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EL ÚLTIMO "DUEÑO" DE CASINO EN CUBA

EL ÚLTIMO "DUEÑO" DE CASINO EN CUBA

IRAIDA CALZADILLA RODRÍGUEZ 

Va para los 75 en mayo y todavía es un flaco conversador, cuentero, sazonador de anécdotas de un pasado que vivió hasta los tuétanos y le hacen recordar hoy, al cabo de tantos años, una película fantástica en la que él fue uno de esos protagonistas de tercera clase que, al cabo y con triunfo, se convierte en el auténtico narrador. Ese es Jorge Miguel Jorge Fernández, o mejor, Jorge Jorge, el primer administrador cubano del hotel Nacional y el último "dueño" del Casino Parisién, el único que la Revolución no intervino.

Le fascina volver a esa época y a los días tumultuosos de los primeros años revolucionarios. A inicios de 1961 lo nombraron verbalmente administrador del Nacional, y el 27 de marzo le entregaron "el mando con papeles". Fue durante ese año que, según cuenta, se cerraron los casinos en Cuba, incompatibles los antros de corrupción con los nuevos ideales de justicia. Dino, el italo-norteamericano a cargo de la sala de juegos del hotel, temeroso de que intervinieran la del Nacional, pero esperanzado con que el gobierno de los barbudos cayera, había decidido ponerla a su nombre unos meses antes y he ahí que, de pronto, este cubano se convirtiera en "dueño" del afamado Casino Parisién.

"Le zumba...", me dice en una tarde de tibio invierno en la que compartimos igual catarro manigüero: "Yo había sido repartidor de leche a domicilio, friegaplatos y ayudante de cocina antes de llegar al Nacional, donde empecé como mochila y después anduve por muchos puestos, junto con la labor sindical que ha sido algo muy marcado en mi vida.

"De `dueño' del casino estuve unos meses, hasta que el 29 de septiembre del 61, se hace el conteo del efectivo y otros valores existentes en la caja, y se cierra. Entre dinero sonante y cheques, había 85 242 dólares con 53 centavos. Todo ese fondo me lo dieron a custodiar".

UN DUEÑO ESPECIAL

Pasaron los meses y Jorge Jorge se olvidó de la cuenta que estaba a su nombre porque, para él, al clausurarse el casino el dinero pasaba directamente al Estado. Eran tiempos convulsos en un hotel que dejaba de ser la insignia de la elite que venía a Cuba, y daba a paso a 960 campesinas del plan Ana Betancourt, guajiras que asaltaron La habana para aprender corte y costura; y albergaba, también, a mucha gente que se preparaba como administradores de industrias, y a 200 jóvenes en los cursos de las Milicias para las "cuatrobocas". Y no faltaron en esa amalgama cerca de 35 huéspedes norteamericanos bastante fijos y algún que otro turista ocasional que arribaba a La Habana ante el atractivo de arriesgarse y "palpar" una Revolución en plena efervescencia.

"El Banco me envía una carta porque yo no giraba con mi cuenta. Me preguntaba, ¿qué cuenta? Y era que a mi nombre estaba todo el dinero del casino, 119 230 dólares con 67 centavos. Ellos me mandaban a buscar para revisar los saldos."

-¿Qué hizo con ese dinero?

"¡Figúrate! Yo tenía en el Nacional un entra y sale que daba espanto, no había cómo buscar los suministros y aquello era una locura. Como administrador y con autorización de mis superiores, decidí comprar, fundamentalmente, dos camiones para el traslado de las mercancías. Así terminó la historia de la cuenta bancaria y de mi dinero."

¿QUIEN ES QUIEN?

Este hombre es todo un personaje de novela. Oficialmente tiene onceno grado, sin embargo, ha sido autodidacta a conciencia. Se confiesa conocedor de Juan Jacobo Rosseau, José Ingenieros, Vargas Vila y Pedro Kropokine. Le es fácil escribir y, de hecho he releído sus artículos acerca de Martí, Chaplin y los problemas de la sociedad de entonces. También pinta y es un excelente comunicador. Ha sido, y es, un fanático defensor de las causas justas, del movimiento obrero y del pensamiento martiano. Algo de eso estuvo presente cuando, antes del triunfo de la Revolución, le negaron la visa para viajar a Estados Unidos.

Frente a frente, la curiosidad me mata; para él, contar historias le es bueno: como una vuelta atrás en el tiempo para iniciarlas compartidas. Quiero definiciones breves de personajes a quienes atendió, primero, como mochila, y después como dependiente del servicio de habitaciones del departamento de restaurantes.

¿Meyer Lansky?: "Me dio una propina de 200 dólares"; ¿Ava Gardner?: "Era tomadora y amistosa"; ¿Errol Flynn?; "Amplias propinas y un misterio lo que ocurría en su habitación"; ¿Mario Moreno (Cantinfla)?: "¡Un hombre muy serio!"; ¿El boxeador Billy Graham?: "Se veía noble, con una cultura superior a la media de sus contrincantes".

Es momento para una pausa. La hija nos trae café: "Para papá un poquito, ahora no puede tomar mucho". Se aleja y Jorge Jorge me dice: "Eso es lo malo de tener una doctora en casa". Retomo las preguntas-respuestas.

¿John Weissmüller?: "Se creyó que era de verdad Tarzán, le encantaba que se lo dijeran"; ¿Sir Winston Churchill?: "Estuve en el equipo que lo atendió. Por él me hospedaron una semana en la habitación 220 y comí igual que un huésped"; ¿María Félix?: "De arriba-abajo, una mujer bellísima"; ¿El campeón de boxeo Rocky Marciano?: "Bajó a la cocina a darle la mano a los fregadores de plato"; ¿Frank Sinatra?: "Yo le serví cuando se entrevistó con Santos Trafficante, Lucky Luciano y Meyer Lansky".

