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Isla al Sur

Semblanzas-Trabajos docentes

YO SOY PEDRO LUIS FALCÓN

YO SOY PEDRO LUIS FALCÓN

Repentista amante de la naturaleza, abuelo, esposo, revolucionario; solo bastan estas palabras para describir la vida y obra del poeta.

Texto y foto:

MABY MARTÍNEZ RODRÍGUEZ,

estudiante de primer año de Periodismo,

Facultad de Comunicación,

Universidad de La Habana.  

Yo soy Pedro Luis Falcón/ campesino periqueño/ que hizo realidad sus sueños/ con esta Revolución./ Sufrí tanta explotación/ y penuria en mi pasado/ que hoy acudo emocionado/ a contar mis experiencias/ y mis pasadas vivencias/ en discurso rimado.

Así se presenta Pedro Luis Falcón Llerena, desde el viejo taburete donde me narra la historia de su vida. Hombre de familia y campesino desde siempre, aún no pierde la costumbre de improvisar algunas rimas, ya sea para entretener a los nietos o para satisfacer al público, demostrando que a pesar de sus 83 años de edad sigue hechizando por el ingenio del intelecto.

"Yo escribía desde niño -dice mientras ríe entre dientes, como  quien se acuerda de algo gracioso-. Claro, con mis errores ortográficos. Pero me formé poeta gracias a Severiano Moreno, un repentista de Martí, el pueblo donde yo vivía antes de enamorarme de Olimpia, mi mujer".

Falcón comenzó con su pasión a los seis años, declamando en las fiestas de los velorios que eran muy comunes en el campo: "Sí, porque hace unos 'siglos', cuando yo era joven -bromea- se celebraban los velorios". Allí conoció a Severiano, quien lo apadrinó desde la primera vez que lo escuchó.

Cada vez que surgía una oportunidad, lo ponía a dúo con su hijo mayor que, según cuenta Pedro Luis, se ponía celoso de las atenciones que Severiano le prestaba. “Más de una vez fuimos a las manos, daba duro el condena’o, me llegó a romper la nariz". 

El repentista padeció los problemas que le trajo la adolescencia, pero nunca perdió la picardía y el buen humor que lo caracterizan, ni siquiera con la muerte de su padre. De él se despidió cantando una de sus creaciones, cumpliendo con su última voluntad. Más tarde, se ofreció de voluntario para participar en la Operación Carlota y sufrió los contratiempos de la guerra en Angola.

Aun en esos momentos, la inspiración estuvo con él, fue el sustento para su pelotón en las peores circunstancias. Al regresar a Cuba, uno de sus poemas, Vecino Insoportable, se publicó en todos los medios por órdenes de Fidel, a quien agradó  mucho la composición.

“Un amigo de Pinar del Rio me recomendaba nunca salir a los lugares de enfrentamiento, decía que si me mataban perderían la guerra, y no sabes cuánto me alegraba que a pesar de mi mala puntería fuese capaz de ayudar en algo”. Se acomoda en la silla, continúa tranquilo, parece una persona sin secretos.

Me percato del lapicero en su guayabera. ¿Siempre lo lleva con usted?, pregunto.

-Pues claro, mi niña, la inspiración siempre está en el ambiente, y uno nunca sabe cuándo se le va a ocurrir algo productivo-. Estalla en una carcajada contagiosa al mismo tiempo que muestra sus premios.

Alza en sus callosas manos de guajiro el reconocimiento más grande de todos, la distinción Viajera Peninsular. El orgullo lo invade y con suma alegría me cuenta de sus experiencias en Palmas y Cañas, de aquella vez que declamó para el Comandante, de cuando le estrechó las manos y entonces más tarde Fidel lo envió de misión a Alemania para  enseñar el arte del repentismo.

Interrumpe mis conjeturas y lanza una inesperada pregunta:

"¿No quieres que te componga una rimita, periodista?"

Periodista no es aquel/ que va a cubrir un evento/ y escribe con fundamento/ lo que se discute en él/ que un elevado nivel/ en cada noticia exhibe/ periodista es el que vive/ dentro de la sociedad/ y publica la verdad/ en cada cosa que escribe.

