DE LAS VEGAS A LOS LIBROS
A sus 72 años, Teresa Suárez Valdés se reincorpora al trabajo en la biblioteca Ciro Redondo García convertida en escritora.
ELIANYS JUSTINIANI PÉREZ,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.
Foto: ANELYS PÉREZ.
Teresa Suárez Valdés tiene muchas páginas acumuladas, páginas algo mustias, pero con la fuerza del roble que les dio origen. Cuando la creyeron con fatiga volvió a las andadas, y sigue aquí, con 72 años, más firme que sus jóvenes compañeros, quienes la llaman cariñosamente “la súper abuela”.
La biblioteca Ciro Redondo García, en Artemisa, constituyó su segundo hogar por más de cuatro décadas, hasta el cierre en 2005 por cuestiones de reparación. Teresa, quien tendría entonces 64 años, regresó jubilada a su natal San Cristóbal, y allí, en sus ratos de ocio, puso en práctica la herencia de tantos libros: escribir.
Para sorpresa de muchos, cuando el local reabrió el año pasado, uno de los primeros rostros en aparecer fue el de la señora, que ahora también se dedica a la prosa. Su libro, El aroma de las vegas, será publicado en marzo por la Editorial Arte y Literatura, y aunque ella no reconoce el carácter autobiográfico, quienes lo han leído cuentan que la protagonista y la autora son una.
-¿Por qué volvió?
Este sitio es mi vida. Aquí pasé mi juventud, hice los mejores amigos, conocí a mi esposo Rogelio. Mis hijos pasaron sus vacaciones entre la polvareda de estos libros, y gracias a ello, hoy son profesionales. No creo que alguien, por la edad, deba condenarse a sí mismo, y yo me siento bastante fuerte, aún tengo mucho por dar y quiero hacerlo aquí.
-De la bibliotecaria
debutó una escritora…
No aspiro a un título tan grande, solo escribo lo que veo, lo que vivo, lo que me cuenta la gente, y este libro no es más que el resultado de eso, es como la novela de mi vida.
-¿Seguidora de Padura?
Por supuesto, yo le digo a Rogelio que Padura es como mi otro marido, pero, nada que ver con su obra, ojalá algún día pueda lograr la mitad de lo que ese hombre. Mis hojas no hablan de poetas como Heredia, sino de una joven llamada Hilda, que nació en Pinar del Río y, por ser la mayor, ayudó a su madre viuda a educar a seis hermanos, y con el transcurso de los años se fue quedando sola, pues cada quien tomó su rumbo. Ahí narro sus historias de niñez, de juventud, las penurias que vivió antes y después del triunfo de la Revolución, cómo se convirtió en madre y esposa, y por qué no se permite abandonar el campo que toda la vida le ha proporcionado el sustento.
Como verás, el argumento es muy simple, de hecho, es lo que pretende. No aspiro a convertirlo en ganador de un Premio Nacional de la Crítica, ni nada por el estilo, solo a su acogida por la amas de casa, las madres y todos los deseosos de leer sobre una vida más, posiblemente parecida en algún aspecto a la de ellos.
-Pensé que todos los escritores
aspiraban, aunque fuera en
el fondo, a algún premio…
Bueno…puede ser… ¡si me lo dan yo no lo rechazo! (risas), pero de verdad no es el objetivo, a esta edad, y siempre, a mi consideración, uno no debe hacer las cosas esperando algo a cambio, y si hubiera de esperar algo, con la acogida de una persona a quien pueda hacer reír, llorar o relajarse, me resultaría suficiente.
-¿Cuándo comenzó
a escribir el libro?
En 2009 yo pasaba mucho tiempo en casa, como estaba retirada, y me dije: ¿por qué no escribir algo para matar el tiempo?, y mira, lo que empezó como un hobby se ha convertido en una novela de 237 páginas. En junio estará terminada y lista para publicar, si Dios quiere.
-¿Tenía usted conocimientos
sobre edición?
No precisamente, pero he contado con mucha ayuda. Las correcciones y el diseño están a cargo de especialistas, el prólogo fue cortesía de Graciela Cordero, Doctora en Ciencias Sociales y, en mi opinión, excelente crítica en cuanto a literatura; en fin, son tantos los involucrados que si tuviera que agradecer no terminaría hoy.
-¿Aspira a su presentación en
la Feria del Libro de 2015?
Quién sabe, tal vez tenga el privilegio y en 2015 podamos llevarlo a nuestros hogares, pero nada es seguro, con las editoriales las cosas son complicadas.
-Como novela al fin tendrá
una pizca de amor…, ¿o no?
En casi todo hay amor, y amigos, y decepciones, en fin… esta no rompe las reglas, pero no creo que la trama sea “rosa”, ni que lo principal sean esas cursilerías… sin ofender.
-¿Por qué lo titula
El aroma de la vegas?
Porque la mayor parte de la vida de esta mujer transcurre en las vegas de tabaco, donde comenzó a trabajar desde niña y pasó los momentos más felices, y también los más amargos, pero se niega a olvidar alguno. Por esta razón se rehúsa a abandonar la tabaquería y se convierte en líder de una manifestación en el momento que intentan cerrar la fábrica. Hilda lleva el tabaco impregnado en los poros.
-¿La historia es real?
Más o menos: lo del cierre de la tabaquería y la consecuente huelga es verdadero, y el hecho de que en ella participaran mujeres con seis hermanos, o más, que pasaron trabajo en su vida, también lo es, pero a Hilda la cree yo, no porque no existiera, sino por ponerle un nombre a esas mujeres que no conozco, pero admiro.
-También es usted pinareña
y tiene seis hermanos, y se
aferra a la biblioteca como
el personaje a la vega.
¿Hilda no será Teresa?
Hilda puede ser cualquier cubana (sonríe), también puede ser Teresa, y sí, lleva mucho de mí, aunque es más valiente, más fuerte; hacerla así es un derecho que tengo como autora, ¿no crees?
Pie de foto: Para esta entrevistada no hay mayor placer que escribir y tomar un buen café.
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