NO SE PUEDE VIVIR DE GRANDES HAZAÑAS HECHAS EN UN DÍA
Para Caridad Fernández Valderrama, desde el punto de vista académico no hay diferencias entre los alumnos de las sedes universitarias municipales y los de la Colina, pues ambos reciben idénticos conocimientos de profesores muy preparados.
ANTONIO GUZMÁN MORALES,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.
Sobre adoquines y entre edificios marcados por el tiempo, Caridad Fernández Valderrama transita por el camino elegido hace más de tres décadas, el de la docencia. La esperan leones símbolos de una ciudad de antaño: el Paseo Habanero se abre para esta mujer hecha cual bronce. La Sede Universitaria de la Habana Vieja la aguarda, y ella, segura de que su pasaje es el correcto, entra a ese maravilloso mundo con el objetivo de mostrar a los hombres la forma de convertirse en príncipes y reinas: el conocimiento.
-¿Qué estudió?
Matriculé primero en la carrera Biología, pero tenía problemas con Física y decidí cambiar para Economía. Me gradué en 1976.
-¿Cómo era Caridad estudiante?
Una alumna que no se salía de la media. En el aula no era super destacada. No creo que haya sido extraordinaria. Lo que sí siempre me gustó mucho el deporte. Fui miembro del equipo femenino de gimnástica y después comencé a practicar paracaidismo. En este último llegué a sobrepasar los mil saltos. Algo no muy simple y más en aquella época en la que me inicié. Éramos muy pocas mujeres.
-¿Cómo logró conjugar el deporte y la
impartición de docencia universitaria?
Mientras fui estudiante no me resultó complicado. Al comenzar a trabajar tuve que esforzarme más. Luego tuve a mi hijo y necesité alejarme del deporte. Mi mamá nunca estuvo de acuerdo con mis prácticas, y mi niño fue para ella el pretexto perfecto para aislarme del paracaidismo. Después de cinco años volví a incorporarme, pero como jueza. Desde el 2005 ostento la categoría nacional y voy en busca de la internacional.
-¿Cómo siendo graduada de Economía
realizó el Doctorado en Filosofía?
¿No le resultó difícil?
Evidentemente. Yo no tenía la preparación de un graduado en la especialidad de Filosofía. Pienso que hay relación entre estos campos, de la misma manera que la Filosofía se relaciona con todas las ciencias sociales, pero sin dudas fue muy difícil. Se me convirtió en un esfuerzo mayor. Pero al final lo logré. Era una meta en mi vida y pude alcanzarla.
-Se ha destacado por su labor investigativa,
¿considera éste un aspecto imprescindible
en cualquier profesor universitario?
Por supuesto. Primordial. La investigación es parte del trabajo. Permite profundizar los estudios. Cuando uno se gradúa y comienza a laborar, se da cuanta que le queda mucho por aprender, por lo tanto, la labor investigativa ayuda considerablemente en la preparación.
-Algunos estudiantes opinan que la Filosofía
es una asignatura abstracta, de carreras de
letras, a ves hasta innecesaria. ¿Puede
minimizarse el beneficio de esta disciplina?
Te voy a responder como le digo a mis alumnos: no se concibe un graduado universitario que no tenga conocimiento sobre el pensamiento filosófico. Debe que ser parte de la cultura de todo profesional. Es importante que el individuo destinado a desempeñar un importante papel en la sociedad en la que se ha insertado, posea una noción del mundo que le permita desarrollarse.
Para el científico dominar una concepción del cosmos, le facilitará encontrar las vías adecuadas para llegar a un descubrimiento, realizar una investigación. Si se parte de la idea de que la realidad es cambiante, material, eso facilita el trabajo. Por eso creo necesario explicar, mostrar al estudiante de ciencias naturales, generalmente partidario de la idea de que la filosofía no le sirve para nada, cuán equivocado está, porque él requiere de esos conocimientos tanto como otros universitarios. Precisa comprender la realidad, tener una vía, un método, un procedimiento facilitador para llegar a una comprensión fidedigna de las circunstancias vividas.
-¿Cómo llega a la Sede
Universitaria de la Habana Vieja?
Desde el inicio de este proyecto se planteó que los profesores de la Universidad seríamos los encargados de atender, fomentar, trabajar en ellas, porque las sedes no son un apéndice: componen también este gran andamiaje que es la Casa de Altos Estudios. Me vinculé a la de la Habana Vieja porque es la que más cercana a mi casa.
-Mi generación debate sobre la
funcionalidad de las Sedes Universitarias
Municipales (SUM). Se les piensa como un
espacio inferior a la Universidad tradicional.
¿Qué opina de estos juicios?
En realidad, la Colina es un símbolo por el historial tan largo que posee. No solamente por la simple graduación de estudiantes, sino por las luchas revolucionarias allí realizadas a lo largo de su desarrollo. Por lo tanto, para todo individuo subir la escalinata universitaria representa una meta, un ideal. No creo que esto sea un elemento para comparar quién está o no mejor preparado. Desde el punto de vista académico, no hay diferencias entre los alumnos de las dos instituciones que, como dije anteriormente, son la misma cosa. Reciben idénticos conocimientos, los profesores están muy preparados.
