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Isla al Sur

Cortesía para Isla al Sur

MONUMENTO AL TIEMPO

MONUMENTO AL TIEMPO

EDUARDO PÉREZ OTAÑO,

Comunicador social,

Cortesía para Isla al Sur.

Llueve sobre La Habana.

La ciudad legendaria, la de mil batallas, se cubre una vez más de lluvia. Corre el agua caída del cielo por las calles, las aceras, los baches, las cloacas, los portales.

La Habana, lugar donde parece haberse detenido el tiempo por un instante vuelve a sentirse niña otra vez y se atreve a jugar con la lluvia fría de una tarde de verano. Se siente feliz.

Recuerda lejanos tiempos en que la habitaban españoles venidos de cualquier rincón de la lejana península ibérica a saquearla, a vivir de ella. Recuerda también a los ingleses y su asedio. Entonces se sintió importante. Se sintió codiciada.

Mas siempre guardó un rincón relevante, especial, para los llegados del África o de Asia. Para los negros esclavos fue tierra de odios, maltratos, sufrimientos, vejaciones; pero también de raíces, tradiciones, cubanía.

Por sus calles -las de La Habana- anduvieron personajes ilustres del arte, las letras, el pensamiento, la política, la economía y tantas otras ramas del saber humano. Aún siente los pasos de Heredia, antes de ser deportado. Las enseñanzas de José de la Luz y Caballero o los primeros pasos de José Martí.

En sus calles quedan aún marcadas las pisadas de esclavos y vendedores ambulantes, de ricas damas ataviadas con esplendorosos vestidos, de caballeros con los más modernos trajes de la época, de las subastas e impresionantes obras presentadas en los grandes centros culturales, como lo fue el Teatro Tacón, hoy Gran Teatro de La Habana.

Porque esta ciudad siempre tuvo tiempo para el arte. En ella han vivido ilustres creadores de todos los tiempos donde no faltaron arquitectos, pintores, compositores, actores…

Con el nuevo siglo llegaron los norteamericanos y sus intenciones de hacer de La Habana una ciudad diferente. Quizás de espíritu lo lograron, pero la ciudad siguió siendo un poquito española. Las fortalezas del Morro y La Cabaña, los restos de la antigua Muralla que antaño rodeaba a la más ilustre de las ciudades cubanas, el Castillo de la Real Fuerza y el torreón de San Lázaro, por solo citar unos pocos ejemplos, lo recuerdan constantemente.

Mas los norteamericano dejaron también su huella artística, arquitectónica, social… El Capitolio se levanta majestuoso como símbolo perenne de una ciudad cosmopolita por excelencia.

Y al fin, la Revolución que trajo también, a La Habana, su cuota de transformación, su poco de cambio, sus ideas de renovación. Entonces la capital cambió, quizás no todo lo que se quisiera, pero cambió. Se transformó la vida de la gente, los objetivos, la forma de ver a una ciudad que parece estar ajena al avance de las  manecillas del reloj.

A pesar de eso, ni los cuatrocientos años españoles, ni los cincuenta y siete norteamericanos, ni el más de medio siglo de revolución han podido cambiar esos cimientos que al parecer solo corresponden al tiempo.

La Habana sigue ahí, riéndose de los años, burlándose de quienes la creen española, yanqui, cubana. La Habana es un poco de todo, quizás un poco de nada. Es de por sí universal. La Habana es única.

Decía un gran pintor que aunque se trate de hacer el mismo cuadro por la misma mano dos veces, nunca sale igual. Precisamente así es La Habana, un cuadro que aunque semejante a otro nunca va a ser igual.

Mientras, llueve sobre la ciudad. Y la lluvia refresca sus calles, su gente, su memoria. La hace rejuvenecer. Y cuando sale el sol, una nueva ciudad parece haber surgido de la nada. Una ciudad libre de toda semejanza y comparación. Eso es La Habana, un eterno monumento al tiempo.

 

LAS PARADOJAS DE LA RACIALIDAD

LAS PARADOJAS DE LA RACIALIDAD

EDUARDO PÉREZ OTAÑO,
Comunicador Social,
Cortesía para Isla al Sur.

¿Qué es ser negro en Cuba? ¿Es el color de la piel un problema en esta Isla del Caribe, luego de 57 años de Revolución profunda y radical? ¿Existen las razas? Son estas interrogantes que se nos presentan como meros pretextos para acercarnos a un texto colosal, demoledor, único por su carácter de diario de la cotidianidad.

Con Elogio de la altea o las paradojas de la racialidad, su autora Zuleica Romay logra acercarse y penetrar en un complejo problema que se ha mantenido bajo la alfombra del debate público durante años y que siempre se nos devuelve como tema espinoso, complejo.

Hablar de las razas, del negro, o simplemente de racismo, puede tornarse altamente dificultoso. Quienes intenten poner el tema sobre la mesa pueden encontrarse con todo tipo de resistencias o aparente falta de interés, disimuladas evasiones para no abordar un área bastante sensible de nuestro día a día.

