DEMASIADAS COSAS NOS ESPERAN TODAVÍA
IRAIDA CALZADILLA RODRÍGUEZ
El día que Hortensia Sardiña le plantó en medio de los ojos al padre la planilla de Alfabetizadora Conrado Benítez, el viejo se puso furioso y dijo: "¡De eso nada, usted es una chiquilla y no se va pa'l monte!". Tenía 17 años y era maestra normalista, título que la eximía del permiso, pero no quería una perturbación familiar, no concebía ni remotamente irse a los más recónditos parajes de la geografía oriental dejando tras de sí a Laureano en ira.
Entonces, y como siempre, la madre buscó la solución montando en el tren de las letras y los números a Amelia Cervera, la maestra de primer grado que quería a Hortensita como a niña propia, y con su tutela definitivamente se fueron a Niquero, sumando a la tropa a Sonia, la hermana de 12 años, y a varias muchachas del barrio que dijeron que ellas tampoco se perdían esos días que hoy llaman "de gloria".
La profesora titular del Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona, Hortensia Sardiña Miranda, evoca persistentemente ese periodo y lo califica como el evento más importante de su vida. En los días finales de enero de 1961 el Comandante en Jefe, desde Santa Clara, convocó a un ejército de 100 000 alfabetizadores, en respuesta al asesinato del joven maestro Conrado Benítez.
Mientras la ruta de trenes y camiones la llevaba hasta el cuartón de Jobo Ladeado, no imaginaba que en la humilde casa de los Atencio se convertiría en otra Hortensia.
Y todavía más: se reconoció valiente cuando Teresita, la alfabetizadora de 12 años, se enfermó en la madrugada y, junto a los guajiros de la zona, cruzó siete pasos de ríos, cogió la "guarandinga" y llegó a Media Luna en busca de un médico que nunca apareció. De vuelta a La Habana ya nunca más daría espacio a los remilgos. Demasiada vida había acumulado en el breve tiempo de Jobo Ladeado.
"Una sentía que estaba haciendo algo importante, decisivo", dice muy concentrada en los recuerdos, ahora en un sitio que le es queridísimo, "su" Facultad de Profesores Generales Integrales Habilitados, todo un desafío de los nuevos tiempos en los que Fidel retoma una y otra vez su confianza en los jóvenes.
A 45 años de la gesta humanísima de la Alfabetización y de la creación de las brigadas Conrado Benítez, la Profesora se niega a quedarse en el pasado, como si aquella época romántica y comprometida no tuviera sus sucesoras. Mira a su alrededor y ve a los jóvenes inmersos en los Programas de la Revolución y se siente continuada.
“Los jóvenes de hoy también están dando pruebas de compromiso con la Revolución. Son esos que asumieron un aula tras la formación emergente, los que ponen bombillos ahorradores, los que están en las gasolineras,... y los que en Paquistán donaron hasta su sangre cuando fue necesario. Todo eso es épico, aunque hoy lo vemos a la luz de la cotidianidad, y nos parece normal”. Hortensia recibió la Medalla Frank País de Primer Grado, el más alto reconocimiento que otorga el sector de la Educación.
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