VEGETACIÓN JURÁSICA A LA VISTA
La Palma corcho, especie autóctona de Pinar del Río y Artemisa, constituye un fósil viviente en peligro de extinción.
YASMANI PÉREZ FORTEZA,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.
Sin sobrepasar los mil ejemplares, la Microcycas calocoma o Palma corcho, única de su género y edad en el mundo, tiene presencia natural en los municipios pinareños y los artemiseños Bahía Honda y San Cristóbal, con una comunidad principal en el Parque Nacional Viñales.
Lo anterior queda referido en el expediente científico de patrimonio excepcional, perteneciente a la provincia vueltabajera, lugar del occidente cubano donde más está presente la planta de esponjoso tronco semejante al corcho y hojas que conforman una copiosa corona verde oscura.
Orlando Forteza Santos, Máster en Ciencias Forestales, de la Empresa Forestal Integral, refiere que la Palma corcho es testigo de las transformaciones ocurridas en la Tierra durante varias eras geológicas, y constituye un auténtico fósil viviente debido a su sorprendente antigüedad.
Según el especialista, la planta cuenta con unos 150 millones de años de edad, data de la era Mesozoica (Triásico-Jurásico-Cretásico) y es una especie vegetal que logró sobrevivir a los complejos procesos de petrificación y de mineralización ocurridos en nuestro planeta.
“La antigua Mirocycas calocoma producto del desgaste genético y otros factores humanos, ha experimentado una disminución del número de individuos que componen sus poblaciones”, expone el Libro Rojo de la flora vascular, primero escrito en Cuba por botánicos vueltabajeros.
Entre las causas que amenazan la preservación de la planta están su existencia en una zona frecuentemente azotada por fuertes huracanes y la reducción del espacio propio por causa de la acción irracional del ser humano.
Las actividades económicas como la agricultura y la ganadería incidieron en la disminución de la presencia de la especie en esta región, con afectaciones producto de la tala indiscriminada y la destrucción del hábitat natural poseído durante décadas.
“Por la exclusividad y perseverancia que le caracterizan, la Palma corcho fue declarada Monumento Natural Nacional en correspondencia con la Resolución 60 del 5 de junio de 1989, primera y única de su tipo en obtener este reconocimiento”, precisa Nidia Cabrera, coordinadora principal de la oficina de Patrimonio en la provincia.
Con el objetivo de conservarla, el Jardín Botánico de la ciudad de Pinar del Río trabaja en una reproducción de forma natural. Proyectos y regulaciones ministeriales comprenden programas investigativos para la subsistencia de este ejemplar de la flora cubana.
Otra de las medidas aplicadas es la realización de colectas de semillas y plántulas para resguardarlas como germoplasma en cultivo, en la Red Nacional de Jardines Botánicos de Cuba, con el auspicio del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA).
En Cuba habitan más de un centenar de especies palmíferas caracterizadas por un alto grado de endemismo, y 90 de estas son autóctonas. Con rasgos muy particulares destacan la barrigona, la petate y la real, esta última nuestro símbolo nacional.
Pie de foto: La Palma corcho tuvo la capacidad de sobrevivir a los cambios geológicos del planeta.
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