Ganador del Premio extraordinario de estudios sobre la presencia negra en la América y el Caribe Contemporáneos, convocado por la Casa de las Américas en el año 2012, Elogio… no es simplemente una diatriba de la autora contra los remilgos de un racismo entronizado durante generaciones, sino una profunda reflexión desde su experiencia de vida, avalada por una intensa investigación de campo.

Zuleica, por demás, no se limita a acercarse al tema de lo negro en la cotidianidad sino que, para bien del ensayo, muestra otras aristas de la discriminación que van más allá del color de la piel y se centran en la procedencia o en el nivel socioeconómico.

Imposible resulta mantenerse al margen del cúmulo de verdades que encierran poco menos de trescientas páginas. No se vuelve a ser la misma persona luego de Elogio…, sino que se convierte uno en permanente escrutador de la realidad circundante, en la búsqueda de esos elementos que respaldan muchas de las tesis presentadas en el texto.

Frases como «esto es cosa de negros» y «pensemos como los blancos», a las que quizás en no pocas ocasiones hemos respondido con un asentimiento o con la risa cómplice de quien coincide en esencias, se convierten luego de la lectura de esta obra extraordinaria, en verdaderos latigazos a nuestra conciencia.

No pierde tiempo la autora en afirmaciones banales ni absolutistas; tampoco convierte el texto en una defensa personal de su color de piel y su herencia cultural. No es, a fin de cuentas, un alegato de autodefensa. Elogio… se convierte en un canto a lo posible, a la verdadera equidad, al reconocimiento del otro en su diversidad.

Afirma Romay en un pasaje: «Lo que demanda este momento de nuestra historia es multiplicar los espacios y lenguajes del debate, encaminar propuestas hacia los órganos decisorios de la sociedad, visibilizar intercambios, utilizando los medios de difusión para interconectar y retroalimentar a todos los que en ellos participan. No se precisa una catarsis nacional ni debemos aspirar a que un debate organizado desde alguna instancia de poder funcione como exorcismo colectivo. El análisis abierto y masificado sobre nuestra problemática racial será solo el inicio de la postrera y difícil batalla que aún hemos de librar por la más completa emancipación humana.»

En esa batalla, Elogio de la altea o las paradojas de la racialidad se ha convertido en merecida vanguardia.

ESTAMPAS DE GUATEMALA Y “GUATEBUENA”

ESTAMPAS DE  GUATEMALA Y “GUATEBUENA”

RANDY SABORIT MORA,
Corresponsal de Prensa Latina en Guatemala*,
Cortesía para Isla al Sur.

Las últimas dos sílabas del nombre Guatemala dejan un sabor amargo. No por gusto se dice “de Guatemala para Guatepeor”. Pero no todo es malo en esta geografía bendecida por los dioses y con sabiduría acumulada que vale oro.

Algunos guatemaltecos advierten que sus compatriotas andan cabizbajos, con la autoestima por el piso. Es cierto que Guatemala no ha ido a un mundial de fútbol ni tiene una cosecha de medallas olímpicas como para festejar en grande. 

Tampoco es como para saltar de alegría, saber que en esta nación centroamericana pululan bandas del narcotráfico y la criminalidad organizada; mientras la desnutrición, el hambre y la desigualdad están a la orden del día.

Sin embargo, el guatemalteco debiera estar alegre por sus lagos, volcanes, clima, el arte culinario, los tejidos artísticos… Todo esto y más habla por sí solo de la “Guatebuena” que existe, pero que para  el oriundo de estos lares pasa inadvertido por estar ocupado en tantas  cosas, incluso en esa tragedia humana llamada subsistencia.

ESTOFADO TEPANECO

Silba la marimba. Un niño, con dotes de artista, baila al compás de las maracas. Un adulto suena la chirimía (parecida al clarinete). Las mujeres, como si fueran magas, sacan de sus palmas tortillas de maíz. Estamos en el restaurante Chichoy.

Por fuera parece un castillo de dos pisos, y está ubicado en el kilómetro 78 de la carretera Intermericana, en el municipio de Tecpán. Sin embargo, en 1970 surgió como un café 24 kilómetros más al norte de esa misma ruta.

El acogedor lugar, es uno de los 15 que han ganado fama en el último medio siglo entre nacionales y extranjeros que hacen su parada entre el kilómetro 72 y el 102 de la Interamericana. Ahumados, carnes, y platillos típicos de la región le hacen la boca agua al viajero.

Como era la primera vez, pedimos ayuda a buenos amigos guatemaltecos para poder pedir. Nos recomendaron el estofado tepaneco con ensalada rusa. Res, cordero, pollo, cerdo y venado se conjugan en el platillo que provoca solo de pronunciarlo.

Lo sazonan con tomate, cebolla, ajo y lo acompañan de arroz y ensalada de papa, lechuga, tomate, con trocitos de güisquil y zanahoria.

