UN CAMINO DE ESPINAS
“Es hora de tener un pensamiento positivo, futurista y velar por asumir una sexualidad sana”, expresa el doctor Joel Varona Sánchez.
MAYVELI PARES MENÉNDEZ,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.
El embarazo en la adolescencia constituye una limitación para la mujer, y la principal solución que encuentra quien no puede o no desea tener la criatura, es el aborto voluntario.
“Es mi experiencia más traumática –expresa Susan*, una muchacha de 21 años, estudiante universitaria, y agrega: “Sé que lo hecho, hecho está, pero estoy consciente de mi fallo.
“Todo comenzó cuando la menstruación se atrasó más tiempo del normal. Luego empecé a presentar síntomas sospechosos, entre ellos, la revoltura constante de estómago, los deseos de vomitar, mareo, sueño y la mayoría de los olores me causaban nauseas. Decidí ir al médico y el doctor me confirmó el embarazo”, asegura esta muchacha, quien después se sometió a una regulación menstrual.
“Fue un proceder sin anestesia. Duró más de lo debido, al parecer traía jimaguas por la dimensión de la barriga, en correspondencia con el tiempo que tenía. No conozco todos los instrumentos, pero usaron un espéculo, una varillita para medir el tamaño del feto y una aspiradora para extraerlo succionando. Te aspira todo lo que tengas, pero en ocasiones puede dejar restos. Hice reposo por las fatigas que me provocó, y permanecí en el hospital hasta los chequeos de los signos vitales”.
UNA DECISIÓN A TOMAR
A finales del 2008 se reportaron en Cuba 7 545 abortos inducidos a muchachas entre las edades de 12 a 19 años, lo que constituye una disminución de 13 103 interrupciones realizadas, con respecto al año precedente, según informes estadísticos del Ministerio de Salud Pública.
La mayoría de las muchachas eligen la interrupción del embarazo, pues no encuentran la solución adecuada para la “metedura de pata”, como suelen decir las personas mayores. Pero, ¿acaso el aborto es el modo más factible de deshacer lo no deseado?
Investigaciones realizadas sobre el tema en el país reportan un gran peso de la familia en la decisión de abortar. También, el deseo de no interrumpir los estudios y no estar preparadas para asumir la maternidad, coincide con las razones principales en las que se basa la toma de esta opción.
Susan* vivió esa amarga experiencia, y comenta: “Mi novio y yo estamos estudiando y fuimos tan irresponsables que no nos protegimos. Ese era un niño no deseado y no quería abandonar la carrera, por eso decidí no tenerlo”.
En ocasiones, la pareja se comporta de un modo infantil ante la situación, pero otros la enfrentan con decisión para solucionarla. Ejemplo de esto es el novio de Susan*, quien la apoyó desde la noticia del embarazo hasta el final: “No estaba de acuerdo conmigo, pero terminó comprendiendo que era lo mejor para los dos”.
Su mamá, Lorena*, dejó la decisión en manos de su hija: “Cualquier madre se pondría feliz de saber que será abuela, y ésa fue mi primera reacción, siempre sabiendo que abortarlo o tenerlo era un riesgo, y esa era responsabilidad de ellos como pareja”.
UN GRAN RIESGO
Aunque exista una baja percepción sobre los riesgos de estas técnicas por parte de las jóvenes, no se puede dejar de lado las grandes complicaciones de un proceder tan riesgoso.
“El aborto es un método quirúrgico a ciegas, y aún practicado en óptimas condiciones no se eliminan sus posibles complicaciones. Se plantea que más del 70 por ciento de las mujeres que acuden a una consulta de infertilidad para lograr el embarazo, tienen como antecedente uno o más abortos durante la adolescencia”, son consideraciones del doctor Alejandro Velasco Boza, especialista de segundo grado en Ginecología y Obstetricia, director del hospital docente ginecobstétrico América Arias, en Ciudad de La Habana.
La especialidad de ginecobstetricia se atiende en algunos hospitales del país, y a diario se reciben jóvenes menores de 20 años, con la intención de realizarse un aborto. El centro ginecobstétrico Ramón González Coro, en Ciudad de La Habana, es uno de ellos, y según declaraciones del doctor Joel Varona Sánchez, jefe de Servicios de Legrados, a la revista Tiempo de Adolescente, “semanalmente recibimos un promedio de cuatro a cinco muchachas que acuden a interrumpir su embarazo”.
Existen diferentes métodos para realizar la interrupción, entre ellos la regulación menstrual, el legrado, la aspiración, las infusiones salinas y la histerotomía. Se aplican también algunos medicamentos como, por ejemplo, el Misoprostol.
