah, Cienfuegos, la que más le gustaba al Benny Moré de melodías intrínsecamente cubanas! ¡Qué gusto transitar por esas calles de animación en los que son íntimos nombres como Castillo, Padre de las Casas, La Mar, Campomanes, Cristina, Paseo de Arango y el Prado de los amores adolescentes, en una pugna humana contra las designaciones por números que las visten con la indiferencia de las cifras!  

Y a unos pocos kilómetros de la ciudad centro, la maravilla de un jardín botánico de finales del siglo XIX, hoy extendido por 97 hectáreas dando savia a más de dos mil especies que llevan la presencia de cientos de géneros, y en las cuales el mayor volumen es de ejemplares exóticos.

Ahí está Cienfuegos, al sur y con un poco de puja hacia el centro de la isla grande. Es la ciudad unida y bendecida por un mar en perpetuo jubileo procreador.

EN EDUCACIÓN, HECHOS Y PALABRAS

EN EDUCACIÓN, HECHOS Y PALABRAS

IRAIDA CALZADILLA RODRÍGUEZ
 

Un año antes de que finalizara el siglo XX, en el mundo 130 millones de criaturas en edad escolar no asistían a clases, otros millones iban a colegios de aprendizaje escaso, una cuarta parte de los pequeños de naciones en desarrollo comenzaba el ciclo escolar y no concluía estudios, y otros 250 millones perdían la infancia en el sofoco del trabajo a destiempo y mal pagado, cual niños yunteros del español eterno, Miguel Hernández. 

Ya en los inicios del siglo XXI, casi mil millones de personas entraron a él con la vergüenza de un sueño imposible: no poder desentrañar los misterios de un libro ni garabatear el propio nombre. Y la situación apenas variaba sus matices cuando una noticia avisó hace un decenio que la UNICEF iniciaba una campaña de recogida de material escolar, destinada a países con situaciones de emergencia en los colegios.

Según la fuente, todavía hay 100 millones de niños que no reciben instrucción escolar básica, aun cuando la tasa de matrículas se incrementa a mayor ritmo que la del crecimiento demográfico. Para luego precisar que de los no escolarizados, 60 millones son niñas.  En ese complejo universo, América Latina y el Caribe también padecen de las patadas del olvido: 42 millones de personas son analfabetas y 110 millones de jóvenes y adultos no vencieron siquiera los grados de la enseñanza primaria.

Hace más de dos décadas, en la Conferencia Mundial sobre Educación para Todos, celebrada en Jomtien, la luz en la profundidad del túnel pareció titilar con alguna esperanza. Más eventos hubo de entonces acá, y el de Dakar, en abril del 2000, estableció compromisos hasta el 2015, demasiado dilatado en el tiempo para quienes hemos crecido en una permanente revolución educacional.

Entre esas metas andan las de extender la protección y la educación de la primera infancia, aportar una enseñanza gratuita, obligatoria y de buena calidad en los primeros grados, aumentar el número de adultos alfabetizados en un 50 por ciento, y suprimir la disparidad y alcanzar la igualdad en la educación entre los sexos. 

Para alcanzar esas metas, los acuerdos de los foros Mundial y Regional de Educación de la UNESCO establecen que cada país debe elaborar un Plan Nacional de Acción, el cual en Cuba constituye prioridad, aun cuando llegamos a Jomtien con todas las metas cumplidas, tras haber erradicado el analfabetismo, desarrollado campañas masivas que permitieron elevar la escolaridad promedio de la población a sexto y noveno grados, sucesivamente, y con una cobertura en ese entonces de un docente por cada 36 habitantes.

Cuba, insertada a estos proyectos, presenta condiciones ni remotamente comparables con las del resto del área. Hoy el país está inmerso en una profunda revolución educacional para convertir los niveles de cultura de la sociedad en uno de los más altos del mundo. Así están las cosas en este país bloqueado, pero que no ha desestimado su sistema educativo ni en los años más adversos de la depresión económica. 

Y mientras las autoridades educacionales en el mundo debaten sobre la calidad de la enseñanza, las prácticas pedagógicas con atrasos, la falta de conceptos y métodos para formar a los docentes, y la insuficiencia de recursos, que como jinetes apocalípticos azotan esta área geográfica, acá en la mayor de las Antillas están los docentes cubanos empeñados en transformaciones profundas que fortalecen el papel del educador acercándolo más a sus alumnos y contribuyendo a resolver los problemas de carácter social. Ese es un concreto empeño para que realmente la educación para todos sea un hecho tangible, preciso en su dimensión humana.