A simple vista, olfato y paladar, cumple con aquellos requisitos que una estudiante china me confesó años atrás: “La comida debe tener color, olor y sabor”. En Tecpán este platillo suele disfrutarse en cumpleaños, bodas, bautizos y otras actividades religiosas.

El restaurante Chichoy es el sitio donde miles de personas cada año deciden desayunar, almorzar o cenar. Como todo tiene su historia, se cuenta que el alemán don Federico Carterns y su esposa Mercedes Gurtz lo constituyeron en 1970 en el kilómetro 102 de la Interamericana.

La idea era ayudar a las personas de escasos recursos de la región. Pero 11 años después de su fundación fue incendiado como consecuencia del conflicto armado interno (1960-1996).

En aquel suceso perdió la vida el dueño y su hijo Fredy Carterns, de 18 años.
Pese a todo, Mercedes en 1983 reunió a 75 viudas de la guerra y  tuvo la iniciativa de reconstruirlo. Entonces se vendían refacciones (meriendas), conocidas  en la actualidad como “nuestros antojitos”, y artesanías elaboradas por las enlutadas.

Tras el fallecimiento de Gurtz en 1986, el café pasó a manos de Pedro Cristal y su cónyuge Amalia Muchuch, quienes consiguieron tres años después abrir las puertas del Restaurante Chichoy II en Chirijuyú, donde está hoy.

En ese establecimiento gastronómico, fiel a la proyección social con la cual fue fundado, se enseña a personas sin preparación académica, mientras se les inculca los valores del restaurante, labores culinarias y de servicio al cliente.

“¡En compañía de buenos amigos, cada comida se convierte en fiesta!”, dice el slogan del Chichoy.  Y tienen razón.

FRENTE AL TECHO DE CENTROAMÉRICA

La Geografía estaba entre las asignaturas predilectas en los tiempos escolares. Mucha atención prestaba a la materia, sin embargo, no recuerdo haber oído hablar del Volcán Tajumulco.    

Conocía del  asiático monte Everst de 8 848 metros, y  del africano Kilimanjaro con su cúspide a cinco mil 895 sobre el nivel del mar. También sabía del suramericano Aconcagua con una estatura próxima a los siete mil.    

De otras cumbres emblemáticas se habló en las clases, sin obviar el Turquino, escalado por varias generaciones de cubanos hasta sus mil 974 de tamaño. Pero del Tajumulco no tuve noticias, al menos eso recuerdo.      

Como la Vida  hace de las suyas, me dio la oportunidad de recibir en vivo y en directo la lección sobre el volcán más alto de Guatemala y Centroamérica. Pude estar frente al Tajumulco y sentir el Cielo más cercano.         

A través de la palabra, el mapamundi y el atlas estuve al corriente de diversos macizos montañosos del planeta, empero al techo centroamericano, de cuatro mil 220 metros, lo divisé entre las nubes y a unos cinco grados de temperatura.

Cuando estuve allí, no fue un día nevado, como sí ocurrió el 19 de diciembre del  2009. Suceso  insólito aquel si se toma en cuenta que el monte está localizado en una zona tropical.

Un frente frío generó entonces la intensa nevada que cubrió toda la cresta del Tajumulco, donde cayeron casi 20 centímetros de precipitación sólida en la cumbre y otros 10 en sus faldas, según registros meteorológicos.

Muchos han ascendido -a golpe de esfuerzo y constancia- este coloso muerto, ubicado en el suroccidental departamento de San Marcos, colindante con México.    

Desde la altura de una elevación vecina, donde solo se siente el susurro cómplice de la brisa, es casi imposible evadir filosofar: ¿por qué allá Abajo es tan difícil convivir en paz? ¿Habrá algo que aprender de la serenidad de las montañas?

En el camino de descenso sobre cuatro ruedas, una imagen se siembra en la memoria: una niña y un niño de unos 10 años cargan piedras a cuestas. Difícil borrar estampas como esas, que se repiten en distintos puntos de la Geografía mundial.

A PRIMERA Y SEGUNDA VISTAS

Un lago, volcanes, iglesia, plaza, parque y mercado capta a primera vista el visitante que llega a Santiago Atitlán, municipio ubicado a unos 160 kilómetros de la capital guatemalteca, que esconde mucho más en un lugar donde convergen la riqueza cultural y la pobreza material de sus habitantes.

Allí está la centenaria campana de la Parroquia de Santiago Apóstol que repicó hasta el estruendo aquel diciembre de 1990, cuando expulsaron al Ejército y la Policía, suceso único durante el conflicto armado interno (1960-1996).

En el pueblo viven nativos que han reclamado a sus clérigos de paso hablarles en español y tz'utujil, idioma heredado de los sabios mayas de antaño.

