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Isla al Sur

Muy Personal

EL PRIVILEGIO DE SER EDUCADOR

EL PRIVILEGIO DE SER EDUCADOR

IRAIDA CALZADILLA RODRÍGUEZ

Nikki Sánchez Hood, un joven canadiense de 15 años, escribió: "Lo que necesitamos son buenos maestros que te hagan preguntarte qué sabes sobre el mundo y quién es quien cimenta las comunidades en las escuelas. Buenos maestros es lo que necesitamos". 

Volteemos la memoria. ¿Cuáles son los maestros que recordamos y quiénes, ahí en la mochila de las nostalgias, van juntos como amigos queridos que dejaron su impronta en nuestros propios valores de la vida? 

Intento hoy establecer un orden de querencias y ellos vuelven en partida porque no hay podio de premiaciones que les imponga segundos o terceros lugares, quizás porque tuve el privilegio de tener maestros Valientes cuando ni siquiera era posible soñar con el esbozo de su significado actual que anda en la búsqueda de un docente que armonice la integralidad de la escuela, la familia y la comunidad, con el alumno y su individualidad como eje principal. 

Podrían parecer amables recordaciones, pero cuánto pudo influir en la muchachada de San Antonio de los Baños, la profesora Migdalia con su clase de Literatura y después, a cualquier hora de la tarde-noche recibir en la casa, sin importar tareas hogareñas y exigencias de hijas pequeñas, a quienes nos disputábamos la lectura primera de un libro

Y Odilio y su delicadeza para hablar de asuntos cotidianos sin asustarnos de la madurez que vendría como etapa insoslayable de la vida. Su pasión por los alumnos era tanta, que ya "hechos y derechos", nos mandaba pequeños regalos avenidos con nuestra profesión.

Ovidio, el de Educación Física, ante cada examen de Inglés me esperaba con un caramelo para ayudarme a soportar el pavor de hablar en otro idioma.  Tuve un director y un profesor de Física que recitaban poemas en las noches de Escuela al Campo. Yayita me enseñó las primeras letras. Luz Marina "enloquecía" por mi grafía pequeña, pero la justificaba ante mis padres. Y Mariaisabel nos parecía a las niñas de quinto grado el paradigma de cómo hablar, gesticular y vestir, mientras que era la "maestra linda" de los varones. 

Al pasar los años me pregunto si fue más fuerte lo que aprendí de las propias asignaturas, o si el valor mayor queda en el apego de ser una persona íntegra. Indiscutiblemente, en esa forja del humano, el hogar es imprescindible como fuente nutricia, pero los buenos maestros dejan en cada uno de nosotros también un pedacito de sí mismos, sin que merme su caudal de entregarse una y otra vez al paso de cada nueva generación. 

Ahora tengo otro privilegio, el de periodista inserta definitivamente al sector de la Educación. Sigo apegada a pizarras y pupitres, a esas casas grandes donde el magisterio de Luz, Martí y Varona se percibe en miles de hombres y mujeres que a despecho de sus propios problemas, van entregados a la formación de los hombres y mujeres del mañana. 

Puedo hablar, entre cientos de pedagogos y a riesgo de ser injusta porque la relación sea breve, de Alexis Almaguer, que en su primera clase, y sin método alguno, optó por imitar a su antiguo profesor José Miguel Torriente, porque admiraba su creatividad para enseñar; de Silvia Reyes, para quien encontrarse en la calle con adultos que le recuerdan su paso por la escuela es la emoción más fuerte que puede experimentar; de Elsa Núñez, que define al educador como un sembrador por excelencia; de Héctor Valdés cuando suscribe que "ser maestro hoy es estar en la primera trinchera del combate", o de Lidia Turner, esa pequeña mujer que en cada diálogo insufla optimismo, porque "trabajar siempre, esa es la meta". 

Cuba hoy consolida su permanente revolución educacional. Los programas que lleva adelante así lo demuestran. Amigos y enemigos, no hay quien pueda rebatir la verdad de un país que se preocupa por el crecimiento cultural e integral de su pueblo, haciendo de la enseñanza una posibilidad de las masas. 

