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Isla al Sur

Nosotros, los del 280

ARMANDO DEL ROSARIO: UNA VIDA EN TRES ACTOS

ARMANDO DEL ROSARIO: UNA VIDA EN TRES ACTOS

El director de Teatro Universitario de La Habana confiesa estar absorto en la difícil lucha porque la agrupación teatral no muera.

LILIANA MOLINA CARBONELL,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Año 1956. Se representa en el Aula Magna “La zorra y las uvas”. La policía batistiana irrumpe en el recinto. La puesta en escena queda detenida y todos son desalojados del lugar. Es cerrada la Universidad y comienza un período de inactividad para el Teatro Universitario de La Habana.

El entreacto dura infinitos segundos…

Se descorre el telón en el siglo XXI, un siglo sin canas aún, pero con algo de experiencia. El año 1956 ya es historia. Hay otra obra para representar, se espera que esta vez no sea interrumpida. Dos personajes cohabitan en una sencilla oficina, dispuestos a sumergirse en un mar de remembranzas.

Armando del Rosario es el protagonista, aunque realmente él lleva implícito un elenco de primera. Comenzó a estudiar Derecho Diplomático, pero no pudo terminar porque la carrera fue cerrada. Después de cinco o seis años de “asueto académico” se decidió por Historia del Arte e hizo postgrados de actuación y dirección teatral. Desde 1978 es el director de Teatro Universitario de La Habana  (TUH) y hace poco más de un lustro mereció la Distinción Por la Cultura Nacional. Su carisma y agudo sentido del humor invitan al diálogo.

El otro personaje, una joven estudiante de Periodismo, se dispone a formular las preguntas a un hombre que lleva el teatro por dentro. El silencio pronto se transfigurará en palabras e indica que la obra va a comenzar.

Primer Acto

Un niño entra al escenario acompañado de sus padres. Mira con asombro un mundo desconocido, futuro cómplice de reales invenciones.

-¿Cómo fue su primer contacto con el teatro?

Era muy pequeñito, pero lo recuerdo bien porque me impactó mucho. Un tío abuelo, hermano de mi abuela, era un excelente actor, incluso había sido fundador del TUH. Una vez hizo en su casa el monólogo de Shylock, de Shakespeare. Cuando terminó, mis padres me llevaron a felicitarlo. Me asusté por el maquillaje tan violento, el vestuario…No lloré, pero cerré los ojos.

No sé si era una especie de masoquismo, pero aquello, a la vez que me asustó, me gustó. Después, mi abuela me llevaba a todas las funciones que se hacían en la Plaza Cadenas, hoy Ignacio Agramonte.

A mí me encantaba el olor del vestuario, la escenografía; estar en la luneta y luego verlo todo desde el escenario me fascinaba. No aproveché la influencia de mi tío, en ese sentido siempre me retraje.

-Cuénteme, entonces, cómo llega al TUH.

Esta agrupación teatral abrió sus puertas el 20 de mayo de 1941. Por aquí han pasado importantes figuras de las artes escénicas cubanas como Eslinda Núñez, Sergio Corrieri, Raquel y Vicente Revueltas. Yo llegué al TUH en el año 1966, mediante un golpe de suerte. Un día me enteré que estaban buscando personas para montar La Celestina, una obra con un elenco muy amplio. Enseguida fui e hice las pruebas. Me tocó interpretar a Pármeno, uno de los criados de Calixto.

Segundo Acto

Armando del Rosario comenzó a dirigir “por accidente” doce años después:”Yo era muy director de los demás, siempre dando indicaciones de cómo debían hacer las cosas. Entonces estaban montando un monólogo que se llamaba Antes del desayuno, de Eugene O´Neill. En medio del montaje se enfermó el director, Ramonín Valenzuela, y me dicen: “Armandito, asume”. Dije que sí, pero con la condición de que fuera otra actriz y propuse a Zaida Castellanos.

“La obra se montó en once días y fue todo un éxito. Eso me elevó el ego e hizo pensar que podía dirigir. Así seguí siempre que se podía, porque realmente mi plantilla era de tramoyista del teatro. Yo llegaba temprano, montaba la escenografía y lo preparaba todo, después me maquillaba y vestía. A veces, cuando no estaba en escena, tenía que estar haciendo un cambio escenográfico. Me decían el hombre orquesta”.

-¿Qué representa para usted llevar las riendas de la agrupación teatral más antigua de Cuba?

Es un honor y una gran responsabilidad. Es una lucha constante porque no muera y en estos momentos estoy absorto en esa lucha. Hace un año que no tenemos teatro. Las personas me preguntan por qué no ensayo en un aula, en algún otro lugar. Pero no es sólo ensayo, es representación, confrontar con el público lo que haces.

Además, a medida que los ensayos avanzan es necesario incorporar elementos de utilería, luces, música y no disponemos de un lugar donde hacer eso. Hay que tener amor y tesón para luchar contra muchos obstáculos.

-En una ocasión dijo que TUH estaba dormido, no desaparecido. ¿Cómo imagina el despertar?

No quiero imaginarlo, quiero que despierte, pero no sé cómo ni cuándo. Estoy esperando el beso del príncipe azul para ver qué pasa. Dicen que para el próximo año se va a reparar todo, pero por el momento, la Sala Talía, donde solíamos presentar las obras, no es ni la sombra de lo que fue.

Habría que hacer como al principio, una nueva convocatoria y empezar a buscar talentos. Yo trabajo con estudiantes, algunos han perdido interés, muchos se han ido para otros grupos. Volver a empezar es un reto, otro reto más.

-¿Considera que la agrupación teatral que dirige influye en la vida estudiantil universitaria?

Pienso que sí y en muchos sentidos. Constituye una forma muy sana para que los estudiantes empleen su tiempo libre. Últimamente estoy tratando nada más de hacer comedias, porque ellos se divierten viéndolas y haciéndolas, incluso, a veces me piden permiso para traer amistades a los ensayos. Al igual que los grupos de danza y la coral, el teatro es una forma de que canalicen sus inquietudes artísticas.

-Anualmente se celebra el Festival Internacional de Teatro Universitario. ¿Qué importancia concede a este evento?

Ahí precisamente es cuando me doy cuenta de la calidad que tienen nuestros grupos de la Universidad. Al Festival vienen colectivos de otros países con escenografías y vestuarios realmente envidiables. Sin embargo, muchas veces las actuaciones y las obras no son nada del otro mundo. Nosotros hacemos teatro muy pobrecito en recursos, pero con una calidad tremenda. No se trata de hacer más con menos, sino mejor con menos.

-¿En qué cree radique el éxito del TUH?

Nunca se ha presentado una obra de mal gusto o con concesiones a la vulgaridad. El primer requisito para poner una obra es que tenga una reconocida calidad literaria. El objetivo no es hacer reír por hacer reír, ni llenar sala por llenar sala. Lo principal es que la gente salga satisfecha.

-¿Cómo ve el Teatro Universitario dentro de la casa de altos estudios?

Como un símbolo, una escuela dentro de la Universidad. La gente lo recuerda como un punto de partida. Además, nuestro trabajo va dirigido fundamentalmente a los estudiantes y esto implica un compromiso muy grande. En cierta medida tratamos de que trascienda los marcos de la Universidad, precisamente para que la gente vea qué tipo de trabajo se hace aquí.

-¿Qué tendría en cuenta para montar una obra teatral por el aniversario 280 de la Universidad de la Habana?

Me gustaría que estuviera basada en las luchas revolucionarias vinculadas con la Universidad y en la relación del TUH con esta institución. También, en todas las vicisitudes por las que ha pasado, aunque lo más importante es que siempre ha salido adelante.

-Dicen que usted es un director muy detallista y exigente…

Es verdad, no lo puedo evitar. Pero me lo agradecen después. Me da mucho orgullo que otros grupos profesionales reconozcan a jóvenes que salieron del TUH y cuándo les preguntas que cómo lo saben, enseguida dicen que por la dicción. Es algo en lo que hago hincapié. La principal arma de un actor es su voz.

-De todas las obras que ha dirigido, ¿con cuáles ha quedado más satisfecho?

Me gustó mucho La Soprano Calva, de Eugene Ionesco; Obra de Arte, de Chéjov; y Las Vacas Gordas, una comedia musical de Abelardo Estorino. También quedé muy complacido con Las Yaguas, de Maité Vera, que fue todo un éxito.

Recientemente se estrenó Gepetto, una obra que tenía a todos con los “pelos de punta”. Imagínate que un muchacho joven se desnuda en escena y yo pensaba qué iba a suceder cuando sus compañeros lo vieran así en medio del escenario. Llegó el momento, pero de acuerdo con el mensaje y la situación, estaba justificado. Hubo un silencio total. Al final la ovación fue de pie y bastante prolongada. Esa es la mayor satisfacción.

-Además de la dirección teatral se dedica a la docencia…

Normalmente el teatro es por la tarde y yo imparto clases por las mañanas. El primer día llego muy serio al aula, pero a medida que va avanzando la clase hago de las mías y se va creando una atmósfera agradable.