Pie de foto: Falcón Llerena, poeta matancero, participó en la operación internacionalista Carlota y en misiones culturales a Alemania.

 

APRETADITO, PERO RELAJADO

APRETADITO, PERO RELAJADO

René Baños, director del grupo Vocal Sampling, esconde en su garganta toda una orquesta.

DARIEL ANTONIO PRADAS VARGAS,

estudiante de primer año de Periodismo,

Facultad de Comunicación,

Universidad de La Habana.

En su afán de evocar el éxito de grandes músicos y sentirse satisfechos, algunos elitistas cubanos catalogan rápida e indiscriminadamente: trompeta, Arturo Sandoval; guitarra, Leo Brower; piano, Chucho Valdés… Pero conozco a uno que puede emular todos esos sonidos, y goza la peculiaridad de no pagar sobrepeso por su instrumento en la aduana: René Baños, director de Vocal Sampling.

Como vecino suyo, podría atestiguar sobre la naturaleza impasible que lo escolta a cualquier lado. Y si contara las veces que le he visto tararear esperando el ascensor, me atrevería a diagnosticarlo de flemático, a riesgo de fracasar en mi pretensión de psicólogo. ¿Y quién niega que cuando silba no esté haciendo otra cosa que trabajar?

Confiesa René que la idea de Vocal Sampling nació del mero afán de entretenerse con sus amigos, en los tiempos de estudiante de la Escuela Nacional de Arte (ENA): “Entre músicos, en las fiestas siempre se descargaba y con un poco de percusión y una guitarra bastaba para hacerlo; pero a veces la canción te pedía un solo de trompeta y, si no había ese instrumento, hacíamos cualquiera de nosotros su ‘onomatopeya’ con la voz.”

Así, en privado, descubrí a un René jovial y a la vez meditabundo, que interrumpe conversaciones con comentarios chispeantes y una exquisita elocuencia, por momentos humorista. Entonces recordaba una de sus canciones: Apretadito, pero relajado, como él mismo es.

Detesta, no obstante, que lo tilden de cantante que imita instrumentos, y prefiere que lo aprecien como un instrumentista que proyecta el sonido con la voz. René Baños culminó en la ENA la especialidad de piano y, curiosamente, jamás estudió dirección coral.

Los vasos comunicantes que alimentaron su cultura musical provienen de tres regiones distantes por sus tumbaos: los padres son de origen santiaguero, pero él nació en La Habana y se crió en la Isla de la Juventud. ¿Cuántas sonoridades habrán brotado por el influjo del bolero, el guaguancó y el sucu-sucu?

Su carrera se disparó apenas salió de las aulas: en 1989 fundó el grupo y en 1991 ya sonaba en las plazas y mercados europeos, asiáticos y latinoamericanos. Tan reconocido llegó a ser –sorprende el laconismo con que asume el tema– que tocó en conciertos junto a grandes figuras internacionales como Quincy Jones, Phil Collins y Bobby McFerrin, este último, ícono del estilo a capella. Recientemente, después del Festival de las Voces Humanas, conoció en La Habana a los integrantes del grupo vocal Take 6 y conversaron sobre unir ambos conjuntos en una gira o “algo por el estilo”.

“Todos los cubanos, y también los latinos, viven en una constante musicalidad; por las calles se les ve canturreando cualquier melodía”, dice. Tal vez, debido a eso, Vocal Sampling tuvo una amplia repercusión en nuestro país, y tras rescatar sones del Trío Matamoros junto con otros géneros tradicionales, encantó al público extranjero.

Desde hace años colabora con La Colmenita y hoy es el director musical de esta compañía teatral. En consecuencia, el trabajo con los niños se centra, además de las actuaciones, en la elaboración de conciertos corales. La hija de su primer matrimonio, Carolina, es parte también del gran panal. ¿Seguirá esos mismos pasos la nueva niña que espera, fruto con su pareja, la actriz Claudia Alvariño?

