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Isla al Sur

Nosotros, los del 280

POR UNA MEJOR CALIDAD DE VIDA

POR UNA MEJOR CALIDAD DE VIDA

El profesor Rubén A. Álvarez Brito, director del Centro de Biomateriales de la Universidad de La Habana desde su fundación en 1991, comenta acerca de las investigaciones realizadas y su aporte a la salud y la economía del país.

MARÍA CARLA GÁRCIGA RODRÍGUEZ,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

El doctor en Ciencias Químicas Rubén A. Álvarez Brito, director del Centro de Biomateriales de la Universidad de La Habana (BIOMAT) y Profesor Titular de la Facultad de Química, define los biomateriales como “todos aquellos dispositivos que interaccionan con un medio biológico y están fundamentalmente destinados a mejorar la calidad de la vida.

“El Centro de Biomateriales, modesto, pequeño, con unos 50 trabajadores, ha logrado insertarse con fuerza dentro de la comunidad científica cubana. En 1989 presentamos el primer biomaterial, un sellante dental para evitar las caries en los niños, llamado Cubriden, que es nuestro producto insigne”, expresa con orgullo el también vicepresidente de la Sociedad Cubana de Química.

-¿Cuándo y cómo surgió la idea de crear el Centro de Biomateriales?

A partir de una reunión de un grupo de investigadores y profesores de la Facultad de Química en el Instituto Superior de Ciencias Médicas de La Habana, para trazar una política científica diferente de la que existía hasta ese momento y dar respuestas a problemas económicos que tenía el país a finales de la década de los 80.

Descubrimos que había una serie de renglones de la medicina cubana que no se estaban atendiendo, como los materiales sintéticos aplicados a esta ciencia: lentes de contacto, empaste dental, implantes y otros de los que nadie se ocupaba, excepto la línea ortopédica.

En 1987 tuvimos un encuentro con el Comandante en Jefe, quien se interesó mucho en nuestro proyecto y posteriormente nos asignó el presupuesto necesario para comprar equipamiento y empezó la construcción de lo que llamamos en ese momento Laboratorio de Materiales Sintéticos.

En la medida en que el centro fue recibiendo recursos y obteniendo resultados, nos dimos cuenta de que el nombre de Laboratorio de Materiales Sintéticos no estaba en relación con la definición de ese sector científico que eran los biomateriales, por lo que decidimos cambiarlo por Centro de Biomateriales de la Universidad de La Habana; de manera que la institución surgió oficialmente en 1991 como Laboratorio de Materiales Sintéticos y en 1994 fue designado Centro de Biomateriales de la Universidad de la Habana.

-¿Qué actividades desarrolla la institución?

El Centro de Biomateriales es una institución científica de investigación y producción que depende del rectorado. Tiene como especial misión cerrar el ciclo, esto consiste en ir de la idea al producto terminado, es decir, la investigación no termina en el momento en que se entrega el resultado, sino que aquí se produce también, aunque de forma limitada.

Tenemos un reto muy grande que entra en el aspecto de la producción. Nos dedicamos a elaborar productos de similar calidad a los que se están comercializando en el mundo. Otra de nuestras actividades es la docencia, en la que participamos activamente.

-¿Cuáles son los principales productos creados por los científicos del centro y sus aplicaciones?

El sellante dental Cubriden para la protección contra las caries en los niños y el Tisuacryl, un producto utilizado para el cierre de heridas cutáneas.

Ejemplos de otros biomateriales son el Apafil, para el relleno de cavidades en cirugía maxilofacial y fijación de implantes dentales intraóseos, y el Multilátex, que se emplea en la preparación de medios de diagnóstico.

-¿Alguna dificultad para insertar esos productos en el mercado nacional?

Nuestro principal receptor es el Sistema de Salud, sin embargo, tenemos dificultades para generalizar el producto a nivel nacional. El miércoles 24 de enero de 2007 el periódico Granma publicó un artículo de Orfilio Peláez que provocó una conmoción a nivel nacional; es sobre el Tisuacryl y por qué no se aplica. En él se habla de la inestabilidad que presenta su suministro y las afectaciones que origina esto en el trabajo de los cirujanos maxilo-faciales. Se plantea la necesidad de su generalización, a pesar de ello, no se logra. No obstante, se nos asignó un capital de 45 000 dólares para poder rebasar la producción y lo estamos esperando.

-Además de la importancia científica que tiene la producción de biomateriales para el país, ¿brinda algún aporte en el plano económico?

Sí, BIOMAT aporta productos terminados cubanos para el Sistema Nacional de Salud y para exportar. Se ha exportado Tisuacryl para Italia, México, Colombia. Esto ha elevado el perfil y el prestigio de la medicina y de la industria médico-farmacéutica cubana, en un punto donde la Isla no tiene recursos, eso es indiscutible.

-¿Cómo ha perjudicado el bloqueo la producción de biomateriales?

Fuertemente. La afectación viene de dos vías: una es que algunos de los proveedores más importantes de materia prima del centro, cuando entraba capital norteamericano a sus firmas nos cerraban inmediatamente las ventas de productos; y la otra es que cuando arreció el bloqueo y adquirió carácter extraterritorial, nos volvieron a cerrar.

Muchas veces hay que buscar proveedores en China y, sin embargo, hay empresas norteamericanas que venden productos que nosotros necesitamos, a un precio muchísimo más barato.

-¿Han sustituido productos de importación con los biomateriales que producen?

En general nuestra línea conlleva a sustituir importaciones, es decir, dar al país el producto que no puede adquirir por su costo. Por ejemplo, el cemento ortopédico Bonacryl, que está en pleno proceso en colaboración con el complejo ortopédico internacional Frank País, es para sustituir la adquisición de este cemento.

También satisfacemos la demanda nacional del Apafill, un granulado para restauración ósea; es muy caro en el mercado internacional.

-¿Qué proyectos tiene el centro para los próximos años?

Uno de los proyectos esenciales es desarrollar cementos de última generación para tejido óseo, y otro consiste en la producción de variantes de látex como medio de diagnóstico, que se utiliza, entre otras cosas, en la prevención de los riesgos de interrupción del embarazo, al ofrecer la posibilidad de detectarlo a tiempo y realizar la regulación.

-Hablemos ahora de la relación de BIOMAT con la Universidad, la vinculación entre ambas instituciones.

BIOMAT está relacionado con muchas facultades, fundamentalmente en el aspecto docente, ya sea impartiendo clases, prácticas de laboratorio, así como asesorando a los estudiantes que vienen a hacer trabajos de curso y de diploma.

Tenemos vínculos con la Facultad de Química, de Biología, de Ingeniería Química del Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría (ISPJAE) y con la Facultad de Estomatología. Les brindamos recursos a los alumnos para investigar, además de superación, consultas y cursos de postgrado de biomateriales en los que participan muchos graduados.

-¿De qué manera se inserta el Centro de Biomateriales en el desarrollo de los programas de estudio de pregrado?

Los programas de estudio van en pos de mantener la modernidad de la enseñanza, de mejorarla. Son ambiciosos, la base material es difícil, debido a que se requieren determinados recursos con los que los estudiantes puedan aplicar la teoría a la práctica.

Los centros de investigaciones, como BIOMAT, tratan de aportar algo con los pocos recursos que tienen. Hacen prácticas, pero no como se debe. En la asignatura de Química Orgánica, por ejemplo, hay operaciones básicas que no se están realizando por falta de materiales; el Ministerio de Educación Superior está luchando por mejorar esta situación.

-Como profesor de la Facultad de Química por más de 40 años, ¿qué piensa acerca de la Universidad actual?

En estos momentos está desbordada. La universalización ha llevado al claustro universitario y a su dirección a hacer un esfuerzo extraordinario para dar una respuesta ante tan colosal demanda. Con las mismas capacidades de antes está recibiendo una matrícula, la cual es, si mal no recuerdo, cuatro veces mayor en las sedes universitarias municipales que en el área central.

He podido comprobar fuera de Cuba que esa capacidad de afrontar una tarea tan grande nunca se ha hecho en la historia de la humanidad; le ha dado a la Universidad de La Habana un prestigio incomparable.

-¿Cree que hay personal suficiente para cubrir la demanda?

Dentro de la Universidad no lo hay, esto requiere de la cooperación de todo el pueblo. En la práctica ha habido que contratar muchos graduados porque no hay personal suficiente.

Es una obra con una motivación magnánima, la idea en la cual se basa la universalización parte de un sentimiento de darles posibilidades a todos, de tratar de romper el carácter elitista.

-Todo está sujeto a cambios constantes, por tanto, ¿qué considera usted que debe ser cambiado en la Universidad?

Cambiaría el concepto de formación político-ideológica de los estudiantes, incluyendo en esta la investigación como un aspecto esencial.

No estoy de acuerdo con que la formación esté aparte de las investigaciones, porque mi experiencia como docente es que la mejor formación político-ideológica que adquiere el estudiante es cuando participa directamente en un proyecto, pues ve los  resultados que benefician a la sociedad. Sería conveniente ver cómo participan los estudiantes en las investigaciones de punta, qué espacio se les ha dado a ellos, qué responsabilidades.

La experiencia de un alumno al participar en la investigación de un producto tangible que beneficia a la población cubana, conlleva a que se realice como estudiante de la educación superior, pues da su aporte a la sociedad y entiende mejor la obra de la Revolución.

Por ejemplo, si un estudiante participa en la producción de un nuevo biomaterial, se le transmite de forma implícita un concepto para mejorar la vida de las personas.

-Basándose en su larga experiencia como docente, en la que ha impartido clases a varias generaciones de jóvenes, ¿cuál es su visión sobre los nuevos estudiantes universitarios?

Tienen un compromiso muy grande, son los que van a tomar las riendas del poder en el país, deben dar continuidad a la ideología por la cual triunfó la Revolución, con sus características, porque cada generación tiene sus proyectos, y esta nació en el período especial.

Los estudiantes en este momento requieren más orientación, a veces algunos no tienen bien definido cuál es su proyecto porque ven una situación material muy difícil. Los jóvenes actuales están buscando respuestas sobre los caminos a tomar para ayudar a que las fuerzas productivas aumenten el nivel de vida de la población cubana, ese debe ser su objetivo. Creo que hay falta de orientación, lo que van a hacer, sus proyectos de vida, lo cual no es culpa de ellos, sino de los años durísimos que hemos vivido.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación Nosotros, los del 280, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, a propósito del aniversario de la casa de altos estudios cubana.

Ficha técnica:

Objetivo central: Dar a conocer, a través de su director, el profesor Rubén A. Álvarez Brito, las investigaciones y producciones que realiza el Centro de Biomateriales de la Universidad de La Habana (BIOMAT).

Objetivos colaterales: Proporcionar información acerca de las valoraciones y opiniones del director de BIOMAT y también profesor titular de la Facultad de Química, Rubén A. Álvarez Brito, acerca de la Universidad actual.

Tipo de entrevista:

Por su forma: Clásica.
Por su contenido: De actualidad.
Por el canal que se obtuvo: Directa (cara a cara).


Tipo de título: Genérico.
Tipo de entrada: Directa o de presentación.
Tipo de cuerpo: De preguntas y respuestas.
Tipo de conclusión: De opinión o comentario del entrevistado.

Fuentes consultadas.

Sitio Web del Centro de Biomateriales de la Universidad de La Habana (BIOMAT): http://www.uh.cu/centros/biomat/   Líneas de investigación, eventos, productos, proyectos y publicaciones. Varios autores. Consultado: 22/11/07. Directa, documental.