Si pudiera hablar con el adolescente Nikki Sánchez Hood, le propondría las palabras de Juan Carlos Melero, español vinculado a Cuba en el tema de educación: "De este país hemos aprendido mucho y contactamos una realidad educativa sumamente valiosa. La Isla, comparada con las naciones del entorno, es un lugar de primer orden, y hay que destacar que nadie le ha regalado nada, todo lo contrario. Ustedes han puesto sobre la mesa la posibilidad de una comunidad que cree en sí misma, que puede hacer cosas importantes en pro de la infancia mediante la educación y la salud como derechos fundamentales de los seres humanos". 


 

ABRAZO PARA MI VIEJO

ABRAZO PARA MI VIEJO

Veinticuatro horas después del Día de los Padres, pero con el mismo amor, con la infinitud de lo que perdura. Para quienes creemos que, como las madres, “padre también hay uno solo”.

IRAIDA CALZADILLA RODRÍGUEZ

No puede ser cualquiera quien me enseñara a valorar lo bueno de las gentes y a disfrutar en familia de las pequeñas alegrías cotidianas. A deslindar entre avenidas y trillos. 

¿Acaso cualquiera podría tener la bondad de mi padre cuando en el cine lo atormentaba con mis por qués? ¿Y la paciencia para hacerme comprender que ciudades, ríos y montañas tenían solo un punto, bien establecido, dentro de la maraña geográfica del mapamundi? ¿Y el ceño fruncido y el regaño exacto para retornarme al orden cuando, en imaginación desbocada, la Química era ritual de transformación de la materia y frente al fogón me empeñaba en probarlo? ¿Y el gusto por la sorpresa del fin de semana, esperándome con el regalo de un libro y un beso?

Los años pasan y ahí está mi padre, a veces serio, otras risueño, con su carga de recuerdos y sus preocupaciones por ver a las hijas que crecieron y las nietas en las que las ve multiplicadas.

Sigue siendo el hombre con el mismo impulso de defender las ideas justas y convicciones que impone con ejemplos, sin prisas, sin obligaciones, con complicidad para entender las tardanzas en los almuerzos de los domingos o citas fallidas por las premuras de un trabajo que a última hora se alzó como tarea impostergable.

“Padre es cualquiera”, solía escuchar hace muchos años entre comentarios de vecinas pesarosas que indiscretamente vertían amarguras delante de los niños del barrio. Y aquella frase, repetida, desde entonces me era lejana y confusa.

Padre bueno es éste o aquel para cada quien, sin elección indiscriminada. Casi todos llevamos, inserto en la piel y en el corazón, un poco de ese hombre, presencia permanente en la enseña y la educación que llega del roce, de la comunicación, del afecto y la bondad diarios. Va, en los recuerdos, la evocación del padre y la madre encauzándonos por la vida.

Hablo, repaso la memoria con amigos y amigas. Cada uno guarda un trozo indeleble de ese hombre al que profundamente se ama y al que nos atan miles de anécdotas que no por iguales dejan de ser entrañables y propias.

Y es que, cuando se es persona de bien, definitivamente no puede asumirse la frase de paternidad sin nombre porque padre no es, ni podrá serlo, cualquiera.

Y acaso hemos sido injustos en su día. A veces se nos tuercen las fechas y apenas distinguimos si es el segundo o el tercer domingo de junio cuando el abrazo debe llegar más grande y agradecido como una manera de decirle que es el mismo abrazo que queremos darle cada día de su vida.

Pero él está firme, perdonando olvidos.

 

LA EXCELENTE OPORTUNIDAD DE CALLARSE

LA EXCELENTE OPORTUNIDAD DE CALLARSE

IRAIDA CALZADILLA RODRÍGUEZ

Hay personas que no pierden momento para escucharse, aunque sea en una charla estéril. Las más de las veces, nos "atropellan" con lo que los cubanos llamamos "autobombo".