Mediante su obra, René Baños y esa orquesta de mil y un instrumentos ejecutados con las voces de apenas seis personas, más que un capítulo de la música contemporánea, más que numerosos premios –entre ellos, tres nominaciones en 2002 al Grammy Latino por el disco Cambio de tiempo–, evocan hoy a los grandes instrumentistas cubanos, con su voz apretadita, pero relajada.

Pie de fotos: 1-René Baños confiesa que Sampling nació como un entretenimiento; 2-Vocal Sampling ha ganado el favor del público (René Baños, segundo a la izquierda).

ÚNICAMENTE MUERTO DEJO DE DEFENDER LA PATRIA

ÚNICAMENTE MUERTO DEJO DE DEFENDER LA PATRIA

A sus 74 años, Arturo Rondón continúa colaborando con la Asociación de Combatientes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR).

Texto y foto:

THAÍS HERNÁNDEZ LOMBAO,

estudiante de primer año de Periodismo,

Facultad de Comunicación,

Universidad de la Habana.

Al verlo sentado en un banquito hecho con dos piedras y una tabla, debajo de una mata de mamoncillo, como hace todas las tardes Arturo Rondón Vargas mientras espera la hora del partido de dominó, pocos imaginarían que Rondy, como cariñosamente le llaman, participó en Girón y en la Lucha Contra Bandidos en el Escambray y aún después de retirado continua colaborando con la Asociación de Combatientes.

Su personalidad inquieta y voluntariosa lo hace brindar ayuda a muchos en el barrio, a veces en exceso, y en su juventud lo llevó a enfilarse en la Milicias Nacionales Revolucionarias y posteriormente a participar en Girón, apoyando al Ejército contra los mercenarios, allí fue ubicado en Playa Manteca y después en Guarina.

Acomoda en el banquito la gorra roja que lo acompaña diariamente y asegura que entonces no tenía miedo, porque había algunos más jóvenes  que él a quienes debía inspirar confianza, aunque no niega haber pasado sus buenos sustos: “Una vez me puse tan nerviosos que tiré en ráfaga todo el cargador y las manos me temblaban tanto que no pude poner otro”.

Reconstruyendo mentalmente sus vivencias en el Escambray en 1962, cuenta con orgullo sobre las capturas de los alzados Eduardo Ramírez, en Corralillo, Mario Bravo, en Camagüey, el Realito y Tongo Pacheco, pero su mayor anécdota es haber participado en el cerco de la banda de Campos.

“El peor de los alzados era Campos y su grupo, todos le temían mucho. El jefe de nuestro batallón, Gustavo Casteñón, que le decían el caballo de Mayaguara, nos dijo que nuestro pase de vuelta a la casa estaba en sus bolsillos. Pasamos mucho trabajo para derrotarlo, pero cuando al fin logramos cercarlo, se suicidó”, dice en tono profundo, como narrando una historia de misterio.

Se define a sí mismo como un afortunado, ya que nunca lo hirieron y gracias a esa captura alcanzó el grado de subteniente; además, afirma que tuvo la posibilidad de conocer a muchos hombres valientes como los capitanes Bermúdez, Proenza y Víctor Dreque.

El 22 de marzo de 1966 fue trasladado para La Habana y lo ubicaron en la unidad militar 2423, después de varias maniobras en Pinar del Río y Camagüey; un tiempo después colaboró en la reparación de escuelas y círculos infantiles.

En 1985 se alejó de las armas y comenzó su vida civil, porque ya no se sentía físicamente en condiciones de seguir después de 25 años en la vida militar, de la cual tanto se enorgullece y muestra sus condecoraciones, entre las que destacan ocho medallas que guarda con recelo, sobre todo la de la Lucha Contra Bandidos.

No por haberse retirado de las Fuerzas Armadas y comenzar a trabajar en la Papelera Moderna, dejó de estar vinculado a la Milicia, pues es convocado a todas las actividades de la unidad y aún hoy, con 74 años, continua colaborando en la Asociación de Combatientes en labores de vigilancia contra los delitos y atiende las necesidades de otros veteranos, porque le resulta imposible engavetar definitivamente su uniforme de miliciano.

