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Isla al Sur

Nosotros, los del 280

ENTRE BACTERIAS Y PROTEÍNAS

ENTRE BACTERIAS Y PROTEÍNAS

 

 

La Profesora Titular de la Universidad de La Habana, María Isabel Lantero Abreu ha dedicado 35 años a formar hombres de bien en ese centro de altos estudios.

LIANET ULEY SUÁREZ,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

“Más allá de los reconocimientos, órdenes y distinciones,  ocupar un lugar en el recuerdo de los estudiantes, verlos retornar a los ciclos del postgrado académico, asumir diferentes responsabilidades, ganar experiencias y convertirse en personas de bien, constituyen la mayor satisfacción, la compensación a cualquier sacrificio y da sentido de pertenencia a una profesión que con orgullo volvería a retomar.”

Sus palabras la definen totalmente, es María Isabel Lantero Abreu, profesora fundadora del Instituto de Farmacia y Alimentos de la Universidad de La Habana. Una mujer que, durante cuatro décadas, ha asumido responsabilidades como la de ser miembro del Consejo Científico de la casa de altos estudios y ocupado cargos de asesorías en hoteles en Varadero; sin embargo, sencillamente  prefiere que la llamen profe.

-¿Cómo y por qué escoge esta profesión?

Los antecedentes principales los identifico en mis padres, que siendo ambos maestros amaban su profesión y crearon un ambiente favorable en este sentido. No obstante, fue mi padre, fundador de la Educación Obrero Campesina, quien me llevó a iniciarme como maestra en los cursos nocturnos, simultaneando la actividad con parte de mis estudios de nivel preuniversitario y los primeros años de la carrera.  En mis años de universitaria realicé actividades como alumna ayudante e impartí cursos de Microbiología como colaboración en la formación de los técnicos en Farmacia.

El curso de mi graduación, 1972, por una parte se inserta en un contexto de crecimiento natural del claustro universitario, lo cual   determinó la incorporación de jóvenes egresados a las tareas docentes e investigativas, con grandes expectativas de desarrollo de las especialidades y desarrollo personal.

Por otra parte, coincide con la creación, por quienes fueron nuestros preclaros profesores, de la Licenciatura en Alimentos como elocuente respuesta a las perspectivas de desarrollo de la Industria Alimentaria, la Agricultura, la Pesca y la Ganadería. La nueva carrera requería de profesores que lograran reordenar su formación de base en ese nuevo camino. Ello me resultó fascinante porque, como todo campo del conocimiento, encanta a quien lo ama y defiende. En la ruta de este trayecto de formación profesional de jóvenes, desde entonces he encontrado muchas satisfacciones.

-En su carrera profesional ha colaborado

de diferentes formas con universidades

e instituciones de otros países como

México y Colombia. ¿Cuán importante

es esa experiencia en su vida?

Esta colaboración es llevada a cabo tanto en Cuba como en el extranjero y ha tenido diferentes formas de expresión. En la Isla, la realización de cursos de postrado, la formación de estudiantes extranjeros de pregrado y conducción de tesis de diploma, tutoría de tesis de maestría y participación en tribunales de tesis doctorales.

En el extranjero, la impartición de cursos de postgrado, de maestría, talleres, conferencias, actividades, eminentemente metodológicas como la de ser evaluador externo de programas de pregrado y postgrado; asesoría científica a instituciones, participación en proyectos conjuntos de investigación y otros.

En cualquier caso, el resultado es una gran satisfacción profesional y personal. Estas acciones han contribuido a identificar aspectos de diversas índoles que necesitamos superar para lograr un sistema educacional aún mejor y acorde a los tiempos actuales; también, a la luz de las inevitables comparaciones, me han permitido valorar en su justa medida las bondades de nuestra práctica, la calidad de nuestros estudiantes y docentes, las motivaciones y el alto grado de entrega, sacrificio y nivel académico del claustro universitario cubano.

Parte importante del sentimiento de satisfacción es el considerar que junto con mis compañeros profesores de la especialidad, hemos contribuido a un reconocimiento positivo del papel de Cuba en este campo del conocimiento, e igual contribución al posicionamiento de la Universidad de La Habana en esta esfera.

-En sus resultados de investigación se

destaca la conducción de trabajos relativos

a las enfermedades que pueden ser

transmitidas por los alimentos. ¿Cuáles

son sus motivaciones principales

para  investigar sobre ello?

Está insolublemente ligado a mi formación profesional como Licenciada en Microbiología, lo cual me hace tener especial inclinación por los temas relacionados con los microorganismos, pero por otra parte, tiene que ver con la importancia que presentan los alimentos en su otra arista, como causas potenciales de enfermedades al hombre.

A pesar de ser un problema de salud a nivel mundial y reconocido como tal en Cuba por las autoridades competentes, la percepción de muchas personas y manipuladores de alimentos no es equivalente a la importancia y magnitud del problema. Esto define que sea un campo importante de trabajo y de muchas posibilidades.

Estas circunstancias me han llevado a realizar por más de diez años trabajos que analizan condiciones de inocuidad (que no causa daño a la salud del hombre) de productos cárnicos ofertados en agromercados de Ciudad de La Habana y en otros sitios, al igual que en servicios de alimentación en instalaciones hoteleras del país.

En el sector turístico, en particular, la relevancia que presenta está relacionada con el hecho de que Cuba debe mantener su promoción como un destino seguro para el turista, no solo en lo que a tranquilidad ciudadana se refiere, sino también en cuanto a la seguridad higiénico epidemiológica, en lo que se inserta el manejo de los alimentos durante toda la cadena de elaboración. Este aspecto es rigurosamente evaluado por turoperadores que garantizan la presencia del turista en las instalaciones, convirtiéndose de hecho en factor de éxito o fracaso de los recintos  con la consiguiente repercusión económica.

-¿Qué significa para usted y qué le

ha aportado el ser miembro  fundador

de la Junta Directiva de la Asociación

para la Ciencia y la Tecnología de

los Alimentos de Cuba (ACTAC)?

La ACTAC es una asociación profesional equivalente a otras muchas que funcionan en el país. Se caracteriza por agrupar a profesionales que desempeñan sus actividades en múltiples instituciones relacionadas con el campo de los alimentos, la alimentación y la nutrición humana, en centros de investigación y docentes, industrias, organismos regulatorios y de control y otros. Fue creada en 1994 y desde entonces ha incrementado paulatinamente su membresía, su actividad y su prestigio. A su junta directiva llegué mediante elecciones y su permanencia en ella ha sido por igual procedimiento periódico.

La ACTAC es el marco ofrecido para la organización y realización de congresos, talleres, simposios temáticos, cursos. Ser miembro de su junta directiva me ha dado la posibilidad de tomar parte activa en la definición, organización y conducción de estas actividades, con la consiguiente ganancia de experiencia. Me permite conocer a prestigiosos especialistas de este campo que nos han visitado y   constituye, sin lugar a duda, una vía para difundir tanto en el medio nacional como internacional, a lo largo de mas de 10 años, el trabajo del colectivo de profesores de la especialidad de Alimentos de la Universidad de La Habana.