Miles de maestros cubanos han colaborado en la erradicación del analfabetismo en numerosos países, y cooperado en elevar el nivel profesional y técnico. Basten unas pocas referencias: más de 50 000 profesionales de nivel medio y superior se formaron en los institutos politécnicos y facultades universitarias cubanas, miles de estudiantes se han graduado y se preparan como galenos en la Escuela Latinoamericana de Medicina, y otros miles de jóvenes de diferentes naciones estudian en centros de nivel medio y superior. Nuestros modestos éxitos están a disposición de todos los pueblos. Para los cubanos, la educación es una expresión de hechos, no una retórica de palabras. 

¡2012!

¡2012!

Muchachos, que el espacio del aula y la Academia sea una eterna evocación en la memoria. Tiempos difíciles los del estudio, pero también, tiempo para crecer espiritualmente, para aspirar a propósitos, para cultivar sueños. Así, como en la foto, nos conservaremos por siempre jamás.

Que un hermoso año les llegue a todos.

Iraida

ADIÓS 2011

ADIÓS 2011

Faltan pocas horas para que se nos vaya el 2011, un año de mucho trabajo, pero también de muchas cosas buenas. Desde la habitación donde escribo, las campanas de una iglesia parecen anunciar paz y llamar al amor y a la concordia. Agradezco a quienes han compartido conmigo este período, y les renuevo el contrato de la mutua compañía para el 2012.

Iraida

GRACIAS POR LA TIZA DE ORO Y EL PREMIO ALMA MATER

GRACIAS POR LA TIZA DE ORO Y EL PREMIO ALMA MATER

Queridos míos, el profesor Roger, que no deja de ser periodista nunca, me envío a modo de nota cablegráfica la noticia del reconocimiento que ustedes me han dado de Tiza de Oro y Premio Alma Mater. No puedo ocultarlo, pues cada uno me conoce: llevo llorando un montón de tiempo, y me pregunto qué hice para recibir ese inmenso regalo que es la gratitud de los alumnos.

Ya les dije, ustedes para mi no son una lista de nombres, no son un conglomerado sin espíritu. Cada uno es un alma, un ser humano con sus cumbres y declives, a quienes estoy dada de por vida, aún cuando ya profesionales dignos, tengan hechos sus propios caminos. Yo me creo realmente lo que nos legó Luz: el magisterio ha de ser un sacerdocio, un evangelio vivo.

Gracias por ese amor. No hay para mi medalla más alta que la que me han dado ayer, Día del Educador. En casa, pende un solo reconocimiento de los que he recibido: el de Tiza de Oro que me otorgó el curso que hoy ya va concluyendo la carrera. Sepan que, cuando regrese, a su lado estará el que ustedes me regalaron hoy.

García Márquez dijo una vez que el periodismo era el mejor oficio del mundo. Yo he sido un ser humano privilegiado: fui por más de 30 años periodista en activo, periodista de fila, periodista sin pausas. Hoy, formo a periodistas y me enorgullezco de esta, la mejor profesión del mundo: forjar hombres y mujeres desde la voluntad del maestro de ser un creador. 

Correo de mis alumnos:

Hay profesores que son invaluables en nuestra formación, y que aunque nos den muchos 3, y lleguemos a pensar que no quieren que pasemos el año, todo es parte de una genial estrategia para crear mejores profesionales, que no se conformen con lo fácil y lo común. Muchas gracias profesora, por su gran ayuda durante todo este semestre. Reciba esta "postal" de nuestra parte, y recuerde que la queremos y la extrañamos.
Alumnos del Grupo 1, Curso académico 2011-2012

Correo del profesor Roger:

Día del Educador

PREMIAN A DESTACA PROFESORA

Otorgan  estudiantes de  Periodismo importantes lauros a Iraida Calzadilla

La Habana, jueves 22 de diciembre (rogerpress).- La profesora Iraida Calzadilla Rodríguez mereció los premios  Profesor Tiza de Oro y Profesor Alma Mater, por el voto unánime de sus alumnos del primer año de Periodismo, en atención a la calidad y ejemplaridad de su magisterio, según trascendió en el acto por el Día del Educador celebrado por los alumnos de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, en su sede de Bohemia, en la tarde de hoy.

La destacada docente, máster y cuasi doctora y abuela, quien ya había recibido en anterior oportunidad el lauro Tiza de Oro, recibe el Alma Mater que se entrega por primera vez por la Federación Estudiantil Universitaria (FEU).

Los diplomas acreditativos fueron entregados al esposo de la profesora, pues ella se encuentra cumpliendo una embarazada misión internacionalista en la casa de su hija Patricia, también profesora, en la hermana Colombia, en espera de la llegada de Ignacio.