“Me siento más que complacido con la labor que desempeñé y sigo defendiendo la Revolución a puño, hacha y machete. Y si veo a uno poniendo una bomba tiene que volar conmigo, porque para que deje de defender la patria hay que matarme”.

Pie de foto: Arturo Rondón Vargas es miembro del PCC desde 1964.

“YO NACÍ PINTOR”

“YO NACÍ PINTOR”

Cecilio Avilés Montalvo tiene 71 años, es un artista amable y amistoso, uno de los autores más reconocidos en historietas infantiles y dedica su vida a desarrollar el arte en Cuba.

Texto y foto:

DUNG TRAN THUY,

Estudiante de primer año de Periodismo,

Facultad de Comunicación,

Universidad de La Habana.

Una tarde sabatina lo vi, sentado en la acera fuera del local donde organiza su trabajo en la calle Caraballo #30, del municipio capitalino Cerro. Este hombre es Cecilio Avilés Montalvo, cienfueguero, escritor, pintor, compositor que ha realizado muchas contribuciones al arte cubano.

Le pregunté por qué quiso ser pintor: “Bueno, yo no quise ser pintor, yo nací pintor”, dice y ríe jocosamente.“Después sí quise ser promotor cultural, eso fue un aspecto de mi voluntad, pero la pintura nació conmigo”, abunda.

Fue un familiar quien, sin querer, provocó que se despertara su vocación hacia las artes plásticas. Después, comenzó a estudiar en diferentes escuelas y se graduó de artes plásticas y modelado en la Academia de Bellas Artes de San Alejandro. También se interesó por otros estudios sobre Dibujo Comercial y Diseño Gráfico en la Academia Diego Rivera y en la Escuela de Realizadores del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica (ICAIC).

Empezó a trabajar en proyectos artísticos cuando tenía 18 años y en sus más de cinco décadas de labor profesional ha publicado alrededor de 20 álbumes de historietas, así como un libro dedicado a la enseñanza del dibujo y la caricatura titulado “Vamos a dibujar”. Actualmente, es uno de los autores más reconocidos en historietas para niños, entre las que se destaca, la conocida animación Cecilín y Coti que relata las aventuras de un pequeño acompañado de su cotorra.

En cuanto a los proyectos profesionales que se ha trazado como artista y que han marcado su vida, comenta con voz fuerte: “Yo tuve la suerte de trabajar en planes de importantes medios masivos: periódicos, revistas, la televisión nacional, el ICAIC, así como en la Feria del Libro”.

Igualmente, es conocido por enseñar a dibujar en la sección infantil Amanecer Feliz, de la revista informativa Buenos Días, donde instruye a los más pequeños de casa diferentes técnicas del dibujo: “Esta ha sido una experiencia enriquecedora”, comentó con rostro satisfecho.

También trabaja en otros eventos, como la Bienal Internacional del Humor, en San Antonio de los Baños, donde forma parte del Comité Organizador del Ministerio de Cultura.

Su larga trayectoria le ha permitido ganar muchas experiencias, que después traslada a diferentes espectáculos públicos. Actualmente  dirige el proyecto Imagen 3, compuesto por más de doscientos artistas, y que tiene el objetivo de vincular a los niños con el arte.

Se desempeña, además, como Presidente de la Comisión Permanente de Cultura Comunitaria de la UNEAC. Su obra ha tenido una vasta distribución en países como Alemania, Brasil, Venezuela, España, México, entre otros.

Sobre el futuro, declara tener sueños muy ambiciosos. Sus manos estaban entrecruzadas y expresó con voz tenue: “Quiero desarrollar aspiraciones autosustentables, crear una empresa que como figura jurídica le permita hacer ventas online, subastas, importaciones, exportaciones. Estos planes no son vistos como un fin sino como un medio para lograr un salto cualitativo en la calidad emocional de las comunidades”.