-¿Cuál es su consideración acerca de

los cambios que han tenido lugar en

la carrera de Ciencias

Alimentarias en estos años?

La carrera, al igual que todos los estudios universitarios, ha estado en correspondencia con los tiempos, y con el contexto que le ofrece la Universidad y el que le pauta el Ministerio de Educación Superior.
 
Desde el punto de vista de la Ciencia particular, de carácter multidisciplinario, considero que mantiene su esencia fundamental, la que se refiere a abordar de manera equilibrada los aspectos de la Ciencia y la Tecnología de los Alimentos y el de la Nutrición Humana, como unidad interactiva del conocimiento. No obstante, mediante los diferentes planes de estudio se han ido adecuando los contenidos, enfoques y métodos a las tendencias prioritarias de cada etapa, con vistas a privilegiar el papel social del egresado y ampliar sus campos de acción.

La carrera ha obtenido resultados muy satisfactorios en diferentes procesos evaluativos como la acreditación externa con resultados de excelencia y la Inspección General del Ministerio de Educación Superior.

Al igual que todas las carreras universitarias, nos encontramos en estos momentos en el diseño de un Plan de Estudios diferente  que introduce conceptos en correspondencia con las tendencias internacionales y las nuevas necesidades de formación profesional en el país.

Considero que la experiencia adquirida en la formación de pregrado mediante estos planes de estudio, así como el manejo del carácter multidisciplinario e integrador mantenido como una unidad funcional, son las circunstancias que han permitido edificar sobre una sólida base la estructura del postgrado académico que  ofrece hoy día  la Universidad en esta especialidad.          

-¿Cuánto significa para usted el ser

la primera Doctora en Ciencias de su

especialidad en la Universidad de

La Habana y posiblemente del país?

Sin dudas, es para mí  un honor y una fortuna pertenecer a una generación de profesores que a finales de los años 70 del pasado siglo asumimos el reto de separarnos de las familias por tiempos más o menos largos y formarnos como Doctores en Ciencias, en lo fundamental en la entonces Unión Soviética, en aquellas especialidades y temáticas que se consideraban entonces necesarias para el desarrollo posterior de la Universidad en el campo de las Ciencias.

Desde todo punto de vista, esa etapa nos formó y nos aportó valores humanos, profesionales y culturales, que me atrevería a decir que compartimos todos con sentimiento de sano orgullo.

Desde entonces, significa una responsabilidad, porque en diversas circunstancias se asume que son los profesionales que ostentan el grado científico quienes deben centrar responsabilidades y funciones inherentes al mismo. Es debido a ello también, que he realizado o realizo tareas como miembro del Consejo Científico del IFAL, del Consejo Científico Universitario y del Centro de Investigaciones Pesqueras; presidente del Tribunal Nacional para la obtención del grado de Doctor en Ciencias Alimentarias; Coordinadora de la Maestría en Ciencia y Tecnología de los Alimentos; Presidente de la Comisión Nacional de la Carrera de Ciencias Alimentarias y otras funciones en organismos relacionados.

Indudablemente, éstas y otras muchas actividades han sido un proceso interactivo, de contacto con muchas personas muy valiosas, entre las cuales cuento en primer lugar a mis compañeros, lo que me permiten también crecer como profesional y como persona y me da la oportunidad de formar parte del desarrollo de este campo del conocimiento en nuestro país.

-Si tuviera que resumir 280 años

de historia de la Universidad de

La Habana, ¿cómo lo haría?

Papel fundacional de la nacionalidad cubana. Activa participación en la Historia de Cuba. Mártires de todas las épocas. Semilla y rector del conocimiento nacional. Contribución profesional al país en su conjunto y a la imagen internacional de la Educación Superior cubana.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación Nosotros, los del 280, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, a propósito del aniversario de la casa de altos estudios cubana.


 

LO TILDAN ÁLVAREZ

LO TILDAN ÁLVAREZ

Vicente Álvarez dice que ha tenido la suerte de ser profesor de hijos de sus antiguos alumnos.

YENILILIAM TORRES,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Al profesor Vicente le gusta que le pongan el acento a su apellido: “Como casi todo el mundo piensa que las vocales en mayúsculas no se acentúan, son muy pocos los que tildan Álvarez”.

Es tal vez por la precisión ortográfica que se comprende esa suerte de buena obsesión y su amor por la enseñanza del idioma español, especialidad que marcó el inicio de sus estudios de nivel superior y al que le gustaría volver. Sin embargo, actualmente es el presidente de la Comisión de Carrera de Lengua Inglesa en la Facultad de Lenguas Extranjeras. En 1964 se integró al llamado emergente para la formación de profesores; después de cuatro años de estudio se graduó en octubre de 1967, como profesor de inglés. Ese mismo año empezó a trabajar en la Universidad de La Habana.

Vicente Álvarez Cubas es un pinareño que vive en la capital y se siente orgulloso de ser vueltabajero, como también de la profesión que escogió para andar por la vida. Como pedagogo dice que le aterra oírse más de diez minutos sin parar en una clase, por eso no le gusta impartir conferencias y prefiere el intercambio con los alumnos. Es un hombre que esencialmente alimenta su optimismo del ejercicio del magisterio, a juzgar por esta conversación.

-¿Que satisfacción le han proporcionado

estos años como profesor?

Todas las personas que trabajamos con otras necesitamos mucha paciencia. Cuando uno trabaja con objetos, por ejemplo, el carpintero, quizás hacer el mueble le lleva tiempo, pero a la larga va a ver, un trabajo que hizo. En el caso de personas, cuando trabajamos con otras, el resultado no es solo la manera de desarrollarnos, sino todo lo que está alrededor de ese ser humano. Entonces, la mayor satisfacción de los maestros es darnos cuenta, al pasar los años, de que los estudiantes tuvieron un desarrollo muchísimo mejor al nuestro.

-¿Se ve como imaginaba años atrás?

No sé, es posible. Hay cosas que me han sucedido desde el punto de vista personal que nunca lo hubiera imaginado, como la pérdida de una hija y una operación que me hicieron. Indiscutiblemente, son situaciones que influyen en mi desarrollo profesional. No imaginé tener que vivir esa pérdida tan grande.

-¿Se siente querido por sus alumnos?

Sí, en sentido general. Aunque no solo por mis alumnos de ahora, también por quienes lo fueron. Yo he tenido la suerte de ser profesor de los hijos de mis antiguos alumnos. Pienso que sí, que soy muy querido.

-¿Tiende a ser paternalista?

Es muy difícil separar los extremos. Es difícil hallar el punto medio. Lo más fácil es caer en unos de los dos extremos. O eres paternalista o eres excesivamente riguroso. Y yo no tiendo a ser riguroso. No soy de las personas que llevan las cuestiones al extremo, trato de entender. Es posible, no lo niego, que en algunos casos caiga en el paternalismo. Prefiero el paternalismo que el otro extremo.

