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Isla al Sur

SEIS PARA SEXTO

SEIS PARA SEXTO

“Más que hacer razonar, a mi me ha preocupado conmover a mis lectores”, dice la voz aún vívida de un artista de la palabra.

LISANDRA  CHAVECO VALDES,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Tengo un gran maestro que “peina de memoria” su desierta cabellera. Se asemeja al típico abuelo de los animados, de expresión dulce y  hablar pausado, con la virtud de atraparte dentro de cada frase. La estatura pequeña  y  los ojos sensibles a la  luz, debido al uso habitual de lentes, Luis  Sexto es el niño apasionado por la poesía, el reportero de Bohemia, el cronista de todos los tiempos. Conocerle genera una combinación de afecto y respeto. Implica descubrir el pasado de un periodista de corazón.

-¿Cómo recuerda Luis Sexto su infancia?

Como una mezcla de júbilo, de añoranza y también de tristeza. Júbilo y añoranza, porque a pesar de todas las dificultades de aquella época y de mi familia, yo tuve una infancia feliz: conté con padres excelentes, para quienes mis hermanos y yo fuimos su razón de ser. Pero también la tristeza caló mi espíritu: no tuve siempre todo lo que quise, conocí de comer poco por no tener qué, perdí amigos a causa de enfermedades tan comunes como el tétanos, vi a mis padres sufrir por no tener trabajo.

Nací en un pueblito de campo, perteneciente a Remedios, tierra villaclareña,  sin luz eléctrica, rodeado de cañas y  paisajes, cerca del río Caunao. Allí transcurrió mi infancia hasta los nueve años, cuando la familia se trasladó a La Habana: la Meca de los desahuciados en aquel período.

En la capital aprendí a conocer nuevas visiones, nuevas sensaciones, siempre dentro de un marco sumamente estrecho, pues mi familia era económicamente limitada. Con el tiempo nuestra situación mejoró: mi padre obtuvo buen trabajo, pudimos comprar nuestro primer televisor y yo comencé a estudiar en un colegio religioso, gracias a las influencias de mi tía. De ese colegio, con 14 años, pasé al Seminario Salesiano.

Mi ingreso en el seminario marca la frontera entre el haber vivido de una manera y comenzar a ver otra. Desde ese instante,  ya yo no fui el mismo, me transformé: se me educó, se me enseñó el valor de la cultura, aprendí a leer libros, a encontrar placer en el estudio. Allí comprobé que la sabiduría podía ser un medio y no un fin. El seminario cambió mi vida.

-¿Qué lo alentó a introducirse

en el periodismo, cuando ya

había abrazado la vida religiosa?

Yo siempre quise ser poeta, quizás por esas sensaciones de tristeza, esos vacíos vividos. La Revolución cambió el destino. En el año 1961 salí del seminario con un concepto muy claro del significado de Patria y de sociedad, potenciados por la cultura y educación seminaristas.

A partir de ese momento, se hizo evidente la misión de periodista, de escritor que me correspondía, y comencé a vivir para lograrlo. Acudí entonces a una universidad singular, la lectura, un profesor extraordinario en mi opinión. Me nutrí de experiencias válidas para poder obtener un trabajo de calidad: fui obrero de la construcción, vendedor de ostiones y refrescos, estudié topografía.

Mis amistades de aquellos tiempos me ayudaron mucho, gente famosa, gente célebre como José María Chacón y Calvo, uno de los grandes ensayistas y humanistas de Cuba, Félix Pita Rodríguez, Jesús Orta Ruiz (El Indio Naborí), el Doctor Waldo Medina, ellos me orientaron, me dotaron de herramientas para hacer mi labor. Me hizo  bien, incluso, conocer a personas comunes y corrientes como Enrique Pichardo, contador de un ingenio azucarero, un lector insaciable.

La práctica moldeó al hombre con deseos de escribir, de hacer periodismo. Sin haber recibido instrucción especializada, solo con su perseverancia en el estudio y la lectura, logró publicar su primer trabajo en la revista mexicana  Ábside, en el año 1968.

