CREO QUE SOY FELIZ
Orestes Artiles es un maestro enamorado de su profesión que vive cada día como si fuera el último.
Texto yfoto:
LAURENT MARÍA GUEVARA SANTANA,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.
Hace más de cuatro décadas que Orestes Artiles es profesor. Cuando lo conocí, no encontré a un maestro común, sino a un hombre amante de la Geografía, dispuesto a demostrar que esa es la ciencia más bella del mundo.
Artiles, profesor de la Facultad Media Superior, ha pasado la mayor parte de su vida en el Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona, una universidad llena de historia que celebra en el 2009, 45 años de su fundación.
Recuerda que desde pequeño sentía gran interés por las ciencias y muy joven decidió ser maestro: “La Geografía me gustó siempre, en el preuniversitario supe que era mi vocación.”
Dotado de un gran sentido del humor, es capaz de fascinar a quien lo escuche narrar la historia de su vida.
HA SIDO BONITO ENSEÑAR
“Comencé en el Instituto como estudiante en el año 1964. Todos los alumnos que ingresamos en esa fecha, y una vez graduados, permanecimos en el centro como profesores, somos dobles fundadores. Hay quienes se formaron en el Pedagógico y se fueron, esos son iniciadores. Otros, como yo, llevamos una vida aquí. Ya quedamos muy pocos. Ha sido bonito enseñar a tantas generaciones de estudiantes.”
Cuenta que siempre cumplió con las obligaciones que le asignaban en el centro, incluso, sin comprender en ocasiones la trascendencia que estas tenían: “Por ejemplo, me gradué de Geografía e Historia, pero lo primero que hice en el Instituto fue impartir clases de Educación Física. Era alumno ayudante de la Cátedra de Deportes durante la carrera. Al graduarme como profesor de Secundaria Básica, me preguntaron si estaba dispuesto a quedarme un tiempo dando clases y acepté.”
Tenía muchos grupos, vivía lejos, en Punta Brava y estudiaba la carrera superior, por lo que decidió cambiar: “En el año 1970 no quise continuar. Aunque me daban cursos de superación en esa materia -Educación Física-, eran de formación empírica. Asumía mucha carga de trabajo, comenzaba a las ocho de la mañana y a las siete de la noche todavía estaba impartiendo clases en Ciudad Libertad.”
Al pedir la liberación, le propusieron cambiar a su verdadera especialidad. Así comenzó su larga carrera como maestro de Geografía: “El Pedagógico, en aquel entonces, era una facultad de la Universidad de La Habana, y el director del Varona me explicó que yo había estudiado para formar, y allí era necesario. Me quedé.”
UN CAMINO LARGO
Posee muchos recuerdos este hombre que disfruta reflexionar sobre su vida. Entre sus más preciadas memorias se encuentran las de los primeros años de la Revolución, cuando siendo apenas un niño, participó en la Campaña de Alfabetización.
“En 1961, como miembro de las brigadas Conrado Benítez, recibí entrenamiento durante una semana en Varadero y después fui enviado a la Ciénaga de Zapata. Llegué en junio y el ataque mercenario había sido en abril de ese mismo año, así que presencié las cruces de las tumbas, pude apreciar los destrozos y las condiciones infrahumanas en las que aún estaban las personas de ese lugar.
“Terminé de alfabetizar en un barrio de Zulueta, donde nací, porque mi mamá fue a buscarme a la Ciénaga. Me enfermaba mucho, había demasiados mosquitos, casi no comía y era muy niño, tenía solo14 años.”
En 1982, lo escogieron para comenzar los estudios del Doctorado en Ciencias Puras en la Unión Soviética (URSS). Defendió su tesis en la especialidad de Geografía, sobre el estudio de los paisajes de las provincias cubanas La Habana y Ciudad de La Habana. Tuvo que enfrentar un nuevo reto en su vida: aprender ruso.
“Matriculé en la escuela preparatoria de idioma. Aquello fue una tortura. Sufrí mucho ese año porque estuve obligado a estudiar una lengua de origen eslavo, que salvo en muy pocas palabras, no tiene que ver con la latina.
“Terminé el curso en un año, pero tuve que esperar más tiempo de lo previsto para viajar a Moscú, al parecer, por extravío del expediente, ¡hasta que al fin me llamaron! Imagina lo poco que había aprendido; dos años después, no me acordaba de nada.
“Cuando llegué a la URSS, ¡qué trabajo me costaba entender aquello! Gracias a que hablaba un poco el inglés, pude comunicarme al principio con algunas personas.”
Allí empezó otra etapa de su vida, lejos de Cuba: “Entonces ya me sentía viejo, tenía 39 años. La vida en la carrera del magisterio es dura y sentía que había hecho mucho. Desde el punto de vista académico tenía lagunas, pero de todo se sale y vencí.”
El fin de sus estudios en la Unión Soviética coincidió con el derrumbe del campo socialista. Al regresar a su Patria, le esperaban muchos cambios.
DE VUELTA A CUBA
“Llegué con mil expectativas y comenzó el Período Especial. Fue una etapa bien diferente en nuestra historia. Habíamos pasado vicisitudes, pero en ese momento estábamos solos, sin respaldo internacional. Fueron violentos aquellos primeros años, únicamente gracias al liderazgo de Fidel se pudo salir adelante.”
