PIPO, ¿ÉL ES UN CAPITÁN MAMBÍ?
Don Felo del Ariguanabo no solo creó el primer bosque martiano de Cuba sino también hizo de su casa un museo.
Texto y fotos:
GABRIELA RODRÍGUEZ-LOECHES PÉREZ,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.
“El más grande anhelo que tengo yo en estos momentos es saber que un día no muy lejano ¡Cuba se llene de bosques martianos!”.
Rafael Rodríguez Ortiz, Don Felo del Ariguanabo, es el creador del primer bosque martiano que existe en Cuba. Dedicado a la investigación como cualquier otro autodidacta, pero fiel enamorado de la Historia y de la obra del Apóstol, ha convertido la casa donde vive con su familia en un museo. Sus palabras tienen ese impacto grande que nos hacen creer en Martí y sentirnos más humanos. Queda en San Antonio de los Baños un hato campesino porque vive en él un ariguanabense sin igual.
-Felo, ¿cómo surge la idea de
crear el bosque martiano?
“Yo había estudiado el Diario de Campaña de Martí porque él era mi guía, y sentí que con ese diario podía hacer la obra que siempre había pensado. En sus páginas encontraba el amor, el respeto y la protección de la naturaleza. Si Martí tuvo esa idea invariable de darle la libertad y la independencia a Cuba, cómo yo no iba a cumplir con el Maestro.
“Cuando dije que iba a hacer el bosque es porque lo iba a hacer y con todas las especies. Las iba a ir a buscar a cualquier parte. Sembré las 48 que José Martí menciona en su Diario de Campaña, 37 que vio, entre ellas el guayacán, y una jocuba, y las 11 a las que hace referencia sin haber visto como es el caso del cedro. Otras seis he plantado porque no pueden faltar ni la caña, ni el algodón”.
El Bosque Martiano del Ariguanabo, ubicado en la provincia de Artemisa, se inauguró oficialmente el 19 de mayo de 1994.Lo que fue un vertedero sobre tierra fértil hoy es un aula al aire libre donde se educan pañoletas porque, como dijo el Apóstol: Dos madres tienen los hombres, la naturaleza y las circunstancias.
“El instrumento que más me ha ayudado a hacer el bosque es este (con el rostro eufórico saca de la vaina que le cuelga del cinto un machete) porque a su lado, además de trabajar, me considero como un soldado mambí. Si los cubanos en la manigua lucharon con él para lograr la independencia, yo también sigo luchando aquí para el mejoramiento de mi patria. ¡Viva Cuba libre!”
En el 2010, el 8 de marzo, con la Directiva de la Federación de Mujeres Cubanas, Felo inauguró el Jardín Campesino.
“Hice un museo aquí en mi propia casa porque quiero que todos sepan la raíz del bosque martiano. Este patio lo he hecho con ese sentido de amor y de respeto a mí mismo y espero con ansias a quienes vienen a verlo.
“Aquí tengo el hacha pionera. A veces llegaba una persona y me decía: pero Felo, yo te voy a conseguir un hacha más liviana, mejor. Yo no podía aceptarlo. Esta inició el trabajo y es la que tiene el valor del sacrificio. La historia la cuentan la primera campana, el primer pico, la primera guataca y el primer tablón que daba la bienvenida.
“¿Qué cómo alcancé los grados de Capitán? ¡Ah, muy fácil! La gente de Macondo, un pueblecito muy humilde que está en la periferia del municipio, la cogió con decirme “mambí”. Yo siempre estaba trabajando con mi uniforme, igual que el que describe el Maestro en su diario, con mi sombrero de yarey y mi machete en la mano, y así me fui ganando poco a poco a todas las personas.
“Un día iba un individuo en su bicicleta con una niña, porque algunos traían a los hijitos a la escuela aquí a San Antonio, entonces, nunca se me olvida que me gritó: ¡Adiós mambí! y oí cuando la pequeña le preguntó: Pipo, ¿él es un Capitán Mambí? Si me van a hacer General no lo acepto porque ella con su inocencia me dio los grados”.
Pie de fotos: Rafael Rodríguez Ortiz en su jardín campesino.
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