Actualmente estoy impartiendo clases de actuación en el Hotel Nacional a un grupo de danza acuática. También doy un curso a licenciados y técnicos de la Unidad Docente de la UH. Son clases sobre conducta social. Desgraciadamente, en nuestro país se ha entronizado la vulgaridad, hay un falso concepto de que ser vulgar es sinónimo de cubanía y no es así. Se puede perfectamente ser cubano, sin ser vulgar.

-Teatro Universitario de La Habana ha sido merecedor de importantes distinciones otorgadas por los ministerios de Cultura y Educación Superior. ¿Qué significan para usted esos reconocimientos?

Un compromiso para que no pierda su prestigio, ni su calidad. A veces me asustan, porque es señal de que estoy viejo. Las distinciones obligan a que cada obra quede mejor que las anteriores. No sé… es algo agradable y a la vez aterrador.

Tercer acto

El tiempo ha pasado, pero la magia del teatro sigue cautivando a un hombre cuyo corazón no envejece. Él y el escenario son un solo personaje.

-Casi medio siglo de vida dedicado al teatro. ¿A qué género pertenecería una obra teatral que resumiera estos años?

Definitivamente sería una tragicomedia.

-¿Cuánto hay de Armando en TUH y cuánto de TUH en usted?

Hay 41 años de Armando, de amor y de deseos que no muera. Yo he tenido oportunidades de pasar a otros grupos, pero me gusta mi trabajo aquí. Ya es algo tan íntimo…TUH ha influido en mi manera de ver la vida, de comportarme, de hablar. Abandonarlo sería como perder un familiar.

-Si tuviera que definir su relación con el teatro…

Es mi vida

Cae el telón.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación Nosotros, los del 280, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, a propósito del aniversario de la casa de altos estudios cubana.

Ficha Técnica:

Objetivo Central: Realizar una entrevista de personalidad a Armando del Rosario, vinculándolo a la Casa de altos estudios en su función de director de Teatro Universitario de La Habana (TUH)

Objetivos colaterales: Reflexionar sobre el TUH dentro de la Universidad; Destacar aspectos importantes de su vida relacionado con la agrupación teatral que dirige; Presentar opiniones del entrevistado sobre el estado actual del TUH.

Tipo de entrevista:

Por su forma: Mixta.
Por su contenido: De personalidad.
Por el canal que se obtuvo: Cara a cara.

Tipo de título: Con el nombre del entrevistado y alusión al tema.
Tipo de entrada: Retrospectiva.
Tipo de cuerpo: Mixto.
Tipo de conclusión: De comentario del entrevistado.

Fuentes consultadas:

El entrevistado. Fuente directa.
Currículum del entrevistado. Fuente documental.
  

UN HOMBRE INSTRUIDO EN LOS CAMINOS DE MARTÍ

UN HOMBRE INSTRUIDO EN LOS CAMINOS DE MARTÍ

El Doctor en Ciencias Filosóficas Antonio Aja considera el saber un permanente proceso de aprendizaje.

ESMERALDA CARDOSO VILLASUSO,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Foto: MARÍA DEL CARMEN QUEVEDO

Antonio Aja dice ser un excelente cocinero, y cuando el tiempo lo permite, le gusta sacar acordes a su vieja guitarra; también  disfruta conversar con los amigos y deleitarse con su familia en una buena función de ópera. Tal vez esta no sea la imagen que muchos en la Universidad de La Habana y en otros espacios tengan del académico, conferencista notable y experto de prestigio internacional en el tema de la migración cubana.

Aja es graduado en la Universidad de La Habana en  la Licenciatura de Historia, Doctor en Ciencias Filosóficas de la Universidad de Kiev, Ucrania (1986),  y  profesor de la Universidad de La Habana desde 1977 en la Facultad de Filosofía e Historia. Además, se desempeñó como asesor técnico docente de la Dirección de Marxismo Leninismo del Ministerio de Educación Superior (MES)  1977-1988 y como Profesor Titular y subdirector del Centro de Migraciones Internacionales, CEMI, de la UH.

Su amplia hoja de servicios recoge la membresía en instituciones como el Tribunal Nacional Permanente de la República de Cuba para la obtención de grados científicos en Ciencias Históricas, desde 2003; y la Cátedra Benito Juárez, Universidad de La Habana.
Y si tantos cargos y responsabilidades no le han alimentado la vanidad y la autosuficiencia, es precisamente porque considera el saber un permanente proceso de aprendizaje.

Antonio Aja es de procedencia Norteamérica. Emigró con sus padres para Cuba en el año 1960, por lo que quizás ese sea el motivo de su atracción por los temas migratorios. En la actualidad es Director del Centro de Estudios Demográficos Migratorios,  CEDEM. Allí conversemos con él.

-¿Qué sintió cuando estuvo frente un auditorio por primera vez?

Responsabilidad y un poco de felicidad. Es la capacidad de pararse delante de un grupo de estudiantes que esperan por ti, por el conocimiento, por un punto de vista sobre una materia determinada, o como en muchas ocasiones, sobre la vida misma.

-¿Y después de tantos años que siente cuando imparte conocimientos?

La misma responsabilidad y quizás un poco más de felicidad de poder hacerlo después de tantos años…

-Usted se graduó en 1975 en la Universidad de La Habana. ¿Qué diferencias percibe entre la actual casa de altos estudios con la de su tiempo?

Antes de plantearte la diferencia que tiene, destaco que posee una similitud importante. En la década del 70 del siglo XX se produjo en la Universidad de La Habana y todas las universidades del país una revolución dentro de la revolución, porque comenzaban a acceder masivamente trabajadores y jóvenes a estos centros y había también un proceso en contra de la pasividad.

En los años 70, en la Universidad de La Habana no se dormía, sobre todo, en La Colina Universitaria; por entonces estudiaba Historia y recuerdo que la biblioteca estaba abierta hasta por la madrugada; las aulas permanecían encendidas siempre porque había cursos para trabajadores y por el día los cursos regulares, es decir, había una vida universitaria intensa. Ésa es la diferencia.

-Entonces, ¿quiere decir que en la actualidad no hay intensa vida universitaria?

No la hay.

-¿En que se basa para decir que no existe intensa vida universitaria?

En varios factores, uno es que el Período Especial marcó la diferencia en el orden de ampliación de los horarios, quizás, dentro de La Colina. Otro factor es que en la actualidad hay una vida universitaria que no se ciñe sólo a ese ámbito. La Universidad de La Habana se ha multiplicado muchísimo, ahí está la universalización de la enseñanza, las sedes municipales.

Añoro que la Colina Universitaria, con las facultades que se encuentran en ella, Matemática, Derecho, Filosofía, Sociología, vuelvan a tener aquella vida tan intensa.

-De las materias que ha  impartido, ¿con cuál se siente más identificado?

Con todas, no puedo decir una específica. Me considero una persona que se ha ido moviendo dentro de las Ciencias Sociales. Estudié Historia y he enseñado Historia, sobre todo Historia de Cuba, y en los últimos años también Historia sobre los Estados Unidos. Impartí, además, Filosofía, sobre todo en el momento en que había una división entre la filosofía marxista y un supuesto  materialismo dialéctico, materialismo histórico, donde hoy se superó esta  división, pero  en aquellos momentos existía. En estos momentos lo que me hace sentir realizado es  enseñar Sociología de las Migraciones y  la Historia de las Migraciones.

-¿Qué significa para usted la Universidad de La Habana?

Es una parte importante de mi vida porque siempre aspiré a estudiar en ella, anhelé trabajar aquí. Soy un admirador de la historia de la Universidad dentro de la Historia de Cuba; es decir, hoy yo no me situó en otro lugar que no sea la Universidad de La Habana.

-¿Qué le proporciona en lo personal la Universidad?

En gran medida mi formación como ser social, como profesional. Me aporta al sentido de mi vida.

-¿Que usted le ofrece a  la Universidad?

Muy poco en relación con lo que ella me ha brindado. Todo lo que he podido realizar como profesional -mis clases, alumnos, investigaciones-. Creo que a todos nos aporta mucho más de lo que nosotros a ella.

-Además de profesor, a usted se le conoce como uno de los más destacados investigadores sobre la emigración cubana hacia los Estados Unidos. ¿Qué lo motivó a incursionar en este tema?

Me dediqué a él por una reorientación profesional. Cuando hice el doctorado en Ciencias Filosóficas, mi tema estaba vinculado con los problemas en la construcción del socialismo. Después de mi tesis vino el derrumbe de campo socialista y desde ese momento me propuse dar una lectura diferente a los problemas del socialismo. También, porque el contenido de las migraciones permite miradas múltiples, interdisciplinarias, transdisciplinarias, las exige y eso es un reto, un desafío. Por eso me gusta.

Esto me llevó a incursionar en algo que es  vital en la política,  en la historia de Cuba. En gran medida me hizo dedicarme al tema, ponerle más corazón; también tiene que ver con mi vida.

-¿Con su historia personal?

Sí, soy hijo de padres emigrantes; viví en los Estados Unidos hasta los siete años. Esto no me hizo dedicarme al tema, pero sí darle una mayor atención y dedicación, y en la medida que fui entrando en él, me apasioné.  Hoy es una temática fundamental en el debate contemporáneo de las Ciencias  Sociales, decisivas para la historia futura de muchísimas regiones del mundo.