Me preguntó sin esperarlo: “¿Quieres escuchar música cubana?”. En este instante su mirada se llenó de alegría y entusiasmo, y comenzó a tocar el ritmo de la Guantanamera con su piano. Cuando terminó la interpretación, su rostro mostraba a un Cecilio más artista, más cubano.

Pie de foto: Cecilio Avilés, por la obra realizada, es considerado uno de los más grandes caricaturistas cubanos.

UN APÓSTOL DE NUESTROS TIEMPOS

UN APÓSTOL DE NUESTROS TIEMPOS

 

 

 

Pedro Pablo Rodríguez, Premio Nacional de Historia de Cuba correspondiente al año 2010, es el Director de la Edición Crítica de las Obras Completas de José Martí.

 

 

Texto y foto:

KIANAY PÉREZ-GONZÁLEZ,

estudiante de primer año de Periodismo,

Facultad de Comunicación,

Universidad de La Habana.

Este historiador no necesita de una gran casa para dar cabida a su amplia biblioteca. Todo el que lo visita es invitado a sentar en uno de los tantos y desordenados montículos de libros, mientras él se sitúa de cara al balcón, observando la vista panorámica de la Fragua Martiana, lugar que inmortaliza a nuestro Héroe Nacional, protagonista de sus pasajes como Director de la Edición Crítica de sus Obras Completas.

Con 69 años, corren por las venas de Pedro Pablo Rodríguez López el sentido patriótico transmitido por los familiares en la infancia. Su padre le introdujo el afán por la lectura, sobre todo, de temas históricos que lo fueron cautivando y, a partir de ese momento, comenzaron a elevar su interés por la figura de Martí. A esto se sumó la influencia de profesores con vasta experiencia como Alejo Carpentier y Hortensia Pichardo.

Su primer acercamiento académico al más universal de los cubanos fue en un curso sobre Pensamiento Cubano cuando era profesor de Filosofía en la Universidad de La Habana. Rememora aquellos tiempos mientras acaricia los rizos canosos: “Yo quería aprenderme los veintisiete tomos de las Obras Completas. Luego, escribí mi primer trabajo extenso sobre la vida y obra del Apóstol como pesador de la liberación nacional. Ya me consideraba su especialista”.

Producto de los numerosos escritos que realizó sobre el héroe, fue invitado a laborar en el Centro de Estudios Martianos. Mientras se dirige a la cocina para preparar su tan gustado café cortadito, le vienen a la mente recuerdos como trabajador de la institución hace treinta y cinco años, estos le permiten afirmar que “Pepe”, como cariñosamente llama a nuestro Martí, pasó a transformarse en su espacio, tiempo, obra y principal interés.

La Dirección Crítica de las Obras Completas Martianas, puesto que ocupa hace veinte años y califica “como de locos”, asegura, lo ha hecho un psicólogo en potencia por el bosquejo de sentimientos ocultos en las tintas del Maestro, además de conocerlo mucho más a fondo como ser humano. “A él le debo mi Premio Nacional de Historia”, afirma con fuerza.

Muchas personas pecan de ignorantes cuando cuestionan esta labor, si “de Martí se sabe todo”. Para Rodríguez López, de esta figura icónica hay muchos asuntos pendientes: su yo interno, el mundo de sus sueños, emociones y época son temas inconclusos.

Cuando pregunto qué rasgos del Maestro están presentes en su personalidad, lanza una sonrisa segura y responde que sería muy vanidoso de su parte elevarse a tal nivel, pero qué mas similitudes con este que su sentido de respeto y el ser historiógrafo, periodista y maestro; por tales coincidencias, no tan casuales, algunos se atreve a llamarle como un apóstol de nuestros tiempos.

Pensar desde y en función de la historia, amistades, plenitud, son los mayores premios que guarda en su andar por la vida diariamente esta personalidad. Súmase el amor que siente por sus dos hijas y el afecto de una comunidad que cordialmente le apoda como “el martiano”.

“¿Piensa jubilarse?”, fue mi última pregunta. Se despoja de sus lentes y con tono grave me despide con un “no me pienso retirar. A mí tienen que botarme. Y aunque preferiría ser eterno, yo moriré viendo, respirando y saboreando historia”.