¿Quién no ha sufrido en una asamblea a uno de estos personajes? Levanta la mano y engola la voz al pedir la palabra. Parece, por el tono, que nos hablará de los más profundos temas filosóficos, o que planteará cuestiones medulares que deben ser resueltas. La mayoría de las veces son parrafadas que hacen perder preciados minutos, en una oratoria hueca.

El colega Viñas Alfonso, dotado de fina y sagaz ironía, en una reunión donde el verbo inútil habitó, recordaba: "Hay personas que pierden la excelente oportunidad de callarse".

En la galería de oradores huecos están quienes nos muestran el mundo a través de sus múltiples viajes, como si el mundo fuera un "monta-monta" de aviones al acceso de todos. Para ellos visitar un país no es el mutuo conocimiento de los hombres y mujeres que habitamos este hermoso planeta azul, gusto mayor intrínseco a los humanos. Es, simplemente, una referencia de itinerarios.

Hay otro tipo de orador vano: el que cultiva amistad, pretendidamente íntima, con personas que ejercen cargos de dirección. Para esa especie, el muy respetado José o Jesús en su ámbito laboral, se vuelve "Pepe" o "Chucho", en una indebida referencia familiar que no corresponde.

A ello suman los "ito" e "ita" ("Sergito", "Marielita"), almibarados e irrespetuosos para quienes ya no poseen edad pública para esos diminutivos de referencia hogareña, o, por su cargo, merecen tratamiento oficial.

En la oratoria vacía hay muchas variantes. Están quienes presumen de "vista larga" al analizar los problemas, como si el resto tuviera una colectiva "miopía cerebral".

Otros gustan de conversaciones "controvertidas", pues las "planas", les aburren. Para esa especie, las últimas no son, como para el resto de los mortales, diálogos que aportan "algo". Nada, que para qué interesarse por la salud de un compañero, de las películas de los fines de semana, o del simple acto de dar los buenos días.

Eso me recuerda a un conocido que una vez me comentó que solo escuchaba música sinfónica en cualquier contexto y desdeñaba a quienes gastaban su tiempo con otras expresiones triviales. Respeté sus preferencias como parte del derecho ajeno. Pero pensé qué sucedería en una fiesta de fin de año donde la familia y la diversidad de intereses del grupo de amigos que nos visitan, optan por referencias más populares y que son, en primera instancia, parte indiscutible de nuestra raíz cultural. Sin embargo, esto podría ser otro tema.

Sigamos con los ejemplos finales de una lista que pudiera ser infinita. Están los oradores "polémicos", quienes disfrutan con tergiversar una reunión, para dar ellos el veredicto conclusivo con su "docta" palabra. Eso creen los "yo-yo" de la oratoria, los pavo reales en público. Son incapaces de pensar que, las más de las veces, la educación nos impide callarlos con un despectivo "bla, bla, bla...". 

 

PRÍNCIPES ENANOS QUE NO TIENEN FIESTAS

PRÍNCIPES ENANOS QUE NO TIENEN FIESTAS

A propósito de este 20 de noviembre, Día Internacional de la Infancia.

IRAIDA CALZADILLA RODRÍGUEZ

Suresh, de la India, dijo una vez: "Tanto dinero que se gasta en guerras; en vez de eso, deberían gastarlo en niños como yo". Unirnos por el bienestar del niño antes de que sea demasiado tarde, no puede ser un reclamo solo a instancias de congresos, eventos y forums, en un mundo donde de forma alarmante escasean los recursos financieros para generar políticas sociales, a contrapelo de una carrera armamentista y un endeudamiento externo de las naciones que parecen galopar hacia el apocalipsis.

Las cifras son de un patetismo absoluto. Según muestra un estudio del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM), en estos países olvidados de la "misericordia" de los ricos, más de un tercio de los niños están desnutridos y tienen un peso insuficiente y la tasa de mortalidad en menores de cinco años es de 100 por cada 1 000 nacidos vivos, cifra casi siete veces superior a la de las naciones industrializadas.