-Cuando investiga, ¿hasta qué límite siente que es una persona curiosa?

Soy muy curioso, aunque no lo exteriorizo. Eso ayuda muchísimo al investigador.

-Después de 15 años indagando sobre las principales causas que provoca que los cubanos migren hacia los Estados Unidos, ¿cómo Aja asume desde el punto de vista personal esas tendencias?

Yo defiendo el criterio de que hay elementos regulares de las migraciones que se están cumpliendo en Cuba, como se manifiestan en otras partes con relación al tema de la emigración hacia los Estados Unidos. Hay particularidades, por supuesto, que tienen que ver con la politización que los Estados Unidos le  imprimen al tema, con una historia  migratoria conflictiva. Pero hay otras que cada vez más se asemejan a  las condiciones generales de los flujos migratorios del mundo.

Pienso que vamos a vivir todavía una buena etapa de la historia donde continuaremos viendo que muchas de esas tendencias se mantienen, independientemente de que cambie una administración norteamericana. El problema es mucho más complejo  que eso.

-Por su labor como profesor e investigador le han conferidos premios y reconocimientos. ¿Qué siente al recibirlos?

Siempre que reconocen nuestra labor se siente satisfacción. Quien diga lo contrario no creo que sea real. En lo poco que he sido reconocido -no lo digo como algo que deba haber sido más-, me hace trabajar más, esforzarme cada día.

-El Apóstol en el año 1878 expresó: “La instrucción abriendo vastos caminos desconocidos, les inspira el deseo de entrar por ellos”. ¿Se considera usted uno de esos hombres ávidos de saberes?

Mi vida como profesional ha partido en gran medida de un esfuerzo personal muy grande, de una lucha contra adversidades, me considero también un autodidacta, por lo que soy uno de los hombres a los cuales Martí se refiere.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación Nosotros, los del 280, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, a propósito del aniversario de la casa de altos estudios cubana.

 

 

“MI ESENCIA ES DE EDUCADORA”

“MI ESENCIA ES DE EDUCADORA”

 

Dirigir la Escuela de Trabajadores Sociales constituye para su directora, Norma Barrios Fernández, un reto cotidiano que la obliga a poner en máxima tensión sus capacidades intelectuales y humanas.

 

HÉCTOR GONZÁLEZ AGUIRRE,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

“La Universidad de la Habana es mi vida”, dice la doctora Norma Barrios Fernández, mientras un brillo especial se refleja en sus ojos y me hace pensar en una mezcla de nostalgia, orgullo y alegría. Estoy junto a la actual directora de la Escuela de Trabajadores Sociales de Cojímar y antigua vicedecana Docente de la Facultad de Comunicación, quien rememora inicialmente su etapa de estudiante en la bicentenaria institución.

”Es un lugar al que entré muy joven y del cual no me he apartado jamás. La Universidad es algo consustancial a mi vida y me ha acompañado durante todos estos años en los procesos más importantes, tanto en el orden económico, político como social de nuestro país, en los cuales creo que he participado con dedicación y entrega.

“Cuando vine a trabajar para la Escuela de Trabajadores Sociales sentía que me iba de la Universidad de La Habana, aun cuando este centro se encuentra adscrito a ella. Por eso quizás me he empeñado, desde el momento que llegué, en que el colectivo asociado al proyecto de formación de los trabajadores sociales sintiera que esta es la Universidad.

“De hecho, muchos ocupaban plazas de instructores educativos, no eran docentes, y casi todos venían porque no querían seguir dando clases. Sin embargo, hemos logrado que se involucren en la actividad como profesores universitarios.

“Prueba de ello es que desde hace cuatro años aplicamos la variante pedagógica de escuelas municipales, y trabajan con mucho sentido de pertenencia a esa Universidad. De ahí que estemos haciendo un proceso de categorización para los instructores que imparten clases en nuestras escuelas municipales.

“De ninguna forma podría decir que ello es obra personal, aunque haya puesto mi empeño en que todos se sientan lo que son: profesores universitarios; y en lo que a mí respecta, continúe acrecentando el sentimiento de pertenencia que me acompaña desde que matriculé en la Colina en 1976.”

––Todo lo hecho, ¿lo considera un aporte a la Universidad de La Habana?

Diría mejor que es una contribución al enriquecimiento de la identidad universitaria, y, por sobre todas las cosas, para el mejoramiento de la calidad de los profesionales que se desempeñan en este programa de la Revolución, surgido en el año 2000 a partir de una idea del Comandante en Jefe Fidel Castro, para ofrecer apoyo social a los jóvenes que ni estudiaban ni trabajaban, y que, con el devenir, se ha ido convirtiendo en un programa mucho más académico y profesional.

––Tiene muchos libros. ¿Son parte del proyecto?

El curso para la formación de Trabajadores Sociales es intensivo y tiene un año de duración. La investigación inicial realizada para la creación del programa contó con la participaron de estudiantes de la Universidad de La Habana, y a nosotros, entonces desde la Facultad de Comunicación, nos correspondió hacer el plan de estudio y preparar la bibliografía básica para el desarrollo de los cursos que, por su continuo perfeccionamiento, se han ido enriqueciendo con la elaboración de muchos de los libros que nos rodean, sin contar los productos multimedia empleados en el actual modelo pedagógico.

––¿Cuánto hay de Norma Barrios en esos libros?

Creo que la pregunta es: ¿cuánto no hay de Norma en esos libros?

––¿Tuvo que impartir clases en algún momento durante este proceso?

Es una constante en mi quehacer, aunque mi labor principal es la de dirigir un equipo muy importante de profesores procedente de todas las escuelas del país e involucrarlos en un sistema pedagógico diferente.

––¿Único?

Sí, se pudiera decir. No se trata de pararse en un aula a dar una conferencia, sino reflexionar y enseñar a la gente a aprender por sí misma. Y este es un proceso que me ha tocado como parte de mis responsabilidades, en primer lugar, con los profesores, los directores y los estudiantes, no sólo de la capital sino los de todo el país. Como promedio, en los cursos de capacitación que se imparten, tengo mensualmente doce horas de conferencias. Es un hecho de excepción que no me toque hablar en algún lugar.

––¿Cómo ha sido el apoyo de su familia?

Afortunadamente vivo con un intelectual que, en primer lugar, me comprende y conoce la naturaleza y complejidades de mi trabajo, aunque ello no quiera decir, cuando se alargan y alargan mis jornadas laborales, que no existan los reclamos hogareños.  Es un hecho humano, ¿no crees?

esposo y yo mantenemos una relación intelectual muy estrecha. Muchas de las cosas que hago me gusta consultarlas con él. Me lee, me critica; yo lo leo, lo critico también. Analizamos proyectos, sueños, intercambiamos nuestras vicisitudes. Todo ello nos une más y nos ayuda en gran medida a sortear las “ausencias” de estos tiempos. Siento por él una gran admiración, y él, a pesar del espacio que dejo de dedicarle, me impulsa y  alienta en mi diaria labor. Y se enorgullece mucho más que yo de cualquier logro que pueda alcanzar.

––¿Que hace en sus ratos libres?

¿Ratos libres?...  Te diría que no son muchos.  Por ejemplo: cuando comenzó la revolución energética, el 31 de diciembre de 2005, se movilizaron los trabajadores sociales, y esperamos el año nuevo con ellos y no con la familia. Regularmente en los meses de julio y agosto hacemos las modificaciones del plan de estudio y, por tanto, hay que trabajar aceleradamente en la base material para que pueda estar a disposición de nuestros estudiantes.

––¿Qué cree de los cambios en la enseñanza producidos en la Universidad de La Habana?

Muy revolucionarios. El uso de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) le están dando un vuelco muy grande a la enseñanza, que cada vez tiende a ser menos presencial, al posibilitar que los estudiantes puedan autoprepararse en mayor medida, aunque la labor del profesor continúe siendo esencial en una forma tutorial.

––¿Tutorial?

Sí, o como decíamos antes, de mentor. La labor tutorial en la actualidad se dirige fundamentalmente a mostrar a los estudiantes la senda de su propio desarrollo y potenciar en ellos las capacidades de autoaprendizaje, para que los acompañe incluso durante toda la vida.

Las conferencias y las clases magistrales tuvieron su época, que van siendo sustituidas de forma creciente con el empleo de las TIC. Cuando hablamos de gestión del conocimiento y de la sociedad de la información en este siglo XXI, las funciones de un profesor son básicamente las de un facilitador del conocimiento a los que necesitan apropiarse de él. Ese es su papel.

Si queremos desarrollar en las personas una mentalidad creativa científica y les decimos “esto hay que hacerlo así”, no lo estamos propiciando. Todo modelo pedagógico que potencie la independencia del estudiante será el modelo del futuro. No hay profesor enciclopedista y tampoco creo que el enciclopedismo sea lo que haya que fomentar en las personas.

––¿Y qué, por ejemplo?

El afán de búsqueda insaciable del conocimiento y eso es lo que hay que enseñar y potenciar con el apoyo de las tecnologías de la información. No obstante, aún seguimos reproduciendo los esquemas tradicionales en las sedes universitarias centrales e incluso en las municipales.

