EL TÁBANO
La obra cumbre de Ethel L. Voynich ocupó lugar en las mochilas de muchos combatientes soviéticos durante la Segunda Guerra Mundial.
CLAUDIA GONZÁLEZ CORRALES,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.
Un curioso libro ocupó lugar en las mochilas de muchos combatientes soviéticos durante la Segunda Guerra Mundial. Luego del triunfo sobre la Alemania nazi, testificaron que durante los largos y gélidos días que pasaron en las trincheras, recuperaban sus fuerzas releyendo El Tábano, cuando el ánimo decaía.
Aunque la novela no constituye una obra cumbre dentro de la literatura universal, sí representa una preciada joya y un volumen “esperanzador”, razones que la convierten en una lectura obligatoria de todos los tiempos.
La escritora irlandesa Ethel Lilian Voynich, pone en manos del lector un texto que recoge la vida de Arturo Burton, joven inglés que estudia filosofía en la Italia del siglo XIX y que se une al grupo nacionalista la Joven Italia para contribuir en la lucha contra los Habsburgo, una de las fuerzas reinantes más poderosas de Europa desde el siglo XIII hasta el XIX.
A raíz del descubrimiento de un hecho que cambia por completo su concepción de la vida, decide huir del país, rompiendo con todo: sus viejas amistades, "familia" y, sobre todo, su religión. Emprende, entonces, un viaje del que no regresará sino trece años después, convertido en el Tábano (apodo que recibió debido a su apariencia y carácter): un ser deformado y lleno de cicatrices, tanto físicas como psicológicas.
Desde su primera edición, en 1897, hasta la muerte de Voynich, en1960, fueron vendidos más de 2,5 millones ejemplares solamente en la antigua Unión Soviética. ¿Casualidad?
La también creadora de Oliva Latham (1904) y El Tábano en el exilio (1910), presenta un relato apasionante y anticlerical en el que Arturo lucha de forma casi paranoica por el único amor que le queda en su vida: la patria italiana ocupada por el extranjero.
Al igual que Edmundo Dantés, protagonista de El Conde de Montecristo, Arturo quiere venganza y colocará sus fuerzas a disposición de ese “sueño”: “Padre, ¡este Dios suyo es un impostor; sus heridas son falsas heridas, su dolor es una farsa!... ¡Si pudiera, por lo menos, saber lo que ha sido mi vida! ¡Y no obstante, no me he muerto! Lo he resistido todo, y he llenado mi alma de paciencia, porque yo volvería y lucharía con ese Dios suyo".
En su obra cumbre, la autora logra reflejar complejos estados emocionales de los personajes y sus tensiones existenciales. Un espiral de sensaciones caracteriza esta lectura en la que el rencor se convierte en interés; el odio, en pasión; la indiferencia, en curiosidad; el amor, en deseos de venganza.
A pesar de presentar un estilo sencillo, la obra revela una historia atiborrada de sucesos inesperados, los cuales le aportan narratividad. Las descripciones aparecen adornadas de imágenes románticas y clásicas, y los diálogos resultan extensos y detallados.
Los lectores se percatarán de que, aún cuando uno de sus fines es alegorizar sobre la justicia y la soberanía, esta novela sabe privilegiar a quien intenta encontrar su propio destino. Se encontrarán frente a una lectura de permanente intensidad que les permitirá amar, reír, sufrir y odiar a la par de su protagonista.
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