Para Jorge Jorge no hay mejores recuerdos que los del Nacional; son su fuente nutricia en estos años de canas, espejuelos gruesos y cuidados de salud, a despecho de una mente y un carácter que se resisten al tiempo. Por eso no se aparta de su labor sindical ni partidista. Ahora es miembro del Comité Nacional del Sindicato de Trabajadores de la Hotelería y el Turismo y presidente de su Comisión de Jubilados.

Apenas descansa, y localizarlo en la casa requiere de muchos "telefonazos" y de la paciencia de los hijos y nietos que recogen los recados. Hay en su mirada la picardía de quien guarda una excelente carta debajo de la manga. Casi al despedirnos, como sin querer, me la enseña: "Yo fui el primer administrador de la heladería Coppelia". Pienso, aunque me enoje, que el espacio no me alcanzará para contar otra buena historia. Y le prometo a Jorge el regreso para una segunda "vuelta".

A la memoria de un excelente cuentero. Publicado en Granma, 13/02/97. 

 

PAZ DOS VECES EN LA HABANA

PAZ DOS VECES EN LA HABANA

IRAIDA CALZADILLA RODRÍGUEZ         

Como un puñetazo de glorias y olvidos al estilo de cualquier letra tanguera, Buenos Aires exhibe la rotundez de rascacielos, la anchura infinita de arterias ferroviarias, viales y aéreas, hoteles de alucinación, galerías comerciales, refinerías de petróleo, plantas de montaje de vehículos, bancos, universidades, edificios, cuarenta y ocho teatros, ochenta y un museos, cincuenta y siete bibliotecas y noventa y ocho cines, en una convivencia tácita e inequívoca con barrios de martirios, apartamentos de sol prestado y gentes que sobreviven al agobio apenas con el mate redentor y respirando el sopor de una urbe bautizada por el Río de la Plata y su sueño de Atlántico en fuga. Un hombre de paz nació en esa capital de visos europeos asentada en tierras latinas.

Chimel es casi nada en la geografía centroamericana. Un punto inadvertido y remoto. Apenas un espacio en el Uspatán guatemalteco. Uno entre tantos pobladitos de origen maya-quiché en la tierra del quetzal de múltiples coloraciones, de montañas con presagios volcánicos, de tierras altas y fértiles donde la agricultura es bendición maldita para estirpes de vientres consumidos, la ganadería escogimiento sin disyuntivas y la artesanía textil oficio aprendido entre viejas de sonrisa triste. Los niños llegan bienvenidos o no en una contribución natal pródiga, y las miradas se les van raudas hacia la adultez entre juegos de barro y agua, mientras el horizonte es una línea intangible y misteriosa. Una mujer de paz nació en esa aldea remota.

Un hombre y una mujer llegaron a La Habana

La Habana se vistió de paz por dos veces en este año 2000 que se escapa.

Adolfo Pérez Esquivel, pacifista argentino, Premio Nobel de 1980, llegó primero. Rigoberta Menchú Tum, indígena guatemalteca, Premio Nobel de 1992, lo hizo después, en el apremio de un milenio que cierra.

Un hombre y una mujer confesaron asumir la condición de Premio Nobel de la Paz en nombre de todos los pueblos de América Latina, de aquellos que luchan y tratan de construir un mundo mejor.

Pérez Esquivel

“El mundo avanza de forma precipitada en temas tecnológicos y científicos, pero el lado negativo está en los procesos de aculturización, de masificación y de globalización de la pobreza y la exclusión social.

“Lo importante es fortalecer la identidad de vida de los pueblos, de sus culturas y raíces. Ser pueblo no significa juntar gentes, significa tener una identidad. La sobrevivencia parte de la historia, la historia es memoria de la vida, y en esa memoria de la vida de nuestros pueblos es de donde tenemos que beber y nutrirnos para construir”.

Rigoberta

“Dejar huérfanos a los estados de sus propios recursos,  coincido que es un riesgo tremendo del futuro. Se ha enriquecido más a sectores selectos y a otros nuevos que participan de la globalización, mucha de la cual es desleal y no respeta en lo más mínimo las normas nacionales.

“Creo también que la cultura se está vendiendo para que la juventud adopte cualquier cosa como parte de su identidad y socava los valores de la pertenencia nacional, étnica, cultural, que han sido como un muro muy fuerte para resguardar en sí sabidurías, conocimientos, ciencias. Eso se da muy especialmente en el caso de los pueblos indígenas”.

Pérez Esquivel

“Para América Latina y el Caribe prefiero hablar de integración porque nuestro continente no lo está. La integración permite el respeto de las identidades, de las raíces culturales, de la propia vida de nuestros pueblos”.

Rigoberta

“Hay que tener una agenda común sobre los problemas más candentes y, sobre todo, para iniciar un nuevo milenio de paz para el futuro. Eso es lo que yo apoyo a nivel latinoamericano, centroamericano y caribeño”.

Pérez Esquivel

“Cuba es como una luz de esperanza en el continente porque tuvo el coraje de resistir, de mantenerse con muchas dificultades y dar un ejemplo de voluntad popular frente a la agresión. Soportar 40 años de bloqueo habla de muchas cosas. Cuba es una luz de esperanza, un ejemplo y un testimonio de compromiso de dignidad”.

Rigoberta

“Creo que su país entró como los grandes que cruzan el milenio con una real afirmación de sus valores de autodeterminación y de defensa a la identidad”.

Pérez Esquivel

“Únicamente nuestros pueblos van a sobrevivir y enfrentar los desafíos del próximo milenio si tenemos claridad política, social, pero fundamentalmente solidaria, de saber apelar por una causa y una vida común. Asumamos el coraje de mirar hacia adentro, de ver en nuestras propias fuentes y desde ahí construir. Un hombre y una mujer son libres como los pájaros cuando vuelan y un hombre y una mujer son libres cuando viven en plenitud y eso es lo que debemos descubrir”.

Rigoberta

“Estamos atravesando un fin de milenio profundamente rico, que tiene acumulado las riquezas de la inteligencia humana, de los recursos naturales. No es pobre. Pero también, tiene tantas incoherencias que vamos al otro extremo, pues es igualmente un fin de milenio de carencias y desigualdades.