––Muchos profesores y egresados, un poco conservadores, piensan que la Universidad de La Habana ha perdido la  vitalidad a causa de estos cambios. ¿Cree usted que la mantiene?

Pienso que sí. Contamos con buenos profesionales, te diría que de primera línea a nivel internacional y una cantidad de jóvenes que, como adiestrados, ya categorizados, e instructores, están en un programa acelerado de maestrías y doctorados. Son personas que hay que seguir muy de cerca, porque serán los encargados de dar los cambios que necesita la Universidad.

––Imagine que la Universidad de La Habana tomara la forma de una persona con la cual pudiera hablar. ¿Qué le diría?

¡Gracias, Universidad, por la oportunidad de crecer intelectual y humanamente!

––Le he escuchado en varias ocasiones mencionar la frase “nuestros muchachos”, con gran sentido de pertenencia, al referirse a los estudiantes. ¿Qué significan para usted?

Mucho. Debo aclarar que no quería ser maestra. Sin embargo, hoy te puedo decir que mi esencia es de educadora. Y en esa labor docente siempre les he entregado mi alma a los jóvenes. Cuando estaba en la Facultad de Comunicación eran también “mis muchachos”, lo que ahora ha crecido la familia. He descubierto que el quehacer educativo es consustancial a mi persona. Algo que me gusta y me nace hacer.

––¿Cuál es el aporte metodológico más importante que usted considera ha hecho a la Universidad de La Habana?

De existir alguno, tendría que ser muy inmodesta para contestarte esa pregunta. Pero como no hay preguntas provocadoras ni indiscretas, sino respuestas, te diré que no “mi aporte metodológico más importante”, sino mi mayor orgullo es ser parte integrante del colectivo de profesores de la Universidad de La Habana, que me ha premiado al posibilitarme trabajar en el nuevo modelo de formación de los trabajadores sociales, que incluye también la Licenciatura en Trabajo Social, los posgrados y la capacitación continua.

––¿Algún consejo para los estudiantes?

Que sean consecuentes con sus ideales y sus sentimientos. No podemos decir que somos patriotas ––y el patriotismo es uno de los valores más importantes, sobre todo para un ser humano de este país, libre y soberano––  si no somos consecuentes; no podemos decir que somos humanistas y solidarios, si no somos consecuentes con nuestra manera de actuar. Te diría más: ningún bien en la vida superará el caudal que nos lega el cultivo de la espiritualidad. Al menos a mí me sigue reconfortando aquel sabio decir de los griegos: al Hombre le bastan el fuego y la esperanza.

––¿Qué le desea a la Universidad de La Habana en este aniversario 280?

Larga vida, para que infinitas generaciones sigan sintiendo orgullo por esta institución.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación Nosotros, los del 280, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, a propósito del aniversario de la casa de altos estudios cubana.

Ficha Técnica:

Objetivo central: Dar a conocer la labor de una de una las profesoras más destacadas de la Universidad de La Habana.

Objetivo colaterales: Indagar acerca de su opinión con respecto a la Universidad actual, en su aniversario 280.

Tipo de entrevista:
Por su forma: de preguntas y respuestas
Por su contenido: opinión
Por el canal que se obtuvo: directa, cara a cara.

Tipo de titulo: de cita textual
Tipo de entrada: directa o de presentación
Tipo de cuerpo: clásico
Tipo de conclusión: De opinión o comentario del entrevistado

Fuente consultada: Norma Barrios Fernández, directora de la Escuela de Trabajadores Sociales de Cojimar. Directa no documental.

UN HOMBRE REALIZADO Y FELIZ

UN HOMBRE REALIZADO Y FELIZ

El profesor Sergio Guerra afirma que disfruta el trabajo de igual  modo que escribe un libro: “Soy  partidario que todo se debe hacer con  amor”.

ALIUSKA  BRIZUELA  VEGA,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

El Profesor Titular Sergio Guerra Vilaboy es el jefe del Departamento de Historia de la Universidad de la Habana (UH), Presidente de la Cátedra Eloy Alfaro, Secretario Ejecutivo de la Asociación de Historiadores Latinoamericanos y del Caribe, y presidente de su sección en Cuba.

A sus múltiples responsabilidades se añaden la de representante de la UH en la Cátedra de Historia de Iberoamérica y en el Proyecto Tuning para América Latina, miembro del Consejo Asesor de la Cátedra de Cultura Cubana Alejo Carpentier de la Universidad de Santiago de Compostela, subdirector de la Revista Debates Americanos de la Casa Fernando Ortiz y miembro de los consejos editoriales de varias revistas teóricas latinoamericanas. Tiene 58 años y se considera aún un hombre joven. 

-¿Qué es lo que más recuerda de los primeros años de la Revolución?

Fueron tiempos difíciles. Provengo de una familia que se consagró a la Revolución. En aquel entonces las dos terceras partes -para no decir todas- de nuestros compañeros y amigos se fueron del país. Nosotros estábamos convencidos que el futuro era nuestro, la revolución popular prometía la mística de crear un país que iba a dar solución a problemas palpables, latentes, en 1959 y de cierto modo fue así.

El doctor Sergio Guerra Vilaboy ha publicado más de 200 artículos y  ensayos sobre Historia Latinoamericana, seis folletos y 11 libros; además de otros 12 en calidad de coautor en revistas nacionales e internacionales.

-¿Cree que ha escrito un libro que abarque toda la Historia Latinoamericana?

Que la abarque toda, no. La Historia Latinoamericana es muy amplia; sin embargo, Historia Mínima de América es el resumen de mi obra. Es el más completo.

-¿Qué personaje histórico es su predilecto?

Simón Bolívar. Es una personalidad trascendente. Lo he estudiado mucho, y entre más lo hago, más lo admiro. Realmente tiene cualidades extraordinarias, es un hombre de todos y para todos los tiempos.

-Como profesor ha visitado varias Universidades extranjeras. En relación con la universidad cubana, ¿Qué ventajas y desventajas observa?
  
Hay de todo en la viña del Señor. No todo es blanco y negro. En esas universidades hay una serie de recursos que nosotros no tenemos. Por ejemplo, Internet, que no es poca cosa. Un profesor de cualquiera de ellas tiene la posibilidad de leer cada mañana el último libro publicado, de saber la última noticia, el último acontecimiento, porque tiene Internet.

Nosotros, por nuestra parte, no siempre poseemos los recursos para investigar, y si no están asequibles, es lo mismo que no querer hacerlo. Sin embargo, en Cuba los egresados tienen asegurado su puesto laboral, eso es  importante. En el exterior no es así.

-¿Qué significa para usted haberse doctorado de Filosofía?

Ese es el nombre del Título, pero en realidad todo lo que estudié fue puramente Historia. Al principio me parecía imposible, inalcanzable; sencillamente extraordinario. Pero todo lo que se hace en la vida se vuelve relativo, y cuando obtienes algo importante, algo por lo que luchaste, entonces queda en el recuerdo.

-¿Hay alguna diferencia entre la Universidad de hoy y la de su época?

En algunos órdenes la Universidad de hoy es superior a la de mi época; en otros, no. Antes la bibliografía que nos daban era muy amplia y diversa; en cambio, la biblioteca de hoy es muy pobre. Ahora hay más oportunidades laborales, sin embargo, los estudiantes de mi generación estaban más motivados, sin devaluar a los actuales, por supuesto. Pienso que esto tiene que ver porque hoy las carreras vienen por cifras. Yo recuerdo que en mi época uno estudiaba lo que quería. Ahora es lo que te toque por un escalafón.

-Entonces usted no está de acuerdo con el sistema de otorgamiento de plazas del Ministerio de Educación.

No es eso, ni siquiera sé si hay un método mejor. Además, no me corresponde buscarlo. Pero, al parecer, no está dando resultado; hay muchos estudiantes que abandonan la carrera y otros se convierten en profesionales mediocres.

-¿Qué es lo principal  que debe tener un  profesor?

Amor por su profesión y dedicación al estudio sistemático. Yo no quería ser maestro, estaba interesado en ser investigador. Tenía y sigo teniendo miedo escénico; eso no se quita, pero se controlara. Pero cuando tuve que decidirme, era secretario de la UJC y presidente de la FEU de mi escuela. El país necesitaba maestros, y como nunca exijo lo que no soy capaz de hacer, di el paso al frente. La vida me obligó a ser profesor,  le cogí el gusto y me enamoré. Considero que el complemento del profesor es la investigación; el tratar de transmitir conocimiento te obliga a investigar.
   
-¿Cuál es la falta que le perdonaría a un alumno?

Eso depende del caso, de las circunstancias. Lo que no le perdono a ninguno es que llegue tarde. Cuando empiezo mi clase cierro la puerta y quién no entró, no entra; no abro más hasta que termine.
 
-¿Qué es para usted la vida?

Es una sola, se construye y cambia constantemente .Yo no soy filósofo, no me dedico a pensar ni a analizarla; solo trato de vivirla.
       
-¿Y lo más importante en ella?

Mi familia, mis amigos y mis compañeros, en ese orden.   

