LA PALABRA Y LA SOCIALIDAD DE LA LENGUA EN CONSONANCIA CON EL LENGUAJE Y LA PARTICIPACIÓN DEL SER
George Gusdorf, filósofo y epistemólogo francés, plantea que llegar al mundo es tomar la palabra, transfigurar la experiencia en un universo del discurso y concluye en que la palabra, al ser parte del ser, refleja al ser de quien la pronuncia.
ALDRIN SOLANO Y FERNANDO SIFONTES,
Profesores de la Universidad Bolivariana
de Venezuela, Sede Monagas.
La diferencia entre la palabra acertada y
la palabra casi acertada es la que hay
entre la luz de un rayo y una luciérnaga.
MARK TWAIN
Etimológicamente, la palabra comunicación se refiere a común-acción. En este sentido, proponemos entender la comunicación como la coordinación de acciones. Así, la comunicación será más que el intercambio de información, por lo tanto, la Comunicación es el eje central en la vida del ser humano. Las personas jamás han podido vivir aisladas, necesitan comunicarse, relacionarse unas con otras. Somos seres que necesitamos intercambiar constantemente nuestras ideas, puntos de vistas, alegrías, inquietudes, deseos, preocupaciones. La Comunicación es un proceso dinámico en el que las personas cumplen las funciones de emisores y receptores en forma alterna. Este constante intercambio de ideas es lo que nos permite hacernos entender, y entender a los demás.
Según Warren Weaver, en Matemáticas de la Comunicación, La Comunicación Humana, (pág. 61), plantea: “Un sistema inmenso de señales, movimientos, íconos, signos y símbolos se conjuntan y permiten al ser humano interpretar la realidad, orientar su existencia e interactuar con los demás”.
En el caso específico de los seres humanos, se comunican entre sí mediante uno de los códigos más elementales usados por éstos y no es otro que la palabra, en tal sentido, las relaciones existentes entre las palabras son, a la vez, un espejo y modelo de nuestras propias relaciones con el universo.
Por lo tanto, al llegar al mundo los seres humanos no tienen otra opción que emitir sonidos en función de hacerse sentir, dejarse oír, y en general ponerse en contacto con los demás seres que lo rodean, la palabra es lo que identifica al hombre como ser pensante y de facultades especiales que lo diferencian de otros seres vivientes.
Nuestra palabra es la capacidad de nombrar correctamente la realidad de estructuras. A partir de la palabra compartimos lo que somos, nos decimos a nosotros mismos y tendemos un puente con el otro con el que aquel puede acceder a la verdad de nuestro ser, de nuestro pensar, de nuestro sentir.
Según Ivonne Bordelois, “La Palabra Amenazada” (Pág. 4, 2004), “entre el uso de la palabra y la escucha de la palabra media una distancia semejante a la que separa el amor de la prostitución, piénsese en la ridícula paradoja que encierra la común expresión, “dominar una lengua”; las lenguas son ellas mismas dominios inmensos de tradiciones, vastos léxicos que se nos escapan, reglas gramaticales subterráneas de las que apenas alcanzamos a atisbar los mecanismos.”
En este sentido, es necesario recordar a Martí: “La lengua no es el caballo del pensamiento, sino su jinete”. No es una coincidencia el hecho de que Martí fuera poeta, ya que son los poetas y los niños los que primero advierten las posibilidades más abiertas y secretas del lenguaje y juegan o se dejan jugar con ellas.
También podemos decir que las Lenguas no sólo se emplean, no son sólo valores de comunicación, expresión personal o uso colectivo: contienen la experiencia de los pueblos y nos la transmiten, pero sólo en la medida en que estamos dispuestos a reconocer su capacidad de poder hablarnos. La expresión común que decimos a diario, “usar la lengua”, reduce la lengua a un instrumento, cuando en realidad la lengua es un proceso que nos trasciende. Como lo dice Guillermo Boido: “La poesía es el intento de preguntarle a las palabras qué somos”, entonces vale afirmar que si la palabra sabe más de nosotros que nosotros mismos es porque viene de una tradición de experiencia humana que nos supera en el tiempo y el espacio.
Siguiendo con el criterio de Bordelois. “las palabras que hoy día pronunciamos son sobrevivientes de catástrofes históricas donde el latín pereció, pero éstas palabras nos preceden, nos presencian y se prolongarán mucho más allá de nosotros en el tiempo (...)”.
La palabra la pone el hombre en uso como elemento de comunicación para dar a entender su mundo interior y construir con sus congéneres el mundo exterior en una relación de contexto y de comprensión social de la realidad compartida. Para Bacon, según Graciela Reyes en “La Pragmática Lingüística” (Pág. 13, 1994): “Los hombres conversan por medio del lenguaje, pero las palabras se forman a voluntad de las mayorías”, ya que las relaciones de entendimiento se dan por una convencionalidad del lenguaje donde las palabras forman vínculos de igualdad de convivencia entre los seres.
Citando al Diccionario de Lingüística Moderna: “Hoy, sin embargo, la palabra sigue siendo una unidad básica de la lingüística; la unidad limite (o al menos, zona de transición) entre sintaxis y morfología con entidad suficiente para construir sobre su estructura una teoría”, e imprescindible para llevar a cabo un compás armónico por medio de la formación sintáctica, que es lo que permite hacer la historia, la autobiografía entre otras teorías indispensables para la subsistencia en grupo como fortaleza social.