“Hay tantos cabos sueltos en esta globalización, que en algún momento pueden hacer chispas y llevar a riesgo real la supervivencia humana”.

Un hombre y una mujer de paz estuvieron en Cuba. El hombre invoca a Tupac Amaru para, como el caudillo, convocar a luchar para que no nos roben las mieles de nuestros panales. La mujer dice que “el tesoro más grande que tengo en la vida es la capacidad de soñar. En los momentos más difíciles, en las situaciones más duras y complejas he sido capaz de soñar con un futuro más hermoso”.

(2000)

ESPAÑA EN LA MEMORIA

ESPAÑA EN LA MEMORIA

A casi media centuria de su participación en la Guerra Civil Española junto a los republicanos, los ariguanabenses Alejo Sánchez y Arístides Saavedra coinciden en que el odio al enemigo llenó de un hálito mayor para alentar la victoria.

Texto y foto:
IRAIDA CALZADILLA RODRÍGUEZ

Pocos conocen en el pueblo la historia a casi medio siglo de los acontecimientos. Quizás hasta algunos piensen que son fantasías de viejos en el eterno deseo de los hombres de perpetuar su memoria. Pero no, aquí están frente a mi estos dos ariguanabenses que pelearon junto a los republicanos en la Guerra Civil Española. Ha sido una suertaza descubrir a Alejo Sánchez y Arístides Saavedra en San Antonio de los Baños, la tierra roja como tantos la han llamado en expedita referencia a su afiliación revolucionaria. Quiero, entonces, intentar rescatarlos del olvido.

Pasos hacia España

Alejo, barbero de seis reales, exhibe en 1936 una larga lista de huidas de la policía, y mucho antes había estado preso durante cuatro meses por su ideas revolucionarias. Parte hacia España en noviembre de 1936.

Saavedra, sin trabajo en Cuba, en Estados Unidos ofrece servicios como mensajero y se vincula al Club Julio Antonio Mella, base de los revolucionaros cubanos allí. Julio de 1937 es la fecha para unirse a los españoles republicanos.

Alejo llega a París. Atraviesa ilegalmente Los Pirineos. Lo esperan el Castillo de Figueras y después Valencia, Albacete y el Estado Mayor de las Brigadas Internacionales. En el recorrido también recuerda a Madriguera, Tarasona de la Mancha, Madrid, y la primera prueba de fuego: la Ciudad Universitaria. Combate en la 15 Brigada Internacionalista, Batallón 24.

Saavedra recuerda un frío endemoniado cruzando Los Pirineos. Después, el estreno de un tiroteo durante un almuerzo en el Castillo de Figueras. Cuando se restablece la calma, “me tragué el arroz con mulo, que mire que no había quien lo ablandara”, y se incorpora también a la 15 Brigada, Batallón 12.

Lo más terrible de la guerra

Alejo Sánchez achica tanto los ojos para el recuerdo que apenas son dos líneas en el rostro. Evoca a compañeros a quienes se les cortó la mano helada, luego de estar asida al fusil una larga noche de vigilia y ventisca. También habla de hombres con el vientre abierto, mordiendo el brazo para no estallar en llanto: “La muerte es dura, muy dura”.

Una larga bocanada da a su cigarro Arístides Saavedra. Ha visto campos de olivo chapeados o con las raíces de los árboles vueltas hacia arriba por la metralla. Pero, sobre todo, ha visto hombres despedazados, dispersos y revueltos entre la tierra: “¿Cómo puede olvidarse el espanto?”

El peor combate

Alejo: El invierno fue crudo y las botas y las mantas mil veces remendadas. Tres días y tres noches estuvimos caminando para llegar al puente del río Ebro, volarlo, y contener así al enemigo. Subimos y bajamos montañas, bebimos agua de la corriente revuelta y sucia, pasamos el río, nos reorganizamos, contraatacamos, vencimos de nuevo el río y llegamos a Gandesa. “Los hombres remaban duro, pero apenas podíamos dominar la corriente. Teníamos un solo cañón para enfrentar al enemigo si nos descubría”, reconstruye.

Saavedra: En el Barranco de la Muerte –lugar que divide las sierras de Pandolls y Cabal, en Tarragona, Cataluña-, muchos muertos sirvieron de protección contra el fuego rasante. Allí se perdió la Oncena Brigada española por la intensidad del ataque. El terreno plano no daba posibilidades reales de triunfo frente a un enemigo bien pertrechado. “En medio del combate, un compañero con el vientre abierto nos pedía agua. Era algo demasiado cruel y fantasmagórico”, revive.  

El pueblo español

“Vivían muy mal. Conocí bien la zona de Aragón y Cataluña donde el agua escaseaba y había que abastecerse por las norias. Son lugares en los que casi nunca se ve el sol por las altas montañas. Muchos niños pordioseros. La miseria pintada en los rostros de las gentes”, dice Alejo.

“Los españoles querían combatir junto con los cubanos, pues decían que éramos muy valientes. Pero ellos también eran valientes, aguantaban, resistían mucho. Es triste recordar a la España devastada, los campos arrasados y la miseria galopante. Vi campesinos a los que era difícil reconocer la tela original de sus pantalones tan llenos de remiendos. Yo le digo que la Guerra Civil Española fue dura”, confiesa Saavedra.

Último combate

Los dos en la Sierra Pandolls.

Alejo combate hasta el final, cuando el batallón se retira a Barcelona. Luego va a Francia, al campo de Angelés-sur-Mer, y después a Gurs, para ser repatriado a Cuba y abrazar las costas de la patria el 29 de mayo de 1939: “Parecía mentira haber salido vivo”.

