FIESTAS DE FRACTALES
La tradicional fiesta de la alfarería se ha convertido en un pequeño carnaval, al decir de muchos pobladores de El Cano.
KAYRA GÓMEZ,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación de la
Universidad de La Habana.
Hoy el pueblo amaneció diferente. Las cornetas del camión de los alfareros y las latas de los vecinos despertaron hasta al más dormilón. Los sillones de los portales aparecieron en inusitados sitios. La risa irrumpe en las casas que exhiben una auténtica decoración.
La gran tetera colocada al final del recorrido espera pacientemente a los alfareros y a las personas que acuden atraídas por el aroma. Sin dudas el café carretero ha reunido a muchos que no pueden resistir la curiosidad y el placer de tomar una tacita.
En medio de tanta algarabía, el párroco de la iglesia, el padre Roza, piensa en los aspectos organizativos que aún faltan para la procesión; mientras, las familias abarrotan las tiendas en busca de un atuendo elegante para la noche.
Transcurre el año 1946. En la Iglesia Parroquial La Purísima Concepción del pequeño pueblito El Cano se ha organizado un modesto homenaje a los alfareros del lugar.
El niño Francisco Valdés Pino no comprende lo que sucede. A él le han comprado una camisita y unos zapatos nuevos.
Génesis de una gran celebración
Muchos años después él no olvida ningún detalle de la primera Fiesta de la Alfarería, uno de los momentos más importantes de su vida. Con 72 años de edad y más de seis décadas dedicadas a este arte, aún recuerda ese acontecimiento que devolvió la alegría a un pueblo donde no existían festejos de tal magnitud.
Según cuenta, la idea surgió en una reunión de los alfareros en el bodegón del español Jacinto Martínez. La directiva integrada por un Presidente, un Secretario y un Tesorero encargado de la propaganda y el embellecimiento del pueblo, se eligió en un encuentro posterior en el Círculo Social. Los festejos comenzaron como una actividad cívico-religiosa con el propósito de conmemorar el primer aniversario de la derrota del fascismo en la Segunda Guerra Mundial.
Los niños y jóvenes disfrutaban de juegos de participación como el palo encebado, carreras de saco, resistencia y bicicleta, el comedor de harina (consistía en sacar pesetas de un gran plato de harina), y ¿quién atrapa al gato? (encerraban un gato desde la noche anterior para soltarlo el día de la fiesta, el premio lo recibía quien lo atrapara). También se realizaban misas en campañas para bendecir los tejares del pueblo y una procesión con San José, patrón religioso de El Cano.
«Eran festejos locales y de los pueblos cercanos Wajay, El Chico y Arroyo Arenas. En ocasiones el municipio intervenía en determinados aspectos como los regalos de la Casa Prado. Esta institución obsequiaba una guayabera a la persona que identificase al personaje incógnito con la palabra guayabera en su bolsillo.
«En la tarde de ese día se celebraba un banquete entre los dueños y empleados del tejar. Desde seis semanas antes se recogía dinero para la preparación de este almuerzo elaborado por ellos mismos.
«El gobierno no participaba, ni financiaba la actividad. En ocasiones recibíamos la visita del Alcalde Municipal o algún representante. A partir de 1977, con la aparición del Poder Popular, comienza el gobierno a vincularse a esta fiesta.
«Antes, las ventas en las calles no existían porque la situación no era económicamente favorable. Los alfareros exponían los productos en los tejares y a veces traían sus tornos al centro del pueblo para que todos viesen cómo hacían las piezas. El día finalizaba con bailes y actividades culturales acompañadas de orquestas y bandas musicales.
«Ahora todo es diferente. Desde que comenzaron los anuncios en la televisión y la radio a la fiesta asiste público de diversos lugares. En ocasiones la policía no puede controlar las peleas y ya la fiesta se ha convertido en un pequeño carnaval».
¿Cómo le gustaría que volvieran a ser estos festejos?: «Como los vi nacer en los años cuarenta y los primeros años de la Revolución».