-¿Qué cambiaría en su trayectoria laboral?

En primer lugar, no hubiera sido profesor de Inglés. Yo comencé a estudiar la carrera para profesor de Español, así que cambiaría la asignatura. Además, me doy cuenta que hablo mejor el español. Cambiaria el idioma, pero no el hecho  de ser profesor.

-¿Qué momento en estos años

de trabajo lo han marcado?

Pienso que fue la época en que dejé de ser profesor de la educación general media y empecé a trabajar en la formación de profesores de Inglés en el Pedagógico. Ese cambio me marcó en el sentido de que me obligó a trabajar de manera más dirigida, con objetivos más ambiciosos.

-¿Alguna meta por cumplir?

Sí. Debo presentar próximamente mi proyecto de investigación con vista a convertirme en Doctor de Ciencias Filológicas.

-¿Cuál ha sido su modelo a

imitar en esta profesión?

No tengo uno específico. He tenido varios profesores y profesoras y de todos he tomado modelo.

-¿Y su mayor orgullo?

Ser cubano y pinareño. Nosotros lo pinareños tenemos mucha vergüenza. No tenemos nada que ver con los cuentos que hacen por ahí.

-¿Qué debe caracterizar a un

profesor universitario actual?

El amor por su carrera, a la profesión. Tener en cuenta, independientemente de la edad que tenga el profesor, que los estudiantes están viviendo en esta época. Tenemos que ubicarnos que el estudiante vive una situación muy distinta a la que uno tenía cuando lo era.

-¿Cómo hace para lograr

clases de mayor interés?

Yo doy muy pocas conferencias. No me gusta oírme. Cuando llevo diez minutos seguidos hablando, siento que algo malo está pasando. Me parece que lo fundamental es la orientación que se dé al estudiante sobre el objetivo de una actividad, ya sea conferencia, seminario, clase práctica para que los estudiantes se den cuenta, de lo importante que es para ellos la actividad que el profesor propone.

-¿Cómo se siente cuando los

estudiantes no lo entienden?

Pienso que no he sido capaz de hacerme entender. Me siento mal, pero de ahí aprendo. La culpa no es de quien no me entiende. Es mía que no me doy a entender.

-¿A qué miembro de su familia

escogería para que siguiera sus pasos?

Mis nietos, porque ninguna de mis hijas se interesó por esta línea de trabajo. Lo que no haría es decirle que no sean maestros.

-¿Cuál es la primera virtud que lo caracteriza?

La extrema sinceridad. Me cuesta mucho trabajo callarme las cosas, o decirlas de otra manera. Es que soy escorpión y los escorpiones somos directos.

-¿Qué filosofía ha seguido para

disfrutar al máximo su vida?

No la he podido disfrutar siempre al máximo. Uso la consigna de no tener todo lo que quiero, pero querer todo lo que tengo.

-¿Cómo se desarrolla el empleo

del idioma inglés en el país?

En estos momentos se le ha dado una importancia mayor que cuando yo empecé a estudiar. Antes, como era la lengua del enemigo, nadie quería saber de ella, de hecho, hubo un momento en casi prohíben escuchar música en inglés. Hoy día es lo contrario. La única lengua que se estudia en todas las enseñanzas es el inglés. Generalmente la gente trata de estudiarlo y dominarlo.

-¿Es realmente integrador el

plan de estudio de la carrera?

Pienso que sí. El plan de estudio todavía puede mejorar, pero es mucho mejor que antes. Es un documento escrito, quienes le dan vida son los profesores y estudiantes.

-¿Qué piensa por haber sido seleccionado

para esta entrevista, parte de un libro

sobre los profesores universitarios en el

aniversario 280 de la casa de altos estudios?

Realmente agradezco muchísimo al colectivo y de verdad me gustaría leerla y ver cuán fiel ha sido la periodista. Y lo agradezco también porque todo lo que sea con gente joven me gusta y mucho más si son conterráneas pinareñas.

Cierro la agenda donde van las anotaciones de esta entrevista. No puedo dejar de cerciorarme de que, en efecto, he puesto la tilde a Álvarez, porque más allá de las reglas del  Español, este profesor merece el acento.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación Nosotros, los del 280, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, a propósito del aniversario de la casa de altos estudios cubana.

 

“VOY A VIVIR 120 AÑOS… SENTIRSE ÚTIL ES LO MÁS IMPORTANTE”

“VOY A VIVIR 120 AÑOS… SENTIRSE ÚTIL ES LO MÁS IMPORTANTE”

Eyda Dávila Amaya es profesora adjunta de la Sede Universitaria del Municipio Regla. Ha dedicado su vida a estudios relacionados con la Ingeniería Hidráulica y encaminados a la elaboración de los Esquemas de Desarrollo Integral. Autora de varios textos, también es dirigente del Poder Popular en la localidad ultramarina.

LAURA HERNÁNDEZ RODRÍGUEZ,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Después de varias llamadas y fracasados mensajes por correo electrónico, decidí ir a su casa. Resguardada por una mata de rosas, encontré la puerta de número 68. Abierta por la amabilidad, me mostró la sala bohemia de quien dedica las horas a caminar por la Sierra Chiquita…

Como una plumita aparentemente débil apareció aquel 18 de diciembre frente a mis ojos. En el casi almacén donde nos acomodamos, pude detallar el rostro pálido de quien atesora larga experiencia. Conversamos alrededor de dos horas, suficientes para conocer su opinión sobre la Universidad y trascender la encomienda de responder sólo a un cuestionario.

Eyda Dávila Amaya es profesora adjunta de la Sede Universitaria del Municipio Regla. Ha dedicado su vida a estudios relacionados con la Ingeniería Hidráulica y encaminados a la elaboración de los Esquemas de Desarrollo Integral. Autora de varios textos, también es dirigente del Poder Popular en la localidad ultramarina. Esta mujer internacionalista, ha sido condecorada en tres ocasiones por el Consejo de Estado.

-¿A pesar de ser ingeniera, qué le

motivó a impartir asignaturas de ciencias

sociales y carreras económicas?

Siempre me gustaron las ciencias sociales. Llegó el momento en que me jubilé… la vida, los años, conllevan a eso; además, mi mamá se enfermó, tuve problemas con un hijo, estaba deprimida… Hice la categoría docente en Filosofía y logré entrar en la sede. Así fue mi ingreso en la Universidad. Después, y según fue haciendo falta al no haber profesores para determinadas asignaturas, accedí a impartir materias de las carreras económicas.

-En función de las aplicaciones en la vida

cotidiana, ¿qué relación guardan las

Ciencias Sociales y las carreras

económicas con la Hidráulica?

En la Hidráulica lo que trabajé mucho fue el Esquema de Desarrollo Integral. Así me inserté en el mundo de la Economía. Tú no puedes desarrollar una zona sin mirarla desde el punto de vista humano y económico, ambos aspectos tienen que estar interrelacionados.