Un poco antes dejó de pelear Saavedra, herido en un muslo con fractura de fémur. Comienza la peregrinación por el hospital de Salinosa y Mataro, hasta llegar a Francia y en una pequeña villa de Claiveres permanecer mal atendido, abierta la herida durante casi un año, hasta que regresó a Cuba –uno de los últimos-, en noviembre de 1940: “Solo la naturaleza me defendió de la gangrena. No sé qué cantidad de gusanos me quitaba yo mismo todos los días de la herida. ¿Atención? Ninguna. La guerra fue así”.  

De vuelta a Cuba

Alejo Sánchez nuevamente a las tijeras en el oficio de barbero. Después, huyó de pueblo en pueblo por ser revolucionario. No eran tiempos de recibimientos gloriosos a los internacionalistas cubanos.

Fue al triunfo revolucionario de enero de 1959 que trabajó como secador de tabaco a fuego, administrador de las granjas Pedro Rodríguez Santana y Pedro Lantigua, también fungió como jefe de lote y llegó a la jubilación.

Ahora, con 77 años, se mantiene activo y ofrece sus experiencias a los más jóvenes. Está muy orgulloso de su Medalla de Internacionalista.

Arístides Saavedra al regreso la pasó mal con la pierna. La herida todavía está presente en una profunda cavidad que se resiste a perderse para mostrar permanente la evidencia. Después deambuló por las calles como fotógrafo hasta radicar un modesto estudio. Siguió mal viviendo con poco dinero.

Solo después de 1959 es que logró “levantar cabeza”. Primero administró varias granjas dedicadas a la avicultura y más tarde la Empresa de Medios de Propaganda de San Antonio de los Baños. Ahora, plantado en sus 74 años, tiene entre sus más preciados recuerdos ser fundador del Partido Comunista de Cuba y merecer las medallas de Internacionalista y la XX Aniversario.

Combatir en España

Alejo: “Es la historia que hicimos allí. Lo más importante en la guerra era y es ir al combate y salir con vida de él, después de haberte batido con dignidad por tus ideales”.

Saavedra: “En la guerra te parece que vas a morir, pero cuando llega el combate olvidas el miedo y vas hacia delante. En la guerra los hombres se crecen cuando ven tantos compañeros despedazados por la metralla. Es como si el odio al enemigo que agrede la libertad nos llenara de un hálito mayor que alienta a la victoria. Allí, en realidad, supimos por qué éramos revolucionarios, sentimos la utilidad de nuestra presencia solidaria en España. España fue vivir plenamente”.

La Habana, noviembre de 1984.

DANIEL, EL DE TUNJA

DANIEL, EL DE TUNJA

Unos 250 millones de niños en el mundo pierden su alegría en los apremios del trabajo a destiempo y mal remunerado. Según la UNICEF, Cuba aparece entre los países cuya atención a la primera infancia es ejemplar

Texto y foto:
IRAIDA CALZADILLA RODRÍGUEZ

A 14 kilómetros del Puente de Boyacá, lugar donde nació la libertad de los colombianos en 1819, está Tunja. Es la capital más alta y fría del país, tiene unos 150 000 habitantes y su nombre significa Varón Prudente. De allí es Daniel Andrés Padilla Amaya, y cuando lo conocí tenía 12 años de edad, vivía en el barrio El Libertador y estudiaba en el colegio Silvino Rodríguez.

Cada día de las vacaciones, sin descansar el fin de semana, Daniel Andrés recorría el trayecto Tunja-Puente de Boyacá en cualquier vehículo que le diera un aventón, y allí se estaba, desde las siete de la mañana hasta las seis de la tarde, acomodándose a los impuntuales horarios de turistas al paso, a las inclemencias del frío, y a la buena o mala suerte de las propinas y lo que lograra vender de su pequeña mercancía de habas y maníes tostados.

El dinero "del negocio" no lo tocaba, ese iba directo a la economía de la familia. Para él quedaban las gratificaciones por cada historia que lograra cautivar a los forasteros. No cobraba ni pedía dinero, nada exigía por su explicación detallada sobre los 10 símbolos que dominan el lugar.

"En los sitios turísticos está prohibido cobrar; además, eso es muy feo. A mí me gusta la Historia, y desde los siete años vengo aquí. Propinas sí acepto, lo que me quieran dar", me dijo conocedor del valor del dinero ganado con honradez.

Tenía ahorrado entonces para cubrir los gastos de la chaqueta y la corbata del uniforme de gala, pues pronto entraría en una escuela en la sesión nocturna. Pero le faltaba más para la ropa de diario que exigía el plantel.

Le gustaban la Medicina y la Historia, rechazaba ser un niño mendigo o ladrón, y tenía esperanzas porque un día los pequeños como él quedaran arropados en sus casas, sin tener que ir a la calle a buscar dinero para ayudar a los padres.

No olvidaba diversiones ni amigos ni aceras del barrio: "Tengo deseos de jugar. Cuando trabajo quiero irme con los demás muchachos a montar bicicleta, pero no tengo ni puedo. No hay tiempo ni plata".

Recuerdo insistentemente a Daniel Andrés, aun cuando sé que no es el peor de los casos de niños que pierden su alegría en los apremios del trabajo a destiempo y mal remunerado. En este siglo XXI pleno de desafíos a favor de la infancia, el mundo exhibe las cifras de 130 millones de criaturas en edad escolar que no asisten a clases, otros millones van a colegios de pobre aprendizaje, una cuarta parte de los infantes de naciones en desarrollo comienza el ciclo escolar y no concluye estudios, y otros 250 millones laboran en condiciones francamente desventajosas.

Y mientras las potencias más ricas invierten recursos en guerras pavorosas, existen en el planeta más de 800 millones de analfabetos —de ellos 41 millones en América Latina—, los niños enfrentan la drogadicción, la prostitución y la pornografía, engrosan las filas de refugiados y personas desplazadas, y el tráfico de sus cuerpos se convierte en negocio suficientemente rentable para gentes perversas en no pocos países. Tampoco escapan a la tragedia del SIDA, ni al maltrato familiar, ni a las alteraciones y trastornos mentales de los contextos belicistas.

