EL DESPERTADOR DE F Y 9NA
Yayo entona su cantío todos los días alrededor de las cinco y media de la madrugada en la cerca del agromercado del barrio.
Texto y foto:
MARÍA CARLA O`CONNOR,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.
En el mismo corazón del Vedado, en las calles F y 9, vive Yayo, un gallo que entona su cantío todos los días alrededor de las cinco y media de la madrugada en la cerca del agromercado del barrio.
Raúl Pulido, responsable de la Junta de Propietarios del edificio Retiro Radial, cuenta que cuando el ave comenzó a cantar, lo hacía tan fuerte y claro, que se le podía escuchar hasta en el último piso de los inmuebles circundantes.
Una mañana se oyó el grito de una vecina del edificio Someca, quejándose del “bicho endemoniado” que interrumpía su sueño todos los amaneceres. Después de aquel incidente, la dueña del gallo, apenada de tanto alboroto, ató con una cuerda el pico del ave, narra Pulido.
A los pocos días, la vecina demandante no escuchó el despertador y Yayo, a consecuencia de la improvisada mordaza, no cantó en los bajos de su ventana, por lo que vio frustrada su cita en la Embajada de México para aplicar a una beca, ya que no pudo llegar a tiempo.
Ana María González, vecina de la cuadra y dueña del ave, cuenta que llegó apretujado y recién salido del cascarón, junto a otros dos pichones en la caja de viandas, obsequio de los parientes de Pinar del Río, por el nacimiento de su hija menor.
Al poco tiempo, uno de sus compañeros de viaje murió y el otro fue vendido al chef del paladar cercano. Pocos imaginaron que el sobreviviente sería un esplendoroso y viril gallo que se enseñorea por el barrio.
Por vivir en el pavimento y no en un ambiente campestre, tuvo que modificar los hábitos alimenticios de su especie por maní, cáscaras de plátanos, frituritas de harina y hasta uno que otro churro.
El doctor Manuel Porra, veterinario de gran experiencia, explica que todo los seres para sobrevivir han tenido que adaptarse a las condiciones del medio en que viven, si no perecen.
“Es la Teoría de Darwin. Lo mismo ha ocurrido con los perros, que a pesar de ser una especie carnívora, por la convivencia doméstica con el hombre han devenido animales omnívoros”, agregó Porra.
El portal digital Cubadebate publicó un reportaje sobre el gallo que despierta a Palmarito, localidad rural de Holguín (en el norte del Oriente de Cuba), indicando el comienzo de una nueva jornada.
Lo curioso es que el vigoroso Yayo no hay día que deje de recibir el amanecer y lo comparta con todos los vecinos, con el orgullo de demostrar que no hay necesidad de viajar hasta Palmarito para escuchar un buen canto.
Pie de foto: Yayo llegó recién salido del cascarón y pocos imaginaron que el sobreviviente sería un esplendoroso y viril gallo.
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