LA EDUCACIÓN PRIMARIA CUBANA: ¿FRENO AL TALENTO?
SARAH PAZ,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.
La Habana.- Cuba potencia la atención diferenciada a infantes que necesitan ayuda para alcanzar los objetivos del sistema educacional. Sin embargo, la atención a niños sobresalientes, quienes también tienen necesidades educativas especiales, parece ser menos fomentada y nombrada.
“En el país se observa una clara inclinación hacia el déficit, los trastornos y los problemas de aprendizaje en los menores, pero también es importante que se considere a aquellos que presenten niveles superiores en el desarrollo intelectual”, afirman las expertas Ileana M. Fernández, María T. Moreno y Nivia Álvarez, del Instituto Superior Pedagógico José Martí de Camagüey.
El licenciado Rafael Bell Rodríguez, Director Nacional de Educación Especial, constata que dentro de esa enseñanza solo se incluyen infantes a quienes resulta insuficiente el apoyo que los maestros habitualmente les brindan por presentar discapacidades físicas, mentales o desórdenes conductuales.
Los escolares aventajados, de aprovechamiento alto, o talentosos, como también se les llama, reciben su instrucción como parte del programa regular en las escuelas primarias, lo que significa que a nivel institucional no se establecen diferencias con ellos.
La doctora Raquel Lorenzo del Ministerio de Ciencia Tecnología y Medio Ambiente señala dos posturas contradictorias que coexisten en la sociedad sobre la atención a estos escolares: “Por una parte es visible la conciencia de que se necesitan hombres cada vez más capaces, pero a la vez se hace resistencia a educar a quines puedan serlo”.
“Los cubanos hemos sido formados bajo el ideal de una absoluta igualdad, la cual erróneamente se cree violada si admitimos que determinados niños tienen capacidades por encima de las del resto; y realmente se viola si no damos iguales oportunidades de desarrollo”, apunta la sicóloga Mailín Zilberstein, de la Vicerrectoría de Trabajo Educativo de la Universidad de La Habana.
Reconoce, además, que son loables los esfuerzos que se hacen por propiciar el desempeño de alumnos con aptitudes para el arte o para el deporte, pero que el trabajo con aquellos que tienen niveles de inteligencia superiores es insuficiente.
“Yo quisiera que mi hija estuviera en una escuela donde pudiera explotar al máximo el talento que tiene. Al igual que la tienen los que presentan problemas de aprendizaje, ella podría estar en una donde reciba educación acorde con sus capacidades”, refiere José Alberto Velasco, padre de Diana de los Ángeles, quien cursa el segundo grado en la escuela Máximo Gómez, del municipio de La Habana Vieja.
Idania Martínez, residente en el capitalino municipio de Playa y madre de Ernesto García, de nueve años, cuenta que su hijo desde muy pequeño mostró iniciativa, independencia y cuestionamientos avanzados para su edad.
El investigador norteamericano Joseph S. Renzulli precisa, en un informe publicado en mayo de 1979, que estos niños se caracterizan por tener habilidades por encima del promedio, por comprometerse con las tareas gracias a una motivación intrínseca y por ser muy creativos.
“Al tenerlos en un aula donde hay niños con nivel medio, su desarrollo se atrasa. Muchas veces se sienten excluidos, no atienden a clase, son marginados por el grupo, lo que afecta su estado emocional. En la medida que se les estimule en otros escenarios, se obtendrán de ellos más satisfacciones”, subraya la sicóloga Zilberstein.
Aunque en la literatura especializada abundan las disquisiciones en cuanto al término a emplear para referirse a estos niños y en cuanto a los métodos de detección y tratamiento, los autores coinciden en que merecen y necesitan una atención diferenciada.
“Hay que darles actividades dentro de la propia escuela, porque si se crea otra que sea solo para niños con talento se estarían fomentado grandes expectativas en la sociedad respecto de los infantes que se formen ahí”, defiende el doctor en Ciencias Pedagógicas Pedro Luis Castro, del Instituto Central de Ciencias Pedagógicas.
La doctora Regla Silva, al frente de la Dirección de Enseñanza Primaria en el Ministerio de Educación, explica que los profesores en las escuelas primarias tienen que estar capacitados para identificar al niño con talento, y darle actividades diferenciadas para fomentar su desarrollo.
Tal parece ser el caso de la maestra de Carl L. Sosa, alumno de quinto grado de la escuela Fabricio Ojeda, del municipio de La Habana del Este, quien relata: “Cuando terminan las clases, mi guía se sienta conmigo y me orienta otras tareas diferentes a las del grupo, incluso algunas de las que deja para mis compañeros, yo no las tengo que hacer”.
Sin embargo, es cuestionada la capacidad, preparación y disposición de los educadores para asumir tal labor de intervención en esos infantes.
La doctora Lorenzo sostiene que el currículum de las carreras de magisterio no prepara a los futuros profesionales de forma adecuada en cuanto a la identificación, porque los escasos conocimientos de psicodiagnóstico que se imparten están diluidos en el estudio teórico de los diferentes componentes de la personalidad, o en las categorías de la psicología general.
“Trabajo con todos los niños por igual”, admite Dania López, profesora de tercer grado en el municipio de San Miguel del Padrón: “No creo que ellos deban notar que tengo diferencias con alguno en particular”.
No se puede afirmar que el trabajo de algunos maestros constituya un freno, pero tampoco facilita la elaboración consciente de estrategias individuales de aprendizaje en los niños, que puedan constituirse en “resortes” del desarrollo de su inteligencia, observa la psicopedagoga y máster en Ciencias Ángela González.
En numerosos países, se hacen esfuerzos para la identificación y estimulación de los alumnos excepcionalmente competentes mediante diversos programas.
Según investigaciones del Instituto Alberto Merani (IAM), centro colombiano para niños talentosos, noventa de cada cien jóvenes con capacidades excepcionales, cuando no reciben la educación especial que requieren, las deterioran en un lapso inferior a los tres años, y de ellos el 75 por ciento lo hace de manera significativa.
“Esto lo saben de tiempo atrás los maestros de arte y de educación física, pero parecen desconocerlo los ministerios de Educación, las instituciones educativas, los pedagogos y la mayor parte de los maestros”, insiste Julián de Zubiría, Vicepresidente de la Federación Iberoamericana de Superdotación y Talento, y Director del IAM, en su libro “Inteligencias, talentos y educación”.
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