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Isla al Sur

ENTREVISTA A PURO VERSO

ENTREVISTA A PURO VERSO

IRAIDA CALZADILLA RODRÍGUEZ

Foto: Aldo Mederos

Sentado en la mecedora, rodeado de viejos libros, de fotos que atrapan la memoria de la vida, el busto que hiciera Delarra y le regalaran las FAR, medallas y reconocimientos que dan cuenta de una sólida obra en la cultura nacional y a favor de la Revolución y una pintura del quinceañero de Limonar, JoeHz, así transcurren las horas de un día tras otro para el Poeta de la Alfabetización, ese hombre querido y admirado a quien sus padres nombraron Jesús Orta Ruiz, pero que prefirió bautizarse como Indio Naborí, en evocación a los más trabajadores y humildes aborígenes cubanos.  

El rostro le viene iluminado por la entrevista para nuestro periódico, en el que laboró por 30 años. Hablar de la Alfabetización le hace revivir "el punto de partida de la universalización de la cultura que ya hemos logrado", como define a la Campaña, 40 años después de la epopeya en que fuera protagonista y verso portador de una de las más hermosas páginas cubanas porque "borró fronteras entre el campo y la ciudad, entre la mujer y el hombre, entre blancos y negros: contribuyó a la unidad nacional".  

Quiero que cuente vivencias e insiste en retomar sus versos: "En ellos resumo lo que pudiera decirte, los fui construyendo en la medida que sucedían los hechos y se publicaron en la sección Al son de la historia, del antiguo periódico Hoy, y después los compilé en el libro Cartilla y farol".   

Eloína Pérez, la esposa a quien dedicó el íntimo poema Con tus ojos míos, acude precisa a buscar los textos, en una labor auxiliadora por más de 15 años, cuando definitivamente se apagó la visión de Naborí. Canción del padre brigadista recoge el ambiente familiar de aquellos días: "Anda, brigadista mío,/ a las cumbres más remotas,/ vete a bautizar las botas/ con la tierra y el rocío./ Aprende a cruzar el río,/ a salvar monte y pantano,/ que así, llevando en la mano/ la luz que tu bien reparte,/ vas a enseñar, y a graduarte,/ a graduarte de CUBANO".  

Cuando fue asesinado el maestro voluntario Conrado Benítez, el primer mártir de la Campaña, Cuba entera vivió momentos de conmoción y el poeta, pueblo él mismo, escribió: "Se pulió como un diamante/ en su voluntad de acero:/ era de día un obrero/ y de noche un estudiante./ Le dolió el campo ignorante/ más allá de la amargura/ y aceptó la prueba dura/ de ser maestro rural...".  

Me dice, entonces, que la poesía es emoción y tiene que conmover para que florezca entre la gente: "Los creadores siempre hemos estado en todas las batallas de la Revolución" y, al menos él, de pueblo en pueblo, de monte en monte, recorrió la isla echando, como Martí, los versos del alma. De ahí viene a la memoria el Guateque de la Alfabetización, una cruzada que muchos artistas emprendieron desde la localidad habanera de Melena del Sur, primer territorio libre de analfabetismo, hasta El Cobre, en Santiago de Cuba.  

Su poética halló una voz de privilegio, la de la actriz Alicia Fernán, que aparecía diariamente como declamadora en el noticiero Venceremos, de la otrora CMQ: "A ella la llamé La brigadista del verso revolucionario, y me acompañó por todos los lugares, a veces tenía que esperar porque yo terminara un poema y ya de inmediato lo daba a conocer".  

Alicia sonríe jubilosa del tiempo: "Como actriz, la campaña significó vivir plenamente momentos grandiosos de la Revolución. Recuerdo cuando se produjo el ataque a Playa Girón. Naborí y yo nos encontrábamos en el campamento de los brigadistas, en Varadero. Muchos padres fueron a buscar a sus hijos, casi niños, pero ninguno se fue. Mire, hubo un instante en que se levantaron y cantaron el Himno Nacional. No pude menos que recitar un poema y ante aquella efervescencia, varios familiares se quedaron y pidieron un fusil para combatir". 

Naborí no es hombre de andar con silencios. Aporta en toda anécdota algún dato, incluso lleva su preciosismo de viejo redactor a dictar puntos y comas: "También estuvimos con los milicianos en la lucha contra bandidos en el Escambray. Uno no puede temer, no se puede andar solo por donde el peligro no aceche. Participé activamente en la Campaña con profundo amor porque siempre me dolió la ignorancia del campesino y porque como poeta y periodista tenía que acompañarla para que miles y miles de cubanos pudieran después leer y escribir". 

Repaso una amarilla libreta donde guarda recortes de sus escritos en el periódico Hoy. Anoto versos que dan la medida de aquellos días de urgencia, de reclutar para una causa, de convencer: "... Yo iré alumbrando los montes/ con el sol del alfabeto", y otros: "Tuya es mi casa, cubano/ que un día de luz abierta/ apareciste en mi puerta/ con la cartilla en la mano". Y aún unos más: "Por fin, brilló tu alborada/ puntual en todos los retos,/ tierra sin analfabetos,/ que es decir... mejor armada". 

No puede faltar en el recuento el asesinato de otros dos humildes cubanos: "Manuel Ascunce Domenech,/ Pedro Lantigua Ortega,/ yo os veo aquí, del brazo de Conrado Benítez,/ repartiendo cartillas, lápices y libretas,/ acelerando el ritmo de la educación,/ para que Cuba escriba, para que Cuba lea/ los nombres de los mártires del Pueblo/ en la Historia, en el verso y en la piedra". 

Le pregunto por la utilización de mayúsculas en varias palabras dentro de un texto: "Es que las idealizo y así las escribo". ¿Y cuáles fueron para usted los momentos mayores de la Campaña?: "No tengo ni que pensarlo, el dolor por los mártires". 

Han transcurrido horas de recuento en verso y verso, y pido un poema para el final de la entrevista. Y porque en Naborí poesía y comprometimiento político van indisolublemente unidos, Eloína, con solicitud proverbial, acerca de Marcha triunfal del ejército de la Alfabetización, un fragmento: "El BIEN cuesta sangre... Siempre ha sido así/ Los monstruos son crueles en su pataleo./ Ya ves, la batalla ganada por ti/ se abrió con un mártir color de Maceo,/ cerró con un mártir color de Martí". 

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