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Isla al Sur

EL TIEMPO NO CREE EN INMORTALES

EL TIEMPO NO CREE EN INMORTALES

Emblemáticos inmuebles de Cojímar sucumben ante el descuido de sus habitantes y las autoridades responsables de ellos.

ALEX PÉREZ POZO,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Los tres símbolos arquitectónicos más importantes del pueblo de Cojímar sufren los efectos del tiempo y su valor cultural se consume con la decadencia de los inmuebles, sin que ninguna institución se encargue de su reparación.

“Todo se derrumba, va perdiendo vida. La historia que desde dentro de sus construcciones grita fuerte para ser rescatada, no tiene quien la escuche”, así se refiere Alejandro Pérez Núñez, miembro de la Asociación de Historiadores de Cuba, sobre la herencia arquitectónica de Cojímar.

El nombre de ese pueblo, que en arauco significa entrada de agua dulce en tierra fértil, fue inmortalizado por Ernest Hemingway, Premio Nobel de Literatura, en su novela El Viejo y el Mar. Pero Cojímar no es solo un “pueblo  de pescadores” como relata el escritor en su libro: el verdadero legado también está en las construcciones que estuvieron entre las primeras de su tipo en la Ciudad de La Habana y ahora solo dependen del tiempo para ser olvidadas. Ellas también constituyen el patrimonio del lugar.

“Hoy, en las condiciones más precarias que pueda estar una construcción se encuentra el Hotel Campoamor, deshecho en medio de tierras inútiles”, agrega Pérez Núñez, tras observar la huella que ha dejado el paso de los años sobre el hotel fundado en 1907.

El Campoamor estaba entre los más lujosos de América Latina en los inicios del siglo pasado y fue instituido por Doña Pilar Samohano Fernández, señora de la alta aristocracia habanera, también dueña del Hotel Telégrafo y los Helados de París, ubicados en la famosa acera del Louvre de la época, en el Parque Central,  junto al Hotel Inglaterra de la capital.

En el lugar, calificado como la “taza de oro de la costa Norte”, también existía el Cojímar Beach Club, instalación de recreo del Hotel Campoamor,  donde venían a veranear las familias más adineradas de la época, “porque esta era la única playa de la ciudad de La Habana, según  afirma el Historiador Ricardo V.  Rousset, en su libro Historia de Cuba 1918, Relación de Balnearios”.

Entre las personalidades asistentes a la apertura del hotel estaban la viuda de José Martí, Doña Carmen Zayas Bazán y su hijo, el capitán José Francisco Martí, junto al alcalde de la ciudad y el de la villa de Guanabacoa en aquel entonces.

Al reseñar su inauguración, los cronistas de la época escribieron en el periódico El Debate: “Podemos afirmar que el Hotel Campoamor compite con los mejores situados de las populosas ciudades americanas, y eclipsa victoriosamente al tan nombrado hotel de Atlantic City”.

Sin embargo, el gobierno presidido por Mario García Menocal adquirió el inmueble el 1ero. de julio de 1916, para prestar servicio como centro médico-educativo “Preventorio Antituberculoso José Martí, uno de los catorce centros asistenciales infantiles existentes en Cuba, considerados como asilos de niños, en los cuales eran atendidos los menores a cargo de la Dirección de beneficencia. 

No es hasta el triunfo de la Revolución cubana que el centro educacional preventivo se convierte en Oficinas del Ministerio de Educación (MINED)  en 1986; luego se convirtió en un almacén para las microbrigadas, hasta el día de hoy.

Allí descansan historias, secretos y un importante espacio que se desaprovecha. “Revivir el Campoamor sería como un sueño hecho realidad”, comenta el historiador Alejandro Pérez Núñez. 

Las autoridades actualmente responsables del inmueble, pertenecientes al Ministerio de Educación, “no tienen  recursos para reparar el centro y este necesita una gran cantidad de dinero, además,  hay inversiones que son más importantes”, argumentó Luisa Estévez Carmona, encargada del estado de centros educacionales del municipio Habana del Este.

Pero el Campoamor no es el único inmueble de gran valor histórico que permanece en el abandono. “Cada noche que me acuesto a dormir lo hago con el miedo de no poder despertar, el techo de aquí está como una telita, con filtraciones y todo”, dice Lucrecia Ruiz, de 48 años, habitante de la Quinta Boada o Quinta de Pedralves como se le conoce hoy.

“La edificación es una verdadera obra de arte y patrimonio de la historia de La Habana y la localidad. Aquí vivió hace muchos años Don Joaquín Boada, señor acaudalado, dueño de la fábrica de jabones y velas La Purísima, quien utilizaba la vivienda como quinta de veraneo en los meses de junio a agosto”, cuenta el historiador.

En los jardines de esta construcción, terminada en 1910, se reflejaba una de las primeras incursiones del estilo “art noveau” en Cuba;  además, poseía su propio pozo para abastecerse de agua, algo poco común para aquella época, según el libro 500 años de construcciones en Cuba, del historiador Juan de las Cuevas Torayas.