Sus individuos pintan, cantan o tejen cortes (sayas) y huipiles (blusas o vestidos) como verdaderas obras de arte, irrepetibles, que llaman la atención del viajero recién llegado a una de las localidades circundantes del asombroso lago Atitlán.

Personas de distintos credos políticos o religiosos coinciden en respetar a Maximón, deidad indígena cuya imagen está compuesta de diversos pañuelos y una máscara debajo de la cual no existe rostro. De Maximón cuentan que tiene dos esposas, cambia de casa todos los años, fuma, bebe, colecciona corbatas y usa perfumes.

En Santiago Atitlán, las familias viven del comercio, el turismo, la agricultura y la pesca en un paisaje, donde es cotidiano ver a niños pedir un quetzal al turista, mientras otros acompañan a sus madres en las ventas diarias.

Mucho más que esto guarda Guatemala.  Por ejemplo, se cuenta que los paisajes guatemaltecos habrían inspirado al célebre escritor francés Antoine de Saint-Exupéry (1900-1944) a escribir El Principito, ese clásico de la literatura universal que convoca a conservar el niño que fuimos. ¿Se anima a descubrir lo positivo y oscuro de este país?

*Máster en Ciencias de la Comunicación y profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

LA TRIPLE DISCRIMINACIÓN DE LA MUJER EN GUATEMALA

LA TRIPLE DISCRIMINACIÓN DE LA MUJER EN GUATEMALA

Texto y foto:
RANDY SABORIT MORA,
Corresponsal de Prensa Latina en Guatemala*,
Cortesía para Isla al Sur.

Para la coordinadora general de la Alianza de Mujeres Rurales, Raquel Vásquez, las damas en Guatemala cargan con la triple discriminación en comunidades, organizaciones y por parte del Estado, instancia que, a su juicio, las invisibiliza.

En entrevista exclusiva con Prensa Latina, afirmó que esa situación es muy difícil y sostuvo que el trabajo de ellas en el campo no es reconocido.

Ante ese dilema, precisó, las mujeres nos plantemos retos muy grandes como avanzar en la eliminación de la violencia física, sexual, económica de un sistema patriarcal, donde muchas veces las decisiones las toman los hombres, que tienen el poder.

Consultada sobre la realidad de más de 700 mujeres asesinadas cada año en este país centroamericano, expresó que ellas como agrupación han hecho la propuesta al Estado de Guatemala para que ponga mayor énfasis al respecto.

En su opinión, la violencia y las muertes registradas en los últimos años tienen que ver con que han levantado su voz, callada durante mucho tiempo. 

“Eso también tiene mucha relación con la violencia económica. Muchas mujeres se ven forzadas a trabajar sexualmente, obligadas a eso porque no hay otras alternativas. Las mujeres en el campo y en la ciudad sufren una violencia muy marcada, y eso nos impide avanzar.

“Por eso pedimos al Estado que ponga cartas en el asunto al instalar más juzgados contra femicidios. Hasta la fecha tienen siete juzgados de ese tipo y somos 22 departamentos en Guatemala”.

Otra de sus sugerencias es que en esos tribunales se hablen los idiomas indígenas, según la zona del país, “porque si en un juzgado contra femicidios no hablan el idioma de la región, ¿cómo los jueces van a entender a las mujeres?

“También solicitamos al Estado que nos deje mantener nuestra organización social porque en Guatemala estamos siendo muy recriminados, cuestionados y perseguidos. No quieren que los pueblos, las organizaciones, surjan, salgan adelante, por eso luego viene la criminalización”.

Al respecto, manifestó que no están haciendo nada fuera de la ley. “Estamos actuando porque vemos que el gobierno y el Estado solo responden a las empresas transnacionales y no a las necesidades de las comunidades y los pueblos”.

La Ley Contra el Femicidio se aprobó en 2008, el mismo año en que se registraron 800 denuncias de violencia contra la mujer y solo se emitió una sentencia al respecto.

Hace dos años los tribunales dictaron 314 condenas por esa índole de sucesos y en 2011 recibieron cuatro mil casos y dictaron 763 castigos penales. En 2012 fueron 400 las sentencias condenatorias por femicidios y el año pasado llegaron a casi mil, según datos oficiales.

Vásquez es dirigente de la comunidad indígena La Guadalupe, en el municipio guatemalteco de Santo Domingo Suchitepéquez, localizado 161 kilómetros al suroeste de la capital guatemalteca.

En los años ’80  del siglo pasado estuvo exiliada en México durante el conflicto armado (1960-1996). Fue de las pocas que negoció las condiciones que ellas exigían para el retorno a esta nación y el posterior reasentamiento tras la guerra civil de 36 años.

Ella y otras más, se asentaron en La Guadalupe y lograron la copropiedad de las fincas, donde llevaron a cabo proyectos productivos para asegurar su empoderamiento económico.

“No es suficiente que las mujeres aparezcan en el título de propiedad sino que deben ejercer su derecho pleno a decidir sobre la tierra y su alimentación”, ha dicho la lideresa campesina.