Las ciencias sociales conciben problemas que incluyen todos los puntos de vista del marxismo, la filosofía…, si no tienes una postura dialéctica y materialista en la vida, no puedes pensar en el desarrollo sostenible de ninguna zona del país.

LA SEDE

-Desde el 2003 es profesora de la sede

de Regla, ¿qué rol considera que

desempeñan estas instituciones

universitarias en el proceso de

formación de la Educación Superior?

Increíble. En primer lugar, pudiera decir que es la posibilidad de extensión de la Universidad a las grandes masas, pero eso sería muy frío respecto a la realidad. Ustedes los jóvenes ven la entrada a la Universidad como cosa fácil, sin embargo, hay quienes pasan por millones de dificultades, mujeres que por algo tan importante como traer los hijos al mundo, tienen que dejar sus estudios.

Fidel nos ha regalado sueños muy lindos, pero para mí, como este…, es maravilloso lo que le brinda a la gente: lograr que toda Cuba sea una Universidad, porque los que no estudian en la CUJAE, en Ciencias Médicas, también tienen aspiraciones y sueños que sólo aquí los pueden alcanzar.

-Se refería usted a las posibilidades de

estudios que otorga la universalización

a las grandes masas. ¿Es partidaria de

que para afrontar la Educación Superior,

y en particular la Universidad de

La Habana, el estudiante debe reunir

determinadas condiciones? ¿Cuáles? 

Es un proceso riguroso. Se otorgan posibilidades, pero hay que estudiar mucho. Pienso que sí exige condiciones: voluntad y sacrificio, no inteligencia excepcional. Hay que saber para ser un profesional de verdad, los conocimientos que se cogen con alfileres, solo terminan produciendo personas mediocres.

-En ocasiones, las sedes universitarias son

subvaloradas, ¿qué cree usted al respecto?

Sí. Hemos pasado por esa experiencia, incluso con profesores de la Universidad partidarios de que la sede es solo para adultos mayores. Hasta que uno no llega a una sede no se da cuenta del nivel de preparación serio que se lleva a cabo en ella, a veces no se comprende su trabajo.

EL ESTUDIANTE UNIVERSITARIO

-¿A partir de sus vivencias cómo

caracteriza al estudiante universitario

de hoy y qué le agregaría?

Voluntad. Lo que siento que le falta es eso. Hay que escucharlos aunque algunos no quieran hacerlo. Pienso que están llenos de vida, no se puede tapar el sol con un dedo porque vivimos en épocas difíciles y les es complicado conjugar tantas cosas, aunque también se acomodan muy a menudo. Para caracterizarlos: impetuosos, alegres y faltos de voluntad.

-¿Cuál es la diferencia entre sus alumnos

y la estudiante que fue Eyda?

Siempre he sido muy voluntariosa. Yo fui pariendo durante mis tres carreras, un hijo en cada una, y logré ser una profesional. Los alumnos de hoy tienen que ver el estudio como el futuro. En primer año estas cosas no se entienden, es a partir de tercero, cuarto, cuando el estudiante lo comprende. Yo llevaba en brazos a mi hijo más chiquito al aula, pero no faltaba a clases.

JUBILADA, ACTIVA Y ÚTIL

-¿Cómo se conjugan la dirigente

del Poder Popular, la madre de una

periodista y una señora de 62 años,

con la sede universitaria?

Conjugarlas es muy difícil. A veces estoy con un grado de agotamiento, pudiste verme cuando llegué. En el trabajo de cuadros del Poder Popular no se para, y aquí menos. Tengo problemas personales también, una mamá muy anciana, un nieto de mi hija periodista que hay que dedicarle atención; pero sinceramente, si algo de esto me faltara, creo que me faltaría todo.

-¿Teme a que pasen los años y no pueda

seguir haciendo el trabajo de la sede?

Tengo miedo. Pero bueno, voy a vivir 120 años, ¿por qué no?, tal vez 120 no voy a poder ser útil a la sede, pero 20 más sí, como me lo estoy diciendo todos los días. Mientras esté activa podré hacer otras tareas. Sentirse útil es lo más importante.

LA UNIVERSIDAD

-¿Qué representa para una de las

fundadoras del Programa de Universalización

en el país formar parte del claustro de

profesores ampliado de la

Universidad de La Habana?

Sinceramente, yo tuve la oportunidad en mi trabajo de sentirme realizada en una serie de aspectos, pero ser parte del ese claustro me ha dado una satisfacción muy especial porque para mí el docente universitario siempre fue algo extraordinario. Lo que hago: no ser una profesora de la sede, sino una profesora de la Universidad de La Habana, es algo importantísimo que me da mucho placer. Me siento cerca de ese colectivo, es muy lindo…

-¿Qué ha significado la Universidad,

como institución, para Eyda?

Imagínate, le da a uno las herramientas para poder desarrollar este trabajo, y mucho más. Nosotros respondemos metodológicamente a la Universidad de La Habana y esa guía en todas las carreras, no solo promueve la categorización, sino la preparación de los profesores.

Yo he participado en los colectivos de preparación metodológica y los he aprovechado al máximo, son disposiciones organizadas por la Universidad que dan el bagaje estructural y la visión a una serie de aspectos que sin ellas no se conocieran. 

-¿Qué le ha ofrecido esta ingeniera

hidráulica a la Universidad y hasta

qué punto se siente parte de ella?

He dado muy poquito porque esto es una institución gigante, pero creo que cada uno de nosotros aporta. En mi caso, aquí en Regla, pusimos tutores en función de trabajos para la sede –el rescate de los pasivos- y nos dio un resultado bueno y como municipio fuimos los primeros en aportarlo. Siento la sede como parte de mi y quizás en lo que más he contribuido sea en la experiencia de la vida.

-Se refirió a los pasivos…

Pasivos son aquellos alumnos que matriculan un día y desparecen, no vuelven a matricular. Se llevan los libros, no los devuelven y nosotros no tenemos después la bibliografía. Todo eso hay que salvarlo.

-Si tuviera que dar una definición

sobre la Universidad de La Habana.

Majestuosa. Por el nivel de conocimiento, por la pasión que tiene, ahora lo vemos formándonos a nosotros, a las sedes. Me es difícil definirla, pero de verdad, siempre he admirado mucho la Universidad. Cuando voy disfruto subir por la escalinata, me gusta ese momento. Siempre me resultó impactante la colina.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación Nosotros, los del 280, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, a propósito del aniversario de la casa de altos estudios cubana.


 

“NO SE PUEDE VIVIR DE GRANDES HAZAÑAS HECHAS EN UN DÍA”

“NO SE PUEDE VIVIR DE GRANDES HAZAÑAS HECHAS EN UN DÍA”


Para Caridad Fernández Valderrama, desde el punto de vista académico no hay diferencias entre los alumnos de las sedes universitarias municipales y los de la Colina, pues ambos reciben idénticos conocimientos de profesores muy preparados.