Pie de foto: Pedro Pablo Rodríguez es una de las figuras del ámbito histórico cultural cubano que más ha estudiado la obra martiana.

 

“LA CHINA”, DEL MONTE A LA CIUDAD

“LA CHINA”, DEL MONTE A LA CIUDAD

A sus casi 70 años de vida, de ellos 51 dedicados al trabajo, Yilian Berrey Pupo encuentra satisfacción al dedicarse por completo al magisterio, la comunidad y la familia.

Texto y foto:

CLAUDIA DOMÍNGUEZ VÁZQUEZ.

estudiante de primer año de Periodismo,

Facultad de Comunicación,

Universidad de La Habana.

“La China” parece descendiente de asiáticos por sus ojos rasgados y cabellera intensamente negra; pero no, no hay mujer tan cubana como Yilian Berrey Pupo: fuerte de cuerpo y espíritu, dulce y jaranera a la vez; siempre dispuesta a ofrecer repasos de Matemáticas o apoyar en un trabajo voluntario.

De origen campesino, se vuelve toda ternura cuando piensa en los bohíos en las lomerías de Las Guásimas, Holguín, y en el abuelo que la enseñó a leer y escribir, a quien llamaba “papá”. Cuenta que él la sentaba en un taburete a leer el periódico: “Más que para enterarse de las noticias quería que leyera, que aprendiera”.

Se vinculó, junto al abuelo, a todas las tareas de la naciente Revolución y convirtieron parte de la casita en una escuela para los guajiros. Los primeros maestros que subieron a las lomas, le otorgaron un quinto grado por saber leer y escribir. Ella, con solo 13 años, decidió ir a alfabetizar y se convirtió en brigadista Conrado Benítez, esto determinó su vocación como maestra. Llegó a La Habana en ocasión del acto nacional para la Declaración de Cuba como el primer país libre de analfabetismo en América Latina.

Yili, como también se le conoce, estuvo becada en la capital durante seis años. Elevó su nivel cultural y se preparó como educadora hasta que logró ser profesora de Matemáticas en la educación para adultos, en la secundaria y después en la enseñanza media superior. Llevó a la par sus tareas de madre, estudiante universitaria, profesora y destacada activista en las tareas de la Revolución. Cree que lo logró porque realizó sus dos vocaciones: madre y maestra.

Comenzó a ser Delegada del Poder Popular hace unos 27 años y hasta el día de hoy es “el ombligo de la circunscripción 87”, pues no existe problema que se le escape de las manos: “Ser Delegada requiere un esfuerzo extra, pero me reporta gran satisfacción”.

Dos hijas profesionales, cuatro nietos estudiantes y la pequeña Sofía, su bisnieta, conforman la hermosa familia de “la China”, ya no escondida en las lomas de Oriente, pero sí entre montañas de personas que la admiran y necesitan de ella.

Su gran humildad no deja saber que posee varias condecoraciones, tanto en el ámbito profesional como en lo vinculado a los trabajos en el Poder Popular. Para Yilian, el mayor premio es haber ayudado a muchas personas y siempre que toquen a la puerta hace el mayor esfuerzo para resolver los problemas que le planteen: “Es muy reconfortante recibir un gracias China o gracias profe”.

A los 63 años se jubiló y se reincorporó a las aulas al mes siguiente, “resulta imposible estar lejos de los muchachos”, dice siempre entre risas. “Ni el delegado ni el profesor logran nada solos, no somos nadie si a nuestro lado no están los estudiantes y la comunidad, una golondrina no hace verano”.

Casi a sus 70 años no piensa retirarse de las aulas hasta que su salud y sus alumnos decidan. En el barrio sigue siendo “la China” la respuesta a los problemas. Después de 51 años de trabajo, siente gran satisfacción por todo lo que ha logrado y confiesa creer que ha cumplido con los sueños de “papá”.

Pie de foto: La profesora Yilian Berrey siente orgullo de haber formado tres generaciones en sus aulas.