UNICEF ha reportado que 11 millones de menores de cinco años padecen de enfermedades prevenibles, suman 100 millones los que se ven obligados a deambular por falta de vivienda, y otros 120 millones ven inalcanzables las esperanzas de educación escolar.

El panorama resulta desolador, y no bastan congresos y cumbres cuando los compromisos de los Estados no van más allá de la mera formalidad. Como dijera Fidel, si los políticos se preocuparan por la educación y la salud, que es lo que más aprecian los pueblos, la realidad del mundo sería distinta.

Eso bien lo demuestra esta Isla pequeña y asediada durante más de cuatro decenios, donde no ha faltado nunca, ni aún en los peores momentos de recesión económica, la voluntad de luchar por una infancia feliz, rica y sana.

Sin ánimos de vanagloria, baste mencionar la universalización del acceso a la educación, las profundas transformaciones en bien de la calidad de la enseñanza, la tasa de mortalidad infantil con 6,5 por cada mil nacidos vivos, garantía de salud y de bienestar para la madre y el niño, las 12 vacunas gratuitas que protegen de 13 enfermedades a los infantes; y también como derecho, el pleno acceso al desarrollo cultural y deportivo, junto a los demás derechos del niño recogidos en la Constitución.

Según John Daniel, subdirector general de Educación de la UNESCO, Cuba es el único país del mundo que ha logrado alcanzar la educación y cuidado universal para la primera infancia. Y UNICEF califica de ejemplar la atención a la misma. Hechos, no palabras, avalan la voluntad de la Revolución.
 
Pie de foto: Daniel, uno de tantos niños en el mundo que trabajan para ayudar a sus padres.

Publicado en el periódico Granma.

CON LOS OJOS ABIERTOS AL MUNDO

CON LOS OJOS ABIERTOS AL MUNDO

IRAIDA CALZADILLA RODRÍGUEZ

Los nombres de las calles los puede leer. Ya no se pierde buscando una dirección ni tiene por qué avergonzarse como cuando en una reunión del gremio le entregaban folletos y con disimulo guardaba, en espera de que alguno de los hijos le descifrara su significado.

Es de Cotacachi, localidad ecuatoriana. Trabaja en el mercado, donde hasta hace muy poco compraba y vendía frutas a fuerza de pura maña, y aprendía de pagos y vueltos para que no la engañaran. Rosa Andrango Moposa quebró su condición de iletrada gracias al método cubano Yo sí puedo, una ilusión cumplida, ahora que cifra los 41 años.

"Aprender a leer y escribir significa que puedo ayudar a los míos. Tengo una hija de 20 años, profesora de Música, y recuerdo que cuando estudiante me pedía colaborar con sus deberes escolares. Me entristecía decirle que ella era la que debía auxiliarme. Ya eso no pasará con mis hijos varones, porque de ahora en adelante lo único que deseo es seguir superándome; quizás hasta estudie una carrera vinculada con mi labor."

Rosa asiste al I Congreso Mundial de Alfabetización, "una oportunidad para agradecer al pueblo cubano lo que en materia de Educación hace en favor de los más desposeídos, y en especial al Comandante Fidel Castro que nos ha ayudado a abrir los ojos al mundo".

ELEVAR LA AUTOESTIMA

El programa Yo sí puedo presenta una metodología ágil, comprensible, fácil para el estudiante, y permite a las personas no solo aprender a leer y escribir, sino que eleva su autoestima al mejorar la calidad de vida, apoyar a la familia y contribuir a la formación de los hijos. Es muy eficaz.

Así define al método cubano Patricio Toro, coordinador del proyecto en Cotacachi, localidad que espera ser declarada territorio libre de analfabetismo.

Con el 22,3 por ciento de la población iletrada, hoy 1 066 personas concluyeron la primera etapa del aprendizaje. Según anunció Toro, para la posalfabetización se abrirán 20 puntos, de manera que unos 400 estudiantes inicien la fase de pilotaje en este febrero.

¿DOCTOR O INGENIERO?

A José Francisco Laine Perugachi no hay quien lo pare después de la alfabetización. Trabaja en un área de cultivos de flores para la exportación y es presidente de la comunidad de San Martín, en Cotacachi.

"Éramos 60 familias analfabetas y todas nos unimos al proyecto. En un momento del proceso detectamos que unas 20 personas no avanzaban lo suficiente, y fuimos casa por casa, no queríamos que nadie perdiera esta oportunidad. Fue algo muy solidario, pues algunos hasta prestamos nuestros hogares para que sirvieran como centros de estudio. Al final, todos vencimos."

Tiene 36 años y nunca antes había podido acceder a la enseñanza básica: "Mis padres son pobres, no tenían plata para esos lujos. Hoy veo con optimismo mi futuro y estoy en el seguimiento para avanzar, aprender más, y trabajar para que nadie en mi comunidad sea analfabeto. Ahora que leo y escribo me siento muy orgulloso y hasta quién sabe si puedo llegar a ser doctor o ingeniero".

Pie de foto: Rosa Andrango y José Francisco Laine agradecen al método cubano, Yo sí puedo, poder adentrarse hoy en el mundo de las letras y los números.
 

PERSEVERANCIA ASTURIANA

PERSEVERANCIA ASTURIANA

En Cienfuegos, dos hombres buscan en el tiempo la huella de sus antecesores.

IRAIDA CALZADILLA RODRÍGUEZ       

La galleta de mar más antigua de Cuba se conserva en Cienfuegos. Sació el hambre del asturiano José Castelao en días de infortunado mar cuando quedó al garete en la draga vacía de combustible y, encomendándose a Dios y al buen tino de la gente que se echaría a buscarlo, esperó sobrevivir al desvarío. La firmó el 14 de febrero de 1936 para que la mala memoria no borrara la inquietud infinita y, de vuelta a casa, colgó el pedazo de alimento último en lugar visible de la sala, cual ganador de reino propio.

Muchos años después de su muerte, Tato, el hijo, la donó a Pedro Pérez Avello, el flaco obsesivo que rastreaba huellas de antepasados venidos de aquella porción de tierra española.