 

ANTONIO GUZMÁN MORALES,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Sobre adoquines y entre edificios marcados por el tiempo, Caridad  Fernández Valderrama transita por el camino elegido hace más de tres décadas, el de la docencia. La esperan leones símbolos de una ciudad de antaño: el Paseo Habanero se abre para esta mujer hecha cual bronce. La Sede Universitaria de la Habana Vieja la aguarda, y ella, segura de que su pasaje es el correcto, entra a ese maravilloso mundo con el objetivo de mostrar a los hombres la forma de convertirse en príncipes y reinas: el conocimiento.

-¿Qué estudió?

Matriculé primero en la carrera Biología, pero tenía problemas con Física y decidí cambiar para  Economía. Me gradué en 1976.

-¿Cómo era Caridad estudiante?

Una alumna que no se salía de la media. En el aula no era super destacada. No creo que haya sido extraordinaria. Lo que sí siempre me gustó mucho el deporte. Fui miembro del equipo femenino de gimnástica  y después comencé a practicar paracaidismo. En este último llegué a sobrepasar los mil saltos. Algo no muy simple y más en aquella época en la que me inicié. Éramos muy pocas mujeres.

-¿Cómo logró conjugar el deporte y la

impartición de docencia universitaria?

Mientras fui estudiante no me resultó complicado. Al  comenzar a trabajar tuve que esforzarme más. Luego tuve a mi hijo y necesité alejarme del deporte. Mi mamá nunca estuvo de acuerdo con mis prácticas, y mi niño fue para ella el pretexto perfecto para aislarme del paracaidismo. Después de cinco años volví a incorporarme, pero como jueza. Desde el 2005 ostento la categoría nacional y voy en busca de la internacional. 

-¿Cómo siendo graduada de Economía 

realizó el Doctorado en Filosofía?

¿No le resultó difícil?

Evidentemente. Yo no tenía la preparación de un graduado en la especialidad de Filosofía. Pienso que hay relación entre estos campos, de la misma manera que la Filosofía se relaciona con todas las ciencias sociales, pero sin dudas fue muy difícil. Se me convirtió en un esfuerzo mayor. Pero al final lo logré. Era una meta en mi vida y pude alcanzarla.

-Se ha destacado por su labor investigativa,

¿considera éste un aspecto imprescindible

en cualquier profesor universitario?

Por supuesto. Primordial. La investigación es parte del trabajo. Permite profundizar los estudios. Cuando uno se gradúa y comienza a laborar, se da cuanta que le queda mucho por aprender, por lo tanto, la labor investigativa ayuda considerablemente en la preparación.  

-Algunos estudiantes opinan que la Filosofía

es una asignatura abstracta, de carreras de

letras, a ves hasta innecesaria. ¿Puede

minimizarse el beneficio de  esta disciplina?

Te voy a responder como le digo a mis alumnos: no se concibe un graduado universitario que no tenga conocimiento sobre el pensamiento filosófico. Debe que ser parte de la cultura de todo profesional. Es importante que el individuo destinado a desempeñar un importante papel en la sociedad en la que se ha insertado,  posea una noción del mundo que le permita desarrollarse.

Para el científico  dominar una concepción del cosmos, le facilitará encontrar las vías adecuadas para llegar a un descubrimiento, realizar una investigación. Si se parte de la idea de que la realidad es cambiante, material, eso facilita el trabajo. Por eso creo necesario explicar, mostrar al estudiante de ciencias naturales, generalmente partidario de la idea de que la filosofía no le sirve para nada, cuán equivocado está, porque él requiere de esos conocimientos tanto como otros universitarios. Precisa comprender la realidad, tener una vía, un método, un procedimiento facilitador para llegar a una comprensión fidedigna de las circunstancias vividas.

-¿Cómo llega a la Sede

Universitaria de la Habana Vieja?

Desde el inicio de este proyecto se planteó que los profesores de la Universidad seríamos los encargados de atender, fomentar,  trabajar en ellas, porque las sedes no son un apéndice: componen también este gran andamiaje que es la Casa de Altos Estudios. Me vinculé a la de la Habana Vieja porque es la que más cercana a mi casa.

-Mi generación debate sobre la

funcionalidad de las Sedes Universitarias

Municipales (SUM). Se les piensa como un

espacio inferior a la Universidad tradicional.

¿Qué opina de estos juicios?

En realidad, la Colina es un símbolo por el historial tan largo que posee. No solamente por la simple graduación de estudiantes, sino por las luchas revolucionarias allí realizadas a lo largo de su desarrollo. Por lo tanto, para todo individuo subir la escalinata universitaria representa una meta, un ideal. No creo que esto sea un elemento para comparar quién está o no mejor preparado. Desde el punto de vista académico, no hay diferencias entre los alumnos de las dos instituciones que, como dije anteriormente, son la misma cosa. Reciben idénticos conocimientos, los profesores están muy preparados.

-¿Qué significa para usted la docencia?

La docencia es mi vida. En el contacto con los alumnos me rejuvenezco. Desde que me gradué comencé a dar clases.  Si en un principio no estaba muy conforme, en la medida que pasó el tiempo comprendí cuán gratificante era para mí trabajar con estudiantes. Pienso que a través de la instrucción puedo ofrecer conocimientos, experiencias. No me arrepiento en lo absoluto de haberme dedicado a la enseñanza. 

-¿Qué cree haber aportado a la

Universidad y, a la vez, que

le tributó la institución a usted?

No se puede vivir de grandes hazañas hechas en un día. Creo en la cotidianeidad de nuestras acciones. Pienso haberle aportado mi mayor entrega, sacrificio, ganas de hacer cosas buenas y mejores en todos los momentos. A mí, como ser humano, me ha ayudado a ser mejor persona, contribuyendo en esto el trabajo diario con el resto de los profesores de mi departamento, y esa magnífica relación profesor-alumno que da al corazón enormes ganas de vivir.

-Un momento difícil en

su  vida profesional.

La etapa cuando estuve preparando el Doctorado. Era pleno Período Especial. Resultaba muy trabajoso encontrar la bibliografía necesaria, trasladarse a las bibliotecas. Todo eso me presionaba mucho porque, además, hacíamos la preparación de la tesis sin dejar de trabajar. Fue un período muy estresante.

-Y uno en el que se haya

sentido más  realizada.

He tenido muchos momentos buenos, pero creo que si tuviese que elegir, escogería el instante en el cual el Rector me entregó el diploma acreditativo del Doctorado. También cuando recibí el Premio Alma Máter.

-Si pudiera cambiar algo de

la Universidad, ¿qué sería?

Necesitamos transformaciones en cuanto a las estructuras de trabajo, quizás en los métodos de enseñanza. Buscar formas más atractivas y didácticas para los estudiantes, posibilitadoras de no tener que aprender de memoria. Es preciso que los estudiantes asuman las asignaturas como instrumentos que les ayudan a  pensar, razonar, a enfrentar la realidad.

-¿Qué significó para usted el

ingreso de su hijo a la Universidad?

Era parte de mi sueño, porque mi esposo y yo siempre deseamos que él fuera un profesional igual que nosotros, y lo  logramos. Fue un momento muy feliz. Actualmente el trabaja en una dependencia de Copextel, y siguió mis pasos: también imparte clases en la SUM de la Habana Vieja.