Sitio Web de la Academia de Ciencias de Cuba (ACC): http://www.academiadeciencias.cu/index.asp. Consultado: 22/11/07. Directa, documental.

Odelaisy Casanova García, secretaria del Centro de Biomateriales de la Universidad de La Habana (BIOMAT). Activa, no documental.

Rubén A. Álvarez Brito, director: del Centro de Biomateriales de la Universidad de La Habana (BIOMAT). Activa, no documental.

 


 

“LA UNIVERSIDAD ES MI VIDA”

“LA UNIVERSIDAD ES MI VIDA”

Luz Merino, una autoridad en el mundo del arte cubano, dialoga sobre su paso por la Universidad de La  Habana como alumna y profesora.

LIS GARCÍA ARANGO,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

En su oficina del Museo Nacional de Bellas Artes me recibe con amabilidad. “Tengo recuerdos gratos de mi vida como estudiante de la Universidad”, dice con su excelente dicción Luz Merino Acosta (1943), Doctora en Ciencias de Arte (1988) y Profesora Titular de la Universidad de La Habana (1989).

Ella obtuvo una beca postdoctoral en gráfica Art Decó en el Instituto de Investigaciones de Historia del Arte, en Washington, y ha impartido cursos y conferencias en universidades e instituciones culturales en diversos países. Ha publicado varios libros, artículos y ensayos.

En 1967 se graduó de Licenciada en Historia del Arte en la Universidad de La Habana, donde ejerce la docencia desde 1966. Ha dirigido el Departamento de Arte de la Facultad de Artes y Letras de la propia institución, y entre 1992 y 1993 se desempeñó como Vicedecana de Investigación y Postgrado. Actualmente es la subdirectora técnica del Museo Nacional de Bellas Artes. Ha recibido las distinciones Por la Cultura Nacional y la Educación Cubana.

Las sesiones previas a la entrevista, los primeros contactos, me pusieron ante una mujer culta, que pese a atesorar un gran conocimiento sobre nuestra cultura, nunca rechazó que una estudiante de primer año de Periodismo la entrevistara. Al contrario, feliz, se asombró de que ella fuera seleccionada entre los profesores para integrar este proyecto por el 280 aniversario de la casa de altos estudios.

-¿Cómo transcurrió su infancia y adolescencia?

Una niñez normal, bien, me criaron mi abuela y mi mamá. Estudié en un colegio privado toda la primaria y también la secundaria, digamos, todo el tiempo estuve en un Colegio bilingüe, y ahí transcurrió mi adolescencia. Siempre he vivido en Centro Habana, en el Barrio Chino. Mi familia pienso que era pequeño burguesa, visto desde la mirada actual, no de muchos recursos, pero que sí querían que la niña estudiara en un buen colegio.

-¿Cuándo se percata que estará

ligada para siempre al mundo del arte?

Me vinculo a él mediante la Biblioteca Nacional José Martí, que fue mi primer trabajo, había cursado Bibliotecología y me ubicaron en el Departamento de Arte; descubrí un mundo totalmente oculto hasta entonces, porque casi siempre esta esfera era de “fulanita, que pinta bonito porque copia una realidad”. Cuando entré allí, con la profesora María Elena Jouría, quien me ayudó a descubrir esta vocación, me di cuenta de que el arte no era copiar la realidad como me habían enseñado. También me ayudó mucho la Doctora María Teresa Freire. Para mi fue una revelación extraordinaria.

-¿Sus padres no influyeron?

Mis padres influyeron en que me gustara el teatro, los conciertos, más que esta zona que está vinculada a la plástica.

-¿En su vida, qué lugar ocupa el arte?

Es algo que forma parte de mi vida como profesión, cultura, como necesidad, y traté en la medida de mis posibilidades de conducir también a mis hijas, no para que lo incorporaran profesionalmente, sino para que aprendieran que ahí existe disfrute, conocimiento, que se abren mundos interesantes, significativos.

-¿Qué le aportó ser profesora de

la Universidad de La Habana?

La Universidad es mi vida. Yo empecé a trabajar en ella cuando todavía no había terminado la carrera, fue en el último año, en el momento del éxodo de profesores, y los que estábamos en el último año empezamos a dar clases. Siempre me he hecho esa pregunta, de si en otras circunstancias hubiera sido profesora universitaria.

Llego, por una coyuntura real, por un éxodo profesoral que hace que se asuman tareas para las cuales, visto en perspectiva, me pregunto si estábamos realmente preparados. Creo que la actitud fue buena, tuvimos que estudiar mucho, estábamos conscientes de que hacíamos algo que nos superaba, que el techo estaba por arriba del que teníamos en realidad, porque en ese caso fui una más del conjunto que le tocó participar de aquella respuesta que se dio.

Un día le dije a una compañera que habíamos pasado más tiempo juntas en el trabajo que con la familia. Ahora me doy cuenta de eso, pero cuando empecé a impartir clases los alumnos eran de mi misma edad o eran hasta mayores, porque daba clases en el curso para trabajadores. Entonces, es una experiencia particular, hoy sólo está el curso diurno, en aquel tiempo los nocturnos ocupaban un espacio importante.

Estudiar, aprender para quedar lo mejor posible, para no hacer el ridículo, todo eso nos fue creando como un fogueo en cuanto a la preparación de clases, queríamos llevar nuestro esfuerzo a una carrera o una asignatura como Historia del Arte.

La Universidad nos ayudó a formarnos y a la vez nosotros influimos en los planes de estudio, fue un proceso mutuo de retroalimentación. Después, esa realidad fue cambiando y los alumnos son mucho más jóvenes. Recuerdo que una persona sentada en el aula comentó “¿y la muchachita esa quién es?”, y yo, muy seria, como pude, le contesté: La profesora.

-¿Si volviera a empezar escogería ser educadora?

Sí, me gusta mucho dar clases. No sé en otros niveles, cada uno tiene sus peculiaridades. Mi experiencia es universitaria, pero me gusta mucho dar clases, ese intercambio, esos ojos que miran unas veces con interrogantes, otras diciendo yo sé lo que tú estás diciendo, ese mano a mano que se da entre el profesor y los alumnos y el hecho mismo de cómo una puede mantenerse con determinada dinámica de actualidad cuando ofrece clases a los jóvenes. Porque hay un momento en que tus propios hijos te dinamizan, pero esos no son tus hijos y de alguna manera, al ser tus alumnos e interactuar con ellos, te mantienes o retroalimentas con ellos.

-¿Usted se adapta a las maneras

de proyectarse del estudiantado?

No es mi generación, pero está conviviendo conmigo y eso es muy importante.

-¿Cómo es en el aula: una

profesora de alto rango?

No creo que sea una profesora de alto rango, soy una profesora que llevo mucho tiempo dando clases, y si a estas alturas no me sé las cosas, habría que matarme. El problema está en buscar nuevos enfoques, de ponerse al día con el pensamiento que se está moviendo en la medida de las posibilidades, de entender por qué piensan de esa manera, en qué piensan, las preguntas que hacen no tomarlas como cuestiones negativas o cuestionadoras, porque es también un horizonte de expectativas con determinadas características y este es su momento, cada uno es portador de sus preguntas y de sus valores.

-¿Le gusta que el alumno intercambie criterios?

Sí. A veces les digo, eso es lo que yo creo, no sé qué ustedes piensan del asunto. En ocasiones en el aula uno plantea cuestiones de la ciencia, que ya no son problemas docentes, a veces enfrentas problemas que no tienen una respuesta en los libros y que por lo tanto una ofrece un punto de vista y los alumnos pueden tener otro.

-Se graduó en la antigua Facultad de

Letras. ¿Qué significó quedarse en

esa Facultad como profesora?

En aquella época no se hablaba de adiestrado, sino de instructor no graduado, y yo había comenzado a dar clases antes de graduarme. Cuando matriculé Historia del Arte se acababa de crear como carrera, no los estudios sobre arte, eso es otra cosa. La carrera de Historia del Arte se conforma al calor de la reforma universitaria posterior al año 59. No estaba socializada como Derecho, Medicina, Arquitectura, que todos sabían de qué trataba el asunto.

Es un saber que tuvo que irse abriendo paso dentro del propio tejido social, dentro de los propios saberes académicos. En los años 80 llegó a ser la reina, todo el mundo quería estudiar Historia del Arte, porque era lo que canalizaba las inquietudes del ICRT, de los actores, porque no existían los dispositivos que después se crearon en el Instituto Superior de Arte.

Esa carrera trató de dar respuestas a una serie de interrogantes, daba un basamento cultural en una dirección visual. Fue su gran mérito: el de la carrera, el de los profesores que la integraban, el de los que hicimos los planes de estudio, porque estábamos concientes de eso.

-¿Cómo calificaría a un estudiante

graduado de Historia del Arte en

América Latina con uno de Europa?

Eso depende de los planes de estudio y también que esta es una carrera de la década del 60, no toda América Latina tiene Historia del Arte en sus estudios superiores.

Mis exalumnos me cuentan que cuando van a estudiar maestrías fuera de Cuba, se sienten bien preparados. A veces me dicen: “Profesora, quedé como el primer expediente de mi grupo”. Me hablan de que las materias que les impartían, yo se las había dado en el pregrado, o sea, eso depende, pero en general como tendencia, como resultante final, creo que salen bien preparados.

-¿Qué significa para usted la

Biblioteca Nacional José Martí?

Aprendí mucho en la Biblioteca Nacional porque trabajaba en su Departamento de Arte. Conozco bien el fondo bibliográfico, sobre todo de arte. Yo tendría 16 ó 17 años de edad. Todo nutre. En los años 60 la Biblioteca era como una casa de cultura. Cuando llegué a la carrera tenía algo adelantado en relación con mis compañeros y era el tiempo que llevaba en ella. Fue para mí una escuela que siempre agradezco.

-¿Qué siente la profesora tras décadas

formando generaciones de profesionales?

Que he envejecido tratando de ser digna. Si algo le he dejado a cada uno de los estudiantes, eso es lo más importante: haber logrado una comunicación, darles no solo conocimiento, sino una terminada sensibilidad por la cultura, ética frente al saber y la investigación.

-¿Cuál asignatura prefiere impartir?

Arte Cubano, sobre todo el período de la República, que es el que más he trabajado. Pero la Metodología de la Investigación me ha ayudado mucho a tratar de expandir los conceptos, incorporar las teorías, es decir, articular esos conocimientos, incluso orientar la crítica de arte.

Recuerdo que al empezar me dije: la crítica de la crítica hay que tratar de estudiarla, unos la escriben, pero a mi más que escribir me interesa como pensamiento en un momento dado, porque la crítica analiza qué pensaba la gente en ese tiempo determinado, cuál eran sus comentarios sobre algo, cuáles eran las ideas que se estaban moviendo y es un indicador importante, cómo se ha ido conformando la crítica entre nosotros, cuáles han sido las voces.

El arte cubano me lleva a esto, a la crítica. Yo hago la crítica de la crítica, sobre qué y por qué se ha dicho. En lo particular, me parece que debe haber distintos niveles de crítica, porque una cosa es la dirigida a los especialistas, a los que se les puede hablar en determinada nomenclatura, y la destinada al público. Tiene que haber una para el gran público, un espacio para que esa gran crítica dialogue. Esto es una tradición, mejor o peor, de la prensa cubana.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación Nosotros, los del 280, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, a propósito del aniversario de la casa de altos estudios cubana.