En 1994 comenzó todo. Algunos entonces no entendieron al ingeniero mecánico de la refinería de petróleo, cuyo nombre actual es Camilo Cienfuegos; ahora tampoco. Pero Avello tiene sangre asturiana, que es algo así como un pasaporte de perseverancia con liga de porfía. Dice, en horas de amena conversación en el hotel Jagua donde montó su Rincón Asturiano, que el local es único de su tipo en esta Isla donde la impronta ibérica es consustancial.

El rincón es un espacio nimio con superposición de objetos, la mayoría de puro valor sentimental. Hacerlo realidad fue el saldo de la deuda filial con el bisabuelo Robustiano, patriarca con cargo de teniente-alcalde de la ciudad en los finales del siglo XIX, y también con la parentela llegada de Luarca en tiempos remotos.

Asturianos en Cienfuegos

Metido hasta el cuello en una investigación en el Museo Provincial, el tiempo escasea para el filólogo Alejandro García Rodríguez, otro descendiente de asturianos que hace la tesis de doctorado sobre los pilares de aquella emigración en esa provincia situada al centro sur, comprendido el período de mayor relevancia entre 1830 y 1930.

Si se deja hablar todo cuanto sabe, podría una pasar muchas jornadas de buen andar por la historia, pero hay que aminorarle los bríos, pues el comienzo data de la terminación del Castillo de Jagua, coincidiendo con el gobierno del Capitán General Juan Francisco Güemes de Horcacitas, “antecedente efímero y casual de un primer contacto de asturiano en Cienfuegos”, precisa inspirado por un tema que bien conoce.

Y otros dos paisanos también dejaron improntas en la Perla del Sur: José Cienfuegos Jovellanos, Capitán General que apoyó la fundación de la otrora Villa de Fernandina de Jagua, luego rebautizada con su apellido, y Ramón María del Abra, teniente gobernador de la localidad y en cuyo gobierno empezó el establecimiento de asturianos en la región.

En el siglo estudiado, 2 202 asturianos llegaron a Cienfuegos, erigida en una de las ciudades de mayor asentamiento. Además de La Habana como capital, también se destacaron en la preferencia Cárdenas, Matanzas, Caibarién y Sagua La Grande.

En el arca guardadora

Avello empezó la búsqueda consultando registros de casamientos y defunciones. Así relacionó los apellidos de los descendientes. Fue a sus casas y algunos le enseñaron objetos pertenecientes a los parientes inmigrantes: esa fue la génesis para levantar la pequeña sala de recordatorio.

En el atestado lugar pueden encontrase documentos sobre la existencia de la Sociedad de Beneficencia de Naturales de Asturias en la ciudad, un cofre de familia de 1863, papel moneda del siglo XIX, el primer teléfono instalado en casa comercial de asturianos, la Virgen de la Covadonga, patrona de aquellos lares cuya fecha conmemorativa coincide con la de la muy cubana Caridad del Cobre, hasta un sable que el tristemente célebre gobernador de la isla, Valeriano Weyler, regaló al paisano José López Suárez, y la foto de Antonio Menéndez Peláez, el piloto que devolvió el vuelo de Barberán y Collar, pero más conocido por la manía del amor a la novia de Cumanayagua, a quien todas las tardes regalaba flores desde su artefacto en desatinos de vuelos rasantes.

“El rincón me ha reportado muchas amistades, hay veces que no puedo responder la abultada correspondencia. Es más, el local está incluido como sitio curioso en una guía española”, dice Avello.

Y luego agrega que también por él tiene contactos con instituciones de asturianos de Madrid, Bruselas, Málaga, Buenos Aires y Montevideo, de donde le han enviado objetos representativos de esa tierra que ama.

Los ilustres del siglo XIX

Durante el siglo XIX los asturianos tuvieron poder político y económico en Cienfuegos, asegura Alejandro y pone como ejemplo en el comercio a los recordados José García de la Anoceda, con la mesa mejor servida de la región y propietario del Palacio Casicedo, una de las casas almacenes más reconocidas de la época; y Acisclo del Valle Blanco, quien invirtió más de un millón de pesos en la construcción del Palacio de Valle, una explosión de eclecticismo con sobresalimientos del neogótico, imperio, neoclásico, barroco y mudéjar.

Otro asturiano, Cándido Díaz Álvarez, mucho bregó con el cubano Florencio R. Velis en la fundación del periódico La Correspondencia, publicación de provincia considerada la pionera del periodismo moderno en Cuba; y Manuel Martínez Méndez, quien lo mismo tuvo acierto para abrir La Francia Moderna con modistas y modelos exclusivos de la Ciudad Luz, que instituyó el Oasis Teosófico Martiano, único de su tipo en el país, y quizás del mundo, por las materias vinculadas.

“Y también está María Covadonga, la mejor cocinera de paella en todos los contornos, y Alfonso Meana López, pintor que en la localidad fue el primero en organizar a los artistas plásticos en una asociación.

“El asentamiento tuvo tanto peso que en la década del 20 se constituyó el Club Asturiano, que en el período de esplendor era una hermosa quinta con glorietas y una vez al año celebraban la fiesta tradicional con la Virgen de la Covadonga en procesión, mientras la música española y la cubana se mezclaban con buen entender”, detalla Alejandro García.

Los caminos van en uno

En un tiempo, Pedro Pérez Avello y Alejandro García Rodríguez estuvieron juntos en la indagación de la memoria asturiana en Cienfuegos. Después se separaron porque la búsqueda quedó cimentada y objetivos diversos para continuarla impusieron otros acometimientos. Mas, queda el vínculo indisoluble del respeto por la ascendencia.

-¿Qué consideras como lo más

representativo de la cultura asturiana?

“La gaita, al igual que para los gallegos”, sin dudas afirma Alejandro.

-¿Qué les queda a los descendientes

como distintivo personal?