-Con tantas responsabilidades, ¿cómo se las arregla para pasar tiempo con su familia?

Tengo tiempo para todo; es una cuestión de organización y planificación. Además, la mayoría de mis cargos no me ocupan tiempo. El que más lo requiere es el de Jefe de Departamento, el resto son rémoras. También tengo a mi secretaria; ella es de gran apoyo, muy eficiente, me facilita el trabajo.

-¿Alguna anécdota que contar para sus nietos?

Sí, muchas; pero recuerdo una en especial. Cuando la zafra de 1970, junto a otros compañeros nos dieron la tarea de hacer la historia de todos los centrales del país, de los más importantes, fue un recorrido desde occidente hasta oriente. Estando en las provincias centrales me mandaron a buscar de de La Habana para participar en un evento que se celebraba. Al concluir no me pude incorporar a la brigada porque la zafra casi terminaba en las provincias orientales. Digamos que tuve suerte, solamente corté caña alguna que otra vez, para quedar en vista buena. 
 
-¿Cuál es su ideal de felicidad?

Estar realizado en el plano personal y en el trabajo. Esto no quiere decir que no haya momentos de crisis. Todas las personas tienen, en un momento dado, situaciones de esa índole; es inevitable.

-¿Se valora usted como un hombre realizado?

Sí, realizado y feliz.

Ha  recibido las distinciones Por la Educación Cubana, Rafael María de Mendive y la Conmemorativa 260 aniversario de Universidad de La Habana. Obtuvo el  Premio Científico Anual al mejor libro publicado, El dilema de la independencia: las luchas sociales en la emancipación latinoamericana. En el año 2002 le otorgaron la Distinción Especial del Ministerio de Educación Superior y en el 2003 fue seleccionado Vanguardia Nacional del Sindicato de Trabajadores de la Educación.

-¿Qué siente cuando recibe esos reconocimientos?

No creo en las condecoraciones; ellas no dicen nada. Las acepté porque todo el mundo lo hace  y no quiero ser el pesado, el excéntrico que no  lo hace. Los premios son otra cosa. Cuando son bien dados, por supuesto, te estimulan, te  incitan  a  trabajar. Te comprometen a instruir sin esperar nada a cambio, solo la comprensión y la asimilación de la materia. No puedo negar que te consagran a enseñar más y a estudiar autodidactamente. Sientes un poco de satisfacción, porque te reconocen la labor que has realizado y sientes la necesidad de seguir preparándote cada día un poquito más.     

-¿Le falta a Sergio Guerra algún sueño por cumplir?

Sí, quizás un libro, una investigación… Todas las personas  tienen un sueño y las que no lo poseen sencillamente dejan de existir.
  
Esta entrevista forma parte del libro en preparación Nosotros, los del 280, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, a propósito del aniversario de la casa de altos estudios cubana.

Ficha técnica:

Objetivo central: Conocer sobre la obra y personalidad del entrevistado.

Tipo de entrevista:

Por su forma: mixta
Por su contenido: de personalidad
Por  el canal que se obtuvo: directa

Tipo de título: genérico
Tipo de entada: de presentación
Tipo de cuerpo: mixto
Tipo de conclusión: de opinión del entrevistado

Fuentes consultadas: directa (entrevistado)

 

LOS SUEÑOS SORDOS DE CARMITA

LOS SUEÑOS SORDOS DE CARMITA

Carmen Salgado, profesora de Lenguaje de señas, cuenta la forma en que llegó la carrera a la Universidad de La Habana.

CHAVELY DÁVILA DÁVILA,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación, Universidad de La Habana.

Sus manos revoloteaban en el aire con ademanes “extraños”. De los labios surgían palabras silenciosas difíciles de entender. Otras manos intervinieron en aquella lluvia de gestos. De esta forma se comunican algunos estudiantes y profesores en el aula tres de la Facultad de Español, ubicada en el Edificio Varona de la Colina Universitaria.

Carmen Salgado, profesora de Lenguaje de Señas, no oculta la emoción cuando habla de los primeros contactos con los sordos. En sus ojos habita la dulzura de quienes desempeñan una labor más humana que profesional.

-¿Qué acontecimientos influyeron en su formación vocacional para decidirse por la Licenciatura en Sordo-Pedagogía?

Estudié en la Unión soviética Licenciatura en Sordo-Pedagogía por un malentendido de la vida. Realmente, fuimos a estudiar Fizo pedagogía, que es la pedagogía que se encarga de enseñar a las personas ciegas, pero se confundieron los aviones de una y otra carrera. Yo tenía que ir para Leningrado y fui a parar a Moscú.

-¿Por qué no continuó su destino al darse cuenta del error?

Éramos diecinueve los que estudiaríamos la carrera… y nadie quiso regresar. El mundo de los sordos es tan fascinante que me gustó dedicarme a él desde el principio. Fui una de las graduadas en 1990. Nunca pensé dejar la especialidad.

-¿Dónde comienza a trabajar?

Al regresar de la Unión Soviética comencé a trabajar en la escuela René Vilches, del municipio Cerro, pero al poco tiempo me trasladé al círculo infantil de niños sordos de Alamar. Pasé siete y medio años en ese precioso círculo. Fue una experiencia buenísima porque era directora de un proyecto que estimulaba el trabajo con personas sordas como maestras y auxiliares pedagógicas.

-¿En qué momento se vincula a la Universidad de La Habana?

Estaba trabajando en el Hospital Psiquiátrico de La Habana cuando llega este proyecto de la Universidad, en el 2004. Tuvimos una preparatoria para empezar la primera edición de la carrera en el 2005. Desde ese momento paso la mayor parte del tiempo realizando las tareas de la especialidad.

-¿Qué importancia concede al apoyo familiar entre tanto trabajo?

El apoyo de mi familia fue fundamental en los inicios de mi profesión. Cuando trabajaba en el círculo infantil y algún niño se enfermaba tenía que llamar al los padres y los dejaba al cuidado de mi madre. Ella no entendía el lenguaje de señas y le era muy difícil comunicarse con ellos, pero no dudaba en atenderlos.

-¿Cómo logran incluir la licenciatura en la Facultad de Lenguas?

Esta licenciatura es un sueño de la comunidad sorda hace mucho tiempo. En Cuba, la lengua de señas estaba prohibida como lo está en muchos países todavía. A partir del año 1994 se acepta en las escuelas y hemos avanzado mucho. En el 2004 se abre la carrera, pero aún tiene que ganar espacio en la Universidad.

-¿Cuáles son las características de la carrera?

La especialidad cuenta con ocho disciplinas, siete de corte general. Las asignaturas que son de la disciplina las imparten profesores de la Cátedra de Lenguaje de Señas y también se incluye interpretación. Somos dos docentes trabajando muy unidas y batallando por tener    profesores sordos porque, al final, esta carrera les pertenece a ellos, a su patrimonio, a su lengua.

-¿El mayor aporte de la Universidad a la especialidad, cuál es?

Entenderla, mantenerla y lograr que los profesores del Departamento y de la Facultad acepten a los sordos. Ellos nunca habían venido aquí y están felices de que la carrera sea en la Colina Universitaria.

-¿Qué relación tiene su esposo con esta profesión?

Mi esposo fue precursor de la Lengua de Señas en Cuba; los sordos lo adoran, muchas veces se acuerdan más de él que de mí. También es profesor, maestro de sordos, pero trabaja en el Ministerio de Educación como directivo hace muchos años. A veces se pone celoso porque él domina la lengua de señas, pero no tan bien como yo, de manera que, cuando los sordos van a la casa tengo que servirle de intérprete y la situación se complica si hablo de otros temas con ellos y él no entiende. Son cosas propias de una familia, pero que al final, por cansancio, lo ha tenido que aceptar. La vida en mi casa es así.

-¿Siente que las autoridades cubanas hacen todos los esfuerzos para vincular este tipo de personas a la sociedad?

El país está haciendo toda una revolución en la Educación y aún así tuvimos que pasar mucho trabajo para llegar hasta donde estamos. La razón es el desconocimiento por parte de la sociedad. Entramos en la Universidad defendiendo la lengua de señas hasta que el Decano comprendió que era una lengua como las otras. Cuando las personas conocen de su importancia, ayudan y contribuyen. En Cuba existen muchos sordos, hay que apoyarlos y el estado se preocupa por eso.

-¿Cuáles son sus mayores satisfacciones?

Me siento realizada, sobre todo, cuando la profesora sorda que tengo entiende los ejercicios que se ponen a los estudiantes intérpretes, y si no, buscamos herramientas de interpretación para que lo hagan. Tenemos que escribirlo todo, hacer las clases didácticas, los materiales que se les dan a los estudiantes, además de eso, prepararlos antes y después de las clases.

-¿Qué piensa su familia sobre su dedicación la mayor parte del tiempo a los sordos?

Tengo mucho trabajo, es cierto, pero soy una persona que le dedica   tiempo al hogar. Me levanto a las cinco de la mañana, les preparo el desayuno a los niños y le repaso inglés al mayor. Trato de que todos posean un espacio y que nadie me toque a los sordos, porque son lo más importante que atesoro en la vida.