Como si no bastara, unos 140 millones de infantes en edad escolar primaria y más de 275 millones de secundaria, no asisten a la escuela; particularmente en América Latina, menos de la mitad de quienes ingresan a primer grado, egresan del quinto. Y uno, de cada tres niños africanos, y uno, de cada cinco latinoamericanos, trabajan diariamente.

Edith Felipe Duyos, del CIEM, apuntaba: "La aprobación de la Convención Internacional de los Derechos del Niño ha resultado ser, probablemente, el instrumento de derechos humanos más ratificado de la historia pero, en contradicción, el entorno socioeconómico no siempre es favorable para la aplicación de estrategias que favorezcan a los infantes y contribuyan al pleno ejercicio de sus derechos. El nuevo orden mundial que se está perfilando no ha conducido a un nuevo orden mundial para la infancia.

MORIR NO PUEDE SER EL FUTURO

Dramática fue la afirmación de Kofi A. Annan cuando, como secretario general de las Naciones Unidas expresó a finales de la década de los 90 del pasado siglo que, en un año, "… morirán más de 12 millones de niños menores de cinco años debido a la malnutrición y las enfermedades susceptibles de prevención. Muchos millones de niños fallecen a causa de infecciones y algunos sufren ceguera por falta de algo tan simple como cápsulas de vitamina A que cuestan solamente 7 centavos.

"En un mundo donde la tecnología posibilita que las señales de radio y televisión se transmitan por satélite y donde la información recorre a toda velocidad las redes de las computadoras y llega hasta los rincones más alejados del planeta, es lamentable que millones de niños carezcan de libros de textos, lápices, pizarras y tizas. Muchos de ellos llegarán a ser adultos incapaces de leer una simple etiqueta de advertencia, y mucho menos un periódico o un manual de computación."

CONSERVAR SIEMPRE

UN PEDACITO DE NIÑEZ

Desde la perspectiva del adulto que conserva el amor por la infancia, habla el chileno Jorge Carmona Aguirre, durante su breve visita a Cuba con motivo de un evento de jóvenes: "Por más que se intente trabajar en el capitalismo, las soluciones son de ‘parche’. Considero que mientras no exista un cambio radical en el sistema político, la sucesión de gobiernos no resolverá nada y la problemática de la infancia continuará."

Según datos de la UNICEF, en los últimos más de 20 años se estima que una cifra superior a los 2 millones de niños perdió la vida en conflictos armados y que una cifra tres veces superior quedó gravemente herida. Añade que en las guerras contemporáneas, los pequeños se apuntan casi la mitad de las víctimas.

A esa problemática habrá que añadir que más de 80 millones viven en las calles, que los del Tercer Mundo ingieren 500 veces menos alimentos que los de Estados Unidos y que el 90 por ciento a escala internacional abandona la escuela sin saber el alfabeto. Patética realidad que no puede continuar viéndose desde las perspectivas asistencialistas, sino sobre la base de una nueva ética de los derechos de la infancia.

Es hora de dejar de denunciar solo con la palabra. Como apunta una investigación de la Federación de Mujeres Cubanas, unos 250 millones de pequeños trabajan; víctimas de la explotación sexual existen por lo menos 2 millones en Asia, América Latina y Estados Unidos, las tres áreas geográficas con mayores concentraciones de este negocio, superado en ganancias solo por los mercados de armas y las drogas. Además de situaciones de violencia, racismo e incumplimiento de las leyes.

Basta de hablar -sin buscar acciones prácticas en muchos casos-, sobre la pobreza, marginación, escasas posibilidades de acceso universal a servicios sociales básicos como la educación y la salud, de falta de proyectos comunitarios y ausencia de responsabilidad estatal con el bienestar de los niños, la mayoría de las veces.

Es hora hoy de exigir cambios radicales a favor de una infancia que desaparecerá sin conocer qué es, precisamente, la esperanza del mundo. A quienes recibimos el siglo XXI nos toca el compromiso de brindarles una niñez plena, no posible con soluciones simples ni promesas orquestadas en campañas politiqueras.