Suelta Avello una sonrisa guasona y, sin más, resuelve: “El apego a las bromas y a las fiestas. El gusto por el arroz con leche, que dicen es un plato de allá”.


 

PREESCOLAR EN LIMONES CANTERO

PREESCOLAR EN LIMONES CANTERO

IRAIDA CALZADILLA RODRÍGUEZ

Apenas despunta el día, viste el pantalón verde y calza las botas de cuero negras que sempiternamente la acompañan en estas serranías del Escambray espirituano, donde en tiempos de sequía el polvo es blanquecino y se incrusta hasta los tuétanos, y en la lluvia el fango casi llega al pecho. Va hacia la carretera que la acerca en el camino diario desde el politécnico de montaña Enrique Villegas, en la localidad de El Algarrobo, unos siete kilómetros loma arriba hasta la escuela primaria Manuel Ascunce, en la comunidad de Limones Cantero, allí donde asesinaran al joven maestro durante la Campaña de Alfabetización, y espera que pase cualquier cosa por la vía serpenteante.

Idania de la Vega Hernández anda de la mano de los estrenos, ahora que recién ha concluido la carrera universitaria, inauguró un aula para ocho niños y se ha convertido en la primera maestra de preescolar en la historia de Limones Cantero, una comunidad de solo cinco edificios y algunas casitas aisladas, en la que las gentes la quieren y respetan, y asienten con un "va" cuando todo marcha bien, o con un "e y sí", cuando están de acuerdo.

La habanera no imaginó la realidad de las serranías ni la dimensión de impartir clases en ella cuando integró el Plan Montaña por sus resultados académicos e integralidad. Marianao, el Vedado y el Cerro, lugares donde normalmente transcurre su vida en la capital, nada tienen que ver con este entorno marcado por la naturaleza, el silencio y la bondad de los moradores.

"En la escuela hay tres aulas: la mía, la multigrados y la de Computación, y somos dos maestras y dos profesores para 16 niños; aunque también se benefician con las nuevas tecnologías los vecinos del lugar los sábados y domingos, personas que trabajan rudo en la cosecha del café o en las fincas, y a las que les sobra solidaridad, afecto y humildad", dice con todo respeto.

Pudiera hablar mucho de la obra de la Revolución para que todos los niños, aun los que viven en zonas más apartadas, tengan iguales posibilidades en su desarrollo educacional. Pero Idania prefiere los hechos, y para ella son el televisor, el video y la computadora, las aulas con menos de 20 niños, y los programas educativos que los muchachos esperan con el alborozo del gusto, "porque para ellos la media hora del viernes con la clase para preescolar, es tiempo de alegría, no hay que mandar a hacer silencio ni decir que se porten bien, porque ni chistan; es impresionante".

Me cuenta que se llaman Ada Iris, Yudisleydis, Yanaivy, Yoanka, Junior, Yumaisquy, Heisy y Dainel, casi todos nombres salidos de los inventos familiares y a los que se ha adaptado a fuerza de repetirlos bien una y otra vez: "Son pequeños extremadamente cariñosos, pero solo cuando uno se los gana con afecto, porque al principio eran tímidos y apegados a las madres, de quienes tengo la mejor opinión, porque para ellas mis mandatos son sagrados, aun cuando me ven muy joven y algunas me quieren como a hija propia. Incluso, la familia acepta de buen grado que yo les oriente en cómo ayudar a los estudiantes en las tareas que mando, y es que todos desean que se destaquen en la escuela".

Cuando termine este curso habrá concluido su etapa del Plan Montaña, y la vuelta a La Habana será inminente, pero "siempre tendré presente esta etapa de mi vida en la que he aprendido a enfrentar dificultades materiales y espirituales. Limones Cantero andará conmigo siempre". 

 

 

ENTRE ACORDES DE MANÍAS Y PASIONES

ENTRE ACORDES DE MANÍAS Y PASIONES

A la memoria del siempre genuino Noel Nicola, uno de los máximos exponentes de la Nueva Trova. En su catalogo, de más de 350 títulos, aparecen obras clásicas como Para una imaginaria María del Carmen, Comienzo el día y Es más, te perdono.

IRAIDA CALZADILLA RODRÍGUEZ

A los nueve años los Reyes Magos le regalaron una guitarra pequeña. Isaac Nicola, el padre, le enseñó dos o tres acordes que le sirvieron para acompañarse de corridos mexicanos. También lo sedujo el bolero de Agustín Lara, Solamente una vez. Después quedó atrapado en los espasmos del rock and roll, la fiebre de Paul Anka y los calipsos de Harry Belafonte. Otros juegos de acordes fueron oportunos para traducir con sus dedos las melodías de las vitrolas de barrio. El Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC le dio lo necesario para escribir y crear lo que se le ocurría, en un tiempo breve, acelerado y definitorio. Y desde entonces a acá, es un nombre fundacional en el Movimiento de la Nueva Trova Cubana.

Noel Nicola repasa, al vuelo, sus bien cumplidos 50 años, ahora cuando muchas cosas le quedan por hacer; aunque para otras el tiempo va siendo escaso. Sin embargo, el golpe del "viejazo" no le ha dado, no lo ha sentido como un bofetón a sus proyectos y manías y, luego de un tiempo de ausencias frente al público, recluido en sus compromisos de composiciones para la televisión, retoma el hecho de que puede y necesita volver a escribir canciones pues, al cabo, sus cuerdas vocales han mejorado y el repertorio lo ajusta a esa voz "que no me ha acompañado a mis requerimientos de expresión".

Insisto sobre esa lejanía del público: "No me sentía motivado a hacer canciones espontáneamente y, como tenía encargos, preservé la inspiración para que me agarrara trabajando".

Creo que ha pasado un período angustioso y de interiorización, aunque él lo niega. Sus dos únicas canciones en varios años han sido, una, la continuación de sus coplas inconclusas. La otra, muy breve, Truco, dedicada a Liudmila, una rusa que le comprende y anima como solo se hace en las entregas de amor.

