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Isla al Sur

ROGER RICARDO Y EL MUNDO DE LA ENTREVISTA

ROGER RICARDO Y EL MUNDO DE LA ENTREVISTA

Este periodista galardonado en múltiples ocasiones y hoy director de Investigaciones del Instituto Internacional de Periodismo José Martí, asegura que a veces las figuras que pasan inadvertidas entre la gente, son quienes más historias humanas tienen por contar.

ROSA FERNÁNDEZ FERNÁNDEZ,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Para Roger Ricardo Luis, el periodismo es la vida contada de prisa con amor y precisión.

En sus más de tres décadas de ejercicio de la profesión ha recibido, entre otros reconocimientos, la Réplica del machete del generalísimo Máximo Gómez y en dos oportunidades laureado con el Premio Latinoamericano de Periodismo José Martí. Y como él dice, “representan momentos de alegría y, ante todo, para reafirmar compromisos éticos y de superación profesional”.

El profe Roger fue  corresponsal de guerra del periódico Granma en Nicaragua  y Angola (reportó la histórica batalla de Cuito Cunavale). También dio cobertura al mayor desastre natural en Venezuela acaecido en el estado Vargas, que le llevó a escribir el libro Venezuela después del diluvio. Desde 2004 se desempeña como Director de Investigaciones del Instituto Internacional de Periodismo José Martí y ejerce como Profesor Titular de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, donde día a día se empeña  por transmitir la alquimia de la experiencia profesional y el conocimiento académico a sus alumnos.

Desde pequeño siempre le llamó la atención el mundo de la comunicación hasta encontrar en el periodismo su orientación; sin embargo, cuando terminó el duodécimo grado, no pudo matricular esa carrera, pues el preuniversitario donde estudiaba, tanto el programa docente y de formación vocacional, hacían énfasis en las ciencias  exactas y naturales y las tecnologías. De tal suerte, tras vencer el examen de ingreso, hizo el primer año de Arquitectura y tras aprobarlo, logró también vencer la prueba de aptitud para estudiar la profesión que deseaba.

Desde entonces, le gusta el reporterismo, pues como él bien dice, “es alma del periodismo”. Le gustan todos los géneros periodísticos y de ello da fe su obra profesional, pero  los que más prefiere son la crónica, el reportaje y la entrevista. Y cuando se le pregunta a quienes prefiere entrevistar, rápidamente contesta: “A la gente sencilla”, pues “todos tenemos una historia propia que contar  y  cuando se hace (y se logra por parte del periodista) se da con la belleza de la  sinceridad, de la naturalidad, sin afeites ni poses”.

Reconoce que sus mejores entrevistas se la han dado bomberos, arrieros de la Sierra, pescadores, amas de casa, soldados. ¿Las personalidades?, solo cuando se “las asignan”, aún cuando distingue entre  éstas y las llamadas “figuras”.

Roger no olvida la entrevista que hace ya muchos años le hiciera a los arrieros de la Sierra Maestra, Wicho y Román, auténticos héroes desconocidos, con  una riqueza testimonial y espiritual como para hacer una película. A ellos no llegó porque se lo dijeron, sino conversando con esos hombres por el camino.

Wicho  desde niño fue arriero, se conocía la Sierra Maestra con la palma de la mano, lo alfabetizó la Revolución y  se hizo un lector empedernido desde entonces, conocimientos que conjugó con las vivencias del camino. Román fue arriero de Camilo y el Che en la guerra, amigo de Celia y maestro agrícola después en Ciudad Escolar del Caney de las Mercedes, en las estribaciones de la Sierra Maestra.

Dialogar con este periodista y profesor es un modo de entender que el mundo del periodismo es mucho más amplio de lo que a veces creemos y que un buen periodista, como él afirma, es aquel que tiene la capacidad de convertir un tema al parecer mínimo en maravilla.

La entrevista representa para Roger Ricardo “el género más complejo, pero no el más completo”. Para este periodista, “la complejidad viene dada por la relación dialéctica que se da entre entrevistado-tema-entrevistador, mientras el reportaje es el que asume la mayor integralidad expresiva, sin desconocer al buen  testimonio, ese que logra sacar toda la riqueza de la subjetividad y la coloca bellamente en su contexto. No obstante, hoy se tiende a la mixtura; pero cuidado, que de la excelencia al mejunje tan solo hay un paso. De ahí que al final siempre se hable de mal y buen periodismo como los dos grandes géneros que dan vida a la profesión. Y ahí hay mucho del crecimiento humano y profesional del periodista. La mediocridad es la enemiga número uno del periodismo”.