-¿La decisión de ayudar a las personas impedidas se remonta a la niñez?

Siempre me consideré una buena persona, pero nunca había visto un sordo. Intercambié con ellos por primera vez cuando vine de la Unión Soviética y solo con adultos. Creo que soy mejor persona porque los conozco mucho, tanto, que hasta tengo una hermana sorda-muda, que no lo será de sangre, pero se ha mantenido a mi lado en todo momento.

-¿Quién es Haydée?

Haydée es un poco madre de mis hijos. Cuando nació Rafael, en mi casa no sabían nada y fue la que me ayudó en el parto mediante el lenguaje de señas porque es sordo-muda. Toda mi familia se siente muy orgullosa de ella. Ha podido superarse sin pensar en sus limitaciones. Ahora estoy haciendo la licenciatura y la frase de introducción es precisamente de Haydée, donde alude a todo el esfuerzo que tuvo que hacer para llegar a graduarse de profesora.

-¿En qué proyectos participa actualmente?

Ahora estoy incluida en un proyecto de la radio que consiste en formar intérpretes especializados en el conocimiento de la Habana Vieja, porque hay muchos entendidos en hacer recorridos por esa parte de la ciudad, pero no con sordos. Lo más significativo es la sensibilidad con la que ha sido acogida esta propuesta por parte de los organizadores.

-Si le dieran la oportunidad de cambiar algo en su vida, ¿qué cambiaría?

No cambiaría nada. Tengo hijos maravillosos que me ayudan en las labores del hogar y un esposo comprensivo que comparte mis pasiones. Solo desearía que el sueño de crear una escuela para sordos, con profesores sordos y con sueños sordos se hiciera realidad. No hay nada mejor que hacer feliz y llenar de amor a las personas.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación Nosotros, los del 280, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, a propósito del aniversario de la casa de altos estudios cubana.
    

NUEVOS MEDICAMENTOS

NUEVOS MEDICAMENTOS

Uno de los laboratorios de la Facultad de Química de la Universidad de La Habana trabaja en aportes para la medicina.

ALEJANDRO RUIZ CHANG,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Foto: ANA LIDIA GARCÍA

Para la búsqueda de principios activos que pueden ser empleados en futuros fármacos como antiparasitarios o para dolencias cardíacas, investigadores del Laboratorio de Síntesis Orgánica (LSO) realizaron recientemente dos trabajos de investigación.

Con el nombre Diseños de estructuras moleculares derivadas de Tiadiazinas como potenciales agentes antiparasitarios, este primer trabajo tiene como propósito la obtención de químicos mediante un método que permita encontrar nuevos agentes con una mejor actividad contra las enfermedades provocadas por microorganismos dañinos, explicó Hortensia Rodríguez, directora del LSO.

Diversificación estructural de sistemas heterocíclicos con potenciales propiedades farmacológicas es el nombre de la segunda  investigación que requirió la búsqueda de nuevos compuestos con estructuras moleculares novedosas, empleando métodos de síntesis que tengan un mínimo impacto ambiental y que puedan emplearse en la medicina para detectar problemas cardíacos. 

Las enfermedades parasitarias agudas y los problemas del corazón son de las principales afectaciones de la salud a nivel mundial y la quimioterapia que se emplea en la actualidad para combatirlas implica el empleo de fármacos con efectos colaterales y una alta toxicidad, por lo que el uso posterior de estas dos líneas de investigación se propone revertir los efectos negativos de  las medicinas que se emplean para controlar ambas, informó la doctora.

Los compuestos obtenidos en estos trabajos se utilizarán en futuros productos farmacéuticos contra las enfermedades parasitarias y se emplearán en pruebas para detectar posibles problemas cardíacos en los pacientes.
 
Ambas investigaciones, por su impacto social, son propuestas por el equipo de trabajo del laboratorio este año para los Premios Nacionales de la Academia de Ciencias de Cuba, añadió Hortensia Rodríguez.

El personal docente del LSO asesora siete doctorados, dirige tres tesis de maestría en Química, atiende a 13 estudiantes de pregrado en sus trabajos y cuatro en su tesis de diploma. Además, sus investigadores cuentan este año con nueve artículos científicos publicados en revistas referenciales cubanas y extranjeras.

FICHA TÉCNICA:

Tipo de título: Genérico
Tipo de lead: Sumario de Por qué o Para qué
Tipo de cuerpo: Lead + Pirámide Invertida + Dato adicional

Valores-noticia: Interés colectivo, humano. Proximidad o cercanía. Repercusión o consecuencias.

 

¿MÁS JOVEN QUE NUNCA?

¿MÁS JOVEN QUE NUNCA?

La universalización de la enseñanza superior en Cuba tiene entre sus protagonistas a cientos de profesores como Careni Lorenzo Bravo, para quien educar es uno de sus mayores sueños hechos realidad.

YOHANNA L. DÍAZ VEGA,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

El triunfo revolucionario en 1959 significó también revolución y cambios en la enseñanza universitaria y en general. Después de 49 años y al calor de la Batalla de Ideas, nacieron nuevos proyectos que la hicieron más novedosa. Hoy, cuando el Aniversario 280 se dispone a subir la escalinata de la Universidad de La Habana (UH), la más antigua y representativa de nuestro país, esta, rejuvenecida por las aspiraciones y esperanzas realizadas de sus miles de estudiantes y profesores, sobrepasa sus muros y llega a cada municipio de la capital, proclamándose más joven que nunca.
      
Protagonista, como tantos otros profesores del proyecto de universalización, Careni Lorenzo Bravo, licenciada en Historia en la Facultad a Distancia de la UH, y actual subdirectora docente y profesora de la asignatura Estética para sexto año de la carrera de Comunicación Social, en la Sede Universitaria Municipal (SUM) del Cerro,  comenta que "los cambios más radicales dentro de los estudios superiores han sucedido en estos últimos años. Primero vinieron los cursos para trabajadores, luego los de educación a distancia, de los que profesionalmente soy fruto, y hace apenas seis años los de universalización, unos de los mayores logros: el sueño hecho realidad del Comandante.

“Las Sedes Universitarias Municipales –explica- rescataron a una juventud que por diversos motivos, se encontraba desvinculada, en las calles, con posibilidades y edad de estudiar, pero sin acceso a la enseñanza superior. Le permitieron a los muchachos de los programas de la Revolución, trabajadores sociales, maestros emergentes e instructores de arte, y a los trabajadores que por su labor o el cargo que desempeñaban requerían de una formación más especializada, continuar estudios universitarios.

 “Pienso que con ellas nuestra querida Universidad de La Habana dio un vuelco para mejor: dejó de ser una universidad simplemente de élite, para convertirse en la de todo un pueblo." 
 
Mientras habla, en el rostro sereno y alegre de Careni se refleja la sinceridad y la confianza que tiene en lo que dice.

-¿Por qué, cuando se habla de este tema hay cierta inconformidad e insatisfacción por parte de algunas personas?

Sí, a pesar de todos los beneficios que implica este proceso, aún hay quienes, al no tener muy claros los objetivos y proyecciones internas del mismo, edifican mitos y perjuicios,  para justificar su descontento.

De ahí parten algunas de las concepciones erróneas en cuanto a la superioridad de los estudiantes del curso regular en comparación con los de la sede, y  la creencia de que la vida a estos últimos se les hizo más fácil porque no tuvieron que hacer pruebas de ingreso para estudiar la carrera universitaria, o que los profesores le regalan las calificaciones.

Castillo de malas interpretaciones o interpretaciones a medias que se tambalean si los mismos que las hacen, con espíritu realmente dado al análisis, tuvieran en consideración, en primer lugar, que las carreras que se estudian en las SUM tienen los mismos programas docentes que los cursos regulares diurnos, rediseñados para seis años de estudio, con el objetivo de cumplir la misma cantidad de horas-clases.

En segundo lugar, que la calidad de las clases en las sedes está garantizada por un claustro de profesores especializados (en muchos casos, profesionales del mismo territorio, categorizados en cursos propedéuticos de Pedagogía para clases por encuentros), quienes reciben las preparaciones metodológicas en la propia Universidad y están en constante superación mediante trabajos investigativos, cursos de postgrado, maestrías y doctorados.

En tercer lugar, que aunque no hacen pruebas de ingreso, el camino de estos muchachos hasta graduarse como universitarios no es tan fácil como se ve desde fuera. La mayoría de ellos cumplen ochos horas diarias  en sus centros laborales, atienden su familia (hay muchos que ya tienen hijos). Se enfrentan a condiciones desfavorables para el estudio individual, vienen a la sede cada quince días, se preparan solos por los libros y hacen exámenes y trabajos de curso con todas las exigencias que requiere el nivel superior.

Y en cuarto lugar, que a pesar de que el espectro que abarca el modelo de universalización es muy amplio y  variado, la efectividad de este, así como la calidad de los conocimientos intelectuales de los estudiantes, solo depende de ellos mismos, del esfuerzo, la voluntad y el interés que pongan en el estudio, elemento fundamental y válido para los dos modelos de educación universitaria.

Para mí, lo más importante no es el modelo, sino la calidad humana del estudiante. Desde su individualidad, todos son iguales, a pesar de haber transitado por caminos diferentes, a ellos los guía la misma aspiración.

