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Isla al Sur

HISTORIAS TEJIDAS CON PALABRAS DE MUJER

HISTORIAS TEJIDAS CON PALABRAS DE MUJER

Un compendio de entrevistas realizadas por el periodista Luis Hernández Serrano, se convirtió en su séptimo libro.

ADRIANA B. ROSA PERALTA,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Palabra de mujer pone al descubierto curiosas anécdotas que atrapan al público en una lectura fresca, suave y rápida. “Si les cuento a los  jóvenes de hoy que yo tenía 28 años y no había tenido  un novio, no me lo van a creer”. Esta es Vilma Espín, que aspiraba ser piloto y estudiar Medicina. ¿Lo sabía?

A cargo de la Editorial de la Mujer, lo que fuesen entrevistas sueltas publicadas en el diario Juventud Rebelde (entre los años 2000 y 2011), terminó siendo un libro del sagaz reportero Luis Hernández Serrano. El volumen  se presentó al público en la pasada XXII Feria Internacional del Libro Cuba 2013.

Entre las conversaciones también encontramos a Margot Machado, luchadora clandestina que hizo a un lado el dolor de madre y despidió el duelo de uno de sus hijos, muerto a manos de la policía bastitana, con la verdadera intención de impedir un sangriento enfrentamiento entre los jóvenes del Movimiento 26 de Julio y los esbirros. Cautivador  resulta el diálogo con “esa niña que enseñó a leer y a escribir a ocho analfabetos…”, según dijera Fidel Castro aquel día del noviembre de 1960, que Bárbara Palenzuela nombrara como el día más feliz de su vida.

“Nadie espere encontrar en estas conversaciones artilugios ni experimentación formal, ni preguntas agresivas, ni estructuras complejas, ni sorprendentes giros del lenguaje”, afirma Miriam Rodríguez Betancourt, Premio Nacional de Periodismo, prologuista y editora del volumen. 

El ejemplar -que llegó como séptimo invitado entre las producciones del además fundador de la Peña de Luis y Péglez (tertulia semanal de cultura general comunitaria) y del Grupo Ala Décima-, exhibe 21 entrevistas en las que predomina la redacción en preguntas y respuestas, aunque escapan a esta formal estructura otras que muestran la variedad de construcciones posibles a la hora de concebir tales pláticas.

Asimismo, es evidente cómo el periodista logra conservar y trasmitir a los lectores la naturalidad y espontaneidad de los encuentros con sus interpeladas. 

Entre las páginas 95 y 99 sorprende Margarita Díaz González, “una artista cubana ignorada y olvidada”, quien asevera que la Reina Sofía, de España, fue como su adolescente mimada y que cantó en su fiesta de 15 años en el Palacio de los Reyes, como invitada especial.

Casi se escucha a Esther Borja, interpretando la clásica Damisela Encantadora, que comenzó su vida profesional “ganando un peso por trasmisión, tres a la semana”, en una emisora donde la oyó  cantar Elisa, hermana de Ernesto Lecuona, quien se convertiría en la figura inolvidable de su vida, como ella afirmara entre signos de exclamación.

Otro de los relatos es el de  Alealis Rivero, joven invidente, quien se vio obligada a transcribir al sistema Braille la música de las obras necesarias para graduarse de canto en el Instituto Superior de Arte (ISA) y que hoy es una cantante multipremiada.

Amantes de la literatura y la excelente práctica del periodismo: otro libro espera ser leído. Esta vez llegan a sus manos ocultas historias tejidas con palabras de mujer.

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