De vuelta a la entrevista, Roger considera que “la complejidad de este género queda atrás cuando, en primer lugar, uno se enamora del tema de la entrevista y logra enamorar al entrevistado”. Para ello estima este reportero que resulta clave la preparación previa: saber  qué le puede interesar al público sobre el tema y el entrevistado, tratar de estudiarlos (tema y entrevistado) o al menos lograr caracterizarlos y, desde luego, el momento, la oportunidad de hacer la entrevista con un importante valor psicológico. Hay que estar siempre preparado para la sorpresa.

Hay que preguntar con precisión, con astucia, que el entrevistado se de cuenta que usted sabe de lo que le pregunta. Hoy es muy común en nuestro medio las entrevistas complacientes y  las preguntas generales. Lo primero se da de manera intencionada, por prácticas profesionales erróneas que apuntan por un lado al temor de las fuentes a brindar la información, y, por el otro, por la falta de profesionalidad de los entrevistadores.

Respecto a las preguntas generales, el profesor Roger habla de lo que él califica como “el síndrome de la libreta de abastecimiento”.   “Fíjate en la inmensa mayoría de las ‘entrevistas’  de la televisión y la radio, el ‘entrevistador’ pregunta de la siguiente manera: ‘Hábleme un poco de…’, como si fuera algo de la cuota. Eso ya se asume como algo natural (espantoso y sobrecogedor). El periodista brilla por las preguntas que hace; eso es una regla de oro. Lo otro es divismo de pachanga”.

El profesor también refiere la tendencia en los medios audivisuales a confundir una declaración con una entrevista. “Cuando esto se hace, conciente o inconcientemente, se degrada el periodismo. Hay quien esgrime el factor tiempo como elemento enmascarante, pero eso no es profesional, se engaña al público”.

Para este reportero, como se define, el hecho de haber sido corresponsal de guerra es una experiencia que sacude y transforma, aún cuando sea corta o larga. Le sirvió para ser un mejor ser humano  y poder compartir con tantos “héroes anónimos, más allá de cualquier medalla; personas a través de las que se pueden ver muchas otras personas.”

Su modo de asumir el periodismo es ingenioso: lo ve como la literatura de la realidad y asevera que es mucho más difícil hacer periodismo que hacer ficción: “Los periodistas debemos  partir de la realidad, de los hechos, mientras que los escritores pueden crear historias basándose en su imaginación.”

Según Félix Pita Astudillo, quien fuera jefe de Redacción del periódico Granma en las década de los 80 y 90 y amigo del entrevistado, la responsabilidad del periodista es hacer un cuento, de ahí que siempre se propone contar una historia, en el mejor sentido de la palabra.

“Me siento reportero siempre, me gusta el diarismo y para eso  uno tiene que pensar como periodista las 24 horas del día. La noticia, cuando es verdadera, hay que vivirla. Porque no es lo mismo noticia que propaganda”.

En cuanto a su labor en la Academia, desde su punto de vista lo que tienen en común el periodista y el profesor es que los dos son comunicadores; a diferencia del periodista, el pedagogo se propone educar, enseñar, instruir. Lo que le aporta el periodismo al magisterio es la capacidad de síntesis y la posibilidad de transmitir criterios.

En su último libro, Viaje desde la memoria -realizado conjuntamente con Marina Menéndez, periodista de Juventud Rebelde-, recopila entrevistas a un grupo de venezolanos acerca de las relaciones establecidas entre Cuba y la patria de Bolívar  a lo largo de los 50 años de Revolución. Dos países que han estado hermanados desde la Sierra Maestra.

Las entrevistas le permitieron conocer sobre gente digna de admiración en todos los terrenos. Para él, hacer  un libro es también un modo de hacer periodismo, ya que en los periódicos se está condenado por la tiranía del espacio.

Desde hace años es colaborador del diario Juventud Rebelde y de otras publicaciones, también se dedica a escribir acerca de temas que le motiven, pues “como profesor hay que predicar con el ejemplo” y,  desde luego, “porque el periodismo forma parte de mi existencia”.

Roger Ricardo reafirma en todo momento que nunca dejará de ser un reportero. Y desde hace muchos años, desde su condición de profesor, “¡me siento multiplicado y responsable de cada uno de mis alumnos que ya son periodistas!”

 

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