Ficha técnica:

Objetivo central: Conocer sobre la trayectoria laboral de la Doctora en Ciencias de Arte Luz Merino Acosta a su paso por la Universidad de La Habana.

Objetivo colateral: Particularizar en sus aportes en la Universidad de La Habana como profesora de Arte Cubano y otros trabajos que han marcado su vida.

Tipo de entrevista:
Por su forma: Clásica.
Por su contenido: De personalidad.
Por el canal que se obtuvo: Personalmente, cara a cara.

Tipo de título: De cita textual.
Tipo de entrada: De presentación.
Tipo de cuerpo: Preguntas y respuestas.
Tipo de conclusión: Comentario de la entrevistada.

Fuentes consultadas:

Secretaria del Decano de la Facultad de Letras. Estudiantes de primer año de Historia del Arte. Secretaria del Departamento de Historia del Arte en la Facultad  de  Letras. Secretaria en el Museo Nacional de Bellas Artes. Fuentes directas.

Artículos en Internet: Documentales. Varios artículos.

Bibliografía de Luz Merino Acosta:

La pintura y la Ilustración: dos vías del Arte Moderno en Cuba.
Selección de lectura sobre el arte cubano en la República (1988), donde se incluyen textos suyos.
Artículos y ensayos aparecidos en publicaciones especializadas.
“Mariano Rodríguez: La identidad del color.”
Arte en Cuba (1902-1958). La Habana: Editorial Pueblo y Educación, 1983.

LA UNIVERSIDAD ES UNA ESCUELA POLÍTICA

LA UNIVERSIDAD ES UNA ESCUELA POLÍTICA

 

 

En ocasión del aniversario 280 de la casa de altos estudios cubana, Mayra Heydrich Pérez reflexiona a la luz de 30 años de ininterrumpida labor.

 

 

MARÍA CARIDAD GUINDO GUTIÉRREZ,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Para algunos veinte años, son nada. Para Mayra Heydrich Pérez significan una parte importante de la vida dedicada a la formación de las nuevas generaciones de científicos cubanos desde la Facultad de Biología de la Universidad de La Habana.

-Su vida laboral comenzó en la propia Universidad.

¿No ha sentido el deseo de un cambio?

La Universidad de La Habana ha sido el único centro de trabajo que he tenido durante toda mi vida. Desde que era estudiante fui alumna ayudante y estuve vinculada a las labores científicas y docentes en la  Facultad de Biología, porque la docencia ha sido uno de los aspectos que más me han gustado: la enseñanza de pregrado, de postgrado, y esto hizo que resultara una motivación para mí haber sido seleccionada entre los graduados de ese año que se quedaron en la Universidad.

Una vez como trabajadora desempeñé diversas responsabilidades de dirección, las cuales han enriquecido mi labor, porque indudablemente tener la posibilidad de dirigir en diferentes organizaciones y en la institución proporciona una dimensión mayor de  diferentes aspectos, de las tareas, de las personas y conocimiento de su área y de las áreas externas a la Universidad.

Pienso que mi tránsito profesional en la Universidad ha estado lleno de cosas muy bonitas. Estas etapas de mi vida me permitieron comprender que el trabajo que se realiza no se resume en la docencia y la investigación, sino que va mucho más allá.
 
La Universidad es para mí una escuela política, es un centro de debate, de desarrollo, y yo realmente no siento que pudiera haber estado nunca en otro sitio que no fuera en ella, ni siento que pudiera ir ahora a otro sitio.

Es parte de mi vida, y por tanto, algo muy importante, tanto como mi familia y otros valores que uno siempre lleva intrínsecos. Siempre he sentido mucho orgullo de pertenecer al claustro universitario, e incluso después que fui liberada de mi cargo como decana, decidí continuar desde mi departamento que cuenta con buenos resultados científicos. Imparto clases de Microbiología, coordino esa maestría y la mención de Microbiología Microbiana; además, soy miembro del consejo científico y vice-presidenta del Tribunal Nacional de Ciencias Biológicas.

-¿Cómo organiza el tiempo con su familia?

La labor de un profesor nunca termina, y esto requiere de una combinación muy buena para que la familia nunca se sienta descuidada. Ya no me refiero a la labor de  dirección, sino al trabajo como profesora que implica la superación profesional, la búsqueda de medios audiovisuales, de textos y  esa labor necesita tiempo, difícil de encontrar dentro de la dinámica de la Universidad.

Estas son carreras donde los jóvenes entran con un alto promedio, una motivación fuerte y muchas expectativas, las cuales los profesores debemos tratar de cumplir. Si a eso le sumas que en gran parte de mi vida laboral he realizado estas tareas a la par de las responsabilidades de dirección, pues no ha sido fácil, sin embargo, cuento con el apoyo y la comprensión de mi familia. Trato de deslindar la profesión de los deberes familiares y hago en casa aquellas cosas imposibles de hacer en la Facultad. Pero el máximo de tiempo en el hogar lo dedico a mis hijos, a mi esposo y a compartir con seres queridos y amistades. Se puede ser un magnífico trabajador y tener muchos reconocimientos científicos, pero  no contar con una vida familiar saludable y eso considero que es imprescindible para sentirse pleno como ser humano.

Creo muy importante el ejemplo que podamos ser para los jóvenes que formamos e impregnarlos del sentido de pertenencia con la Universidad y demostrarles que se pueden hacer cosas diversas. Los profesores debemos exigir y además mostrar el espíritu de sacrificio necesario para alcanzar las metas trazadas, apoyarlos mucho y demostrarles la importancia de crecer profesionalmente y como ser humano. Cuando uno es un buen ser humano, es capaz de hacerlo todo bien y eso trato de ponerlo siempre en práctica.

-¿Qué criterio le merece la Universidad

actual con respecto al año 1974,

su espacio en ella como estudiante?

Son dos momentos totalmente diferentes, aquella era una Universidad donde había muchísimo compromiso político y espíritu de sacrificio. No quiero decir que ahora no se tenga, pero era otro contexto, la forma de llevar a cabo las tareas, las condiciones. Teníamos mucho apoyo del excampo socialista, no sabíamos de dónde venían las cosas, pero sí sabíamos que contábamos con lo necesario para llevar a cabo los experimentos que realizan los birólogos, bioquímicos y microbiólogos, las tres carreras estudiadas en la Facultad. Esos vínculos con el socialismo de Europa del Este permitieron a más del 50 por ciento de los estudiantes y profesores de mi generación formarse y trabajar allá.

Aquel era el contexto de la Universidad y así se mantuvo hasta la década de los años 90, una etapa de bastante escasez de materiales en detrimento de las posibilidades que he tenido de transmitirles a los jóvenes las habilidades prácticas necesarias. Ante esta situación económica  empezamos a buscar los medios de obtener financiamiento externo, porque no se podía parar, ni en ese momento ni ahora. Así surge otro estudiante, mejor preparado en algunas herramientas de trabajo, pero sí considero que siente un poco menos de compromiso. En esas dos corrientes nos encontramos.

Los estudiantes sí quieren llevar adelante nuestro proyecto social, continuar con sus valores y logros. No obstante, considero que se debe apreciar a cada grupo humano en el contexto donde se desarrolla. Todo el mundo tiene muchos deseos de prepararse bien, de aprender al  máximo y a pesar de los cambios de época, para mí la Universidad estará siempre llena de gente con sueños, con aspiraciones, quizás diferentes, pero que llevan a prepararse mejor.

-¿Cuál es la labor que más le ha impactado?

Después que terminé el trabajo como decana en el 2002, empecé a trabajar en la Vicerrectoría de Relaciones Internacionales de la Universidad en un departamento poco desarrollado que era entonces el intercambio científico con estudiantes estadounidenses.

Esa labor me ha llenado de satisfacción porque nuestras relaciones profesionales con Estados Unidos se han visto afectadas durante la administración del presidente George W. Bush. Actualmente un grupo de ellos viene a pasar un semestre en la Universidad de La Habana cursando diferentes asignaturas. Es una tarea que requiere mucho esfuerzo porque esos muchachos provienen de universidades de élite y llegan a Cuba con grandes expectativas en el campo de los saberes.

Hasta el momento han transitado por la Universidad alrededor de 2 000 estudiantes, cifra no muy altas, pero constituye avances. Esta es una labor bonita, uno siente que ayuda a formar a las personas que en algún momento serán los líderes económicos, políticos y sociales de aquel país y, por otra parte, los jóvenes están teniendo su propia opinión sobre Cuba. La mayoría viene con mente muy abierta y se va mejor de cómo llega por la posibilidad que tiene de evaluar nuestro proyecto social. Esta labor la desempeñan diferentes compañeros y yo soy la coordinadora académica de cada currículum de estudios. Una pequeña contribución al mejoramiento de las relaciones de trabajo con los Estados Unidos.

-¿Abandona, entonces,  los proyectos científicos?

No. Me encuentro en un momento muy bueno desde el punto de vista científico porque estoy desarrollando un trabajo con la Universidad Libre de Bruselas, en Bélgica, y hasta ahora tenemos cuatro investigaciones y la más reciente es en el mejoramiento del cacao en Cuba. Tiene gran importancia para mí porque se suma la Universidad de Guantánamo.

Este proyecto cuenta con un financiamiento de casi medio millón de euros y el asesoramiento de la Estación Experimental de Café y Cacao, en Baracoa. Las investigaciones han requerido de mucho esfuerzo tanto por la parte belga como de la cubana, y han sido aprobadas para ponerse en práctica a partir de febrero de 2008. Por otra parte, trabajo con un grupo de la Universidad para presentar una propuesta para el financiamiento de los doctorados en las carreras de ciencias experimentales, o sea, Matemática, Química, Biología y Farmacia.

-¿Qué insatisfacciones quedan?

Me hubiera gustado ver la Facultad en mejores condiciones de infraestructura y que los estudiantes pudieran prepararse desde el punto de vista práctico. Pero esta es una insatisfacción entre comillas porque nosotros los cubanos siempre tenemos soluciones a las adversidades que se nos  presentan, y esas dificultades las hemos suplido con un conjunto de unidades docentes radicadas en el Polo Científico del Oeste.

Allí enviamos a los alumnos a adquirir las habilidades que podrán aplicar cuando se gradúen, porque en este momento lo más importante es prepararlos teóricamente. Aunque me hubiera gustado que ellos, en su Facultad, pudieran constatar los avances vertiginosos en la ciencia. Tengo, en cambio,  más satisfacciones: soy muy afortunada, la vida me ha dado la posibilidad de estar siempre aquí, de conocer personas maravillosas, de adquirir una visión muy amplia el tiempo que estuve en el consejo universitario y el hecho de seguir trabajando vinculada a las labores de  dirección.

Francamente, quisiera que la Universidad fuera siempre esta: la que todo el mundo sueña con subir su escalinata y después nadie quiere bajar.

-¿Cuáles son sus retos?

Estoy empeñada en que los jóvenes formados a mi lado alcancen el grado de doctor y tengan una preparación sólida. Me gustaría escribir un libro colectivo que refleje nuestro trabajo. Así, cuando decida retirarme y llevar una vida más calmada, ellos tengan un compromiso fuerte con la Universidad y lleven adelante sus proyectos científicos.

Quiero,  entonces, que me recuerden no solo como la profesora. Que me recuerden porque contribuí a preparar gente buena, dispuesta a enfrentar cualquier tarea. Quiero servirles de ejemplo para seguir adelante, para vencer los obstáculos, para que nunca se cansen. Ese es mi mayor deseo.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación Nosotros, los del 280, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, a propósito del aniversario de la casa de altos estudios cubana.