El doctor Raúl López, especialista en Ginecología y Genética, del hospital Flores Betancourt, del municipio de Caimito, en provincia La Habana, asegura: “En nuestro medio, la regulación menstrual y el aborto medicamentoso son los más utilizados”.
Estos procederes pueden realizarse legalmente. En Cuba se despenalizaron a finales de la década del sesenta del pasado siglo, pero se exige el consentimiento de los padres para la realización del aborto en todas las adolescentes menores de 17 años.
“Las regulaciones menstruales o aspiraciones se realizan en la actualidad en 32 hospitales autorizados y, fundamentalmente, en 321 policlínicos, practicadas por ginecobstetras y especialistas en Medicina General Integral debidamente capacitados para ese fin.
“En estos momentos los abortos voluntarios que se hacen representan la mitad de los que se hacía 12 años atrás y las regulaciones menstruales disminuyen significativamente, como también las interrupciones en las menores de 20 años”, declaró al periódico Granma, Miguel Sosa Marín, especialista de segundo grado en Ginecobstetricia y presidente de la Sociedad Cubana de Desarrollo de la Familia (Socudef).
UNA SOLUCIÓN AL PROBLEMA
La interrupción de un embarazo en adolescentes es visto, en algunos casos, como la posibilidad de solucionar el problema. La sicóloga Giselle Martínez, profesora de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana, ve el aborto como una segunda oportunidad que se les brinda a estos muchachos.
“La autovaloración, es decir, la capacidad de conocerse ellos mismos, aún no está desarrollada para asumir la maternidad ni la paternidad. No tienen un proyecto de vida estable, ni un plan de superación; las relaciones de pareja son inmaduras y las muchachas no están listas para ser madres. Todo en su entorno es cambiante y limita la toma de decisiones correctas sobre tener un hijo”.
Según esta profesional, “ellos entienden que cometieron un error, pero no tienen conciencia ni juicio de que dañan una parte de sí mismas. A veces, ni siquiera llegan a la idea de los daños físicos que pueden sufrir”.
Susan* sabe que las cosas pudieron ir mal: “Por suerte todo salió bien y no corrí riesgos mayores. Reconozco que no es la solución adecuada, pero sí una vía de escape. Tengo conciencia del error. En el tiempo de ese ser en mi vientre supe cómo comienza el amor de una madre por un hijo, pero me mantuve firme en cuanto a la interrupción, porque no podía tenerlo”.
Su madre estuvo con ella: “Apoyé su decisión de abortar, pues estaba estudiando y no quise que tronchara su futuro; aunque siempre supe que el aborto no era el camino correcto y podría perjudicarla, pues corría muchos riesgos en ser sometida a la intervención quirúrgica”.
Algunas personas lo ven como un camino o un escape. Arelis Barrientos Frómeta, estudiante de primer año de Comunicación Social de la Universidad de La Habana, tiene una visión muy particular del asunto. “Es cierto, el aborto ocasiona algunas complicaciones y trastornos físicos, pero es una opción para las muchachas que no desean ni pueden tener ese bebé, pues aún no saben nada de la maternidad y su pareja, en algunos casos, no puede asumir la responsabilidad”.
UN FINAL NO TAN FELIZ
Las secuelas o trastornos de las interrupciones, al igual que las complicaciones ocasionadas durante o después del proceso, son disímiles. Los especialistas conocen que física o emocionalmente, la joven involucrada sale perjudicada.
A juicio del doctor Joel Varona Sánchez, jefe de Servicios de Legrados del centro ginecobstétrico Ramón González Coro, en Ciudad Habana, “son múltiples: las que pueden ocurrir en el momento (por ejemplo, perforaciones uterinas, hematomas, sangramientos, lesiones de vejiga o recto), hasta las anestésicas, que no dejan de ser importantes; sin excluir otras complicaciones a largo plazo como son el embarazo ectópico, inflamaciones pélvicas, dolores pélvicos crónicos e infertilidad”.
En declaraciones al sitio www.granma.cubaweb.cu, el doctor Jorge Peláez Mendoza, también presidente de la Comisión Nacional de Ginecología Infanto-Juvenil del Ministerio de Salud Pública, destacó que “el proceder en sí mismo no tiene ventajas, y las desventajas son muchas, desde el trauma psíquico a la joven y a su familia, hasta los daños físicos, como pueden ser la perforación, la infección, el sangramiento, accidentes anestésicos, entre otros, ponen en riesgo la futura fertilidad y en ocasiones hasta segar la vida de una joven”.