Desde 1996 jefe del departamento de la carrera de Geografía, en el 2002, cuando surgió el plan de los Profesores Generales Integrales (PGI), asumió el liderazgo del proyecto.
“Me trasladé con los PGI para la Escuela Salvador Allende, un centro de nuevo tipo ideado por Fidel. Ya logramos los primeros graduados, pero aún hay que trabajar de manera que el proyecto se perfeccione.”
Una de las mejores experiencias de su vida fue la misión que cumplió durante dos años en Venezuela. De esa vivencia, guarda una medalla: “Recibí una tremenda sorpresa al terminar la misión. Fui reconocido por el presidente Chávez, quien me otorgó personalmente la Orden de Tercera Clase Francisco de Miranda, en el Palacio de Miraflores, Caracas.
“Él es uno de los principales líderes de estos tiempos, estuvimos charlando un rato, es muy ameno. En esta época, después de Fidel, él es el más grande. Fue una experiencia extraordinaria ver un país con cambios, con otro modelo diferente al que hemos hecho en Cuba.”
EL TIEMPO VUELA
“A nosotros, que ya somos mayores, a veces nos parece que nacimos ayer. En ocasiones hablo con mi hermano y él me dice: ¿Te acuerdas cuando jugábamos a la pelota y a las bolas en las esquinas?
“Cierro los ojos y me doy cuenta de que pasaron los años; sin embargo, es fugaz, los contextos son diferentes, cambian hasta las costumbres y eso es parte de la dinámica cotidiana.”
La vejez es un tema que lo ocupa últimamente. Se percata de que los años pasan y se pone viejo. Tiene miedo de que la vida se le escape y se propone disfrutar el tiempo al máximo.
“Vas ocupado ideando planes y la vida se te va. Empiezas un curso con determinadas actividades a desempeñar y siempre con un espíritu juvenil, voluntarioso, de querer hacer bien las cosas.
“Cuando tienes 20 años, piensas que la vida es eterna. Luego llegan los 30 y no sientes diferencia. Quizás eres un poco más maduro, pero con el mismo vigor. A lo mejor has cambiado porque te casaste y tienes hijos, sin embargo, te sientes joven aún.
“Asumes tantas tareas que cuando llegas a los 40 y pico, entre el muévete para aquí, dale para allá, haz esto y lo otro, te conviertes en cincuentón sin darte cuenta. Puede que aparezcan los achaques, pero se pasan por alto y mientras hay salud, lo demás no importa.
“Un buen día te llaman abuelo y piensas: ¡Oye, ya cumplí 60! Esa cantidad de años realmente suenan a tercera edad. Inmerso en el trabajo, el tiempo vuela. Luego descubres que te quedan dos años para jubilarte, te sientes cansado y comienzas a ver la vida al revés. Es difícil de asumir.”
Ha recibido muchas condecoraciones, que según piensa, también parecen ser cosa de veteranos, pero las atesora y habla satisfecho de haberlas merecido.
“Tengo un saco de medallas, por viejo me las otorgan. Cada una representa un logro, por tanto, una alegría en mi vida. Me ayudan a recordar.”
Con orgullo habla de su familia mientras busca algo en una agenda llena de dibujos infantiles, hechos por alguno de sus nietos, quienes, dice, son unas bellezas. También cuenta que celebró el pasado diciembre sus Bodas de Rubí: “Soy casado desde hace 40 años y tengo dos hijos, cuatro nietos preciosos y un solo hermano, que es médico jubilado y fue combatiente del Ejército Rebelde. Mi mamá fue colaboradora del Movimiento 26 de Julio, tiene 92 años, pero aún se mantiene activa.”
Artiles, a lo largo de la vida, ha visto transformarse al Pedagógico en el prestigioso instituto que es hoy, por lo que celebra con satisfacción el aniversario 45 del centro. Sabe que ha aportado un poquito a esta gran escuela y eso lo impulsa a ser ejemplo para las nuevas generaciones.
“El Varona me ha brindado grandes cosas a costa de mucho esfuerzo y sacrificio personal, pero me ha dado la posibilidad de poder contar estas vivencias. Creo que soy feliz.”
Esta entrevista forma parte del libro en preparación Rostros del Varona, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, a propósito del aniversario 45 de la casa de altos estudios pedagógicos.
FICHA TÉCNICA:
Objetivo central: Mostrar cómo el Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona está vinculado a la vida estudiantil y profesoral del fundador del centro, Orestes Artiles.
Objetivo colateral: Revelar datos biográficos de la vida del entrevistado.
Tipo de entrevista:
Por sus participantes: Individual.
Por su forma: De citas.
Por su contenido: De personalidad.
Por el canal por el que se obtuvo: Vía directa.
Tipo de título: De cita directa.
Tipo de entrada: De presentación.
Tipo de cuerpo: De citas.
Tipo de conclusiones: De comentario del entrevistado.
Fuentes consultadas:
Nilda Guzmán, profesora jubilada del Pedagógico, amiga y antigua compañera de trabajo del entrevistado.
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