Hoy la edificación alberga cinco familias para un total de 20 personas. Para Carlos Fonseca, de 13 años, la experiencia de vivir allí es fantástica: “Todos los niños de la casona jugamos entre sus antiguas cocheras, por sus parques y nos gusta creer que vivimos en un casón mágico y que hay un hombre del saco del que siempre huimos”.

A pesar de que la Quinta Boada fue un emblema de la arquitectura epocal, tras el triunfo de la Revolución la edificación fue entregada a la Institución de Vivienda Municipal, que autorizó los espacios a las personas ya habitantes del lugar. Desde entonces, la suerte de la estructura del palacete está en manos de sus moradores, incapacitados económicamente para asumir su restauración.

“No tenemos dinero suficiente para repararla, ni reuniendo todas la familias del lugar. El país y nosotros incluidos atravesamos una crisis desde hace muchos años”, dice Claudia Corrales, quien utiliza su espacio como estudio de fotografía.

“Hoy la casa quinta ha sufrido muchas modificaciones, también el paso de ciclones y el efecto del tiempo ha dejado sus marcas. La majestuosidad de esta obra arquitectónica se ha quedado solo en fotos y en la memoria de pocos”, confirma el historiador de la localidad, Alejandro Pérez Núñez.

En una situación similar se encuentran los habitantes del Hotel residencial La Lomas. Yohanka Pérez, una de sus residentes más antiguas,  manifiesta que “aquí vivimos muchos y el espacio no es suficiente. Las paredes están deterioradas y al techo no le queda mucho”.

La infraestructura fue modificada con disímiles construcciones adyacentes que se erigen hoy en el residencial, deformando la idea inicial para la cual fue concebida. Con las ampliaciones, los habitantes de allí pretenden tener un mayor espacio en los terrenos y “aprovechar al máximo lo que nos dieron”, según Hilda Fuentes, una de las habitantes del lugar.

El residencial Las Lomas fue construido en los años veinte del siglo pasado y luego pasó a ser la fábrica de la marca de ropa Mayflower, iniciada por  una pareja de judíos emigrantes de Polonia en 1943, que llegó a Cuba huyendo del fascismo en su país.

“En los inicios de la etapa revolucionaria esta edificación fue entregada a las familias que hoy habitan allí, dejando la fachada y sus alrededores a la merced del tiempo”, argumentó el historiador de la localidad.

A decir de Alejandro Pérez Núñez, “si no se toman las medidas necesarias para salvar estas infraestructuras, veremos como el César, caer nuestro pequeño imperio, porque sin lugar a dudas el tiempo no cree en inmortales”.

FICHA TÉCNICA:

Tema: El deterioro y abandono de tres de las construcciones más importantes en Cojímar.

Propósito: Demostrar que estas construcciones se encuentra en un estado deplorable y no está en manos de sus habitantes, en la mayoría de los casos, rescatarlas.

Objetivos colaterales: Investigar los hechos que hicieron a estas edificaciones importantes en la historia. Demostrar que las edificaciones deberían ser patrimonio arquitectónico de Ciudad de la Habana.

Fuentes consultadas:
Especializadas: Alejandro Pérez Núñez, historiador de la localidad, y Luisa Estévez Carmona, encargada del estado de centros educacionales del municipio Habana del Este.
No especializadas: Pobladores de las edificaciones deterioradas.
Documentales: Cuevas (de las) Torayas, Juan. “500 años de construcciones en Cuba”, Editorial Boloña. 2000.
Periódico El Debate, X de julio 1907. Solo posee el recorte de periódico.

Tipos de juicios:
Todos los juicios emitidos por las personas encuestadas en las edificaciones son juicios analíticos, pues estas valoraciones son percepciones del problema.
Los expresados por Luisa Estévez Carmona, encargada del estado de centros educacionales del municipio Habana del Este, y Alejandro Pérez Núñez, miembro de la asociación de historiadores de Cuba, son juicios de valor.

Hecho: Las tres edificaciones más importantes de Cojimar se deterioran con el paso del tiempo sin que ninguna institución se encargue de su reparación.

Antecedentes: El Campoamor pasó a ser de uno de los hoteles más lujosos de América Latina, en los inicios del siglo pasado, a un almacén de microbrigadas. Luego del triunfo de la Revolución, la Quinta Boada, otra de las edificaciones olvidadas, pasó a manos de Vivienda Municipal, que autorizó los espacios a las personas ya habitantes del lugar. Desde entonces, la suerte de la estructura del palacete está en manos de sus moradores, incapacitados económicamente para asumir su restauración. El antiguo hotel residencial Las Lomas ha sido modificado con disímiles construcciones adyacentes, deformando la idea inicial para la cual fue concebida en los años veinte del siglo pasado.

Contexto: Las familias que viven estas edificaciones no tienen condiciones económicas que les permita  repararlas. Además, ellos desconocen la historia y el patrimonio que atesoran; y por tanto, la necesidad de rescatarlos. El estado actual de las construcciones es excesivo y hay posibilidades de que  peligre la vida de alguna de sus habitantes. Ninguna institución o empresa se encarga de estas edificaciones.

Proyecciones: El historiador asegura que si nadie se encarga de la reparación de estos inmuebles, acabará perdiéndose su patrimonio.

Tipo de Título: Llamativo.
Tipo de Lead: Clásico de Qué.

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