¿Qué ocurre hoy en El Cano?
Todos los habitantes del pueblo coinciden en que la tradición pertenece solamente al pasado. Atrás quedaron los tiempos donde los principales protagonistas de estas historias eran los alfareros y el pueblo. La alegría, los adornos, la risa y los gratos momentos se los ha llevado el viento del olvido.
Para muchos jóvenes la fiesta significa problemas, broncas, violencia y miedo.
«Recuerdo que de niño venían carrozas, payasos, comparsas y grupos musicales como Los Van Van y Alfredito Rodríguez. Ahora los padres no llevan a sus hijos por el temor de que surja algún problema», confiesa el alfarero de 30 años, Ernesto Farías.
La joven Yanelis Ramírez opina que los alfareros no disfrutan en estas fiestas que otrora les dedicaban: «En realidad, ellos no se sienten a gusto en la celebración, ni participan para no buscarse problemas. Ese día solo les dan un almuerzo en el Círculo Social. Me parece muy bien celebrar un oficio que forma parte del pueblo desde hace muchos años. Antes pintaban los frentes de las casas, se adornaban las calles, todo era una belleza. Ahora ponen dos pencas de guano y se acabó la fiesta...»
Los muchachos Jovann Silva y Lázaro Barrios consideran que los principales problemas son la falta de organización, la venta de bebidas alcohólicas, la ausencia de actividades recreativas y la falta de autoridades que controlen el orden. «Nos gustaría que las fiestas retomaran el camino de antes y cumplieran el fin por el que fueron creadas. Es importante rescatar esta tradición tan especial y antigua para el pueblo».
Por otra parte, Yaumara Rodríguez comenta que según cuentan sus padres, las carreras de cuñas era la actividad que más atraía la atención del público: «Todos se reunían en el parque para ver desfilar decenas de máquinas de la última generación y con gran potencia; sin embargo, las "chivichanas" y los "riquimbilis" han venido a ocupar este espacio tan interesante para los espectadores»
Pan con lechón, cerveza y... ¿qué más?
Cuando se les pregunta a los pobladores del lugar algo relacionado con la gastronomía o las actividades culturales realizadas en estos festejos, es difícil que no coincidan en sus respuestas.
«Todo lo que traen de diferente a estas actividades son unos aparatos grandes y pesados para que los niños monten. La gastronomía no podría ser peor: pan con lechón, cigarros, cerveza y caramelos, esa es la variedad. ¿¡Variedad!? Ni tan siquiera una pipa de refresco pueden traer. No debe de dar ganancias en esos días, y no atrae al público. La cerveza, ¡esa sí, esa es la reina!», expresó Ricardo Rodríguez Lugo.
Lázaro Luis Barrios, vecino del lugar, dijo que los padres no pueden traer a sus hijos a la fiesta: «Habría que estarse arrinconando por el temor de que pudiera ocurrir algún problema y sucederle algo, además, si ni los propios padres venimos, cómo vamos a traer a nuestros hijos, ¿para qué?
Nosleidys Lores Lovaina, jefa de Comercio y Gastronomía del Cano, precisa que para ese día Gastronomía vende, entre otras ofertas, pan con puerco, pan con jamón, cerveza y cigarros: «En estas jornadas no tenemos nada especial, lo que hacemos es poner algunas mesitas en la calle y en los alrededores del parque y vender lo mismo de siempre».
Refiriéndose al tema, Eduardo Mederos, jefe de almacén de la zona, comentó: «Para esta actividad ofertamos pollo frito y pomos de refresco. La realidad es que aunque queramos, no podemos ofrecer nada más, no contamos con más recursos».
¡Un espacio nuevo!