FICHA TÉCNICA:

Objetivo  central: Conocer el criterio que merece a la entrevistada el nuevo contexto universitario y la repercusión de esta institución en su vida personal.

Objetivos colaterales: Indagar en la realización de nuevos proyectos científicos.

Tipo de entrevista:
Por su forma: De preguntas y respuestas.
Por su contenido: De personalidad
Por el canal que se obtuvo: Encuentro directo.

Tipo de titulo: De cita textual.
Tipo de entrada: Directa o de presentación.
Tipo de cuerpo: De preguntas y respuestas.
Tipo de conclusión: De comentario u opinión del entrevistado.

Fuentes consultadas: Activas. Annia Hernández, doctora en Ciencias Biológicas y jefa del Departamento de Microbiología. (Compañera de trabajo). Marcia Rojas, doctora en Ciencias Biológicas. (Compañera de trabajo). Yanelys Acebo (estudiante de Maestría).

DIEGO GONZÁLEZ SERRA, MAESTRO NATURAL

DIEGO GONZÁLEZ SERRA, MAESTRO NATURAL

 

Acerca de la Universidad de La Habana, este profesor asevera que la considera su escuela, hogar, centro de trabajo: “En ella dejé parte de mi juventud y de mi adultez. En ella me formé. En ella pude alcanzar mi madurez científica y mi realización personal. Los momentos más felices de mi existencia los he experimentado, sin duda, en sus aulas”.

 

JORGE GONZÁLEZ VÁZQUEZ,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Desde que me abrió la puerta de su apartamento en la céntrica Avenida 26, y después de haber intercambiado algunas pocas palabras vía telefónica, pude distinguir la inmensidad de su espíritu. Es un hombre de 69 años. Habla de sus padres con los ojos llenos de nostalgia. Con modestia me mostró los libros que ha escrito. Siempre tiene respuestas certeras, coherentes. Todo ello me hizo descubrir al psicólogo y al filósofo que, como afirma, lleva dentro.

No se equivocó la alumna ayudante que lo calificó como “el bienamado”, porque Diego González Serra, profesor de Psicología en la Sede Universitaria de Plaza, es una de esas personas que van sembrando cariño por el mundo sin detenerse en aguardar los beneficios de la cosecha. 
      
-Usted ha sido profesor en varios niveles de enseñanza.  ¿Qué diferencia  la universitaria de las demás?

Mis primeros pasos como profesor fueron en la enseñanza secundaria, impartiendo la asignatura de Ciencias Sociales en la escuela “Mártires del 13 de Marzo”, del municipio La Lisa. Allí había que desarrollar una pedagogía totalmente orientada a solucionar los problemas fundamentales de ese nivel: la educación formal y la disciplina. Si no controlabas estos dos factores, los muchachos no se interesaban por los conocimientos que venías a ofrecerle y la clase se volvía terrible. Esto sucede porque la adolescencia es un período de autonomía, que muchas veces se expresa en un carácter agresivo, en ir contra las normas.

Al final tuve descubrí que en la enseñanza universitaria todo era bien distinto: la dificultad no es la disciplina sino el contenido, hacer pensar a los estudiantes para lograr un ambiente intelectual que los motive a superarse. ¡Aquí sí que me sentí bien, en casa!  Es que yo prefiero las ideas y los pensamientos sólidos, la discusión y el debate en torno a cuestiones científicas.

-A pesar de haber ocupado cargos relevantes en la Academia de Ciencias y la Sociedad de Psicólogos de Cuba, nunca abandonó su labor pedagógica, incluso después de jubilado. ¿A qué se debe esto?

Creo que es porque comparto algo con el fallecido cantante Polo Montañés. Él era un guajiro, yo soy un maestro natural. Parece que  tengo ciertas características en la personalidad que me hacen pedagogo. Después de mi jubilación, me dije: “Voy a dedicarme a escribir”; pero por un lado resultaba demasiado complicado publicar lo que redactaba y, por otro, comencé a sentir un vacío, una frialdad interna. Así que regresé.

No te niego que la situación económica influyó también en mi retorno, porque eran momentos críticos del Período Especial; pero si ahora, por ejemplo, me dicen en la Sede Universitaria de Plaza, donde me encuentro trabajando, me van a dejar de pagar,  mantendría mis grupos predilectos. El vínculo con los estudiantes me aporta una especie de energía, vital e imprescindible para que el corazón siga latiendo.

-¿Cómo valora  la actual educación universitaria en Cuba?

Pienso que la educación universitaria en Cuba, después de la Campaña de Alfabetización y mucho más con los cambios que experimenta hoy, constituye uno de los mayores aportes de la Revolución al país. Ha sido la manera de llevar los estudios superiores a los pobres, a los obreros, a los campesinos, a la gente corriente, intentando formar profesionales de calidad. Gracias a esto se ha logrado elevar tremendamente el nivel cultural de la población y desarrollar campos como las ciencias biotecnológicas, la medicina, la pedagogía, etc.

Ahora, con la municipalización, se ha convertido en una vía de sacar a la juventud de sus limitaciones, de ofrecerle otra perspectiva y de transformar su ámbito social. Es una medida de tremendo valor humano aunque, como todo, posee deficiencias: aquí los estudiantes no siempre le dedican el esfuerzo, las exigencias o el tiempo que supone una carrera.

-Si tuviera la posibilidad de cambiar algunas de estas deficiencias, ¿cuáles priorizaría?

Les daría más autonomía a los profesores a medida que vayan adquiriendo mayor nivel: permitiéndoles diseñar sus exámenes mientras no abandonen el programa que dicte la Universidad de La Habana, haciéndolos partícipes en la elaboración del Plan de Estudios para dotarlos de autodeterminación y, ¿por qué no?, de algo de jerarquía.

Buscaría la manera de que los estudiantes, al graduarse, pudieran adquirir todos los libros de texto que han utilizado, para que se auxiliaran de esa especie de cerebro perpetuo ante cualquier duda, o para fijar mejor la inmensa cantidad de conocimientos que a veces se reciben de forma fugaz.

Promovería el incremento de la superación en los profesores jóvenes, para que sigan cultivándose de acuerdo con la altura del nuevo estudiantado.

-¿De qué forma ha influido la Universidad de La Habana en su vida?

En casi todo: ella es escuela, hogar, centro de trabajo. En ella dejé parte de mi juventud y de mi adultez. En ella me formé. En ella pude alcanzar mi madurez científica y mi realización personal. Los momentos más felices de mi existencia los he experimentado, sin duda, en sus aulas.

-¿Se considera un profesor feliz?

Uno de los poemas que he escrito dice: “La vida vale / sólo con vivirla en un instante. / Ya lo demás no importa, / porque el instante / ha quedado para la eternidad.”

Con eso quiero decir que la felicidad es un vino que se bebe a sorbos. Me siento un pedagogo feliz cuando imparto la clase y a los alumnos les gusta, cuando investigo un tema que, al final, beneficia a alguien o cuando voy por las calles y me saludan con un efusivo “¡profe!”    

-Dentro de los principales resultados científicos que se le atribuyen está el de una

nueva faceta del ideario martiano. ¿Qué le ha aportado la investigación?

Ha influido y, ¿por qué no?, modificado mi concepción teórica de la Psicología, sobre todo en el sentido de ver la importancia de la moral, de lo ético y lo valorativo. En Martí descubrí una  psicología orientada a formar un hombre altruista, valiente, creador, independiente y culto. Este modelo de hombre ideal, electivo y acorde con el nivel de su época ha enriquecido sobremanera toda mi obra. De hecho, ahora me considero un seguidor del materialismo dialéctico-histórico que reside en Marx, y del pensamiento martiano.

-¿Está conforme con los resultados?

No estoy conforme en el sentido de que presiento que me falta mucho por descubrir en la psicología del Apóstol. Por desgracia, los años han transcurrido y no he podido avanzar más. Si quiero mantener mi salud es precisamente para demostrarle a la gente que Martí no sólo responde a una tarea ideológica y para intentar elevar el valor metodológico que tienen sus ideas. Quien ve a Martí sólo desde el aspecto político es porque no ha sido capaz de integrar una auténtica escala de valores, una creencia en la virtud superior: el perfeccionamiento humano.  

-La medalla 250 Aniversario de la Universidad de La Habana es una de las múltiples distinciones que ha recibido. ¿Qué siente en el 280 cumpleaños de la casa de altos estudios?

Participar en estas celebraciones es una tremendísima gloria, porque estos 280 cumpleaños me van a sorprender imbuido en lo mismo que 30 años atrás, cuando me otorgaron la Medalla: contribuyendo en la formación del relevo cubano.     

-¿Alguna anécdota especial de tantos años de profesión?

Sucede que cuando regresé de estudiar Motivación Humana, en Bélgica, me detectaron un cáncer. Al enterarme de la enfermedad y de la perspectiva de un final cercano me dediqué a autorrealizarme: escribí tres libros en esa década, investigué hasta el cansancio, alcancé la categoría de Profesor Titular, perfeccioné una técnica psicológica creada por el eminente profesor Joseph Nuttin, etc. Todo esto bajo el respectivo tratamiento médico.

Fueron tiempos de una ansiedad horrorosa, alimentada por la idea de tener que darles el último adiós a mis hijos. Parece que la muerte se apiadó de mis ganas de dejar un legado porque, increíble e inexplicablemente, aquí estoy.             

-¿Algo que recomendar a los jóvenes universitarios?

Primero: que estudien. El estudio tiene momentos duros, pero también otros de gran satisfacción cimentados en el sacrificio. Es la manera de ser valioso a la humanidad, de aportar, de darle un sentido constructivo a la vida. No estudiar con el objetivo de sacar una nota, sino con un fin noble: ser útil a la sociedad.

Segundo: Que dejen de otorgarle tanta importancia a la tenencia de bienes materiales: comida, ropa, vivienda, equipos y aparatos de última tecnología; que son importantes, pero no conceden la verdadera felicidad. Los jóvenes de este país deben sobreponerse a las carencias materiales actuales y comprender que lo fundamental no es la posesión, sino la libertad de optar por el bien.

Recuadro:

Libros publicados por el entrevistado:

La Teoría de J. Nuttin sobre la Personalidad y la Motivación; Criterios y Métodos para el Estudio de la Motivación; Lecciones de Motivación; Prácticas de Motivación: el Registro de la Actividad y Método Directo e Indirecto; La Motivación: una Orientación para su Estudio; Problemas Filosóficos de la Psicología; Teoría de la Motivación y Práctica Profesional; Martí y la Ciencia del Espíritu; La Calidad en la Educación; Martí y la Psicología; La Psicología del Reflejo Creador.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación Nosotros, los del 280, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, a propósito del aniversario de la casa de altos estudios cubana.

Ficha técnica:

Objetivo central: Destacar el valor de la labor pedagógica del entrevistado dentro de la Universidad de La Habana.

Objetivo colateral: Conocer su criterio sobre algunos temas que considero de interés, vinculados también con la educación.

Tipo de entrevista:
Por su forma: Clásica.
Por su contenido: De personalidad.

Tipo de título: De referencia al entrevistado.
Tipo de entrada: De retrato.
Tipo de cuerpo: Clásico, de preguntas y respuestas.
Tipo de conclusión: De opinión o comentario del entrevistado.