Cuba, aún en las situaciones económicas más adversas, ha sido un ejemplo durante 50 años de una política favorecedora y de protección de la infancia. En Cuba, palabras y hechos van de la mano en la salvaguarda de los derechos del niño. Ellos son, en este país, la luz continua de la que hablaba el Maestro.

Como apuntara Celia Berges, funcionaria de la Federación de Mujeres Cubanas: "Para eliminar la explotación del niño es imprescindible el papel del Estado y la cooperación internacional, junto al apoyo de la sociedad civil y la familia, así como establecer políticas y programas de desarrollo que garanticen una vida digna".

Los niños de este planeta azul están en estado de emergencia y esa terrible realidad nos hace pensar en la infancia como una luz lejana que se nos va. Y si en el siglo XIX José Martí anunciaba que "para un príncipe enano se hace esta fiesta", hoy, desoladoramente, tenemos que aceptar que millones de ellos en el mundo, nunca la tendrán.


 

VOCABULARIO SOLO PARA CUBANOS

VOCABULARIO SOLO PARA CUBANOS

IRAIDA CALZADILLA RODRÍGUEZ

Difícil es para un extranjero -y hasta para nosotros mismos- comprender a plenitud cualquier diálogo sobre asuntos cotidianos en Cuba. Si habla español, la comprensión puede ser más viable porque todavía "recordamos" algunos sinónimos de nuestro bellísimo y vasto idioma y, también, porque siempre nos queda el recurso de la mímica, lenguaje universal.

Pero, se han puesto a pensar en un británico, un francés o un asiático al que se le traduzca:

Se venden corrales para niños cuadrados;

La aspirina no hace cola;

O que en un lugar determinado se construye el médico de la familia, aludiendo a las casas de los galenos.

En cierta calle habanera, una trabajadora por cuenta propia puso un escueto cartel a la entrada de su apartamento: Peluquera Virgen; nada, que a veces los nombres juegan un chiste a las personas.

Los cubanos a la hora de comunicarnos inventamos en un dos por tres y el poder de síntesis le está ganando terreno a nuestra otrora elocuente manera de expresión, quizás sea, aunque parezca contradictorio, porque somos pródigos en modismos e ingenio criollos. Ello no es necesariamente un mal, pues del lenguaje popular se han nutrido los idiomas. En particular para los cubanos, el aporte de la picaresca española y las locuciones africanas, forman parte de nuestra manera de decir, reforzada por la propia idiosincrasia "innovadora".

Pero no siempre nos va bien. Veamos algunos ejemplos.

En un cine, en la ventanilla para comprar las entradas se leía: Hay aire para los usuarios.

Julio es un barbero que vive en la primera planta de un edificio de microbrigada, y Sonia una peluquera radicada en la segunda. La solución para ahorrar anuncios les pareció fácil: Se pela arriba y abajo.

En materia de productos alimenticios las anécdotas no tienen fin. ¿Quién, al no ser nosotros, podría entender que el pollo piloto vence el viernes o que llegó la carne de población o la carne de niños? ¡Qué decir del... Fricandel! Hay otros: perro de pollo o perro sin tripa. ¡Le zumba!, los pobres canes convertidos en aves o transitando por las calles sin tan elemental parte del cuerpo. Baste ya con el tradicional perro caliente.

En cuanto a las frutas, pareciera que hemos adelantado muchísimo científicamente en buscar variedades exóticas cuando hablamos de barras de dulce guayaba de naranja.

Este trabajo no es una tesis, sino asomo sencillo a una arista del problema. Habría, en otros, que profundizar en el uso de extranjerismos o en la brevedad cada vez más frecuente con que muchos logran entenderse:

-"¿Qué hay?"

-"Ahí".

-"¿Estás bien?"

-"Más o menos".

Y se cierra el diálogo.