Es elocuente, habla rápido, parece que tiene miedo se le escape una idea, pérdida entre tantas importantes. Posee la prisa loca y la calma medida de una mujer joven y madura. Toma aire y me confiesa que  antes de la primera graduación cualquiera podía haber dudado de la universalización, pero después de ver egresados a aquellos 370 jóvenes, tras seis años de esfuerzo continuado, igual que el resto del estudiantado en la simbólica Aula Magna de la Universidad de La Habana, ya nadie pone en vacilación que este proyecto se ha transformado en una realidad innegable.

-¿Cubre la Sede todos los perfiles de carreras?

No se puede esperar que en una pequeña Sede se impartan todas las especialidades profesionales, hay algunas que requieren de condiciones y recursos muy específicos como laboratorios para la experimentación práctica que solo se pueden crear en las grandes universidades. Sin embargo, en la nuestra por ejemplo, se estudian más de ocho licenciaturas fundamentalmente en las ramas de las Ciencias Sociales y Matemáticas, dentro de ellas, Derecho, Comunicación Social, Estudios Socioculturales, Psicología, Bibliotecología y Ciencias de la Información, Finanzas, Contabilidad y Economía.
 
-¿Los encuentros quincenales disminuyen la relación entre estudiantes y profesores?
  
Puedo garantizarte que no en este modelo. Gracias al sistema de tutorías esta relación se hace más personalizada, pues un profesor atiende individualmente a cinco estudiantes, los guía y ayuda a resolver cualquier problema en el estudio y en su vida personal. Así se logra un mayor rendimiento académico del joven y se estrechan los vínculos entre este y los docentes de la SUM, como en una gran familia.

-¿De qué forma se integran todos los alumnos, independientemente del lugar donde reciban las clases?
 
Las jornadas científicas, los Juegos Caribe y los festivales universitarios  de Cultura son algunas de las actividades organizadas por la FEU en las que participa todo el estudiantado sin ningún tipo de exclusión. De modo que entre la ciencia, el deporte y la cultura se crean espacios para la integración y la identificación de unos y otros dentro de una sola institución, la Universidad de La Habana.

-¿Se vincula la Sede al territorio?

El banco de problemas del territorio es la base para los trabajos de diplomas e investigación de todos los estudiantes en las sedes. Además, los estudiantes de superación integral prestan servicios comunitarios más de ocho horas a la semana en empresas e instituciones relacionadas con su perfil educacional. Así aprenden un poco el oficio práctico y se logra la interacción completa entre estudio, trabajo, territorio. 

-Economía nacional y universalización de la enseñanza, ¿asuntos sin relación?

Considero que la productividad y la eficiencia, a la que es llamada la economía nacional hoy, guardan estrecha relación con el trabajo que realiza la Sede con los trabajadores de las empresas e instituciones que requieren de una especialización universitaria para optimizar la calidad y efectividad de su desempeño laboral. De manera que ambos temas, por muy distantes que parezcan, no están desvinculados.

-¿Cuáles son las mayores dificultades que enfrenta la nueva enseñanza universitaria?
 
Este es un proceso maravilloso, pero no es perfecto, ninguno lo es, y este aún está en vías de perfeccionamiento. Desde ese punto de partida puedo decir que la mayor  dificultad que hemos presentado hasta ahora, es no tener local propio, porque auque la idea inicial del Comandante era llevar un aula universitaria a cada rincón del país, en estos momentos por el rumbo y la fuerza que ha tomado la universalización, esto se hace necesario. La  base material de estudio es otro elemento adverso, debido a esa realidad implacable que es el bloqueo.

-¿Retos de la nueva Universidad de La Habana?

Son muchos, pero dentro de los más importantes están lograr para cada carrera y cada especialidad un plan de estudio que incluya disciplinas que los alumnos realmente quieran cursar, además de las básicas, y a las cuales ahora no tienen acceso; formar profesores consecuentes con los nuevos procesos y exigencias (eso es algo que siempre ha tenido, pero que no debe perder); y mantener la permanencia de estudiantes en las aulas.

-¿Cree en el futuro? 

Sí creo, y en el proceso que defiendo. Veo el futuro de la Universidad en Cuba: darle a todo el mundo, independientemente de la edad, la ocupación o la manera de acceder a ella, la oportunidad de ser graduado universitario, que las personas puedan elegir si quieren serlo o no, sin ningún tipo de elitismo o exclusión.

Careni cuenta, además, sobre la admiración que siente por los profesores de más experiencia, y de  sus proyectos inmediatos para la superación profesional, tema al que le otorga gran prioridad en su vida: “Yo pienso que un profesor, y sobre todo un profesor de la UH, nunca termina de estudiar... me preocupo y me  ocupo por la superación, porque es muy importante estar al tanto de los nuevos acontecimientos y teorías para poderlas entender y aplicar en nuestro campo de especialización.”  
 
En todo momento segura de cada palabra, emocionada por la identificación y compromiso que siente hacia el hermoso ejercicio del magisterio, la profe Cari, como le llaman algunos de sus estudiantes, confiesa que nunca podrá dejar de sentirse profesora universitaria porque ”llegué para quedarme, esto es lo que quiero ser y lo quiero ser para siempre … hasta hoy la experiencia ha sido maravillosa, poder ofrecer a otros la posibilidad que yo no tuve, guiarlos a realizar su sueño profesional blindándoles las herramientas necesarias para estudiar una carrera universitaria, me llena de satisfacción. La docencia es, sin duda, un sueño que realicé, quizás el más grande de todos”.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación Nosotros, los del 280, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, a propósito del aniversario de la casa de altos estudios cubana.

Ficha Técnica:

Objetivo central: Trasmitir la visión de la profesora Careni Lorenzo Bravo en nombre de los profesores de la SUM del Cerro sobre la nueva Universidad. 

Objetivo colateral: Destacar algunas de las particularidades de su experiencia personal que evidencien su identificación y respaldo al proceso de universalización de la enseñanza universitaria en nuestro país.
 
Tipo de entrevista:

Por la forma: Mixta

Por su contenido: De Opinión

Por el canal que se obtuvo: Personal (Cara a Cara)

Tipo de Titulo: Interrogativo

Tipo de Entrada: De resumen del tema

Tipo de Conclusión: De  opinión o comentario del entrevistado

Fuentes consultadas: Careni Lorenzo Bravo, profesora de la SUM del Cerro; Octavio Danel Ruas, director de la SUM del Cerro.

 

LA ENSEÑANZA ES MI VIDA

LA ENSEÑANZA ES MI VIDA

Cincuenta años dedicados al ejercicio del magisterio constituyen más que una muestra de amor conciente a la profesión, un indicador de la grandeza del alma de Nuria Nuiry. Hoy la profesora de múltiples generaciones cumple 75 espléndidos años y este es el homenaje de Isla al Sur.

LOURDES MARÍA BENÍTEZ CEREIJO,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

 “¿Quién será esta señora?”, pensé la primera vez que la vi parada frente al aula de Comunicación Social, en la Sede Universitaria Municipal de Playa. Apenas escuché su fina voz cuando se presentó como la nueva profesora de Literatura Hispanoamericana.

Con el tiempo comprendí que la doctora en Filosofía y Letras, Nuria Nuiry Sánchez, otrora decana de la Facultad de Periodismo, rectora del Instituto Superior de Arte y combatiente de la lucha clandestina, tenía en sus palabras y su ejemplo la magia para transformar a las personas. Sus enseñanzas son como raíces escondidas que, a decir del poeta, no piden premio alguno para llenar de frutos las ramas.
 
-Para usted la enseñanza debe parecerse a la vida y no la vida a la enseñanza, ¿qué está primero: la vida o la enseñanza?

La enseñanza es mi vida. Si uno no enseña para la vida, ¿para qué entonces?

-En el año 2001 se inicia en la Universidad una nueva etapa, ¿qué significó para usted, como profesora, el surgimiento de las Sedes Universitarias Municipales (SUM)?

Cuando me jubilé pensé dedicarme solo a escribir y a mi labor en el Instituto Internacional de Periodismo José Martí. Esta revolución de la enseñanza superior significó la posibilidad de vincularme nuevamente a la mecánica universitaria. Como profesora, no pensé que sería tan difícil. La realidad es que me lleva más tiempo preparar una clase para la Sede, porque allí los encuentros son quincenales; y abarcar una considerable cantidad de contenido en tan poco tiempo, constituye una verdadera hazaña. Cada clase implica un desgarramiento. Mi propósito en la Sede es crear inquietudes, y en tal sentido mi interés  se centra en la respuesta de los estudiantes en términos de actitudes ante la vida.

-¿Alguna vez se imaginó la expansión de la Universidad?

No. La existencia de una Universidad en cada municipio es una idea brillante sobre la cual hay que trabajar con empeño. Ya no es una Universidad de élite, afortunadamente, pero tampoco podemos convertirla en una Universidad de bajo nivel. La enseñanza no es cuestión de reformas, sino de formación sobre la base de principios muy sólidos que le permitan al estudiante poder enfrentarse al futuro.