Fuentes consultadas:                    

Pasivas:
Currículo del entrevistado.
Libros y artículos del entrevistado.
Páginas de Internet sobre el entrevistado.
                                                        
Activas:
Director de la Sede Universitaria de Plaza.
Alumnos del entrevistado.

LA PROFE ELINA

LA PROFE ELINA

Con más de cuarenta años dedicados al arte que representa enseñar, la Doctora en Ciencias Filológicas María Elina Miranda Cancela, no ha dejado de acumular méritos; pero el principal, según ella, es pertenecer a esa legendaria prole de talentos que ha dado a luz la fecunda Escuela de Letras.

DARÍO ALEJANDRO PAULINO ESCOBAR,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Incentivada en su pasión por la cultura y lenguas clásicas, María Elina Miranda Cancela ha dedicado su obra investigativa a estudiar la presencia de los clásicos en la cultura cubana y latinoamericana en general.

Desde entonces ha merecido premios como el de Embajadora del Helenismo, concedido por la Prefectura de Atenas, la Orden Carlos Juan Finlay, entregada por el Consejo de Estado; además, es la Directora de la Cátedra de Filología y Tradición Clásicas. También es fundadora y presidenta del Grupo de Estudios Helénicos. Recibió el Premio a la Crítica por su libro “Calzar el Coturno Americano” y es desde finales del 2007, miembro de la Real Academia Cubana de la Lengua, entre otras importantes distinciones.

Sus publicaciones nacionales y extranjeras se extienden desde una decena de libros hasta una gran variedad de artículos y prólogos. A la vez que educa, investiga y escribe, es madre, esposa y mujer cubana de estos tiempos. Al hablar, explicar o disertar sobre cualquier tema, utiliza un tono pausado y casi maternal, así transmite su sabiduría.

Desde su oficina repleta de libros y mapas, casi todos en idiomas clásicos, esta educadora cumple con la máxima martiana de que  “…enseñar puede cualquiera, educar solo quien fuere un evangelio vivo”         
 
El descubrimiento

-¿Cómo descubrió su vocación?

¿Le fue muy difícil escoger la carrera?

Cuando era adolescente, pensaba estudiar distintas carreras; nunca tuve una definición en ese sentido. Alguna vez quise estudiar Medicina, Ingeniería; de hecho, cuando terminé el bachillerato, vacilaba entre matricular Ingeniería Química o Filosofía y Letras, así que no fue algo definido.

Eso sí, desde pequeña me gustó leer. Mi familia, y mi mamá en particular, favorecieron ese proceso comprándome libros. Así, fue un tanto al azar que matriculé en Lengua y Literatura Francesa porque con la Reforma Universitaria ya no existía Filosofía y Letras. Pensé, incluso, estudiar Historia del Arte, y después, al final, terminé en la Licenciatura en Literatura y Lenguas Clásicas que era como se llamaba. En esos tiempos era fácil cambiar de especialidad porque los dos primeros años eran comunes para todas las filologías clásica, hispánica, francesa, rusa e inglesa, las que se impartían entonces.

-¿Qué sintió la primera vez que se

sentó en un aula universitaria

y recibió la primera lección?

Mi primera clase como estudiante universitaria fue justamente con Mirta Aguirre. Fue muy impactante, porque ella nos hizo saber que al igual nosotros llegábamos a la Universidad, para ella también ése era su primer día, y, todos comenzábamos juntos.

-¿Cuál fue el profesor que más

admiró en sus años universitarios?

No pudiera decir uno en particular porque realmente tuve muy buenos profesores, figuras importantes dentro del mundo intelectual. Además de Mirta Aguirre, recibí docencia de Camila Henríquez Ureña, José Antonio Portuondo, Roberto Fernández Retamar, Vicentina Antuña y otras personalidades.

-¿Cómo llega a la docencia?

Ya en esos años había un movimiento de alumnos ayudantes e instructores no graduados  y, tanto Luisa Campuzano como yo, que éramos compañeras de curso, fuimos seleccionadas por la cátedra para ser instructoras no graduadas. Después, cuando me gradué, pasé a trabajar como profesora.

-¿Cuál fue la disciplina que escogió

para comenzar a dar clases?

Empecé impartiendo Lengua Griega, porque ha sido política del departamento, desde entonces, que todos nuestros profesores justamente comiencen por impartir lenguas como base, antes de otras asignaturas como Historia, Literatura. Luisa Campuzano enseñaba latín, y yo griego.

-De todas las asignaturas que ha impartido,

¿cuál ha sido la preferida?

Literatura,  porque tiene que ver con toda mi formación humanística y quizás porque uno estudia las lenguas clásicas no solo por lo que pueda incidir dentro de la lengua en el estudio de la lingüística, sino porque me dediqué al estudio de la literatura, y las lenguas son una forma de acercamiento en la comprensión de ésta.

Me decidí por Grecia y podría decir que quería conocer y ahondar en cómo una literatura y una cultura que ha gozado de tanto prestigio ha influido en la cultura posteriormente, cuál había sido realmente el precepto que había seguido, cuáles los valores y el por qué de la vigencia de los clásicos hasta nuestros días. Quizás eso fue lo que más me estimuló y se transformó en pregunta a la que traté de dar respuesta a través de la preparación y de las clases y de la obra que he llevado a cabo.

 Fundadora

-¿Cómo surgió la idea de fundar el

Grupo de Estudios Helénicos?

Por las difíciles circunstancias que se vivieron en los años noventa, ante la necesidad de bibliografía, de actualización, etc, que en Letras Clásicas es muy importante. Entonces pensamos que las Letras Clásicas estaban en un momento muy difícil, hasta temimos que pudiera, de alguna forma, desaparecer. Así comenzamos a luchar para que no sucediera.

Para ello organizamos un congreso de Filología Clásica en América, nos visitaron especialistas de toda la región. Gracias a esas relaciones, recibimos el respaldo que también nos brindó la República de Grecia, mediante su embajador en aquel momento, el señor Doudomis.  Así tuvimos medios y posibilidades  de pensar en hacer la Maestría en Filología y Tradición Clásica, y también  la Cátedra de Cultura Neohelénica, cuyo propósito es fomentar los estudios de la cultura griega desde la antigüedad hasta nuestros días; es decir, no limitarnos a la Grecia Clásica o de la antigüedad, sino también conocer más sobre la cultura, sobre la lengua y la literatura actual de este país.

-¿Qué es el Aula de la Cultura Neohelénica?

Como parte del grupo se creó esta aula, cuyo objetivo es insistir en los estudios sobre Grecia contemporánea con el respaldo del proyecto del gobierno de la República Helénica, a raíz de un encuentro intergubernamental para firmar un convenio con tal propósito.

Parlamentarios griegos presenciaron la fundación del Aula Neohelénica, centrada en estudios acerca de la cultura, la lengua y la literatura contemporánea de esa península mediterránea.

-Usted recibió el título de Embajadora del Helenismo,

otorgado por la Prefectura de Atenas.

¿Considera que fue una recompensa

al trabajo de tantos años?

Pienso que no solo fue un reconocimiento a mi labor en particular, sino a todo el vínculo que ha existido al pasar de los años entre la cultura griega y la cultura cubana, y cómo la cultura griega y la literatura griega han actuado de una forma destacada en el imaginario cultural cubano.

La investigadora y escritora

-Su libro “Calzar el Coturno Americano”

obtuvo el Premio a la Crítica.

¿Por qué ese título?

Esta es una frase de José María Heredia de cuando les pedía a sus amigos del círculo delmontino, es decir, de Domingo del Monte, que dejaran de escribir tragedias, que escribieran dramas relacionados con las repúblicas que querían constituirse. Él decía que estaba a punto de escribir esa tragedia que se quería, pero americana; entonces, ésa es la frase que señala, y así se titula el libro, porque lo que muestra es la presencia de autores que han tomado los mitos clásicos como paradigma para construir una obra auténticamente nuestra. 

-¿Qué representa para usted el hecho

de ser una de las solo seis féminas que

integran la Academia Cubana de la Lengua?

La Academia de la Lengua es una institución donde ha habido una presencia femenina muy importante; de hecho, Dulce María Loynaz, fue la mujer que la presidió durante muchísimos años. Por supuesto, es un gran honor, un gran compromiso con las letras cubanas.

-¿Qué lugar en su vida le concede a la docencia?

Imagínate, después de haber estado enseñando durante 42 años, ya es una parte muy importante de mi vida. Pienso que la docencia es muy enriquecedora desde todo punto de vista porque en el intercambio con el estudiante no solo uno enseña, sino también aprende mucho. Hace poco comentaba con un joven profesor cómo cualquier grupo nuevo te hace una pregunta en la cual uno nunca había reparado y, entonces, obliga a pensar para responderla.

-Si tuviera que agradecer a

alguien por la ayuda prestada,

¿quién o quienes serían?

A mi madre, porque siempre me apoyó desde todo punto de vista. Ella procuró que estudiara, me proporcionó muchas cosas y estuvo a mi lado durante toda su vida para que yo pudiera ejercer profesionalmente.

-¿Cuál ha sido el mayor y

el mejor premio de su vida?

Mi hija, haber tenido una hija.

-¿Qué consejo usted daría a las

nuevas generaciones de profesionales

profesores de Letras?

Quizás también uno de los mayores premios es ver surgir nuevas generaciones de profesores que se van formando y pueden continuar la obra. No hablo de una obra personal, sino de la obra cultural de este país. Pienso que ese es el concepto que siempre hemos tenido y el consejo que damos, es decir, que sean unos verdaderos profesionales  y unos auténticos humanistas.

-¿Tiene fecha definida para retirarse de las aulas?

No, no la tengo.

Y respondió con la calma que otorgan los años, con la responsabilidad de la persona conocedora de que todavía queda una gran obra por continuar y con la valentía de las antiguas protagonistas de páginas históricas en la región helénica.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación Nosotros, los del 280, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, a propósito del aniversario de la casa de altos estudios cubana.

Ficha Técnica:

Objetivo Central: A propósito del aniversario 280 de la fundación de la Universidad de La Habana, institución donde han surgido y por donde han pasado destacadas figuras destacadas dentro de la pedagogía cubana, que el público conozca la vida y obra profesional de esta destacada intelectual.

Objetivos Colaterales: Lograr que la entrevistada emita algunas opiniones sobre determinados temas de actualidad que influyen en su actividad como pedagoga. Que la entrevistad hable sobre facetas o aspectos de su vida que sea desconocidos para el público.

Tipo de entrevista:

Por su forma: Clásica
Por su contenido: De retrato o personalidad.
Canal por el que se obtuvo: Cara a cara.

Tipo de Título: Con el nombre del entrevistado.
Tipo de Entrada: Biográfica.
Tipo de Cuerpo: Preguntas y Respuestas.
Tipo de conclusión: De comentario del entrevistador.
 
Fuentes Consultadas:

José Antonio Baujín Pérez, Decano de la Facultad de Artes y Letras.
Marcia Fernández, Profesora de Redacción de la Facultad de Artes y Letras.
Mónica Rivero Cabrera, estudiante de Periodismo.
Alumnos de la entrevistada.
Currículum de la profesora.
Internet.

Y DICE UNA MARIPOSA QUE OYÓ AL DESPERTAR…

Y DICE UNA MARIPOSA QUE OYÓ AL DESPERTAR…

Dedicada al estudio de la audición en insectos, la doctora Martha Pérez Álvarez, profesora de Fisiología de la Facultad de Biología de la Universidad de La Habana,  comenta sobre su labor por más de 40 años en la institución.