-Un sueño de Caridad.

Aún no he escrito un libro. Tengo cosas hechas, pero no están preparadas para publicarlas. Debo esforzarme mucho más para lograrlo. Por lo demás, me siento muy satisfecha con la vida: realizada como profesional, mujer, madre, como parte de esta sociedad. He tenido la oportunidad de visitar diferentes países, y cuando compruebo otras realidades, me doy cuenta de que me siento contenta, dichosa de vivir en mi Patria.

Teniendo en cuenta mis  años de trabajo, pienso que he tenido una vida fructífera. Siempre me he trazado metas posibles de cumplir. Nunca he pensado en términos irrealizables. He estado convencida de las posibilidades que tengo para consumar algo. Por eso creo haber logrado la felicidad.

-Entonces, ¿usted no es utópica?

No. Creo que no. Tengo sueños como todas las personas, pero sé caminar por el suelo.

-Qué palabra o pequeña frase

utilizaría si tuviera que definir:

Docencia:

Entrega.

Sus alumnos:

Amor.

Universidad:

Mi mayor experiencia; la más enriquecedora.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación Nosotros, los del 280, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, a propósito del aniversario de la casa de altos estudios cubana.

Ficha técnica:

Objetivo central: Mostrar  qué ha significado para Caridad Fernández Valderrama la Universidad y qué ella cree haberle aportado.

Objetivos colaterales: Presentar a las personas la integralidad de esta profesora. Su capacidad deportiva, poco usual en los educadores universitarios. Presentar el valor que le confiere a la investigación y a su asignatura. Mostrar algunos aspectos de su vida personal.

Tipo de entrevista:
Por su forma: Clásica. Preguntas y respuestas.
Por su contenido: De personalidad.
Por el canal que se obtuvo: Directa. Cara a cara.

Tipo de título: De cita textual.
Tipo de entrada: Descriptiva.
Tipo de cuerpo: De preguntas y respuestas.
Tipo de conclusión: De opinión del entrevistado.

Fuentes consultadas:
Pasivas: Currículo  de la profesora. Artículos de la entrevistada publicados en Internet.
Activas: Director de la SUM de la Habana Vieja. Alumnos de la profesora.
 

 

 

“SOY UNA ENAMORADA DE MI PROFESIÓN”

“SOY UNA ENAMORADA DE MI PROFESIÓN”

Me gustaría escribir un libro de cuentos para niños, dice María Yee Seuret, vicedecana de la Facultad de Educación a Distancia en la Universidad de La Habana.

YAYLIN CHACÓN GUZMÁN,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Universidad: Mis muros son la historia, ellos han sido testigos mudos de amores imposibles, de dolorosas pérdidas, de injusticias. Por mis pasillos, generaciones tras generaciones han desandado las huellas de las que les precedieron para forjar nuevos destinos. Mis aulas han cobijado en sus pupitres a aquellos que forjaron una parte de la historia de esta Isla y a otros grandes de la cotidianidad. Pero hoy no voy a hablar de mí, hoy mi voz servirá de puente para que hable una amiga que ha dedicado estos últimos cuarenta años a la docencia. Ella es María Yee Seuret, vicedecana de la Facultad de Educación a Distancia, y comienzo así: ¿cómo fueron sus años de estudiantes?

María: Felices e interesantes. A mi generación le correspondió experimentar muchas transformaciones no solo en el aspecto docente, sino en lo social y político; así, por ejemplo, tuvimos nuevos planes de investigaciones económicas, las actividades en las brigadas estudiantiles, los trabajos voluntarios.

Universidad: Con más de treinta años de experiencia en la docencia, ¿qué ha aprendido con sus alumnos?

María: La relación con los alumnos, ya sean jóvenes o adultos, siempre es enriquecedora, cada día que se pasa frente a ellos nos retroalimenta y actualiza.

Universidad: ¿Piensa que la tan conocida frase “el profesor la tiene cogida conmigo” es un mito o una realidad?

María: Creo que es un poco las dos cosas y considero que la culpa es tanto de profesores como de estudiantes, que han permitido que  una frase como esa se institucionalice.

Universidad: Usted me ha representado en diversos eventos, ¿qué ha experimentado en ellos?

María: Siempre que he participado en eventos tanto nacionales como internacionales representándole, las experiencias han sido interesantes, ya que he podido dar a conocer nuestro trabajo, pero también me ha permitido enriquecer mis conocimientos mediante el intercambio con otros colegas.

Universidad: ¿Qué le ha aportado haber trabajado en diversos países, como España, México, Brasil…?

María: Me han enriquecido y perfeccionado como profesional y ser humano.

Universidad: ¿Cuáles han sido algunas de sus investigaciones?

María: En mi trayectoria académica he desarrollado diversas investigaciones, una gran parte en estudios de economía, ya que mi profesión de base es la de licenciada en esa especialidad. También me dediqué a profundizar en aspectos del proceso docente-educativo tales como la calidad de las evaluaciones docentes, el papel del tutor, características de los estudiantes de Educación a Distancia, etc. Mi tesis doctoral la realicé sobre el abandono de los estudiantes en la Educación a Distancia. En la actualidad, trabajo en el tema de calidad y evaluación institucional.

Universidad: ¿Qué la motivó a realizar dichas investigaciones?

María: Hay que investigar para poder innovar. Investigar me ha permitido mejorar algunos aspectos fundamentales del proceso de enseñanza y buscar soluciones a problemas que afectan la calidad de la docencia.

Universidad: ¿El hecho de dedicar tanto tiempo al trabajo no la ha limitado en su vida personal?

María: He logrado organizar mi vida da manera que el trabajo no afecte la vida personal. Además, en todas las etapas he contado con la colaboración da mi familia.

Universidad: ¿Ser mujer la ha impedido desarrollarse a plenitud en su cargo como vicedecana de la Facultad de Educación a Distancia?

María: Para nada el hecho de ser mujer me ha impedido desarrollar mi cargo, eso depende mucho de nosotras las mujeres, de cómo asumimos el derecho a ocupar cargos de dirección en la estructura de cualquier institución, de las restricciones que nosotras mismas nos imponemos.

Universidad: ¿Si algún día tuviera que abandonar las aulas, qué haría?

María: Hasta ahora no  he pensado en eso, pero creo que siempre buscaría un objetivo a mi vida. No estoy hecha para el ocio.

Universidad: Si pudieras convertirte en un útil escolar, ¿cuál elegiría?

María: Me gustaría ser un libro de texto, tradicional, de esos que cargamos en la mochila o debajo del brazo. Pero como el mundo está cambiando y debemos asumir los retos de la sociedad del conocimiento, quisiera ser una computadora o un software educativo.

Universidad: ¿Si se le diera la oportunidad de volver a nacer, sería nuevamente profesora?

María: Sí, yo soy una enamorada de mi profesión, a quien las dificultades, las limitaciones y la falta de reconocimiento social no han podido cambiar el rumbo elegido.

