MARYS POR PETRÓLEO
JUSTO PLANAS CABREJA,
estudiante de cuarto año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.
Las civilizaciones caen al paso de los nuevos mongoles. La invasión norteamericana en Irak ha provocado una destrucción cultural solo superada históricamente con aquellas quemas de la Biblioteca de Alejandría que atrasaron siglos el desarrollo científico de la humanidad.
Los Estados Unidos no solo permitieron el saqueo del Museo y la Biblioteca Nacional de Irak sino que contribuyeron con él. Un grupo de abogados y directores de museos de Nueva York que integran el Consejo de Estados Unidos sobre la Política Cultural (ACCP) soñaron junto al Pentágono su propio futuro para el patrimonio tangible iraquí. Y fue un sueño imperialista.
El contrabando de arte iraquí alimenta las mansiones del Norte, y los bolsillos del ACCP. Las huellas de las civilizaciones Babilónica y Mesopotámica se exhiben en las mansiones norteamericanas y británicas. Sus dueños acaudalados las ostentan junto a las cabezas de los leones cazados en África, o los tigres disecados de la India. Estas obras de arte, como el león y el tigre, no tienen cuerpo; perdieron todo su valor histórico. El contexto en que las crearon lo destruyeron las excavaciones salvajes. Tampoco tienen valor artístico. No importa, aquellos que la vendan y aquellos que la compran solo pueden ver su único valor, el de cambio, su precio.
La peor guerra que embate a Irak, sin embargo, no puede verse. Junto al fuego que arrasó con la Biblioteca y el Museo Nacional de Irak se quemó un pedazo del corazón de su pueblo, un pedazo de su memoria, y un pedazo de su futuro.
Esas piezas eran importantes testigos del orgullo de los iraquíes por su historia. En la ciudad de Ur vivió según cuenta la Biblia el mítico Abraham. En la ciudad de Ur viven según cuenta la prensa los soldados norteamericanos. Allí construyeron su base militar. Las paredes milenarias de Ur exhiben la vergüenza del pueblo iraquí: “I love Mary”, resume un graffiti la política del gobierno norteamericano.
El imperialismo ya no cambia lámparas nuevas por lámparas viejas porque las alusiones a la historia de Aladino están de luto desde que los ejemplares más antiguos de las Mil y Una Noches ardieron en la Biblioteca Nacional de Irak. Cambian una Mary, anoréxica, rubia, cambian sueños americanos por petróleo iraquí.
Las Mary aún no han entrado. Esperan que se apacigüen los iraquíes. Esperan que sin museos, sin bibliotecas y sin monumentos, los iraquíes olviden que por sus venas corre pura la sangre de los mesopotámicos y los babilonios, padres de la historia universal. Pero las culturas milenarias no se olvidan. Los iraquíes todavía hacen su historia con pequeñas bombas, con piedras, con las manos.
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