*Máster en Ciencias de la Comunicación Social y profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

CUANDO EL BOSQUE SUENA A MARIMBA

CUANDO EL BOSQUE SUENA A MARIMBA

RANDY SABORIT MORA*,
Corresponsal de Prensa Latina en Guatemala,
Cortesía para Isla al Sur.

Un Bosque Sonoro tiene la capital guatemalteca, donde han crecido más de cien árboles de hormigo, cuya madera se emplea para elaborar las teclas de la marimba, instrumento nacional de Guatemala.

“La marimba suena como los guatemaltecos: con una alegría triste”, me dice una amiga de este país centroamericano, donde en fiestas patronales y celebraciones diversas suele verse a niños, jóvenes o adultos extraer melodías de ese instrumento de percusión parecido a un xilófono.

El Bosque Sonoro del Hormigo, colindante con el Hipódromo Norte de la Ciudad de Guatemala, rinde homenaje a compositores y marimbistas, como los destacados Wostbelí Aguilar, José Domingo Bethancourt, Rosendo Barrios y Marco Antonio Castillo.

Ese nombre se lo puso Carlos Francisco Marroquín, quien para lograr materializar su iniciativa fue apoyado por su padre Antonio Marroquín y la directiva de la Asociación Guatemalteca de Autores y Compositores.

Se cuenta que cada hormigo –denominado aquí como el Árbol de la Cultura,  la Marimba o la Paz- fue sembrado en esa área por un reconocido músico o marimbista nacional.

El peculiar bosque fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación, según el acuerdo ministerial 66-99. En ese documento oficial se exhorta al Consejo Nacional de Áreas Protegidas, al Instituto Nacional de Bosques y al Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación a que dicten las normas para regular la protección del hormigo y propiciar su siembra.

Ya el Bosque Sonoro de la capital no es único en la nación, pues en agosto de 2011 fueron plantados una treintena de maderos de ese tipo en Quetzaltenango, el cual lleva el nombre de Antonio Marroquín, compositor oriundo del suroccidental municipio de Coatepeque.

Otro espacio similar, de 200 árboles de la mencionada especie, se inauguró el pasado 23 de mayo en Mazatenango, cabecera del departamento de Suchitepéquez, ubicada 167 kilómetros al suroeste de la urbe guatemalteca más importante.

El hormigo crece en las zonas húmedas, a temperaturas entre los 22 y 27 grados Celsius y a una altura de cero a mil 400 metros sobre el nivel del mar.

Las teclas de la marimba se disponen de mayor a menor y se golpean con mazas. Para lograr una óptima calidad del sonido, los conocedores recomiendan que la madera tenga al menos dos años de secado y que se pula con concha de mar para cerrar los poros.

El Bosque Sonoro capitalino no solo sirve para respirar, descansar bajo su sombra y homenajear a marimbistas, sino para hacer honor al significado de Guatemala, que en lengua náhuatl quiere decir “lugar de muchos árboles”.

*Máster en Ciencias de la Comunicación y profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

 

CORREA EN GUATEMALA O LA PRAXIS DE LO POSIBLE

CORREA EN GUATEMALA O LA PRAXIS DE LO POSIBLE

RANDY SABORIT MORA*,
Corresponsal de Prensa Latina en Guatemala,
Cortesía para Isla al Sur.

El presidente ecuatoriano, Rafael Correa, conmovió a más de mil 500 personas en Guatemala cuando habló en el lenguaje que demuestra los resultados concretos del modelo de desarrollo social y económico aplicado en su país.

A simple vista, le sobraron ovaciones y risas cómplices al impartir su conferencia El ser humano por encima de las utilidades: una visión económica diferente para el desarrollo. Tampoco le faltaron los gritos de "¡bravo!", "¡así se gobierna!" y  "¡gracias Presidente por traernos esperanza a Guatemala!"

Una académica guatemalteca me confesó que durante la intervención de una hora y 45 minutos, más otros 18 minutos de respuesta al público, le parecía que estaba en un sueño.

Para la investigadora era increíble estar escuchando en Guatemala -nación conservadora y donde casi todo gira a la derecha- tanta crítica al neoliberalismo y neocolonialismo, mientras Correa apostaba por un socialismo moderno.

Medio en broma y medio en serio, me decía la amiga que cuando Correa terminara su mandato en Ecuador debería venir a Guatemala a postularse como mandatario.

La sabia Historia demuestra que las copias siempre se las lleva el viento, aunque siempre es provechoso tomar nota respecto a cómo se logra triplicar la economía en una década al tomar en cuenta al mercado, pero sin ser esclavo del mismo, como propone Correa.

"¿Cómo un partido de derecha puede avanzar hacia una propuesta económica como la suya?", preguntó uno de los asistentes que siguió la intervención. Ante esta interrogante, el gobernante del país andino fue categórico: "No puede". Tal respuesta fue sellada con un maratón de aplausos, incluso alguien entre la multitud lanzó un "¡bravo!"