Ha hecho mucha música instrumental y cosas de más cincel y oficio como gusta llamarles, entre las que se destaca el tema de la telenovela Pasión y Prejuicio: "Me ha costado hilvanar textos, no me salen redondos, se me ocurren ideas y quedan truncas. Puede ser una etapa que dure cinco o diez años, o a lo mejor se va mañana y sale un "chorro" de canciones, así, de pronto".

Rechaza presentarse ante una multitud: "Nunca me sentí cómodo en los encuentros en grande. No creo que los formatos amplios vayan con mi carácter, con mi perfil, e incluso con mi talento. Prefiero establecer un diálogo íntimo con quienes van a escucharme y percibir en detalle lo que se siente en esa comunicación".

En el primer golpe de vista podría parecer un hombre tímido: "No sé, por mi madre que no sé. Soy tímido mientras no necesito dejar esa condición a un lado. Mi timidez es una barrera muy frágil”. Ha compuesto más de 300 canciones, motivos y temas musicales, grabado cinco discos y dos que conserva en matriz.

Mientras enumera esa producción que considera modesta, le pido me defina al Movimiento de la Nueva Trova: "Una contradicción positiva en la cultura cubana. Me encantaba ese argumento que dieron otras personas".

—¿Y cómo la ves hoy?

Como un hito más en la historia de la cancionística cubana.

—¿Crees que en nuestro país pasó de moda la Nueva Trova, tal como la concibieron ustedes? ¿Consideras que le queda el alma?

La moda es una cosa y los modos son otra. Para mí, fue un modo que se entronizó y estuvo dentro de las posibilidades de la música cubana. Ahora, nuevos trovadores le incorporan información musical, la visión de su tiempo, y eso influye, como nos pasó a nosotros hace 20 años atrás. Pero siguen naciendo cultivadores de ella y, mientras así suceda, no puedes decir que es una moda que pasa. Tampoco se extinguen los modos, son diversas formas de acercarse. La moda es un fenómeno caprichoso. El alma es inmortal, ya se dijo.

—A una generación tan cercana a la Nueva Trova, como es la mía, le parece que ese modo de hacer y esa moda de seguirlo, ya queda más para grupos selectivos en sus preferencias musicales y estéticas.

Eso tiene que ver con las necesidades espirituales más extendidas en determinados momentos. Puede ser una etapa, una moda del pensamiento o de la psicología social, pero la gente va a sentir el apremio de expresarse de otra manera. La canción más reflexiva, con intención poética, experimental y de mayor mensaje, está al tener un repunte y, a los que nos dedicamos a ella, no nos puede agarrar ese minuto sin disposición de dar una respuesta.

—¿Tienes alguna química para componer?

No hay receta.

—¿Qué es la canción del serial Los Papaloteros?

Mi visión de lo que sucedía ante el período especial. Decía en ella que tengo un poco de miedo de lo que sucederá en el futuro, pero como sé lo que soy y confío en ello, voy y lo hago cantando.

—¿Tu obra emblemática?

Donde más estoy en mis años productivos es en Comienzo el día. Es una especie de caos, de ajiaco de todas las cosas que soy y expreso.
Le propongo el viejo juego de las palabras.

—¿Mayor pasión?

No puedo centrarla. Puede ser mi curiosidad, que es infinita.

—¿Y manía?

Echarme tareas encima.

—¿Satisfacción?

Hacer feliz a los que me rodean.

—¿Frustración?

No lograrlo.

—¿Crees en la amistad?

Sí, tengo amigos.

—¿Qué son los recuerdos?

Imprescindibles, una necesidad.

—Entonces, ¿eres una persona deudora de las nostalgias, o vas en busca de lo por venir?

No puedo ir en busca del porvenir si no recuerdo. Si uno no recuerda, nada tiene que buscar más adelante. No tiene qué proyectar para mañana.

—En un momento extremo, ¿cuál sería tu tabla de salvación?

Da vueltas al cigarro e interroga a Liudmila: "¿Cuál está siendo mi tabla de salvación? Ella se ha dado cuenta mejor que yo. Dice que es preocuparme por los problemas de otras personas y no de lo que pudiera ser mi escuálido ego.

Tras 20 años de su primera y única presentación en República Dominicana, hace unos meses retornó y la reacción del público le conmovió: “Fue una gran sorpresa, un resorte, una inyección para coger un segundo aire y trabajar ahora con más ganas”. Y parece que así es.

Lo más "gordo" es el libro que desde hace algún tiempo amasa en los vericuetos de la mente. Será una especie de recuento de la trova, desde su aparición a finales del siglo XIX, hasta la de hoy. En ese ajiaco —le gusta el término— habrá historias, testimonios, valoraciones sobre música sin pretender profundidades técnicas, y mucho acerca de trovadores conocidos.

En la composición trabaja cada día, como los buenos orfebres. Recalca que no le nacen canciones, sino motivos, temas que a veces convierte en piezas instrumentales. Incluso hay un ballet en espera de mejores momentos. Tricolor dos es otro gran sueño, volumen que quiere dedicarlo a las formas de hacer música en nuestra América: "El día que no tenga en proyecto algo, ya me morí".

Fuma y toma café. Son dos de sus tres vicios confesables. El tercero, la lectura: desmañada, desordenada, anárquica. Desde Poe y Maupassant, hasta cualquier libro de Biología o Medicina, pasando por policíacos, ciencia ficción o el furor de la literatura hispanoamericana.

Para Noel Nicola el tema obsesivo es el tiempo con su inevitable carga filosófica o en la irreprimible cotidianidad al hacer un café. Le cuestiono si, a estos dos tercios de la vida —no cree en la media rueda de los 50, pues las expectativas están solo en los 75 años—, no teme que sus canciones envejezcan y él sea olvidado.

Visceralmente modesto, afirma: "Nadie tiene derecho a pretender la inmortalidad y la trascendencia, de eso la historia se encarga. No es problema que le atañe a uno. Uno tiene que vivir".

La Habana, 1997.