CUANDO EL PERIODISMO SE APROPIA DE LAS TÉCNICAS LITERARIAS
CRUZ RAMÓN LUCES SEQUEA,
Profesor de la Universidad Bolivariana
de Venezuela, Sede Monagas.
El más antiguo de los géneros periodísticos, la crónica, entronca con la novela, por una parte, y con la historia, por otra. Es hoy el género por antonomasia del periodismo literario. Adopta la superestructura del relato, a la vez que incorpora la técnica del punto de vista, y al periodista mismo como narrador, en todas sus posibles variantes
Cuando el periodismo se apropia de las técnicas literarias para hablar de la realidad, el resultado es doble. La información se presenta como la expresión de una realidad vivida. Y el lector es invitado a abrir las puertas de su imaginación para recrear con ella un mundo y sus protagonistas.
Pero el periodismo literario no modifica la realidad, sino que se aparta de las convenciones informativas. El periodista deja de ser un intermediario pretendidamente invisible y neutral, para convertirse en el instrumento humano de que el lector mismo se servirá para estar presente en la noticia, para vivirla.
Muchas han sido las críticas que se han realizado a esta corriente. Pero se puede establecer que el periodismo literario es una nueva forma de hacer periodismo que surgió no como una hija bastarda de la literatura como lo quisieron hacer ver los detractores, como lo plantea Vivaldi (1986) cuando dice: “En gran medida, sería impreciso hablar de que el periodismo pueda aparecer como el hermano menor de la literatura, porque el periodismo es también literatura. Este nuevo género nacido de las crónicas, reportajes, artículos, entrevistas, semblanzas, etcétera, tiene matices especiales: todo escrito puede estar presentado con calidad y si es posible con belleza, ya que "el periodista escritor o el escritor periodista, presta dignidad literaria a cuanto informe toca con su pluma".
Para la prensa escrita el periodismo literario es una nueva forma de atrapar al lector ante un mundo donde la rapidez con se maneja y se socializa la información es abrumadora, donde los medios impresos pierden fuerza, se hace necesario desplegar las destrezas de los mejores narradores para cautivar al lector. En tal sentido, dice Tomás Eloy Martínez, “el dato nos asombra, pero no nos conmueve. Si leyéramos, en cambio, la tragedia de una mujer que se ha quedado sola en el mundo después del maremoto y siguiéramos paso a paso la historia de sus pérdidas, sabríamos todo lo que hay que saber sobre ese maremoto y todo lo que hay que saber sobre el azar y sobre las desgracias repentinas”.
No cabe dudas que el periodismo literario está vigente donde los medios de comunicación prestan interés por el contenido de la narraciones que se transmiten convirtiendo así el hecho noticioso en un acto que engancha al lector con la información tratada por el periodista, llevando en su discurso los mínimos detalles que reflejan la esencia del ser humano protagonista de la noticia que en muchos casos el periodismo tradicional deja de tratar por considerarlo subjetivo y poco llamativo para el consumidor habido de noticias.
Como lo explica Saad (2008): “La vigencia del Periodismo Literario está exenta de toda duda en tanto que es cada vez más visible el interés de los medios de comunicación escritos por mostrar trabajos con un alto contenido en su narración. La preocupación estética respecto al desarrollo de las historias es cada vez más creciente, y de allí la proliferación de revistas especializadas donde son visibles el esfuerzo y la puesta en escena del ingrediente literario”.
La esencia del periodismo es informar la realidad del hecho noticioso de una forma clara y veraz asumiendo la profesión con toda responsabilidad. A diferencia de las narraciones netamente periodístico-informativas de actualidad coyuntural, inmediata y fugaz, los relatos periodísticos literarios adquieren una manifiesta permanencia histórica. Empiezan contando un acontecimiento concreto en un tiempo y un espacio, debido a la profundidad de la mirada y de la excepcional descripción lograda por el narrador, trasponen la dimensión particular y se convierten en paradigmas de la condición humana.
En conclusión, la literatura y el periodismo escrito tienen en común el uso de la lengua impresa para comunicar, expresar, transmitir ideas, acontecimientos, relatos. Las fronteras entre ambas se vuelven difusas si se las aprecia desde la mirada de la sensibilidad literaria; y en este sentido se hace necesario analizar sus puntos de encuentro y desencuentro: mientras la literatura emplea la imaginación, la ficción, como elemento básico de su construcción discursiva, el periodismo lo hace con la realidad, la no-ficción de los hechos, a través de un relato polémicamente “objetivo”. Es aquí donde el periodismo literario explica esta relación, éste no ficciona los hechos, sino que los comunica como experiencia, pues los presenta como realidad vivida y no referida.
Fuentes Consultadas:
Alberto Salcedo Ramos, Periodismo Literario: Las dos habitaciones de la casa.
Anuar Saad Saad y Jaime De la Hoz Simanca, El periodismo literario, http://www.saladeprensa.org/art289.htm
http://www.observatoriofucatel.cl/
periodismo-literario-las-dos-habitaciones-de-la-casa/
Martín Vivaldi, Gonzalo (1986). Géneros Periodísticos, Madrid, Paraninfo, segunda edición.
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