"Con todo respeto, con las recetas neoliberales se piensa que el mercado lo va a resolver todo y que esa situación del mercado es la más eficiente y la más justa porque todo se hace por intercambios voluntarios en busca de estar mejor", manifestó.

En ese sentido, aclaró que el error del neoliberalismo es creer que todo lo resuelve el individuo y el error del socialismo tradicional fue pensar que todo lo resolvía el Estado, pero -sostuvo- la realidad es una mezcla.

"La persona es muy importante para el desarrollo, pero la sociedad también lo es. Demasiado individualismo destruye la sociedad y demasiado estatismo destruye al individuo. Y ambos son necesarios para el desarrollo, ese es el socialismo moderno, pero se requiere una acción colectiva, eso es claro", explicó quien ha ganado las elecciones de 2006, 2009 y 2013 en Ecuador.

A su juicio, se trata de la vieja paradoja en Economía de que lo bueno para la parte no lo es para el todo.

"El neoliberalismo fracasó estruendosamente en América Latina. Quiere regresar con la complicidad de los medios de comunicación, ojalá nuestros pueblos no se dejen engañar. Yo sinceramente creo que para una región tan desigual como América Latina no hay mejor alternativa que el socialismo", expuso.

Subrayó que solo el crecimiento económico no es suficiente para lograr desarrollo social y se refirió a gratuidades y cambios en la educación para encontrar cada vez más talentos que ejerzan en el área de las ciencias exactas, biológicas y en las artes.

A la Organización de Estados Americanos (OEA), la calificó como una de las más glamorosas muestras del neocolonialismo.

"¿Por qué tenemos que discutir nuestros problemas en Washington?", se preguntó el político de 51 años, quien abogó por generar "nuestros propios espacios de procesamiento de conflictos regionales", y en ese sentido afirmó que la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe es una gran oportunidad y esperanza.

Guatemala, nación donde la pobreza alcanza a más de la mitad de sus 19 millones de habitantes,  mucho camino hay por recorrer para lograr que el crecimiento económico se traduzca en desarrollo social.

*Máster en Ciencias de la Comunicación y profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

DE MARTÍ EN GUATEMALA Y MÁS ALLÁ

DE MARTÍ EN GUATEMALA Y MÁS ALLÁ

RANDY SABORIT MORA*,
Corresponsal de Prensa Latina en Ciudad Guatemala.
Cortesía para Isla al Sur.

Cuando le he preguntado a estudiantes cubanos y extranjeros por el vínculo de José Martí con Guatemala todos aluden a la que “se murió de amor”. Sin embargo, la relación del poeta de actos con la tierra del quetzal fue mucho más allá del lazo que hubo entre ellos.

Son varios los espacios actuales en esta capital, testigos de la presencia de Martí aquí. Si la máquina del tiempo existiera, uno podría darse un salto hasta alguna de sus clases magistrales, impartidas en la Universidad de Guatemala, el Instituto Nacional de Señoritas o el Instituto Nacional de Varones.

Los discípulos de esa escuela le regalaron una leontina a quien confesó que en Guatemala se hizo maestro “que es hacerse creador”. Aquel plantel lo dirigió el patriota cubano José María Izaguirre y hoy es un centro de enseñanza media.

Admirado por la cultura de esta nación, tomó notas para su libro Guatemala, el poema Patria y Libertad y la proyectada Revista Guatemalteca, que aunque no se publicó, sí se han encontrado dos artículos y el programa editorial de la misma.

En esta urbe lo nombraron en julio de 1877 vicepresidente de la Sociedad Literaria El Porvenir, que realizaba veladas en el Teatro Colón, destruido tras el terremoto de 1917.

Actualmente, donde fuera erigido aquel centro cultural a semejanza de un templo griego, está un parque por el cual caminan a diario cientos de capitalinos, que tal vez ignoran lo mucho que hizo aquel periodista por este país.

Como “Doctor Torrente” lo calificaron guatemaltecos reaccionarios en sueltos que circularon, en noviembre de 1877, con la intención de burlarse de sus dotes oratorias.

Aquellos, de quienes ni se recuerda sus nombres, intentaron desprestigiar ante sus discípulos y simpatizantes a uno de los sobrevivientes del paso de Cronos, el implacable.

El paso de los años todavía no ha declarado el vencimiento de la lucidez de las ideas de aquel que supo convertir sus palabras en acciones. El desafío de los contemporáneos está en aplicar sus enseñanzas y no en citar frases de memoria de su obra.

Hay que leerlo mucho, y ejercitarlo más. Innumerables son los caminos que conducen a la savia del Maestro, pero lo más importante es la transformación que ocurra en uno tras devorar miles de sus cuartillas, incluidas sus epístolas, imprescindibles para entenderlo de carne y hueso.