“A mi me parece que uno comienza a entender la teoría cuando ya tiene una práctica. Con 25 años ingreso en la prensa, todavía, sin la orientación de una academia. El periodismo deportivo constituyó mi debut, pues fue una revista deportiva la que inicialmente me abrió las puertas. Yo quería hacer periodismo y no me interesaba, para ello, escribir de modas o de cualquier otra cosa.

“El deporte me aportó gratas vivencias, me dio soltura en la pluma, flexibilidad en el juicio y la habilidad de ver las dos caras de la moneda: en el fútbol, quien mete el gol, metió solo medio gol, la otra mitad pertenece a los que hicieron llegar la pelota a sus pies.”

Ahora Sexto baja la voz. Le resulta difícil hablar de 1987, de esos recuerdos alegres, y también nostálgicos, que le sugiere Bohemia, prueba suprema de su oficio, y el recibir, luego de tantos años, su título de graduado.

“Mi ingreso en Bohemia suscitó  el acercarme a la vida con otros ojos, no con la mirada de un diarista, ni de un comentarista radial, sino más allá, con los deseos de contar, de concebir las cosas para ser contadas. En su seno aprendí lo necesario para ser un profesional.

“Paralelo a mis inicios en Bohemia, hice finalmente la licenciatura, ya como un estudiante adulto, tal vez con un nombre ya ganado. Agradezco siempre la paciencia de los profesores de la Universidad para conmigo, pues fui el alumno que más tiempo demoró en graduarse, doce años, esas obligaciones eran enojosas a mi edad. Pero allí consolidé lo aprendido a través de la lectura y la experiencia, y recibí la mejor lección de crónica en voz de Miriam Rodríguez Betancourt.”

El ejercicio llevó al comunicador apasionado por el arte de la palabra, a probar el sabor de los diferentes medios. Ha dejado su huella en las páginas culturales de la Agencia Prensa Latina y el periódico Trabajadores. Actualmente realiza programas de opinión en las emisoras  Radio Rebelde y COCO. Pero la prensa impresa es dueña de vibraciones inigualables en cada  tejido de su cuerpo.

“La prensa plana permanece, camina, vuela viva igual a un buen libro. Hoy publicas una novela en La Habana y posiblemente mañana, en África, hay un ejemplar tuyo que será leído por personas a las que nunca imaginaste como tus lectores. El periodismo impreso pone de manifiesto el facilismo cuando las cosas han sido hechas con facilismo, te obliga a buscarle un mejor acabado al material. En él me cristalizo, es donde puedo hacer uso de todo lo que me gusta hacer con la palabra.

“Sin embargo, al hacer radio no me siento como cuando me leo en el periódico, son sensaciones distintas. Miro a la radio como un medio para acrecentar la economía doméstica, extender mis ideas y defender mis tesis; pero no me emociona como lo hace el texto impreso. Me he dado cuenta que en el papel se queda parte de mi, mas en la radio se va parte de mi.”

-En una profesión tan pública

como lo es el periodismo,

¿teme usted al error?

Siempre he tenido miedo a equivocarme. Yo me he equivocado. No hay nada más triste que leer un trabajo, acabado de salir y percatarse del error cometido. La vocación y la fuerza de carácter radican en sobreponerse a la depresión y volver al siguiente día a escribir con igual o mejores bríos, prometiendo no equivocarte, pero venciendo el miedo al error. Eso me ha enseñado la experiencia.

Largos años con la agenda bajo el brazo le permitieron presenciar momentos cruciales en la historia de la Revolución Cubana. El período especial converge en la visión de un periodista: “Vivir en mi país durante estos cincuenta años de Revolución, me ha posibilitado adquirir una idea más solidaria de la vida. Las circunstancias han sido difíciles, pero se ha trabajado a pesar de ellas. El secreto del buen periodista está no en haber vivido, sino en cómo aprovecha lo vivido.”

La poesía es un medio que se entremezcla con su labor y técnica periodística. A ella lleva la mesura, la contención del periodismo. Noticias de familia (1989) y  Con luz en la ventana (2006) esbozan “la forma de ganarse el pan del alma”.

“Parto de la poesía, ese es mi origen. Mas ella tiene su momento, tengo como norma el no escribirla cuando el dolor o la alegría estén frescos. Nunca deberá escribirse poesía si se ha acabado de reír o de llorar, el poema junto al fuego, con el dolor o la alegría vivos, es un medio de desahogo, y la poesía no es eso, es arte.