Universidad: ¿Qué le falta por hacer en la vida?

María: Martí decía que había que sembrar un árbol, tener un hijo y escribir un libro. Esas metas ya las he alcanzado, pero la vida para que sea vida tiene que tener nuevas metas. Siempre más.

Universidad: ¿El momento más doloroso de su vida como educadora?

María: La vida está llena de momentos felices y dolorosos, pero los malos momentos es mejor no recordarlos.

Universidad: ¿Qué represento en su vida?

María: Gran parte de mi vida ha transcurrido en ti, primero como estudiante y después como profesora. Universidad, eres para mí la vida.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación Nosotros, los del 280, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, a propósito del aniversario de la casa de altos estudios cubana.

Ficha técnica:

Objetivo central: Reconocer la labor de esta profesora. Mostrar qué representa la Universidad en su vida, qué le ha dado a la misma y qué le ha ofrecido la institución a ella como profesora.

Otros objetivos: Homenaje a la Universidad de La Habana en su aniversario 280, donde habla una de las tantas personas que le da vida, la profesora María Yee Seuret.

Tipo de entrevista: 
Por su forma: Clásica.
Por su contenido: De personalidad.
Por la vía utilizada: Directa o cara a cara.

Tipo de título: De cita directa.
Tipo de entrada: Descriptiva.
Tipo de cuerpo: De preguntas y respuestas.
Tipo de conclusión: De comentario de la entrevistada.

Fuentes consultadas:
Bibliográficas o documentales: Currículo  de la entrevistada y  artículos suyos publicados.
Directas: Compañeros de trabajo.

UN MATEMÁTICO CON ALMA DE ESCRITOR

UN MATEMÁTICO CON ALMA DE ESCRITOR

“En mi vida no he hecho otra cosa que enseñar”, comenta Baldomero Valiño Alonso, profesor de Matemática de la Universidad de La Habana, quien lleva ya más de 40 años de ejercicio en esta profesión.

LISANDRA FARIÑAS ACOSTA,
estudiante de segundo año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Los años han mellado sus paredes, pero no su esencia. Por sus pasillos un tanto oscuros, siguen transitando jóvenes empeñados en construir su porvenir. La Facultad de Matemática se levanta casi en el centro de la Colina. Puede que sus colores hayan caído, pero aún mantiene su carisma e identidad. No son pocas las generaciones que la han visto envejecer. Sus aulas son testigo de la historia de muchos, y hay otros que las hicieron suyas y andan tras sus puertas.

Llegué por estos días hasta ella. En busca del profesor Baldomero Valiño Alonso desandé corredores y escaleras. Pensé encontrar un hombre en extremo tímido, poco conversador, quizás difícil como una cuenta matemática, y en cambio descubrí un hombre alegre, lleno de vida y feliz de enseñar. Baldomero lleva 44 años en el magisterio y aún conserva un espíritu enérgico. La Universidad de La Habana y en especial la Facultad de Matemática se convirtieron hace mucho tiempo en su otra casa.

-¿Siempre tuvo vocación por ser maestro?

Yo creo que sí. Siempre me gustó la enseñanza. Recuerdo que en el bachillerato mis compañeros me preguntaban sobre Matemática, sobre todo de Geometría y a mí me gustaba explicarles.

-¿Cómo llega a ser maestro?

Me hice maestro más bien por necesidades familiares. La verdad es que necesitaba trabajar para mantener mi casa y lo más fácil en ese momento para mí era enseñar. Fue cuando en el Ministerio de Educación hicieron una convocatoria para captar profesores de secundaria y preuniversitario. Asistí y me entrevisté por Matemática para secundaria, hice un examen y al ver mis resultados me pidieron que realizara el examen para preuniversitario. Se presentaron cerca de 200 aspirantes a la convocatoria. De las doce plazas que otorgaron obtuve una. Tuve suerte de salir adelante. Empecé a trabajar en noviembre de 1963 y desde entonces no he hecho otra cosa que enseñar.

-¿De qué forma pasa  a ser profesor

de la Universidad de La Habana?

En el año 1964 empecé a estudiar en la Universidad la carrera de Historia, que de todas fue la que en aquel momento llamó mi atención. Ya trabajaba como profesor de Matemática y a ciencia cierta lo que me interesaba, aunque parezca raro, era ser escritor. Al principio ese era mi sueño. Recuerdo bien que la doctora Hortensia Pichardo, mi profesora, orientó un trabajo de investigación sobre un diario antiguo que se llamaba “El siglo”. Ahí fue cuando me di cuenta que aquello no era lo mío. Esos papeles amarillentos me hacían hasta estornudar. Definitivamente la investigación histórica no me iba  a gustar mucho.

Abrieron en la Universidad un curso introductorio de Matemática. Me sometí a examen de ingreso y entré a la carrera en el año 1964. Tuve siempre el gran problema de que trabajaba y estudiaba a la vez. Tenía todas las responsabilidades de un profesor. Era una época de gran efervescencia en Cuba. Tenía guardia estudiantil y a la vez guardia laboral. Se me hizo un poco difícil, pero logré terminar la Universidad  y entonces me pidieron que me quedara aquí, aunque trabajaba en el Ministerio de Educación.

Ya otras personas sabían de mi interés por la investigación y el desarrollo de la enseñanza. No quería ser solo metodólogo o controlador, lo que realmente me interesaba era la investigación, aspecto que pude desarrollar bien trabajando en la Universidad. Comencé oficialmente en el año 1970. Vine para Matemática a estudiar más que nunca por el nivel tan elevado de las asignaturas. Pasé cursos difíciles. Yo era solo un adiestrado, no fui nunca alumno ayudante. Tenía solo la experiencia de haber sido profesor de preuniversitario. Tuve sin dudas un bautismo de fuego.

-¿Qué cambios significativos ha

vivido usted en la Universidad?

Para mí la Reforma de la Educación Superior en el año 1962 fue fundamental. Con esa reforma se crearon las Facultades Independientes y las escuelas de Humanidades, Tecnología, Pedagogía, Ciencias, Ciencias Agropecuarias y Economía. La escuela de Matemática surgió como Facultad Independiente después, sobre los 80. Primero se llamó Facultad de Ciencias Exactas y Geografía, posteriormente fue la Facultad de Física y Matemática, hasta que finalmente se independizó. Todos esos cambios son consecuencia directa de la Reforma, como lo es la propia carrera.

-¿Prefiere Matemática o las Matemáticas?

Siempre he defendido el nombre de la carrera “Licenciatura en Matemática”, para resaltar la matemática como una unidad. Es cierto que existen muchas ciencias matemáticas, pero estudiarlas en un marco restringido rara vez resuelve el problema. Es necesario apoyarse en otras ramas.