Otras son las expresiones gastadas por el uso y las más de las veces descontextualizadas: “problemas puntuales”, “directivos de empresas”, “esto sirve de referente a”, “es un asunto despejado”, “las piezas de tractores no tienen respuestas”, entre otras que todos, en algún momento, hemos compartido.

Recordando frases sueltas asimiladas por el cubano como léxico natural -en lo cual debemos reflexionar por el empobrecimiento del lenguaje de forma acelerada-, hay una que, para mí, continúa como la decana y queda de leyenda. Por demás, mi preferida por su recurrencia clásica: “A bailar y a gozar con la Sinfónica Nacional”.

 

CARTAGENA EN LA MEMORIA

CARTAGENA EN LA MEMORIA

IRAIDA CALZADILLA RODRÍGUEZ

El mayor aguacero de mi vida me cayó en Cartagena de Indias. De vuelta del Centro de Convenciones, frustrada en los intentos noticiosos en un sábado de descanso, deambulé por las calles de la ciudad, evocando a aquel Calamarí con que se le conoció en los inicios y que en lengua indígena significa cangrejo.

Cartagena es una hermosa ciudad de mar a la que el Caribe le deja su huella en la sonrisa de las gentes, en el baile sensual, en la disposición a la conversación, en ese bronceado de la piel que delata a quienes viven entre la maravilla del sol y el fuego del salitre.

Avenidas bulliciosas, mercados para el regateo, lujosas boutiques, tejedoras de trenzas, magos ambulantes y vendedores de lo inaudito, suelen mezclarse como en un calidoscopio con mansiones de abolengo, modernos hoteles, estrechas calles, museos, grupos musicales, balcones impredecibles y casas abiertas a la luz, en una plaza cosmopolita que se hace y rehace como emporio turístico.

Pero eso es sólo una visión idílica que puede creerse el visitante de paso. Habrá que desandar durante horas por sus rincones, conversar, meterse más allá de la mascarada para turistas, pulsar sentimientos y esperanzas, para conocer a esa otra Cartagena a la que no siempre se le añade el sudor de los productores de café, caña de azúcar, o en la refinación de petróleo. Mucho menos para recordarle sus casuchas mal iluminadas, asentadas en callejuelas como caminos vecinales.

En esta ciudad de luz donde el turista cree alcanzar el paraíso, me encontré a Ismael, el guía, y sus angustias por buscar cada día el salario: "Mi mujer me espera para la compra de hoy. Tengo varios trabajos y con eso voy estirando los pesitos"; a José, el vendedor ambulante de espejuelos: "Doña, hay que caminar mucho para ganar algo"; y a Karel, la tejedora de trenzas, cada una por 100 pesos colombianos: "Si no las hago rápido, se me espanta la clientela".

Bien me vino el Centro de Convenciones cerrado y sus guardias circunspectos orientándome hacia un lunes que no volvería. Quizás perdí anotar cifras y perspectivas de reuniones. Gané, a cambio, ese contacto con la gente que me creía una bogotana dedicada a oficios de maestra, abogada o periodista. "Aquí nos convienen los grandes eventos: la ciudad se repara, hay nuevos puestos de trabajo y vienen más turistas que dejan plata", decía el viejo Othoniel, mientras enseñaba su mercancía de caracoles y piedras de mar.

En los inicios del ocaso y de vuelta al hotel, me acompañó el torrencial aguacero. Traía en la memoria, ya para siempre, el barrio de Manga y sus mansiones de estilo morisco, victoriano y republicano, el muelle de los Pegasos, la Torre del Reloj, los hermosos portones, la Plaza de los Coches, el Castillo de San Felipe del Barajas, el monasterio de La Popa, fortificaciones, claustros y pintorescas callejuelas de una ciudad que es merecidamente Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad. Y me traje, también, el palpitar humano.

BIENVENIDA LA PRIMAVERA

BIENVENIDA LA PRIMAVERA

Marzo 21 nos trae la estación de la fertilidad y las siembras, los días Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial, el Forestal Mundial y el de la Poesía.