En los encuentros sociales del hombre se encuentran fenómenos trascendentales como es la transfiguración, en líneas anteriores expresamos que el hombre modifica o transforma al mundo exterior. Tal planteamiento resulta muy humilde y sencillo para lo indescriptible que suele ser una metáfora tan significativa y tan relevante como es la de hacer mundo con las palabras. Aunado a esta visión, tenemos que reconocer que los grupos humanos al hacer uso de la palabra también usan la lengua y el lenguaje por el cual construyen y pronuncian un discurso cargado de subjetividad y relevancia, pertinente en el compartir de los encuentros y, por ende, el hombre requiere de patrones específicos de la comunidad y darle, de este modo, sentido de pertenencia a sus condiciones de ser humano.
La lengua es un sistema de signos que el hombre por naturaleza adquiere y desarrolla, haciendo uso de un sistema orgánico (aparato fonador), que le permite articular sonidos, valga la construcción del sistema para conocerse, comprenderse y comprender a los demás.
Para Ferdinand Saussre, “Curso de Lingüística General” (Pág. 50. 1945): “No se puede, pues, reducir la lengua al sonido, ni superar el sonido de la articulación bucal”, porque sin ella no fluirían las palabras como prendas del poder mágico con que se enseña y con que se persuade. Para Saussre (Pág. 58): “La lengua es la parte social del lenguaje exterior al individuo, que por sí solo no puede ni crearla ni modificarla; no existe más que en virtud en na especie de control establecido entre los miembros e la comunidad”.
En este sentido, el hombre hace gala de sus conocimientos para estar en consonancia existencial. La lengua encierra un mundo de saberes, que para Saussre, citándolo nuevamente, es un sistema de signos que expresan ideas, y por eso comparables a la escritura, al alfabeto de los sordomudos, a los ritos simbólicos, a las formas de cortesía, a las señales militares, etc. Sólo que es el más importante de todos esos sistemas”. Un sistema que está en el primer orden dentro de la grandeza de las facultades. Tomemos en cuenta cuando Saussre se refiere a que la lengua tiene como funcionamiento las ideas y los sonidos.
Saussre se refiere a que: “La lengua es también comparable a una hoja de papel: el pensamiento es el anverso y el sonido es el reverso: no se puede cortar uno sin cortar el otro; así como tampoco, la lengua se podría aislar del sonido y del pensamiento: porque con este es que se identifican las ideas que se constituyen a través de las palabras.
En otro sentido, por medio de la lengua el hombre se hace un ser de mundo y de participación colectiva; por consiguiente, podemos hablar o referirnos al lenguaje. El lenguaje como elemento para la expresión, para la libertad, del habla y de los fundamentos sociales es la comunicación humana, tomando en cuanta a Graciela Reyes (Pág. 18. 1994): “El significado que se produce al usar el lenguaje es mucho más que el contenido de las proposiciones enunciadas. Abordando este planteamiento se puede incluir, también, que el lenguaje es mucho más que los gestos, los sonios de voces, articulaciones de voces; el lenguaje es un enramado de complejidades del habla del ser humano.
Según el autor George Gusdorf, “la palabra al ser parte del ser, refleja al ser de quien la pronuncia”, analizando este planteamiento y reforzando lo expuesto por los autores antes citados, la palabra es el reflejo de quien la pronuncia, es decir, como seres humanos que establecemos unos códigos lingüísticos, para desarrollar el acto de la comunicación, nos encontramos que la palabra le da vista al discurso, es decir, le da realce a lo planteado, como sujeto social estamos en capacidad de desarrollar la palabra con elegancia y distinción. En otro orden de ideas, dar nuestra palabra simboliza comunicar, es expresar. Dar nuestra palabra es darnos en una dimensión de nuestro ser.
Desde el punto de vista periodístico, nos encontramos en medio de la comunicación radial, donde la palabra es un don y un poder de convencimiento, ya que es por éste medio por donde nuestros radioescuchas se enteran de los acontecimientos, y por supuesto, somos nosotros los que pronunciamos la palabra para un colectivo y tenemos el deber de brillar en el discurso, porque nuestra palabra será trasmitida en vivo y será escuchada por toda una masa.
Una palabra clave es comprenderla en su plena expresión. Nos ayudará a entender el proceso de la comunicación. Cuando las personas interactúan, cada una se coloca en el lugar de la otra. Ambas tratan de percibir el mundo de la misma forma. La interacción implica asumir recíprocamente un rol y emplear una mutua empatía. Es decir, la proyección de cada quién, en el estado interior o en la personalidad de los demás. La Comunicación es el eje central en la vida del ser humano. Las personas jamás han podido vivir aisladas, necesitan comunicarse, relacionarse unas con otras. Somos seres que necesitamos intercambiar constantemente nuestras ideas, puntos de vistas, alegrías, inquietudes, deseos, preocupaciones.
BIBLIOGRÁFIA:
Alcaraz, Enrique; (2004). Diccionario de Lingüística Moderna. Barcelona. Editorial Ariel S.A. Segunda edición.
Bordelois, Ivonne: (2004). La Palabra Amenazada. Caracas. Editorial Monte Ávila Editores Latinoamericana S.A.
Reyes, Graciela: (1994). La Pragmática Lingüística. Barcelona: Editorial Montesinos Editor. Segunda edición.
Saussure, Ferdinand: (1945). Curso de Lingüística General. Buenos Aires: Editorial Losada S.A.
Weaver Warren, Matemáticas de la Comunicación", La Comunicación Humana.
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