Felicitaciones a Tinta Roja, apelativo con el que califican y recuerdan sus alumnos a la docente, y en tal sentido, "¡Vive Dios!" sus estudiantes de primer año hacen fervientes votos porque ese color no quede estampado con tanta vehemencia en su trabajo final de la entrevista.

EN BUSCA DE UN HOMBRE CULTO

EN BUSCA DE UN HOMBRE CULTO

A propósito de hoy 22 de diciembre, Día del Educador cubano.
  
IRAIDA CALZADILLA RODRÍGUEZ

¿Cómo hacer de nuestros jóvenes personas sensibles, creativas, cultas, integralmente preparadas en una sociedad que cada vez más se preocupa por dar a sus ciudadanos herramientas que los lleven a la plenitud de las capacidades intelectuales, en condiciones de iguales posibilidades?

La pregunta no es un simple enunciado ni intención fortuita ante los desafíos que impone a los docentes cada curso escolar, analizando la problemática desde la visión de la escuela, así de grande y amplia en su concepción, así de integradora de todos los niveles educacionales. Así, desde esa perspectiva en la que andamos miles de cubanos hoy día, empeñados en que el aula y la escuela sean útiles y sabrosas como las pensó Martí.

A mi juicio, desde el conocimiento y el ímpetu, desde los saberes establecidos, el compromiso ético y la responsabilidad social, compete a cada maestro, a cada profesor, dar prioridad en las aulas a la pasión que supone en toda persona que colaboramos a formar la comprensión profunda acerca de la identidad nacional, las tradiciones y el patrimonio, como partes indisolublemente ligadas a la educación estética y ética: saber qué somos y de dónde venimos es una fortaleza del ser humano que debe echar sus raíces desde la infancia, y en ese empeño trabajar para que perdure a lo largo de la vida.

Un elemento primerísimo tendrá que ver con los valores, una palabra que, por repetida a diestra y siniestra, sin contextualizaciones ni intenciones, a veces nos parece que pierde sentido cuando debiera erigirse monumentalmente como guía personal. Los valores, de ellos nos habló Martí sin mencionarlos explícitamente siempre, están en cada acto de nuestras vidas. Y no podrá apuntalarse en ellos quienes no los llevan como brújula respetada. 

Para alcanzar estos primigenios empeños que han de ser columnas en la voluntad de cada maestro, en la perseverancia por llevarlos al aula y hacerlos germinar con sabrosura entre los estudiantes, es imprescindible la preparación de ellos mismos, el gusto de ellos mismos, las fortalezas de ellos mismos, pues nada prospera sin el aliento de lo útil y bueno si no está precedido por la sinceridad y honestidad de quien impulsa el proyecto. 

Para que nuestros alumnos crean en nuestro verbo, hemos de vestirnos de sinceridad y pasión. De firme convicción por lo que hacemos. De creer que los sueños son posibles y que las metas no son palabras artificiosas para llenar oralidades sin sentido. Es crear, entonces, espacios y propósitos favorables que propendan a fomentar, promover y exaltar lo mejor de cada individuo.

Para un maestro, cada alumno no es un número abstracto en el listado de asistencia, no es una nota que se registra al término del examen. Cada alumno es un ser humano al que debemos abrazar en toda su espiritualidad, sensibilidad, creatividad y manera de relacionarse, entre los más disímiles comportamientos humanos que los hacen únicos e irrepetibles.

Vayamos a ellos sin campañas. Busquemos su inserción natural y deseada, su voluntad entusiasta para incorporarse a movimientos culturales del aula, de la escuela, de la comunidad. Forjemos en ellos la pasión por el aprendizaje creativo, colaborador, participativo. Que sientan que el espacio del aula trasciende sus paredes y las sillas y pupitres, el olor a la tiza y la voz del maestro los llevan a todas partes como una etapa divina y exclusiva de sus vidas: como un período de crecimiento personal y colectivo que imprimirá su huella para siempre. 

Un hombre culto no es el que más libros leyó ni el que más obras de arte distingue ni el que con más prosopopeya destelle su lenguaje. Forjemos a un hombre culto porque conoce el mundo y lo contextualiza sin artificios, porque ama a sus semejantes, porque asume posturas flexibles ante la vida, porque la bondad lo viste, porque el conocimiento profundo que tiene de la universalidad que vive, lo hace ser sencillo, equilibrado, modesto, sincero. Un hombre culto es un hombre sabio y honrado. Ese es el ser humano que debiera ser cada maestro para, desde el ejemplo, colaborar a que la especie humana sea mejor.