IRAIDA CALZADILLA RODRÍGUEZ
 
Celebro el día 80 del año. Hay sol y brisa y la luminosidad inunda las calles de La Habana. Es 21 de marzo, suertaza de fecha que da bienvenida de primavera en el hemisferio norte. Es la estación de la fertilidad y las siembras. La vida y el calor renacen tras los meses de frío tímido de nuestro clima isleño, más que tropical, y que me perdonen los meteorólogos del mundo.

Abre los ojos Aries, el primer signo del zodíaco, que de tan fuerte,  valiente y guerrero, se planta en los comienzos de un nuevo ciclo de vida y mira con optimismo todo futuro, sin dejar de repensar en el pasado como raíz nutricia.

Es el día predestinado a la diosa anglosajona de la primavera Ostara y sus miles de significados puestos en la resurrección de la naturaleza y los verdes restallantes. Los antiguos tenían la hermosísima costumbre de homenajearla intercambiando huevos coloreados como símbolo también de comienzo de la vida.

Marzo 21 llega con evocaciones de nacimientos tan ilustres como el del emperador Taizú, fundador de la Dinastía Song de China; el siempre evocado desde las reminiscencias del alma Johann Sebastián Bach y sus arrebatos de música perpetua; Benito Juárez y las glorias de un México en revolución para dignificar al hombre común de pueblo; Ronaldinho y la fiebre del fútbol brasileño en un delirio de amarillos y verdes colores en sofocos.    

¡Qué fecha! Enrique V se convirtió en rey de Inglaterra, murió la real Pocahontas, hoy convertida solo en heroína de dibujos animados, y cerró su trayectoria el primer vuelo en globo aerostático alrededor de la Tierra. Pero, sobre todo, quedó instituido el Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial, el Día Forestal Mundial y el Día Mundial de la Poesía.

¡Ah, madres afortunadas que parieron este día en cualquier año en la infinitud de la historia! Solo me queda felicitarlas y felicitarme por haber plantado árboles como patricias y patricios eternos.

CUBA VIVE

CUBA VIVE

Tras los embates de los huracanes Gustav e Ike en apenas poco más de una semana, los cubanos tenemos la firme convicción de que el país continuará funcionando y que nadie quedará sin amparo, sin solidaridad, sin la asistencia inmediata para todos los que la necesiten.

IRAIDA CALZADILLA RODRÍGUEZ

Los cubanos hoy estamos tristes. Basta ver las imágenes que la televisión ofrece, escuchar los noticieros radiales, leer la prensa. Miles de familias han quedado sin techo, algunas zonas del país arrasadas por las lluvias y los vientos, instalaciones económicas dedicadas a la alimentación del pueblo seriamente dañadas, cosechas devastadas, árboles derrumbados, ríos excedidos, falta de fluido eléctrico. Es un panorama sobrecogedor.

En la capital, donde los daños fueron menores en comparación con otras tragedias que enfrentan varios territorios de la Isla, casi se ha vuelto a la normalidad, pero los citadinos no dejamos de pensar que entre los demoledores huracanes Gustav e Ike, más de medio millón de viviendas fueron parcial o totalmente dañadas, parte del tendido eléctrico, estructuras metálicas, plantaciones de plátano, café, yuca, maíz y la avicultura, recibieron el golpe maléfico de la naturaleza que con vientos y lluvias se ensañó a lo largo del caimán.

Algunos ejemplos son inevitables. En Sibanicú, Camagüey, 35 centros docentes y 32 comerciales quedaron dañados. En Pinar del Río, el río Cuyaguateje cercenó precozmente el paso por carretera entre los pueblos de Isabel Rubio y Guane. En Matanzas se sufre la caída de 35 mil toneladas de toronja y más de 3 mil de naranja. En Baracoa, Guantánamo, 346 casas quedaron arruinadas totalmente y otras más de 700 de forma parcial, además de 21 ejes económicos. En los municipios tuneros de Puerto Padre, Jesús Menéndez y Manatí se presenta un conmovedor escenario en el sector residencial, en las áreas agrícolas y en instalaciones productivas y sociales. En Holguín, la localidad de Gíbara perdió su hermoso malecón y las aguas penetraron extensamente al poblado. La Isla de la Juventud, ya se sabe por las imágenes que recorren el mundo, es otra. 