 

MILTON GARCÍA ÁLVAREZ, ¿UN JOVEN COMÚN?

MILTON GARCÍA ÁLVAREZ, ¿UN JOVEN COMÚN?

Fanático de las películas de Tarantino y un melómano empedernido, el actor se declara controversial y venático.

ARLETTE VASALLO GARCÍA,

estudiante de primer año de Periodismo,

Facultad de Comunicación,

Universidad de La Habana.

Milton García Álvarez está empezando, como quien dice. No hay mucho que se pueda lograr en la vida con tan solo 21 años, pero el joven actor, a fuerza de remar duro en las galeras audiovisuales cubanas, se convierte en un rostro recurrente. Es castaño y no rubio, cabello del personaje que desempeña en la telenovela Latidos Compartidos. Quizá pueda convertirse en uno de los sex symbols de la pantalla chica nacional. Al menos los ojos verdes y el buen porte le abren paso. Y, claro está, su manera al desenvolverse en los guiones.

Su verdadero romance con la actuación comenzó en la Casa del Creador, cuando engrosó las páginas de un registro de casting para jóvenes no profesionales. Gracias a ello, comenzó a sonar el teléfono, solicitando su presencia como actor en varios programas como Haciendo Caminos y Hablemos de Salud, aunque su primer papel de importancia fue en Oh, La Habana, de la mano del director Charlie Medina. Después surgieron otros trabajos, entre ellos, la serie juvenil Mucho Ruido.

La recuerda como una serie en la cual no debió participar porque aún no estaba preparado profesionalmente, pero para él valen los retos. En ese momento, quería entrar a la Escuela Nacional de Arte (ENA) y fue la oportunidad de sentar las bases y decidir que quería ser actor.

De las producciones más significativas en su vida como actor está el filme La partida, realizado cuando aún era estudiante de la ENA. Le posibilitó desempeñar un papel protagónico, gran responsabilidad porque lo considera el hilo conductor de la historia.

Siempre quiso ser artista. De niño participaba en los matutinos y los grupos de teatro de la escuela. Milton crece dentro de una familia muy creativa, como él mismo la evoca desde su infancia. Los padres vieron sus aptitudes y desde entonces lo apoyan en sus proyectos. Su madre, como todas, escruta sus movimientos y, aunque pueda no estar de acuerdo con algunas decisiones, lo acepta con todos sus desniveles.

En contraposición con los clichés y las imágenes preconcebidas que se tienen de los actores y artistas, a Milton no le va la vida agitada. A la hora de llenar los ratos de ocio no tiene ningún problema en trocar las discotecas por el sosegado placer de pasar el tiempo en casa con los amigos. Es un fanático confeso de las películas de Tarantino. Le gusta conversar con todo tipo de personas y reconoce que posee un carácter controversial y venático, aunque jamás lastimaría a sus admiradores.

Una de las grandes pasiones del actor es ser cantante. Tiene un grupo musical, la banda Limbo, con la cual ha hecho varias presentaciones. Para él las canciones también tienen un personaje. Es un melómano empedernido, los géneros que más le atraen son el funk, el rock´n roll y el jazz. “No descarto la posibilidad de cantar un son”, sonríe.

No es amante de los deportes, pero disfruta nadar y jugar al ping pong. Le gustaba el fútbol, aunque ya no lo practica tanto, debido a los impedimentos físicos que le impone el hecho de ser un fumador tenaz, y aunque sabe que dejar el cigarro es una opción, ahora mismo no está entre sus aspiraciones. 

Milton lleva la vida a su ritmo, pero ya la tiene agarrada por los cuernos. Actúa la realidad y vive la actuación, en una simbiosis perfecta sobre las tablas. Y aún está empezando.

Pie de foto: Milton García ha incursionado en el teatro, el cine y la pantalla chica en más de treinta producciones.

BRAZO Y VOLUNTAD DE HIERRO

BRAZO Y VOLUNTAD DE HIERRO

Durante 28 temporadas, Carlos Yanes representó al equipo de la Isla de la Juventud en nuestras series nacionales, acumulando experiencia, buenos resultados y no pocas decepciones personales.