-Desde su punto de vista, ¿cómo han influido las SUM en la formación de valores de los jóvenes?

En una ocasión expresé que el maestro no enseña, el maestro debe enseñar a aprender; y en este sentido la ética es esencial. Los valores no se inculcan con charlas, sino con el ejemplo y con el convencimiento de su necesidad. La Sede es una oportunidad de rescatar a personas que han estado dispersas, pero aprobar asignaturas y no valores, supone la formación de personas con armas muy poderosas que posiblemente no reviertan ningún beneficio a la sociedad. Hay que trabajar arduamente en relación con los valores, más ahora que existe la posibilidad de una Universidad en la base.

-Entonces, los valores en los jóvenes: ¿necesidad de reforzarlos o rescatarlos?

Lo que se necesita es saber inculcarlos.

-Con el proceso de transformación de la enseñanza superior, la Universidad rompió sus barreras físicas. En su opinión, ¿existen barreras mentales?

Conozco la Universidad en todos sus aspectos, por eso considero que deben crearse las condiciones necesarias para lograr un equilibrio, no solo en el aspecto docente, sino en todo cuanto se refiere al mundo, contexto y situaciones que circundan al estudiante. Pienso que hay que trabajar sobre la base  de limar cualquier aspereza que pueda existir. En tal sentido, todo debe y puede ser cambiado. Lo que no se cambia se estanca.

-¿Existe marginación respecto a los estudiantes de las Sedes?

Marginación no, prejuicios. Incluso, muchas personas me han preguntado con cierta preocupación si de veras estoy dando clases en una Sede, ¡cómo si eso fuera descender mi categoría! Esos prejuicios pueden ser muy injustos, producto de la ignorancia y el rechazo que provoca la novedad. La ruptura con una fuerte y arraigada rutina constituye un cambio favorable que debe ser perfeccionado. Los prejuicios se irán acabando,  porque no se puede negar que hay alumnos con calidad.

-Luego de haber contribuido durante cinco décadas a la formación de generaciones de jóvenes dentro de la Universidad tradicional, ¿qué ha representado para usted formar parte del proceso de universalización de la enseñanza?

Representa una disyuntiva difícil. He estado ligada a la enseñanza desde la adolescencia. La universalización es algo que debemos cuidar, pues significa una oportunidad de estudio que no todo el mundo sabe aprovechar. Existe un desnivel evidente, pero aún así no pienso contribuir a que tenga un título universitario alguien que no lo merezca: eso sería devaluarme. La Universidad desempeña una ardua labor que no se valora. Es necesario que se concientice la necesidad de revertir tantos esfuerzos.

-La Universidad en la cual usted fue estudiante se caracterizó por un contexto político convulso, ¿cómo incidió aquel ambiente universitario de la década del 50 del pasado siglo en su vida?

Cuando ingresé en la Universidad convino el golpe de Estado de Batista, lo cual determinó un cambio en mí, pues yo vivía en una torre de marfil. Estaba ante una situación complicada: los estudiantes empezaban a combatir; por otra parte, mi padre, que había peleado contra Machado, creía que las mujeres no debían involucrarse en la lucha. Por tanto, sin el consentimiento familiar, empecé a participar ayudando a compañeros, facilitando comida y albergue. Con la muerte de José Antonio Echeverría comprendí que corríamos el riesgo de morir. La policía asediaba la casa y mis padres ya tenían bastante con mi hermano. En medio de esa dura situación conocí a Haydeé Santamaría, de quien aprendí que la verdadera lucha comenzaría con el derrocamiento de Batista. Entonces supe que aquella joven de la torre de marfil ya no existía.

-¿Qué representa Juan Nuiry para usted?

Somos dos hermanos, muy diferentes en lo externo, pero muy compenetrados en los ideales. Él representa la base de la cual puedo sostenerme, es una unión muy sólida. Hemos pasado muchas dificultades juntos. Estamos espiritualmente unidos.

- ¿Cuáles han sido los amores de Nuria?

Son muchos y diversos. Siempre se piensa en el amor desde el punto de vista de la pareja, sin embargo, hay amores que lo secundan. Amo la vida, a mi país, soy profundamente cubana; y aunque vivo en La Habana desde niña, soy en esencia oriental. Cuando camino por las calles de Santiago, siento que las raíces me halan. Mi sectarismo llega a tanto que incluso le voy a Santiago en la pelota. Los amores están en la familia, y no solo en la biológica, sino también en los amigos, los cuales conforman la familia que uno puede elegir. Amo mi profesión a la cual veo como una religión,  un sacerdocio; y en este sentido, soy como una monja atea.

- ¿Cuál es su escritor favorito?

José Martí, no solamente como escritor, sino como experiencia vital. Creo que no lo terminaré de leer nunca, porque siempre encuentro en sus textos una hondura mayor. Cuando no me siento bien, pienso en Martí desembarcando por Playitas: era un hombre sumamente enfermo, cargaba una mochila, un fusil, un diario que nunca dejaba y, además, llevaba los discursos de Cicerón en el bolsillo. El ejemplo de su esfuerzo y voluntad me dan fuerzas para seguir adelante y no tenerme lástima.

-Usted le ha enseñado a sus alumnos a conocer y amar un José Martí más humano, ¿considera que en la Universidad actual está bien orientado el estudio de la obra del Apóstol?

Es un hecho generalizado que no estamos orientando bien el estudio de la obra martiana. Ya basta de ese Martí de bronce y de capa. Fue un hombre de muchos aciertos, pero como ser humano, también tuvo errores. Actualmente se abusa mucho de él, lo citamos para todo: si queremos que la gente no fume, que haga deportes, que trabaje más…Nunca he visto a un cubano que rechace a Martí, pero casi nadie conoce al hombre. Su ejemplo es una fuente inagotable de cultura. En una ocasión le escuché decir a Camila Henríquez Ureña que si la cultura no sirve para enfrentarnos a la vida, ¿para qué sirve entonces? Esa es precisamente la mejor lección que debemos enseñar y aprender de Martí.

-Usted ha merecido múltiples reconocimientos por su contribución a la formación de generaciones de jóvenes; y en el 2004 recibió la Distinción por la Cultura Nacional, ¿qué valoración tiene al respecto?

Mi mayor condecoración es cuando un alumno me brinda una muestra de gratitud. Las medallas halagan, pero ver los resultados de un ser humano me satisface mucho más, y como esa medalla no me la puedo colgar en el pecho, la llevo en el corazón. Lo importante consiste en saber que la idea que he sembrado tiene una buena fructificación.

-¿Es usted una mujer satisfecha?

Sería aburrido si lo fuera. El día que me sienta satisfecha de todo, no tendré nada que hacer.

-En una ocasión expresó: “Soy maestra por egoísmo”. ¿Por qué?

Porque siempre salgo de un aula con conceptos que no tenía. Ser maestra ayuda a sacar fuerzas. Cuando estoy decaída me obliga a probarme. Un maestro es alguien que todos los días debe plantearse retos; y esa oportunidad de estar en contacto con otras personas que te ayudan a crecer, no tiene precio.

-Ver hoy a tantas generaciones de profesionales que un día fueron sus alumnos, ¿qué le hace sentir?

Que fui maestra y alumna. De todo el mundo se aprende algo. Por  ejemplo, fui maestra de Guillermo Cabrera, sin embargo, al final, terminé siendo su alumna porque personas como él, que siempre tienen algo que dar, son maestros de la vida.

-¿Cuál es, desde su punto de vista, la recompensa de un maestro?

Hay profesiones que dan recompensas mucho más tangibles, pero ninguna se compara con lo que se siente cuando uno se encuentra con alguien que te hace saber lo útil que fueron tus enseñanzas y te dice que descubrió lo que quería ser en la vida y la carrera que quería estudiar, gracias a lo que dijiste en una clase. Es realmente sorprendente cuando un alumno con el que no mantuviste un vínculo posterior al del aula, te dedica unas palabras como muestra de respeto y admiración; esa es la mejor recompensa.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación Nosotros, los del 280, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, a propósito del aniversario de la casa de altos estudios cubana.

Ficha Técnica:

Objetivo central: Dar a conocer la personalidad de Nuria Nuiry como ejemplo de maestra que ha dedicado cinco décadas de su vida al magisterio.

Objetivos colaterales:

Ofrecer las valoraciones de la entrevistada en relación a la Universidad cubana actual.

Exponer consideraciones respecto a la repercusión de las Sedes Universitarias Municipales.

Tipo de Entrevista

Por su Tipo: Clásica

Por su Contenido: De personalidad

Por el canal que se obtuvo: Directa

Tipo de Título: De cita textual
Tipo de Entrada: Referencial
Tipo de Cuerpo: Clásico, de preguntas y respuestas
Tipo de Cierre: De opinión del entrevistado

Fuentes consultadas:

Nuria Nuiry Sánchez, presidenta de la Cátedra José Martí del Instituto Internacional de Periodismo José Martí y profesora de la Sede Universitaria Municipal de Playa.

Biografía de Nuria Nuiry Sánchez.

Calzadilla Rodríguez, Iraida: Querida Nuria. En: Periódico Granma, 28 de julio de 2004.