La Casa de la Cultura, junto al Poder Popular, tiene un proyecto aprobado por el gobierno y el Historiador de la Ciudad de La Habana, Eusebio Leal, para rescatar el antiguo Bodegón. En la década del cuarenta del siglo pasado y principios del triunfo revolucionario, los alfareros tenían un espacio para conversar en ese sitio. Resulta importante porque en él se acordó celebrar, por primera vez, la fiesta de la alfarería.
La presidenta del Consejo Popular del Cano, Marilyn Hambrona Tello, refirió: «Queremos que los alfareros expongan sus piezas aquí, y sientan que el sitio les pertenece. También pensamos poner en este mismo espacio una tiendecita para que ellos puedan vender sus obras. Es un proyecto muy importante para nosotros.
«De las ganancias, una parte será para retribuir el esfuerzo de sus creadores, y la otra la utilizaremos para restaurar el parque, la biblioteca, y lugares de interés histórico para el pueblo. Será todo un proyecto comunitario. Aunque tenemos dificultad porque aún no sabemos si todos los alfareros están dispuestos a ayudar».
Los alfareros, ¿dónde han quedado los alfareros?
Ahora existen en El Cano alrededor de 50 talleres de cerámica, todos por cuenta propia. La tradición se ha trasmitido de generación en generación, y los hijos de hoy serán los alfareros de mañana. La alfarería en El Cano permanecerá por mucho tiempo más.
«A veces se exponen piezas en la Casa de la Cultura, pero ya no hay el entusiasmo de antes, eso se murió. No tenemos ánimos, deseos y motivos para participar en la actividad.
«La fiesta de los alfareros ya no es para nosotros, sino para las personas que vienen de otros pueblos. Los mismos alfareros no podemos participar», expresó Yury Eloy Naranjo Arias, creador de piezas de cerámica por más de 20 años.
La situación no es diferente para otros lugares. La fiesta del Puntabravense Ausente, la del Café en Wajay y las Trochas en Playa Baracoa son "el mismo perro con diferente collar", o nombre, en este caso.
El pueblo del Cano y en especial los alfareros desconocen el futuro de estas celebraciones, pero muchos piensan que la llama se extinguirá de un momento a otro. Aunque el Poder Popular ya tiene el presupuesto de este año y el pasado (no se realizó), en esta ocasión no se piensa que sea diferente. Solo nos queda esperar hasta septiembre con la esperanza de que la tradición forme parte del presente y futuro de los habitantes del pueblo.
FICHA TÉCNICA:
Tipo de Reportaje Interpretativo. Aporta todos los elementos en torno a una situación.
Objetivos del Reportaje:
Demostrar cómo una tradición de más de 60 años de creada (la fiesta de la alfarería), se va perdiendo en el pueblo El Cano.
El significado de esta actividad para los alfareros y el pueblo.
Determinar el comportamiento actual de estas fiestas mediante entrevistas a funcionarios del Poder Popular, gastronómicos y habitantes del lugar.
Tipo de Título: Llamativo
Tipo de Entrada: Descriptiva.
Tipo de cuerpo: Bloques temáticos.
Tipo de Cierre: De incógnita.
Estrategias de Fuentes:
Se entrevistó a varias personas del pueblo:
Tomasa Reinier García
Agustín María Barrios Rodríguez
Ricardo Rodríguez Lugo
Dania Hernández
Lázaro Barrios Reinier
A los jóvenes:
Jovann Silva Delgado.
Ernesto Cabrera
Yoanna Toledo Leyva
Yordenia y Lázaro Barrios Hernández
Beatriz Machado
Lázaro Antonio Benítez Vázquez
A los alfareros:
Yury Eloy Naranjo Arias
Francisco Valdés Pino Rojas
Ernesto Farías López
Personas encargadas de la organización de la fiesta de los alfareros en El Cano:
Edma Aleida Pérez Escobar, secretaria del Poder Popular
Marilyn Hambrona Tello, presidenta del Poder Popular
Eduardo Mederos Ramos, jefe de Almacén de la zona del Cano
Nosleidys Lores Lovaina, jefa de comercio y gastronomía del Cano.
0 comentarios