Alguien me contó que en un taller martiano se leyó a los niños varios textos del escritor paradigmático, como el primero de sus Versos Sencillos: “yo soy un hombre sincero...”.

La testigo comentó que los pequeños aquel día confesaron a sus padres varias de sus mentiras piadosas. Los progenitores, asombrados, llamaron a la escuela para saber qué le habían dicho a sus hijos. Todos, al saber lo ocurrido, quedaron sorprendidos con el efecto mágico de Martí.

Si cambios como esos lo experimentaron “los que saben querer” y quienes son “la esperanza del mundo”, como definió el Maestro a los infantes, entonces todo su tiempo invertido en vivir y morir con luz en la frente habría tenido sentido.

¿Cuánto no tendríamos que aprender los mortales de él cuando se nos sube el ego a la cabeza? ¿Acaso olvidamos que aquel comunicador de altos quilates decidió echar su suerte con los pobres de la tierra? ¿Obviamos por instante a quien escuchó con humildad a los veteranos de la guerra de los Diez Años (1868-1878)? ¿O borramos de la memoria al que tomó nota en su Diario de Campaña sobre la sabiduría de los guajiros cubanos?

En sus tantos artículos memorables, esparcidos por periódicos decimonónicos, se revela un mismo propósito: contribuir a la redención personal de los humanos y al equilibrio de Nuestra América y el mundo.

Su prédica constante fue convocar a los seres a crecer hasta la estatura de los buenos como su Meñique de La Edad de Oro, revista siempre joven.

Él, perfecto enamorado de la vida, murió “de cara al sol”, como poetizó en sus Versos Sencillos y “en el campo de batalla”, según la profecía en su poema dramático Abdala, escrito poco antes de cumplir 16 años.
El mejor homenaje al Apóstol nuestro que está, es verificar si nuestros actos cotidianos son dignos de aquel hombre que vivió al servicio de los otros y supo crecer entre bajezas humanas.

*Máster en Ciencias de la Comunicación y profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

 

FORMELL

FORMELL

ROGER RICARDO LUIS

Mi primer contacto con Juan Formell y Los Van Van fue en 1969. Creo que entre las primeras presentaciones públicas de su entonces novel agrupación estuvo la que dio en el terreno de baloncesto de la Escuela Vocacional de Vento, donde estudiaba.

Era la “Noche de cultura” y avisaron a última hora que vendría “una orquesta… “, como quien dice que el chícharo que dieron en el almuerzo, el de todos los días, lo repetirían en la comida. Y para colmo, la propuesta competía, nada más y nada menos, con un examen de Química a primera hora de la mañana siguiente que se anunciaba de arranca pescuezo. Como nadie sabía quiénes eran los del “combito” y sí sabíamos quién era la profesora Caruca, pues el destino de aquella audición parecía estar echada…

En efecto, las aulas de mi año, el más numeroso de la escuela en ese tiempo, estaban repletas de estudiantes metidos de cabeza en los libros y ejercicios de la” orgánica” que nos llevaba de prisa con tantas cadenas de carbono.
Y la cancha vacía. Como de costumbre, hicieron un llamado urgente a la militancia a “¡Dar el paso al frente!” ¡Qué tiempos…! Pero la gente se alzó, porque al otro día daríamos un paso atrás cuando suspendiéramos.

Cuatro gatos bajaron al terreno a regañadientes, pero cuando empezaron a tocar, la música subió a las aulas… Primero, empezamos a llevar el compás con el tamborileo de los dedos sobre las libretas, seguimos sonado el lápiz contra el costado de la paleta del pupitre, comenzamos a mover los pies y finalmente salimos “a chocar con la concreta”, con aquella nueva sonoridad como encantados por la magia del flautista de Hamelin.

El jolgorio se extendió hasta las doce y, como en el cuento de Cenicienta, el hechizo se deshizo. Al otro día, el suspenso estuvo que daba al pecho, masivo.

La protesta fue generalizada. Con la consigna de que “¡Va, va!”, la exigencia estudiantil de una segunda convocatoria se hizo realidad a la semana siguiente. La victoria tuvo el mismo gustazo de aquella fiesta en que rompimos la suela de los Kiko plástico bailando de lo lindo.

Así entró Formell en la vida de muchos de nosotros. A Los Van Van los escuchábamos en un radio ruso portátil a media voz en las horas de autoestudio, con uno de nosotros atento en la puerta, vigilando la posible llegada del profe de guardia. Siempre recuerdo que Marilú, nos sabía como la Yolanda de Pablito o Ana, de los Beatles.

Los Van Van se fueron apoderando de nuestras fiestas de sábado en la noche y compartiendo honores de tú a tú con los Aguas claras, Sangre, sudor y lágrimas, los legendarios Rolling Stones y los clásicos chicos de Liverpool. También estaban en las matinés dominicales que organizábamos en casa de Vivian en espera de la hora de ir a buscar el ómnibus que nos llevaba cada fin de semana de regreso a la beca.