ANA LIDIA GARCÍA HERNÁNDEZ,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

“¿Sobre Mamá? Claro, con mucho gusto podemos hablar. Es una excelente profesional, pero sobre todo, una excelente persona. Dispuesta siempre a ayudarnos y a escuchar nuestros problemas. Conoce las historias nuestras de principio a fin”.

Palabras como estas se repitieron al preguntar por la profesora Martha Pérez Álvarez. Sus compañeros de trabajo, que con cariño la llaman “Mamá”, comentaron su dedicación a la Universidad de La Habana y en especial a la Facultad de Biología. Al hablar con quienes la rodean y observar el orgullo que sienten por ella, comprendí por qué la nombran con una palabra de cuatro letras que encierra toda la maravilla del mundo. 

Profesora de Fisiología hace más de 40 años, ama su profesión y es fiel defensora del medio ambiente. Investigadora y científica, mujer, comprensiva  con todos y consagrada a su labor, nos cuenta su historia y habla de su presente.

“Yo estudié la carrera  por decisión personal, te confieso que dudé entre  biología y  medicina, pero al final opté por la última. El amor al proceso de la vida me lo inculcó mi papá. Era una persona que amaba la naturaleza, capaz de despertarnos a mi hermano y a mí para colectar capullos de mariposas o ver un cometa en la noche.

“Escogí la carrera para conocer a los seres vivos, pero no veía esos conocimientos en ninguna asignatura. Pensé en abandonar los estudios en cuarto año y apareció la Fisiología. Encontré lo que en realidad se relacionaba con lo práctico, no lo descriptivo. A los alumnos les gusta, la sienten más cercana porque entienden su propio cuerpo”.

Dentro del campo de la Fisiología la audición de los insectos es el eje central de su labor. Trabaja sin descanso para lograr conocer todas las características del sistema sensorial de audición en las mariposas.

“Comencé a relacionarme con esa dirección porque el jefe del grupo al que pertenecía estaba interesado en desarrollarla. Es una actividad muy interesante. Los insectos se comunican entre sí, utilizando el sistema sensorial.

-¿Si no fuera lo que es hoy,

qué le hubiera gustado ser?

Me hubiera gustado vincularme a algún lugar donde se protegiera a la naturaleza. Ese es el principal deber de todos los biólogos y en especial en los países subdesarrollados donde competir con los adelantos de la ciencia resulta casi imposible. Nuestro medio ambiente está ahí y todo lo que hagamos por él es positivo. Mi trabajo está muy vinculado a este compromiso, conocer las especies es también una manera de conservarlo.

Mantener en buen estado lo que nos rodea es muy importante, pero no es mi única función. Un profesor universitario, además de hacer su labor docente, debe investigar en algunas ramas del saber, hacer experimentos, escribir artículos, dirigir tesis de diplomas, maestrías, doctorados, ser guía de grupo, presidente de carrera, pertenecer al Consejo disciplinario. A unos les toca menos, a otros más”.

Más de 24 artículos incluye la actividad  científica de Martha, la mayoría de ellos en revistas de prestigio internacional. Durante sus años de labor presentó 78 trabajos en eventos nacionales e internacionales de la rama. Participó en proyectos de investigación conjunta con profesionales  alemanes.

Para alguien que ha impartido conferencias  en Cuba y en el extranjero, obtuvo premios científicos como el de la UH en la especialidad de Estudios Fundamentales de las Ciencias  y las Humanidades en 1998, e integró el Consejo Científico de la Universidad desde 1992 hasta hace poco, y el de su Facultad desde 1988 hasta la actualidad, es muy importante referirse a las palabras ciencia y universidad combinadas en una misma idea.

“El desarrollo de la ciencia en la Universidad se ha visto afectado directamente por la situación económica de nuestro país. En muchas ocasiones la labor práctica encuentra disímiles obstáculos. Hubo un tiempo que se detuvieron las investigaciones. Con el paso de los años hemos aprendido a trabajar con limitantes y desarrollar la ciencia como en todo el mundo, sobre la base de proyectos. Nos tomó tiempo, pero ya nos adaptamos a esos métodos.

“Eso ocurrió y todavía sucede en la UH, pero no es un caso aislado, así pasa en toda la Isla. Creo que estamos mejor que muchos países del Tercer Mundo,  pero peor que potencias con un elevado nivel científico. En Cuba es muy difícil defender una tesis de doctorado, resulta casi imposible desarrollarla completamente porque no existen las condiciones necesarias. No obstante, considero válido destacar la presencia de un alto índice  de Premios a la Academia de Ciencias, la UH presenta excelentes resultados en la categoría”.

-La casa de altos estudios cumple 280 años

y usted ha estado en ella por más de 40.

¿Qué significado le confiere?

Me enorgullece que la Universidad llegue a tan honorable fecha porque la considero mi casa. Sé que muchos me critican, pero me siento bien así. Llego todos los días temprano y me voy muy tarde, incluso vengo en vacaciones porque es cuando mejor se trabaja.

Comencé a dar clases en la UH desde el año 1966 cuando estaba en tercer año de la carrera, desde que entré en 1964 jamás he salido de ella.

En esos años el país estaba inmerso en una reforma educacional y la Universidad necesitaba profesores, sobre nuestras espaldas llevamos los aciertos y desaciertos. Tuvimos que hacer grandes esfuerzos porque no recibimos la formación suficiente para dar clases. Intento transmitir a mis estudiantes la importancia de la preparación diaria, esa es la Universidad. En ella se dan las herramientas, pero no se puede ofrecer todo. Es fundamental que cada uno entregue mucho de sí en ese proceso. Se facilitan las bases y los mecanismos para que el alumno se apropie de lo que necesita en cada una de las ramas”.

En la Facultad de Biología la mayoría tiene una buena opinión de la profesora Martha, pero eso sí, todos argumentan que es una “profe” a la que hay que respetar.

“Pienso que no hay nada de extraordinario en eso, el mérito radica en haber sabido lograr una buena comunicación con los estudiantes. No me gustan las informalidades ni los cambios sin previo aviso. Siento el deber de influir en la formación de personas responsables”.

Con la palabra mamá llaman a Martha los jóvenes que la rodean. Para quienes están a su lado es la persona con la que se puede hablar, incluso, de asuntos personales. Ella ve en sus compañeros y alumnos a los hijos que no tuvo.

“Yo he modificado ese refrán que dice que al que Dios no le da hijos, el diablo le da sobrinos. Al que Dios no le da hijos el diablo le da alumnos. Es una gran recompensa sentir que te dicen mamá, porque eso demuestra que la quieren a una”.

-La nueva generación es una de las

razones por la que aún sigue trabajando…

La UH presenta hoy una deficiencia. Existe una discontinuidad en el claustro dada por el tiempo en que no se veía como una prioridad que los recién graduados se quedaran como profesores en la institución.

Nos dimos cuenta del fenómeno antes de que no tuviera solución y comenzamos a insertar a los jóvenes entre nosotros, pero les falta mucho por aprender y me siento comprometida con ellos. Debo transmitirles todos mis conocimientos para irme tranquila. Actualmente estoy terminando un libro de Fisiología que recopila los avances alcanzados en el campo y se utilizará en la enseñanza al menos por un tiempo.

Que su trabajo trascienda y sea útil a otras personas siempre ha sido una prioridad en la vida de la doctora Martha Pérez Álvarez, por eso desde que la seleccionaron en el año 1987 para dirigir la Revista Biología lo hace con mucha dedicación hasta el amanecer de hoy.

“En realidad nunca pensé  dirigir una revista, fue interés de la Facultad, pensaron en mí y acepté. Me gustó mucho hacerlo y hoy puedo decir que me encanta. Comencé sin saber nada, aprendí algo sobre la marcha. Lo disfruto porque ofrece la posibilidad de conocer el trabajo de otros compañeros del país. Esta labor permite ver materializado el esfuerzo de cada día. Es un gran estímulo apreciar a los autores contentos cuando se publica un artículo suyo”.

En la actualidad brinda clases a los estudiantes de cuarto año de Biología. Durante 41 periodos consecutivos ha impartido más de 80 cursos-semestre en la docencia de pregrado de las carreras de Biología, Bioquímica, Alimentos y Ciencias Farmacéuticas. Además, ha ofrecido 30 cursos de postgrado a egresados cubanos y extranjeros de diversas especialidades.

“No me interesa que otros piensen en las ventajas de dedicarse al postgrado o a la experimentación práctica por completo. Para mí lo más importante es la docencia y hasta ahora nunca he pensado abandonarla. Me sigue gustando dar clases y trabajar con el pregrado, ser la primera persona que les hable a los estudiantes acerca de la Fisiología. Me satisface estar al lado de los jóvenes. Considero que enseñar es mi razón de ser”.

-¿El esfuerzo de estos años de trabajo

hoy es un orgullo para usted?

Esta Facultad aporta mucho personal a los centros del polo científico, además, la mayoría de los científicos hacen sus tesis y las defienden en ella. En mi vinculación a dichos procesos  he visto a jóvenes graduados que realizan labores importantes y eso me estimula. Encuentro en todos los lugares que voy un biólogo. Hace algunos años el Obispo de La Habana era biólogo y yo le había dado clases.

-La juventud ha sufrido cambios

considerables en los últimos tiempos.

¿Cómo valora su espíritu actual?

No pienso que la juventud esté perdida como dicen muchos, y si hace cosas que no hacía la de antes es porque nosotros mismos se lo permitimos. Si hoy los alumnos no son respetuosos con los profesores es porque no vamos por un buen camino. En la Universidad no solo se consolidan los valores, también puede retomarse su enseñanza. Será que pienso así porque simpatizo con los jóvenes y sigo nutriéndome de su energía y  entusiasmo.

Martha Pérez  formó parte del equipo que “tejió a mano” las asignaturas de Fisiología Animal Comparada I y Fisiología Animal Comparada II, sin precedentes en el mundo. Pertenece al grupo de redacción del libro Fisiología Experimental, que obtuvo premio en la categoría Resultado más útil a la Educación Superior en la Rama de Ciencias Naturales en el año 1988 y mención a nivel universitario,  en 1989.

Durante esos años escribió gran variedad de materiales para el estudio de la Fisiología y participó en la elaboración de los planes de estudio A y D, y en el diseño y confección de programas de numerosas asignaturas tanto de pregrado como de postgrado. A pesar de su amplia carrera, Martha confiesa  que aún le falta mucho por hacer.

“Todavía no me pienso retirar, pero pedí la condición de Profesor Consultante. Mientras, sigo soñando. Nuestro equipo de trabajo tiene planes de hacer el registro electrofisiológico de la respuesta de los insectos al chillido del murciélago en el campo. Yo tuve una experiencia  similar en Alemania y fue algo maravilloso. Deseamos que todo sea lo más natural posible.

“El mayor anhelo de todos nosotros es fortalecer estas investigaciones en Cuba. No hay muchos grupos dedicados al tema en el mundo, pero existen potencialidades en Estados Unidos, Alemania, Dinamarca y Canadá.
 
“Creo que nos sigue faltando la divulgación. Es casi desconocido el trabajo que desarrollamos. La población necesita que se difunda una cantidad superior de temas científicos en revistas especializadas; la prensa diaria no es un espacio propicio para tales asuntos. Las personas leen las revistas en la guagua, en una cafetería, en recesos de cinco minutos, y si las compran es porque les interesan los tópicos  que allí se abordan”.

El tiempo se fue volando, Martha me había concedido una hora  de su ocupado día. A ella no le gusta que digan que es una mujer complicada, piensa que es una profesora común y corriente.