DANIEL MONTERO PUPO,

estudiante de primer año de Periodismo,

Facultad de Comunicación,

Universidad de La Habana.

Foto: Tomada de Cubadebate.

Muchos grandes peloteros han pasado por nuestras series nacionales llenando de magia el pasatiempo insigne. Hay nombres que a golpe de costumbre se nos hacen infaltables, y hay otros que no por ser menos, quedan en segundo plano, de estos últimos algunos por razones injustas. Es el caso de Carlos Alberto Yanes Artiles, el “brazo de hierro” del beisbol pinero.

Su mayor decepción es nunca haber integrado un equipo Cuba en eventos internacionales, pero lo dice sin amargura, de la manera más humilde que se puede decir algo cuando uno se lamenta: lanzando una maldición al viento, pero sin perder el sueño en las noches, pues tiene la satisfacción de haberlo dado todo por lo que ama, jugar pelota.

Llegó a la Isla de la Juventud a los nueve años desde el Cienfuegos natal, acompañado por su familia, gente humilde que estimuló el afán deportivo del niño, sin imaginarse que sería un día el hombre con más temporadas en el máximo nivel de la pelota cubana.

Con solo 1.73 metros de estatura y con lanzamientos no muy rápidos, no es el biotipo ideal de un pítcher, pero siempre supo contrarrestar esto con inteligencia a la hora de lanzar. Su principal arma era la manera en que combinaba los lanzamientos, una bola arriba, otra abajo, afuera, adentro, rápida, lenta, los bateadores no sabían qué esperar.

Con nostalgia habla de sus 28 años en nuestras series nacionales: “Toda mi vida de adulto”. En ese tiempo se convirtió en el segundo lanzador con más victorias en el beisbol cubano y el cuarto en ponches propinados, líder en juegos y entradas lanzadas, en desafíos iniciados; además de que permanece siendo el único pelotero pinero en haber lanzado un juego de cero hit, cero carreras.

Estos resultados y su humildad al respecto, hicieron del  derecho un símbolo del equipo pinero, siendo de gran ayuda a sus compañeros de equipo, con quienes tuvo muy buenas relaciones. Entre los peloteros en general es muy querido, aunque sus mejores amigos están fuera del beisbol. Con ellos se reúne en su hogar o en el campo, lugar que le apasiona a un hombre tranquilo, no le gusta la calle.

En ocasiones ha declarado que lograba separar el terreno de la casa, pero no restándole importancia, porque el beisbol ha sido su vida, al punto que al retirarse tuvo que parar de ir al estadio y no dejaba que su esposa, apasionada de la pelota, viera los juegos en el hogar, pues se le hacía muy difícil: “Todavía hoy cuando veo que el pitcher lo está haciendo mal me dan ganas de quitarle la pelota y pichar yo”.

Desde hace dos temporadas se desenvuelve como entrenador de pitcheo del equipo de la Isla de la Juventud. Ha asumido este nuevo rol con la misma actitud que antes, porque nunca tuvo miedo a rival ni estadio alguno. Ahora trata de transmitir a los nuevos jugadores esos valores, la experiencia, la habilidad y la “maña” que lo caracterizaban.

A pesar de haber dedicado su vida entera al beisbol pinero, le ha pasado como a tantos otros buenos peloteros cubanos que no han visto sus esfuerzos materializarse en un reconocimiento más acorde a su carrera: “Hubo veces que pensé dejar la pelota e irme para la casa. Una vez lo hice, pero la familia y la gente me hizo recapacitar”.

Aunque al día de hoy hay una parte de él que se arrepiente de no haber aprovechado la oportunidad de jugar en otros equipos de la liga doméstica que le hacían ofertas muy tentadoras, se queda con una afición pinera que lo venera, que le hace demorarse dos horas para llegar al estadio porque en cada esquina lo detiene en busca de su opinión sobre la jugada de la noche anterior o la subserie que viene: nunca ha dejado de ser un hombre de pueblo.