Con Formell y sus Van Van hacíamos las ruedas de casino en las escuelas al campo. Siempre recuerdo que en aquella inolvidable zafra del 70, no pocas veces abríamos un ruedo en medio del cañaveral y nos poníamos a cantar las canciones vanvaneras del momento acompañados con la música que le sacábamos con nuestras cucharas a los machetes, cantimploras, botellas y jarros hechos de latas de leche condensada, hasta que el jefe de lote nos descubría y salíamos a la desbandada a los gritos de ¡Vagos!, ¡Descaraos!, ¡Sinvergüenzas!

Una vez, por la FEU los invitamos a tocar en el comedor del edificio de la beca de F y Tercera. El acontecimiento rebasó la siempre caliente, concurrida y polémica esquina de la bien llamada “Bombonera” de la Universidad de La Habana. Pero un imperdonable apagón abortó la fiesta y aquello casi termina como la fiesta del Guatao…

En uno de los aniversarios del periódico Granma, Formell y su tropa amenizaron la fiesta en el Cristino Naranjo. Al rememorar aquel acontecimiento, me viene a la mente una compañera muy cumplida y protocolar, quien llegó con una maxifalda y montada sobre unas puyas de vértigo, pero cuando comenzó a tocar la orquesta se desalmidonó: levantó el faldón a la rodilla, anudándolo; sacó de su cartera un par de tenis y bailó tanto que hasta el elegante moño que coronaba su cabeza se deshizo de tanta gozadera en un rumbón que duró casi hasta el amanecer.

No soy musicólogo, tengo mala cabeza para retener nombres de canciones y autores, pero sinceramente, y con el perdón de sus creadores, pienso que son todas de Formell. Aseguro que no me acuerdo de la mayoría de las letras, pero cuando las escucho me viene poco a poco a la mente y las disfruto, hasta trato de interpretarlas mentalmente porque si abro la boca pues ya podrán imaginarse…

Así me pasó en Angola. Cuando los sudafricanos nos ponían la lluvia de proyectiles de sus G-5 sobre nuestras posiciones en Cuito Cuanavale, en el refugios bajo tierra solíamos cantar esa que dice: “…tan,tan,tan, tan, taran, tan, ta … ¡La candela!”

Qué decir de los estribillos que se pegan y trascienden más allá de las canciones para formar parte del decir popular cotidiano para identificar situaciones con picaresca y sabrosura: “¿Qué cosa…? ¡…, pues que cosa la costurera!”

Quien no ha visto la memorable película Los pájaros tirándole a la escopeta y cómo no asociarla de inmediato a Formell y las formidables crónicas musicales que acompañan el devenir de la cinta.

Su música forma parte del cofre sagrado donde nos llevamos los recuerdos más entrañables de la patria. Cuando en la distancia escuchamos esas canciones es como si nos convocara irrenunciablemente “el Caimán” con la mezcla de alegrías y nostalgias que nos provocan.

Una vez, en Venezuela, Los Van Van tocaron en el caraqueño Parque del Este. La noticia corrió previamente de celular en celular de los médicos cubanos, quienes esa noche, desconociendo las normas de seguridad establecidas, bajaron de los cerros en masa para hacer la rueda de casino más grande jamás vista por esos lares. Hasta mi colega Marina, quien convalecía con una bota de yeso, no resistió el llamado de la tierra y haciendo realidad la canción de Los Matamoros , soltó la muleta y el bastón y se puso a bailar el son…

Formell y Los Van Van llegaron para formar parte de nuestras vidas, porque quién deja de tenerlos en una fiestas: las que hacemos en nuestros hogares, la casa del vecino, la cuadra, el centro de trabajo, la escuela, en los carnavales… Fiestar en Cuba no es concebible sin ellos.

Desde aquella ya casi remota primera vez que lo ví personalmente en 1969, no lo había tenido frente a frente hasta diciembre pasado. Fue en un acto de reconocimiento a trabajadores de la cultura, en la CTC. Ahí estaba, no en primera fila, sino entre el grupo, como uno más de los homenajeados, sencillo, amable, caballeroso, recibiendo el cariño de la gente. Apenas si pudo estar sentado en el lapso previo al inicio de la ceremonia, pues todo el mundo se le acercaba para saludarlo y tomarse una instantánea de recuerdo. Estaba con su compañera, una exalumna y posteriormente colega de Granma. A un gesto cariños de ella, dejé la pena a un lado y fui donde ellos; finalmente, después de tantos años, le estreché la mano por primera vez.

De esa ocasión no quedó una foto. “Sería en otra oportunidad”, le dije con resignación a una fotorreportera amiga que cubría el acto, quien me reprochó no haber aprovechado la ocasión. Y es que a veces uno piensa que para gentes como él la vida física es infinita. Por eso es duro creer que haya muerto una persona que tanta alegría ha prodigado a los cubanos con su música.

Tomado de Cubadebate. 4 mayo 2014 | 17