-¿Qué significa para usted la docencia?
La docencia es mi vida. En el contacto con los alumnos me rejuvenezco. Desde que me gradué comencé a dar clases. Si en un principio no estaba muy conforme, en la medida que pasó el tiempo comprendí cuán gratificante era para mí trabajar con estudiantes. Pienso que a través de la instrucción puedo ofrecer conocimientos, experiencias. No me arrepiento en lo absoluto de haberme dedicado a la enseñanza.
-¿Qué cree haber aportado a la
Universidad y, a la vez, que
le tributó la institución a usted?
No se puede vivir de grandes hazañas hechas en un día. Creo en la cotidianeidad de nuestras acciones. Pienso haberle aportado mi mayor entrega, sacrificio, ganas de hacer cosas buenas y mejores en todos los momentos. A mí, como ser humano, me ha ayudado a ser mejor persona, contribuyendo en esto el trabajo diario con el resto de los profesores de mi departamento, y esa magnífica relación profesor-alumno que da al corazón enormes ganas de vivir.
-Un momento difícil en
su vida profesional.
La etapa cuando estuve preparando el Doctorado. Era pleno Período Especial. Resultaba muy trabajoso encontrar la bibliografía necesaria, trasladarse a las bibliotecas. Todo eso me presionaba mucho porque, además, hacíamos la preparación de la tesis sin dejar de trabajar. Fue un período muy estresante.
-Y uno en el que se haya
sentido más realizada.
He tenido muchos momentos buenos, pero creo que si tuviese que elegir, escogería el instante en el cual el Rector me entregó el diploma acreditativo del Doctorado. También cuando recibí el Premio Alma Máter.
-Si pudiera cambiar algo de
la Universidad, ¿qué sería?
Necesitamos transformaciones en cuanto a las estructuras de trabajo, quizás en los métodos de enseñanza. Buscar formas más atractivas y didácticas para los estudiantes, posibilitadoras de no tener que aprender de memoria. Es preciso que los estudiantes asuman las asignaturas como instrumentos que les ayudan a pensar, razonar, a enfrentar la realidad.
-¿Qué significó para usted el
ingreso de su hijo a la Universidad?
Era parte de mi sueño, porque mi esposo y yo siempre deseamos que él fuera un profesional igual que nosotros, y lo logramos. Fue un momento muy feliz. Actualmente el trabaja en una dependencia de Copextel, y siguió mis pasos: también imparte clases en la SUM de la Habana Vieja.
-Un sueño de Caridad.
Aún no he escrito un libro. Tengo cosas hechas, pero no están preparadas para publicarlas. Debo esforzarme mucho más para lograrlo. Por lo demás, me siento muy satisfecha con la vida: realizada como profesional, mujer, madre, como parte de esta sociedad. He tenido la oportunidad de visitar diferentes países, y cuando compruebo otras realidades, me doy cuenta de que me siento contenta, dichosa de vivir en mi Patria.
Teniendo en cuenta mis años de trabajo, pienso que he tenido una vida fructífera. Siempre me he trazado metas posibles de cumplir. Nunca he pensado en términos irrealizables. He estado convencida de las posibilidades que tengo para consumar algo. Por eso creo haber logrado la felicidad.
-Entonces, ¿usted no es utópica?
No. Creo que no. Tengo sueños como todas las personas, pero sé caminar por el suelo.
-Qué palabra o pequeña frase
utilizaría si tuviera que definir:
Docencia:
Entrega.
Sus alumnos:
Amor.
Universidad:
Mi mayor experiencia; la más enriquecedora.
Esta entrevista forma parte del libro en preparación Nosotros, los del 280, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, a propósito del aniversario de la casa de altos estudios cubana.
Ficha técnica:
Objetivo central: Mostrar qué ha significado para Caridad Fernández Valderrama la Universidad y qué ella cree haberle aportado.
Objetivos colaterales: Presentar a las personas la integralidad de esta profesora. Su capacidad deportiva, poco usual en los educadores universitarios. Presentar el valor que le confiere a la investigación y a su asignatura. Mostrar algunos aspectos de su vida personal.
Tipo de entrevista:
Por su forma: Clásica. Preguntas y respuestas.
Por su contenido: De personalidad.
Por el canal que se obtuvo: Directa. Cara a cara.
Tipo de título: De cita textual.
Tipo de entrada: Descriptiva.
Tipo de cuerpo: De preguntas y respuestas.
Tipo de conclusión: De opinión del entrevistado.
Fuentes consultadas:
Pasivas: Currículo de la profesora. Artículos de la entrevistada publicados en Internet.
Activas: Director de la SUM de la Habana Vieja. Alumnos de la profesora.
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