“Me acerco a la poesía en busca de la emoción. Yo no creo en la inspiración, creo en la concentración, en la imaginación y la fantasía del poeta. Cuando uno se concentra es capaz de generar los mejores sentimientos, y con ellos, las mejores imágenes. No soy un poeta de ocasión, para escribir un libro de poemas requiero un ciclo, un tema que me permita, al menos, escribir sobre él cincuenta poemas.”

El periodismo literario constituye una referencia obligada al hablar de Sexto. Sus crónicas  nutrieron las páginas de Bohemia y Trabajadores durante muchos años, y aún hoy nos regala el don estético de su palabra.

“El periodismo literario es mi modo de expresión. Yo no concibo escribir sin intentar, como mínimo, generar placer en quien me lee. Esa es mi regla, primero está la emoción, lograr una palabra bien escrita, estéticamente organizada, con ritmo, con ala y color, como dijera Martí.

“Yo trato de acercarme al periodismo literario, me esfuerzo para escribir de tal forma que lo escrito dure por sus valores estéticos. Los trabajos se mantienen, no solamente por su contenido, también por su forma. Existen materiales poco interesantes desde el punto de vista de la información u opinión, pero se emplea un lenguaje tan artístico y original, que aún así, se leen con gusto.”

-La vida nos impone retos, obstáculos,

para materializar nuestros anhelos.

¿Cómo se ha sacrificado Luis Sexto

en la conquista de sus sueños?

Yo no he sacrificado nada, ha sido una especie de placer, pues siempre he hecho lo que he amado. He sido capaz de perseverar, de ser paciente, y llegar, si no donde me propuse, al menos intentarlo, eso es para mí lo importante. Sin embargo, otros se han sacrificado en mi lugar: mi esposa, mis hijos, el mayor, específicamente, vivió mucho tiempo sin la compañía paternal, porque yo estaba lejos, trabajando. Aquellos años del periodismo eran muy movidos, y no me permitieron darles la atención merecida.

Aún así no les puedo pedir perdón por haberlos sacrificado, sí por no haber alcanzado, quizás, la meta prometida... Si no pude llegar más alto, más lejos, fue porque el ser humano tiene un límite, y ese límite te lo impone la naturaleza, no tú.

-¿Le resta algo por hacer a Sexto?

Escribir, solo escribir. ¡Qué otra ilusión puedo tener, si ese deseo de escribir es quien me levanta todos los días con ansias de seguir viviendo! Creo en la trascendencia. “Yo no estoy amenazado de muerte, yo estoy amenazado de resurrección”, como dijera un poeta guatemalteco.

-¿Qué opinión le merece

la nueva generación de periodistas?           

Tenemos muchos jóvenes talentosos, pero el talento no basta, hace falta la consagración, la vocación, la humildad para intentar escribir como Shakespeare y al levantarse de la silla creerse el  más infeliz de los seres humanos. Ese es el secreto, y también lo que a veces falta: apretar la tecla como Hércules y leer la cuartilla como Pulgarcito.

Ficha Técnica:

Objetivo central: Resaltar las cualidades que como profesional y ser humano convergen en Luis Sexto.

Objetivos colaterales: Reconocer al periodista, al padre, al hijo y al poeta que es Luis Sexto. Exponer los aspectos más relevantes de su trayectoria profesional.

Tipo de entrevista:
Por sus participantes: Individual.
Por el contenido: De personalidad.
Por su forma: Mixta.
Por el canal que se obtuvo: Directa.

Tipo de título: De juego de palabras.
Tipo de entrada: De retrato.
Tipo de cuerpo: Mixto.
Tipo de preguntas: 1-Abierta; 2-Directa; 3-Cerrada; 4-Directa; 5-Abierta; 6-De opinión.
Tipo de conclusión: De opinión del entrevistado.

Fuentes consultadas:
Luis Jesús González (periodista y amigo). Directa, no documental, primaria.
Luis Sexto Sánchez (el  entrevistado). Directa, no documental, primaria.
Luis Sexto Sánchez. El día en me mataron y otras crónicas en primera persona. Editorial Pablo de la Torriente Brau. La Habana. 2007. Documental, secundaria.

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