TÉCNICAS LITERARIAS
El Premio Nobel a la Literatura, Gabriel García Márquez, sostiene que son injustas las diferencias entre periodismo y literatura, pues ambas vertientes se alimentan de las mismas fuentes y su destino es el mismo: transmitir, contar, convencer. ¿Coincide su punto de vista con el del colombiano, autor de Cien años de soledad?
Lic. MARLENE CAROLIONA DÍAZ,
Profesora de la Universidad Bolivariana
de Venezuela, Sede Falcón (Coro).
Una vieja discusión entre literatos y ensayistas no está de acuerdo con la postura de García Márquez, por considerar que el periodismo no cumple los requisitos que podrían ubicarlo a la par de la literatura, tal como León Trosky, quien intentó desacreditar al periodismo llamándole de manera clasista «musa plebeya».
En esta misma línea de pensamiento se afilia el poeta y periodista Renato Leduc, quien denigró al oficio periodístico al manifestar: “Yo no sabría si calificar o clasificar al periodismo escrito como seudo literatura o como sub-literatura, pero en todo caso, no me atrevo a calificarlo de literatura”.
Sin embargo, autores muy reconocidos han opinado igual que García Márquez, y no han escatimado al periodismo lo que tiene de literario cuando está bien hecho, desde luego, porque en última instancia, no porque un texto figure entre gruesas pastas es literatura.
Tal es el caso del escritor cubano Alejo Carpentier, hombre de cultura monumental, quien no halló razón para separar al periodismo de la literatura, a no ser por cuestiones de estilo. Precisó: “Para mí, el periodista y el escritor se integran en una sola personalidad... Podríamos definir al periodista como un escritor que trabaja en caliente, que sigue, rastrea el acontecimiento día a día sobre lo vivo. El novelista, para simplificar la dicotomía, es un hombre que trabaja retrospectivamente, contemplando, analizando, el acontecimiento, cuando su trayectoria ha llegado a su término. El periodista, digo, trabaja en caliente, trabaja sobre la materia activa y cotidiana. El novelista la contempla en la distancia con la necesaria perspectiva como un acontecer cumplido y terminado”.
Por su parte, el Premio Nobel de Literatura, Octavio Paz, señaló en un texto de madurez: “El periodismo, la novela y la poesía son géneros literarios distintos, cada uno regido por su propia lógica y estética”. Y tras de afirmar y demostrar que “la buena poesía moderna está impregnada de periodismo”, concluyó una conferencia manifestando que “a mí me gustaría dejar unos pocos poemas con la ligereza, el magnetismo y el poder convicción de un buen artículo de periódico... y un puñado de artículos con la espontaneidad, la concisión y la transparencia de un poema”.
Coincidencia a la que llegaron con años de diferencia el poeta Paz y el novelista Gabriel García Márquez. Este último, al ser interrogado años atrás sobre esta relación entre literatura y periodismo, respondió que lo ideal sería que la poesía fuera cada vez más informativa y el periodismo cada vez más poético. Un ideal que como puede observarse en los buenos creadores del periodismo moderno, parece haberse cumplido.
Un ejemplo de la grandeza del periodismo es sin duda alguna la periodista Isabel Allende, considerada la escritora latinoamericana más leída en el mundo, sus libros han sido traducidos a diferentes idiomas y han tenido éxitos de ventas, que se traduce, asimismo, en holgura económica, lo cual ha permitido a la autora chilena vivir de la literatura, meta que no todos los escritores pueden realizar.
La lectura de sus textos nos muestra una prosa sencilla, sin rebuscamientos, al alcance de todos, con una gracia que sólo los predestinados tienen, además de poseer un sentido del humor que entretiene y aliviana la carga de la lectura. Es en el humor -aspecto que muchos no han querido ver- donde Isabel Allende se distancia de sus colegas femeninas, puesto que a temas de indudable profundidad, sin sesgarlos, le otorga la amable presencia de la ironía o el sarcasmo, permitiendo una cosmovisión más universal y no tan encorsetada.
Pese a las críticas que ha recibido (específicamente por su tratamiento del realismo mágico), sus textos continúan siendo éxitos de ventas, tiene un público fiel que la sigue sin pausas y no puede negarse que su trayectoria artística es importante, ha trascendido y está encumbrada entre los grandes escritores de Latinoamérica.
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