Así sea en condiciones adecuadas o no, puede originar también la permanencia de restos ovulares y el aborto incompleto (expulsión parcial del feto). En el artículo El aborto inducido. Una visión histórica de su manejo, sus autores Manuel Antonio Artuz y Humberto Restrepo, plantean: “Uno de los muchos problemas de salud relacionados con el aborto inducido es la futura infertilidad. El riesgo de infertilidad secundaria entre las mujeres sometidas a aborto inducido es de 3 a 4 veces mayor que el de mujeres que no han abortado”.
Coincidiendo con las declaraciones de sus colegas, el doctor Raúl López agrega al tema: “Puede ocasionar una hemorragia grave por un trastorno de la coagulación no conocido y ello puede llevar a una histerectomía, es decir que haya, por la seriedad de la complicación, que quitar el útero de la paciente, igualmente las complicaciones por anestesia como un paro cardiorrespiratorio”.
Lorena*, como madre al fin, está consciente del riesgo corrido por su hija: “Sentí miedo de que la estuviese perjudicando. El aborto es algo peligroso, no debería practicarse con tanta libertad y, sobre todo, en la juventud.
“Existen muchas adolescentes de la edad de mi hija, ante su primer embarazo deciden abortar y terminan afectadas vaginalmente, quedando estériles para el resto de su vida”.
Cuando se ven en el salón de operaciones le vienen a la mente aquellos miedos, como toda niña, a las consecuencias, y no pueden ocultarlos. Maydeli Lantigua, estudiante de Ingeniería Industrial de la CUJAE, brinda su opinión al respecto: “Cuando las jóvenes entran al salón de operaciones para hacerse un aborto no saben si saldrán bien o mal, y pueden no salir con vida de ahí. Los padres se desesperan y en todos reina el miedo. A veces las cosas no salen bien y la perjudicada es la que está en la cama del hospital; por eso lo mejor es protegerse”.
LOS MEJORES AMIGOS
La adolescencia es una etapa donde los muchachos y muchachas no perciben en toda su complejidad las consecuencias de sus actos. Con el transcurso de los años, el desarrollo sexual va en ascenso, pero no siempre se tienen los conocimientos adecuados sobre el tema, para llevar a cabo una sexualidad responsable. A muchas jóvenes les cuesta trabajo asumir los métodos anticonceptivos como una vía de protección contra los embarazos no deseados, y las enfermedades de transmisión sexual.
Mara*, una joven de 19 años, tuvo su primera relación sexual a los 15 años. Su pareja no se protegió, tampoco ella, lo que conllevó a un embarazo no deseado. “No debí tener relaciones sin protegerme, pero me dejé llevar por el momento. Mi novio pensaba que no pasaría nada, y nos confiamos.
“Cuando supe que estaba embarazada no sabía cómo decírselo a él ni a mi mamá. Al decidirme, él dijo que no podía asumir esa responsabilidad y me quedé sola. Pero mi mamá me aconsejó, y decidí no tenerlo, porque yo misma era una niña y no iba a ser una buena madre.
“Esta experiencia me enseñó que debo protegerme siempre, para evitar un embarazo no deseado y para no contraer enfermedades venéreas.”
El doctor Joel Varona Sánchez, concluye: “Es hora de tener un pensamiento positivo, futurista y velar por asumir una sexualidad sana”. Arelis Barriento comenta sobre el tema: “Antes que todo, y para no tener un embarazo no deseado, es mejor protegerse de todas las formas posibles”.
Los anticonceptivos, tengan cualquier forma o aspecto, no son los únicos amigos en las relaciones sexuales. Es cierto, protegen de las enfermedades de transmisión sexual y de errores como el embarazo precoz; pero si no existe amor, compresión en la pareja, responsabilidad de cuidarse y autoconciencia, toda la protección colocada al alcance de las manos es en vano.
A veces los varones no quieren protegerse, alegando que están sanos, o que no pasará nada, pero no siempre es así. Cuando se descuidan no solo ponen en riesgo a su pareja, sino también a ellos mismos. Hay sus excepciones, y son quienes no se separan del condón en ningún momento.
Darién López, joven de 20 años, anda protegido en todo momento. “En mi bolso llevo la protección, cuando se agota voy a la farmacia por más, porque no tengo relaciones si no me protejo y protejo a mi pareja”.
Muchas son las que caen en el engaño, pero Susan* aprendió de su error: “Lo que sí asimilé de todo esto es que se puede evitar protegiéndose, así no frustras tus planes ni dañas a una criatura que se está formando”.
