COMEDIA PARA GENTE SERIA
La importancia de llamarse Ernesto fue la última obra de teatro escrita por el escritor británico-irlandés Oscar Wilde.
ELIZABETH K. CARVAJAL SUÁREZ,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.
“El único nombre posible es Ernesto. ¡Ernesto!”. Susana responde a míster Gresford mirándolo con firmeza y dejando claro que esa es su única condición para casarse. Así Oscar Wilde disgrega el conflicto formulado en su última obra de teatro, escrita en el año 1895, con una palabra de origen germano que vale por dos, Earnest, cuyo significado devela desde la portada un gusto por lo desconcertante.
La importancia de llamarse Ernesto, es el título de la única comedia firmada por uno de los mayores exponentes del esteticismo inglés, movimiento artístico surgido a finales del siglo XIX, que buscaba la exaltación de la belleza viendo al arte como elemento útil para ello.
El autor británico-irlandés, creador de más de una treintena de obras que recorren desde la narrativa con cuentos y novelas como El fantasma de Canterville y El retrato de Dorian Grey, hasta el paso por la poesía, el ensayo y la dramaturgia, Wilde divide la trama de su comedia, estrenada en 1895 en el teatro Saint James de Londres, en tres actos, o cuatro, según la edición, y acontece en el marco temporal de un día.
Míster Gresford y Archibaldo Moncrieff son amigos que bajo el mismo ardid logran evadir los compromisos adquiridos en sociedad, ambos crean una persona ficticia a la cual cuidan incondicionalmente y que, por demás, se encuentra en mal estado de salud. El primer personaje mencionado funge como protagonista de la historia y es quien, bajo el nombre de Ernesto, se presenta en la vecindad de Londres y se enamora de Miss Bracknell, Susana.
Mientras mantiene su identidad soslayada en Shropshire, territorio campestre de Inglaterra, donde se hace llamar Juan, según la traducción realizada por el sitio digital elaleph.com. En este lugar reside su pupila Cecilia Morris y su institutriz Miss Prism, y ante sus ausencias se excusa con la necesidad de supervisar a un hermano llamado Ernesto que vive en Londres.
Oscar Wilde como dramaturgo logra demostrar en esta obra su visión sobre la ironía del destino. Sin embargo, el autor pasa por alto el principio de causa-efecto que conlleva una mentira como la doble identidad de dos de los personajes, al dar una respuesta quizá ingenua ante esta situación, reflejado en el diálogo entre las cuatro voces principales de la trama, Cecilia Morris, Susana Bracknel, Archibaldo Moncrieff y Míster Gresford, (en esta ocasión, solo tomaremos una parte por la síntesis al expresar la solución del autor al conflicto de la obra):
Susana: (…) Míster Gresford, ¿qué explicación puede usted darme de la existencia de ese supuesto hermano? ¿Lo inventó usted por tener ocasión de venir a verme a Londres con más frecuencia?
Gresford: ¿Puede usted dudarlo, Susana?
La presencia del destino y la consecuencia de los actos reprobables no fueron manejadas por el autor en La importancia de llamarse Ernesto de la misma manera que en otros de sus libros y cuentos más famosos, argumento que le dará un toque distintivo a este título. En El retrato de Dorian Gray, por ejemplo, el personaje protagónico convive con el peso de sus malas acciones y fluye el final como una derivación natural del principio causa-efecto.
Earnest o serio, según su traducción al español, fonéticamente es igual a Ernest. He ahí la raíz del juego que propuso el irreverente Oscar Wilde con esta comedia que representa, de otra manera, la realidad moralista de una época, donde la seriedad y el estricto cumplimiento de las costumbres dejaban poca cabida a pensar diferente. Después de tres meses de estrenada, la obra quedó huérfana, tras el encarcelamiento de su autor por el delito de indecencia grave.
Pie de foto: La obra La importancia de llamarse Ernesto estuvo inspirada en la obra Engaged, del escritor inglés William Schwenck Gilbert (Tomada del sitio digital www.goodreads.com).
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