Tocan a la puerta: “Mamá,  te necesitamos”, dice un joven. Esta llamada anunció la hora de terminar. Me marcho y ella continúa entre aparatos que no entiendo, capullos de mariposas, revistas Biología, planes inmediatos o de largo alcance y jóvenes que la respetan como a una madre.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación Nosotros, los del 280, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, a propósito del aniversario de la casa de altos estudios cubana.

FICHA TÉCNICA:

Objetivo central: Investigar sobre la vida de Martha Pérez Álvarez, profesora de Fisiología de la Facultad de Biología de la UH, como profesional y destacar sus valores humanos.  

Objetivos colaterales: Obtener su opinión acerca del desarrollo de la ciencia en la UH y en Cuba. Conocer su opinión sobre la juventud actual. Conocer sus sueños. 

Tipo de entrevista:

Por su forma: Mixta
Por su contenido: De personalidad.
Por el canal que se obtuvo: Directo (mediante la entrevista cara a cara)

Tipo de título: De referencia a obra literaria.
Tipo de entrada: Anecdótica.
Tipo de cuerpo: Mixto.
Tipo de conclusión: Opinión del entrevistador.

Fuentes consultadas:

Compañeros de trabajo de la entrevistada: Lic. Biología: Yelenis Ruisánchez; Lic. Biología: Antonio Cadis; Dr. Emanuel Mora. Alumnos del entrevistado: Yosniel Jiménez, Wilmer Toledo, René Herrera. Todas son fuentes directas.

“UNIDAS DESDE EL ALMA”

“UNIDAS DESDE EL ALMA”

Así describe la relación con su profesión Hilda Puerta, profesora de la Universidad de La Habana e investigadora del Centro de Investigaciones de la Economía Internacional.

RICHARD RUÍZ JULIEN,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Daban las diez de la mañana y me encontraba en un salón contiguo al área de conferencias del Centro de Investigaciones de la Economía Internacional (CIEI). Un local amplio, con inmensos ventanales, a través de los cuales se divisaba una tupida arboleda y se escuchaba el ir y venir de los carros por una gran avenida de La Habana.

Sentada frente a mí, cordial, con sonrisa amistosa, dispuesta a ayudar, Hilda Puerta, licenciada en Economía en La Universidad de La Habana y actualmente profesora e investigadora de la misma y del CIEI en la esfera de Integración Económica, respondía mis preguntas complacida de “su tarea”.

“No es menos cierto que la Universidad llega a su aniversario 280 afectada por disímiles circunstancias. Estas condiciones han influido de diversas maneras en su proyección pero, lejos de planteamientos superficiales, cuando estudiamos en profundidad la enseñanza universitaria cubana moderna descubrimos una entidad orientada hacia la formación de un joven íntegro, preparado para enfrentar los retos de la vida, dispuesto a buscar y combinar soluciones más efectivas.

“Por encima de cualquier deficiencia, existe un colectivo dedicado a depositar en el futuro profesional los elementos fundamentales, más allá del orden académico, para una genuina formación: el afán por conocer, razonar, construir, desarrollar valores, debatir sus proyecciones. Aquí está el verdadero estilo, la norma de trabajo de la universidad cubana del presente”.

Hilda Puerta pertenece a este conjunto de seres edificadores, especie tal vez de héroes anónimos, de los cuales surgirán ejércitos en el mañana. 
    

-¿Cómo surge en usted su vocación de investigadora?
 

De manera paulatina, asociada al creciente interés de profundizar en los conocimientos y, de alguna manera, surgió desde muy joven.

-¿Qué recuerdos más significativos tiene

de su etapa de estudiante universitaria?

Al evocar esa etapa lo hago con mucho cariño. Recuerdo de manera especial la solidaridad entre los estudiantes ante las diversas y muy frecuentes dificultades, sobre todo de acceso a la bibliografía, y cómo nos ayudábamos los unos a los otros.

Fue un período muy intenso (fines de los setenta). Teníamos un régimen muy fuerte de estudios en la mañana, trabajo de prácticas de producción en las tardes y muchas actividades en las noches. Siempre estuvimos muy unidos, estudiábamos mucho en colectivo. Aún nos reunimos periódicamente.

-¿Representó un antes y un después en su vida

el cursar estudios superiores en

la Universidad de La Habana?

Por supuesto. La rica experiencia vivida al cursar estudios en la Universidad marcó un hito en mi vida, no sólo por el aprendizaje de las diferentes materias, sino también porque, en ultima instancia, todo lo vivido incidió de forma determinante en mi visión general del mundo y la vida.

-¿Cuándo comienza a ejercer como profesora?

Prácticamente al terminar de graduarme. Fue un momento decisivo, donde se requería esfuerzo, pues era imprescindible dar respuesta de manera inmediata al déficit de profesores en el país. De esta manera, fue necesario formarme como docente desde el punto de vista técnico y profesional, sin apenas tiempo para prepararme.

-¿Cuánto de Hilda como persona

está presente en sus clases?

En mis clases están presente cada una de mis cualidades y características como persona. Disfruto mucho impartir clases, me realizo de manera especial como profesional. Cualquier problema en el plano personal lo olvido delante de mis alumnos, con quienes logro establecer siempre excelentes relaciones. A mis estudiantes trato siempre de trasladarles mis experiencias, y los valores que debe tener un profesional de la economía en la actualidad.

-¿Qué otros valores, además del

saber otorgado por las clases, cree es

necesario fomentar en el alumnado?

Son muchos los valores que es necesario impartir para lograr formar verdaderos profesionales en la actualidad, dispuestos a transformar, a buscar nuevas estrategias de desarrollo. Lo primero es trasladar estos valores a través del ejemplo diario, de la labor constante y conjunta. Entre ellos destacan, sobre todo la honestidad, la lealtad, la ética, el sentido de la responsabilidad, la verdad, la solidaridad y el respeto.

-¿Cómo cree que la universidad cubana

actual influya en la formación de los jóvenes?

La universidad cubana actual influye en los jóvenes por diversas vías. Estas se manifiestan en el diseño y la manera de impartir los planes y programas de estudio cada vez más modernos, de más calidad, más multifacéticos, incluyendo la vinculación con las investigaciones y la práctica profesional directa. Además de ello, está presente en todos los aspectos relacionados con la Batalla de Ideas, la cultura, el deporte, tratando en todo momento de formar un joven más integral y más calificado.

-¿Cuál es el factor clave para que

un profesor llegue al alumno?

El factor clave es la calidad de sus clases, su completa preparación. Pero también es vital su flexibilidad, el intercambio y el debate con el estudiante, permitiéndole expresar libremente sus opiniones, sus puntos de vista, aunque estos no coincidan en un momento dado con los del profesor. Lo importante es desarrollar en el alumno el deseo de investigar, aprender, aplicar, explotar al máximo su capacidad intelectual, hacerle pensar y llegar a conclusiones lógicas.

-¿Existe algún estilo específico en

la enseñanza universitaria cubana?

En general, sí existe un estilo específico en la universidad cubana. Este estilo se asocia, sobre todo, con su carácter integral y constructor, no academicista y, además, con un peso muy importante en la enseñanza de valores esenciales para el país y para el adecuado desempeño profesional del futuro economista.

-He escuchado a muchas personas comentar,

fundamentalmente los más ancianos,

que la universidad cubana actual no es

como la de hace  cincuenta años.

¿A cuál factor asocia estos comentarios?

Por supuesto que la universidad actual no puede ser como la de hace cincuenta años. Los tiempos cambian en todos los sentidos, con ellos las personas, su modo de pensar, de actuar, de proyectarse ante la vida, incluso, en la forma de asumir las responsabilidades, y esto se refleja, sin dudas, en la universidad. Un ejemplo tangible puede ser la relación alumno-profesor establecida en la actualidad, y la cual es, en sentido general, de mucha más camaradería e intimidad.

-¿Hay deficiencias en la universidad actual? ¿Por qué?

Quizás una deficiencia pueda ser las innegables dificultades materiales, a pesar de los numerosos esfuerzos por resolverlas. Ello a veces implica problemas, pero al mismo tiempo enseña a alumnos y profesores a saber sortear obstáculos, a sobreponerse con ingenio a las condiciones adversas, y alcanzar sus objetivos a pesar de estas situaciones. Se trata de formar profesionales revolucionarios y comprometidos con el país, dispuestos a responder a su llamado, a sus verdaderas necesidades.

-En los demás niveles de enseñanza se

han introducido diversos cambios en los últimos tiempos.

¿Cómo han influido en la universidad cubana actual?

Han influido de diversas formas, desde la llegada de un estudiante más activo, más participativo, hasta el arribo de un alumno con más preparación y con un cuerpo de conocimientos sólido e integrado.

-El Estado Cubano le ha dado la oportunidad

a jóvenes desvinculados de adentrarse en el sistema

universitario mediante las sedes universitarias.

¿Cuál es su criterio acerca de este proyecto?

Las sedes universitarias han brindado la posibilidad de reincorporarse a la obra social a muchachos que por diversas razones no habían podido hacerlo por la vía normal. Ello viene a complementar y mejorar el sistema de Educación a Distancia, ideado e instrumentado desde hace años.

-Usted ha impartido clases a estudiantes de otras naciones.

¿Qué ha representado esta experiencia?

Siempre impartir clases a estudiantes extranjeros, tanto en Cuba como en otras regiones del mundo, es una práctica enriquecedora, de la cual se aprende mucho.

De todas ellas, la realmente impactante para mí por el elevado rigor y sacrificio fue cuando ofrecí clases a fines de los años ochenta en la República de Angola, durante la guerra, pero, además, porque me fue imprescindible perfeccionar mucho los métodos pedagógicos para lograr una comunicación directa, pues era necesario dar las clases en lo que llamamos “portuñol”.

-¿Cuál generación de las que ha impartido clases

le es más significativa o recuerda con más cariño?

¿Por qué?

Cada generación de alumnos tiene su encanto y sus características propias. Es difícil con treinta años en la profesión recordar específicamente alguna, pero indudablemente si fuera a escoger el privilegio lo tendría mi primer grupo de clases. En aquellos tiempos era muy joven y ellos eran estudiantes trabajadores. Casi me doblaban la edad, pero fueron en todo momento muy respetuosos y cooperativos.

-Defíname con una palabra el significado

de la Universidad para usted.

Amor.

-¿Y el CIEI?

Mucho sentido de pertenencia.

-¿Cuánto le ha aportado el CIEI a su formación

y a la construcción de la universidad cubana?

El CIEI ha aportado muchísimo en mi formación. Somos, de hecho, una gran familia donde hemos aprendido siempre los unos de los otros con singular cariño y solidaridad.

A mi entender, uno de nuestros grandes secretos de éxito radica en haber practicado, a lo largo de los años y del intenso quehacer, la cultura del debate, del enriquecimiento mutuo, y de saber ser capaces de criticar nuestros trabajos en profundidad, sin impedir con esta critica el desarrollo pleno del individuo, ni producir molestias.

El CIEI y su colectivo de profesores e investigadores tienen un reconocido prestigio en el plano universitario y también fuera de la Universidad, donde se destaca, por ejemplo, nuestra activa participación en el Comité Académico de los Eventos Internacionales sobre Globalización y Problemas de Desarrollo.

El CIEI y su plantel han aportado mucho a la universidad, a través de nuestra participación en eventos, comisiones de carreras, consejos científicos y comisiones de grados.