Sin embargo, el optimismo del cubano está presente. Y no es palabrería, no es consignismo. Ante la tragedia, nos salva el humanismo, la solidaridad, la fuerza interna que mueve a un pueblo que sabe que no está desprotegido por su sistema social. Hoy, como nunca, la Revolución cobra el sentido exacto de la palabra, de la voluntad, de la permanencia de su justeza repartida para todos.

Tras los embates de los huracanes Gustav e Ike en apenas poco más de una semana, los cubanos tenemos la firme convicción de que el país continuará funcionando y que nadie quedará sin amparo, sin solidaridad, sin la asistencia inmediata para todos los que la necesiten.

Los que a falta de fluido eléctrico seguimos por la radio el curso de ambos fenómenos, no pudimos dejar de sentir orgullo por nuestra Defensa Civil, por los combatientes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, del Ministerio del Interior y del Cuerpo de Bomberos. Por los imbatibles linieros a quienes nunca nos bastará la palabra para agradecer tanta muestra de coraje. Quiero hacer mi particular agradecimiento porque hay que ser no solo valiente, hay que ser profundamente humano para asumir tamaña y gigantesca obra. Hay que tener amor, y perdonen la palabra que, por usada en ocasiones indiscriminadamente, a veces perdemos su virtuosa dimensión. Y hay que distinguir, en primerísimo lugar, a los hombres y mujeres cubanos, ¡qué gentes!, que en medio de tanta desventura, nunca han perdido la confianza, el atrevimiento de echar hacia delante sean cuales sean las circunstancias que desafíen. Eso es Cuba hoy. 

Pero, en particular, necesito –necesito, así repetido-, decir que siento mucho orgullo de ser periodista cubana. Hoy, cuando después de casi 30 años en el ejercicio en caliente de la profesión ya no soy reportera y por primera vez asumo un huracán desde la perspectiva del ciudadano común, sé cuánto de coraje hay en mis colegas para hacer llegar las informaciones más recientes, más frescas, más actuales, más orientadoras, a su pueblo.

Los periodistas cubanos no viven en mansiones, no tienen autos de último modelo, no reciben salarios con sumas exorbitantes de dinero, no trabajan con espíritu de mercado. Muchos de esos hombres y mujeres que oí, vi o leí los conozco y sé que no pocos dejaron atrás situaciones personales difíciles y las confiaron a sus familias. Pero el deber ha estado por encima de cualquier otra dilucidación. El deber que va en nuestras venas no como modo de ganar la vida, sino como actitud y compromiso ante la vida.

En estos días aciagos extrañé como nunca mi puesto en el periódico Granma, las noches de insomnio, la búsqueda de noticias para escribir sobre los rumbos más recientes de la situación eléctrica del país, de los embates en poblados, la comunicación con los corresponsales, mientras el diario estaba en cierre, pero confiaba en mi rapidez para conformar una información en 10 minutos. Por eso valoro muy en alto lo que han hecho y me siento, ahora desde las aulas universitarias como docente, en la responsabilidad ineludible de decirle a los estudiantes: Somos periodistas las 24 horas del día.

Y como periodista y cubana, expandir la certeza de que no nos derrumbaremos ni material ni espiritualmente. Que estamos convencidos de que ahora viene otro ciclón, pero esta vez cebado en la confianza en nosotros mismos como constructores de una sociedad que no abandona a los suyos. Que lo que hay por delante es descomunal, pero se hará. Que los recursos son escasos, pero se emplearán con raciocinio. Con la alegría de que los niños vencerán el curso escolar, los trabajadores volverán a sus puestos y las gentes, aún con muchísimo esfuerzo, casi titánicamente, recompondrán sus hogares. Que la vida está aquí aún cuando hay dolor, pero que no hay tiempo para más lágrimas. 

Cuba vive.