Hay un dicho que dice: “Es mejor precaver que tener que lamentar”, aplicable para este tema tan polémico. Si todos se protegieran de modo consciente y seguro, no tuviesen necesidad de acudir al aborto como solución a un problema evitable.
Nota: *Los nombres de algunos testimoniantes fueron cambiados respetando su privacidad.
FICHA TECNICA:
Tema: El aborto en la adolescencia
Propósito: Crear conciencia en los jóvenes sobre la protección sexual, a través de factores y consecuencias del embarazo no deseado y el aborto.
Objetivos colaterales: Dar a conocer datos y testimonios relevantes sobre las causas y consecuencias del aborto en las adolescentes; Propiciar datos necesarios para que las jóvenes sepan más sobre el tema; Crear conciencia en la juventud sobre el uso de los métodos anticonceptivos para prevenir un embarazo no deseado o alguna enfermedad de transmisión sexual; Brindar un análisis, lo más humano posible, de los riesgos y consecuencias de un aborto.
Estrategia de fuentes: Fuentes que pudiesen propiciar datos y cifras sobre el tema. Además, consulta a una muchacha que tuvo la experiencia del aborto. Reflejar las opiniones de jóvenes, con respecto al tema.
Soportes a emplear:
Hecho: El aborto en las adolescentes menores de 20 años y sus consecuencias para ellas.
Contexto: El incremento de las relaciones sexuales en jóvenes de 13 a 19 años en el país; La falta de profundidad en las estrategias para que los jóvenes sean capaces de planificar su vida; Causas esenciales de por qué las jóvenes se deciden por el aborto; Diferentes puntos de vista sobre el tema; Reacción de una madre ante la noticia del embarazo y el posterior aborto; El mejoramiento en las técnicas empleadas para llevar a cabo un aborto, entre ellas los últimos medicamentos; Profundización en las medidas de prevención y en las estrategias de planificación familiar.
Fuentes:
Doctor Alejandro Velasco Boza, especialista de segundo grado en Ginecología y Obstetricia, director del hospital docente ginecobstétrico América Arias, en Ciudad de La Habana.
Doctor Joel Varona Sánchez, Jefe de Servicios de Legrados del hospital ginecobstétrico Ramón González Coro, de Ciudad de La Habana.
Doctor Raúl López, especialista en Ginecología y Genética, del hospital Flores Betancourt, del municipio de Caimito, en provincia La Habana.
Psicóloga Giselle Martínez, profesora de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana.
Darién López, joven de 20 años.
Maydeli Lantigua, estudiante de Ingeniería Industrial de la CUJAE.
Arelis Barriento Frómeta, estudiante de primer año de Comunicación Social, Universidad de La Habana.
Declaraciones al periódico Granma de Miguel Sosa Marín, especialista de segundo grado en Ginecobstetricia y presidente de la Sociedad Cubana de Desarrollo de la Familia (Socudef).
Rrevista Tiempo de Adolescente, en soporte digital. Sitio web: www.somosjovenes.cu/ index/semana 77/tiemadole.htm.
Documento digital “El aborto inducido. Una visión histórica de su manejo”, de Manuel Antonio Artuz y Humberto Restrepo. Profesor Titular, Departamento de Obstetricia y Ginecología, Escuela de Medicina, Facultad de Salud, Universidad del Valle, Cali, y Profesor Asistente, Departamento de Obstetricia y Ginecología, Escuela de Medicina, Facultad de Salud, Universidad del Valle, Cali, respectivamente.
Sitios Web: www.granma.cubaweb.cu (declaraciones del doctor Jorge Peláez Mendoza y del doctor Alejandro J. Velasco Boza)
consultas.cuba.cu (declaraciones del Profesor Miguel Sosa Marín) delaosa@granma.cip.cu (periodista del periódico Granma, José A. de la Osa)
Tipos de juicios:
Analíticos: Empleados para reflejar todas las aristas del tema.
Disyuntivos: Psicóloga Giselle Martínez, profesora de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana. Arelis Barriento Frómeta, estudiante de primer año de Comunicación Social, Universidad de La Habana.
De valor: Especialistas en el tema y personas involucradas en la experiencia del aborto.
Tipo de título: De juego de palabras.
Tipo de entrada: Anecdótica.
Tipo de cuerpo: De escenas o casos
Tipo de cierre: De instancia a la acción.
Tipo de transiciones: Empleo de muletillas para enlazar párrafos e ideas. Subtítulos para introducir los temas.
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