-Como investigadora de la economía,

¿cuál es su opinión en relación con el ejercicio

de los profesionales en este sector,

una vez graduados de la Universidad?

Cada vez más, a través del perfeccionamiento de los planes y programas, la realización de actividades de investigación, la participación en prácticas de producción y el acceso a diferentes medios de información, nuestros profesionales salen mejor preparados, tanto ética como intelectualmente, para el ejercicio de las distintas actividades de su carrera.

-¿Pensó Hilda alguna vez en desempeñar otra profesión?

En realidad, nunca lo pensé. Siempre digo que si volviera a nacer trabajaría en lo mismo. Amo mi profesión. Estoy unida a ella completamente, sin limitaciones, sin reservas, desde el alma, la mente y el corazón.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación Nosotros, los del 280, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, a propósito del aniversario de la casa de altos estudios cubana.

 

MAESTRO DEL FLORECER

MAESTRO DEL FLORECER

Con casi treinta años de experiencia en la labor docente investigativa, el profesor   Eduardo Alfonso  Ortega  Delgado vive cada momento como el primer día.

LÁZARA ESTÉVEZ VARELA,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Para el Doctor en Ciencias  Biológicas Eduardo Ortega Delgado, Profesor Titular de la  Facultad de Biología de la  Universidad de La Habana, representante por Cuba de la Red Iberoamericana de Biofertilizantes para la Agricultura (BIOFAG), y presidente del Comité Organizador de la Reunión Iberoamericana de Rizobiología, el tiempo no es un impedimento en el afán de convertir todo lo que toca en flor.

Para este hombre, responsable además, de la mención de Fisiología Vegetal de la Maestría en Biología Vegetal, autor de 78 artículos científicos  publicados en revistas nacionales y extranjeras, Premio de la Academia de Ciencias de Cuba en 2004 y Premio de la Universidad de La Habana por el Conjunto de la Obra, las plantas son su horizonte.

-Es usted Licenciado en Química.

¿Cómo llegó a la Biología Vegetal y al magisterio?

Ciertamente me gradué en Química. Para entonces no existían las Facultades, sino que las careras correspondían a escuelas, y yo  estaba en la de Química, ubicada en la Universidad.

La Biología no llega a mí por casualidad. Desde que cursaba segundo año me incorporé con el profesor Arturo Amarán a aspectos relacionados con las plantas.

El primer trabajo que realicé fue en el Plan de Cítricos de Ceballos; el segundo, en el Plan Café Nuevo Mundo donde recolectaba, junto a otros compañeros, muestras de suelos que luego analizábamos en el laboratorio.

Tras graduarme comencé a trabajar en el Centro de Nutrición Vegetal. Cuando se crea en 1976 el Ministerio de Educación Superior, éste toma el nombre de Centro de Nutrición de la Caña de Azúcar, y  pasa a  formar parte de la nueva Facultad de Biología. Simultaneaba esta tarea con la docencia que había asumido al egresar de la Universidad. Así comencé a impartir clases.

En  1975, con la asesoría de los primeros Maestros en Ciencias graduados en Cuba, defendí el grado científico. El presidente del tribunal fue Gustavo Feble, actual presidente  del Tribunal Nacional de Ciencias Agropecuarias. Luego, guiado por el Doctor Nikolai N. Mushienko, de la Universidad Taras Shevchenko, de Kiev, discutí la tesis de Doctorado en Ciencias Biológicas, y obtuve la categoría de Profesor Titular en 1981.

Parece que fue ayer, pero se cumplirán 30  años de la primera vez que enfrenté la responsabilidad de educar a miles de jóvenes.

-¿Es real la disminución de textos

producidos por profesores universitarios?

Sí. Es necesario estimular más la labor de producción de textos docentes; me refiero a la motivación tanto moral como material. Experiencia y calidad hay en el claustro universitario, pero sería imprescindible que los textos que se escriban se editen e impriman en la mayor brevedad para evitar que se pongan viejos antes de llegar a las aulas.

-Nuestro país ha revolucionado la educación

en la Enseñanza Superior con la masificación de esta,

¿cree que el incremento va en perjuicio

de la calidad de los egresados?

 El reto que tiene la Universidad hoy es precisamente ése: no disminuir la calidad en un proceso necesario de incorporación de jóvenes a los estudios superiores. El país necesita profesionales preparados que contribuyan al desarrollo.
 
No es imposible lograr graduados con conocimientos sólidos. El riesgo de formar jóvenes con menor calidad es real, la clave está, entre otros aspectos, en no bajar la exigencia. Pero los estudiantes deben divertirse,  y  también, sentir el rigor de la enseñanza, ésta es responsabilidad de todos. Para lograrlo es imprescindible exigir al alumno lo mejor de sí y  velar por nuestra superación, debemos  dar en cada clase lo mejor de nosotros.

-Profesor, ¿considera que los estudiantes

están preparados para enfrentarse 

su profesión actualmente?

En general sí, pero las limitaciones materiales, mayormente en carreras de ciencias naturales y exactas, han impedido que los estudiantes egresen con habilidades y conocimientos que serán necesarios para la vida profesional. Eso incrementa el tiempo para que un egresado pueda ser útil a la sociedad.

-¿Existen  diferencias entre la Universidad

en la que estudió y la actual?

Sí. La Universidad hoy es más grande estructural y numéricamente, es masiva e incluso por municipios, las oportunidades hoy eran impensables en aquella época. Lamentablemente, las condiciones materiales se han afectado sin que hayamos tenido oportunidad de mejorarlas. Los jóvenes de hoy son tan buenos como los de mi generación. Si los tiempos se trocaran cada grupo haría lo que le correspondiera en su etapa.

-¿Las investigaciones siempre se han

relacionado con la asignatura que imparte?

La investigación y la docencia están estrechamente vinculadas, a tal extremo, que una depende de la otra. Todos mis trabajos son sobre Fisiología Vegetal,  en su mayoría de caña de azúcar.

-De caña de azúcar fue el proyecto con la

Universidad de Cárleton, en Canadá,

el cual posibilitó un mayor intercambio

entre las dos casas de altos estudios…

Hablas del Proyecto Cárleton. Fue un trabajo conjunto y obtuvo un financiamiento de aproximadamente cinco millones de dólares de la Agencia Canadiense para el Desarrollo Internacional. Posibilitó, entre otras cuestiones, mejorar los servicios de Internet y el correo electrónico en la Universidad de La Habana.

Abarcó seis componentes: Administración Pública, Género,  Comunicación, Lenguas Extranjeras y Economía. El nuestro fue de  Biotecnología de la fijación biológica de nitrógenos. A raíz del proyecto vinieron a formarse como profesionales alrededor de cien trabajadores del sector azucarero. Nuestro trabajo era impartir los cursos que comenzaron en 1996 y terminaron en el 2001, para ello, la Universidad de La Habana contó con la participación del  Ministerio del Azúcar (MINAZ) y de la Asociación de Técnicos Azucareros de Cuba (ATAC).

-Cuba se ha caracterizado históricamente

por ser un país productor de caña de azúcar,

¿qué opina sobre la situación actual?

Fue muy interesante conocer que los rendimientos de caña en Venezuela triplican los de Cuba y que la variedad más importante en aquel país es cubana. Cuba tiene grandes potencialidades geográficas y especialistas capacitados para lograr una explotación eficiente de la caña de azúcar. Cambios estructurales y conceptuales pueden devolver al país las condiciones para producir grandes volúmenes de azúcar y otros productos con valor agregado, cien veces mayor que el azúcar de la caña, obtenidos gracias a los conocimientos generados por los científicos formados en los años de Revolución.

-Si pudiera crear un profesor, ¿cómo sería?

Tiene que ser ejemplo de conducta, que sus actos sean el reflejo de lo que predica. Debe prepararse contínuamente e investigar, no concibo un profesor que no investigue: docencia universitaria e investigación deben ir de la mano.

Debe, además, ser honesto, conocer las particularidades de la situación académica de sus estudiantes, y trabajar en función de cada una de ellas, ser amigo, guía…Pero lo que sí no haría ese profesor es bajar la exigencia. Los errores que en la formación del profesional se cometen, se pagan a largo plazo y se convierten en una cadena de dificultades.

-Figurativamente, la Universidad se

transforma en un objeto animado.

¿Le agradecería algo?

Haberme formado como persona, como profesor y como científico. Tener la oportunidad de desarrollar varios anhelos en el ámbito profesional y darme la oportunidad de enseñar a tantos jóvenes valiosos.

-¿Qué situación histórica lo ha marcado más?

La alfabetización. Salí de la casa a los trece años y compartí con personas pobres en el corazón de la Sierra Maestra. Allí aprendí muchas cosas: que la vida en los pueblos es distinta a la de los campos de Cuba, a dormir y desarrollarme en condiciones diferentes a las de la casa, que existen personas que se acuestan y se levantan sin comer. Comprendí por qué un hombre es más útil donde más lo necesitan. Sentí necesidad de ayudar a transformar aquella realidad en una mejor.

-¿De qué se  arrepiente?

De no haber publicado más los resultados científicos obtenidos por mí y el colectivo de trabajo.

-¿Qué le falta por hacer?

Escribir sobre las experiencias científicas y docentes que puedan ser útiles al relevo.

-¿Qué cree de la Cuba del siglo XXI?

Tiene un gran futuro. Debemos resolver los problemas que impiden desarrollar, como es necesario, las potencialidades de nuestro pueblo, generadas por la propia Revolución. Proporcionarles a los jóvenes todas las posibilidades para que realicen sus sueños, y  cultiven cualidades en la esfera y nivel que logren alcanzar con su esfuerzo, que el sistema socialista cubano evolucione hacia más justicia social. No rendirnos en el empeño de vivir en un país más rico en bienestar espiritual, cultural y material. Trabajar porque se cumpla el principio de “a cada cual según su capacidad, a cada cual según su trabajo”.

-El magisterio lo ha llevado a diversas

partes del mundo, incluso a Angola…

He tenido la oportunidad de impartir clases a estudiantes de pregrado y  postgrado en varias universidades de Angola, Alemania, Argentina, México y Venezuela. En todos los casos he sentido el orgullo de ser cubano y lo he interpretado como un reconocimiento a Cuba, que ha formado tantos profesionales en disímiles temáticas de las ciencias y la técnica.

La experiencia de Angola fue muy interesante, en medio de la situación de guerra impartí clases y, además, dirigí una tesis de grado de un joven guyanés. Los estudiantes allí eran muy buenos, rigurosos e interesados, están entre los mejores que he tenido en la vida.

Las experiencias como profesor en universidades de otros países me han permitido percatarme del alto nivel de nuestra enseñanza universitaria, alcanzado gracias a la política de desarrollo social y cultural de nuestra Revolución, de la cual soy un modesto producto.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación Nosotros, los del 280, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, a propósito del aniversario de la casa de altos estudios cubana.

Ficha Técnica:

Objetivo central: Conocer aspectos de la vida y obra del profesor universitario Eduardo Ortega Delgado.

Objetivos colaterales: Reflejar sus criterios de la Enseñanza Superior en Cuba. Conocer su opinión sobre aspectos de la vida social y económica.

Tipo de entrevista:

Por su forma: de preguntas y respuestas
Por su contenido: de personalidad
Por el canal que se obtuvo: directa o cara cara

Título: genérico
Entrada: biográfica
Cuerpo: preguntas y respuestas
Conclusión: de opinión del entrevistado

Fuentes consultadas:
No documental:
Rosa Rodés García (esposa y compañera de trabajo)