El ejemplo más reciente es el del teorema o la conjetura de Poin Careu, uno de los últimos matemáticos enciclopedistas, quien planteó en 1904 una afirmación, pero no la demostró. Este problema vino a resolverse en el año 2002 y su demostración final se pudo hacer porque los matemáticos trabajaron simultáneamente en otro campo como es el de la geometría diferencial. Con los recursos de otra rama fue que se pudo llegar al final. Es por eso que defiendo la formación del egresado con una visión interdisciplinaria, no restringida.

-¿Alguna anécdota especial?

Recuerdo con entusiasmo la Zafra del 70. Muchos profesores y estudiantes nos fuimos a Camaguey. Las condiciones no eran nada fáciles, pero estábamos felices de estar allí. De aquella ocasión todavía conservo un diario que hice y que llamé “Diario de la Zafra”. No olvido que justo cuando Fidel hizo pública la noticia de que no resultaría, nos agarró por allá un ciclón. La gente tenía entusiasmo a pesar de todo y eso era importante.

-¿Qué opina de la enseñanza de la

Matemática hoy en la Universidad?

La enseñanza y la evaluación de los contenidos deben ser creativas y me esfuerzo por eso. Es necesario que el estudiante trabaje más, pero que en ese propio acto aprenda algo nuevo. Tengo presente siempre algo que dijo una vez un matemático ruso: “En la matemática no es cuestión de velocidad sino de profundidad”.

-¿Cree que la imagen del matemático

tímido y retraído ha cambiado?

Generalmente a los matemáticos les gusta la vida tranquila y algunos son tímidos. Mira, si uno iba antes a una fiesta de matemáticos raramente encontraba gente bailando, pero sí conversando. Últimamente las cosas han cambiado un poco. Hay muchachos que les encanta el baile. Aquí en la Facultad hacen hasta coreografías. La imagen del matemático reprimido y constreñido a su trabajo ya no es la misma. Aunque todavía hay quien dice por ahí que somos un poco locos, lo que no creo que sea una generalidad.

-¿Qué se lleva de la Universidad en estos 44 años?

Aquí en la Universidad me han pasado muchas cosas. He trabajado en investigaciones, enseñanza de postgrado, pero lo que me gusta es el aula. Lo esencial de mi trabajo lo encuentro ahí, junto a los alumnos que llegan deseosos de aprender. He pasado tiempo en otras tareas o funciones de dirección docente, pero siempre he estado trabajando para la Universidad o vinculado a ella. Por otra parte, el balance que puedo hacer de todos estos años es que no me arrepiento de ser profesor.

Baldomero Valiño en todo momento contradijo y derrumbó mis prejuicios sobre la imagen pragmática del matemático clásico. Muy por el contrario, hallé una persona sincera y espontánea, que no solo pasa su vida entre ecuaciones diferenciales, álgebra y análisis geométricos, sino que sabe apreciar la magia que encierran un libro o una película de Fernando Pérez. Encontré un hombre que conoce su país y su historia y, por supuesto, la vida hacia el interior de la Universidad. Pero, sobre todo, descubrí a alguien que ama su profesión y que está convencido de que el magisterio fue su mejor elección. Para suerte de varias generaciones de científicos, el escritor terminó siendo profesor de Matemática.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación Nosotros, los del 280, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, a propósito del aniversario de la casa de altos estudios cubana.

VIVIR LA UNIVERSIDAD

VIVIR LA UNIVERSIDAD

Es mucho más que trabajar en ella, es el sentir que se aporta inmerso en la gran relevancia que tiene la institución a la que se pertenece, subraya Ramón A. Martín.

MÓNICA RIVERO,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Desde su anonimato cotidiano y fecundo, Ramón Alberto Martín Fernández le ha aportado mucho al desarrollo de la industria sin chimeneas en Cuba y no precisamente desde un hotel. Su labor se ha centrado en la formación de personal altamente calificado en la planeación y desarrollo de tan importante sector mediante el Centro de Estudios Turísticos de la Universidad de La Habana, del cual es fundador.

El investigador y profesor se desempeña, además, como asesor de Turismo en el Ministerio de Economía y Planificación, y como presidente de la Comisión Nacional de la Carrera de Turismo y Hospitalidad, recién comenzada en el curso 2003-2004.

-¿En qué fecha surge este centro?

El centro se funda en octubre de 1989. Primero se creó en la práctica, y luego en papeles. Empezó como grupo y después se convirtió en centro.

-¿Desde su  surgimiento estuvo vinculado

a la Universidad de La Habana?

Siempre. Existió antes un centro en el Instituto Nacional del Turismo del que fui director en una época, pero desde que nació el Centro de Estudios Turísticos, que lo hizo con el nombre de Grupo de Gestión de Hotelería y Turismo, estuvo vinculado a la UH, adscrito a Ciencias  Económicas. 

-¿Por qué se decide incorporar la carrera

Licenciatura en Turismo a la UH?

Ya había dos antecedentes. En 1977 existió en Matanzas la carrera Economía del Turismo. En el curso 1986-1987, en la UH, se llamó Licenciatura en Gestión Hotelera y, finalmente, en septiembre de 2003, empezó acá como se denomina hoy.

Se han abierto también en otras tres universidades: Matanzas (por Varadero), Ciego de Ávila (Jardines del Rey) y Holguín, las que, sumando La Habana, son las cuatro más grandes regiones turísticas de Cuba. Por eso, no es que se seleccionara la UH; sino que se eligió a la región turística Ciudad de La Habana y la comisión nacional de nuestra carrera corresponde a la esta casa de altos estudios, porque era donde único había un centro especializado, lo teníamos desde 1989.

-¿El momento en que comienza la carrera

responde a determinada coyuntura

especial  del turismo en Cuba?

No, la carrera se viene pensando desde hace muchos años. La coyuntura especial es que se apreció, primero, una necesidad de recalificar y calificar a trabajadores del sector del turismo; después se vio la necesidad de ampliar el perfil al sector de la hospitalidad. Entonces, se decidió desarrollar la carrera para atender esa demanda social, porque la Universidad tiene que estar presta a dar servicio a su sociedad; por eso se hizo.

-¿Cómo logra usted conjugar la labor de la

dirección del Centro con la de la carrera?

Es un fenómeno transitorio, hasta que se cree la Facultad. El Centro prácticamente funciona como tal. La vida nos va llevando a una velocidad mayor que la que las coyunturas y análisis técnicos de cada cosa permiten.
Piensa que nosotros tuvimos que comenzar el curso regular diurno, primero con trabajadores del sector turístico y a los seis meses con el curso diurno -estoy hablando de marzo y septiembre del año 2003-. Y en el 2007, que los cursos inician en enero, empezamos con 505 estudiantes del Programa de la Revolución para el Alojamiento Hospitalario. Sencillamente no podíamos detener el proceso porque no existiera  una infraestructura.

Lo que pasa es que el enfoque que ha tenido siempre la Universidad, por lo menos hasta donde recuerdo, y hace muchos años que estoy aquí vinculado, tantos como 41, es que las tareas revolucionarias se van haciendo sobre la marcha, las vamos organizando y perfeccionando como debieran haber sido desde el principio.

Ya nosotros hoy tenemos en la práctica una Facultad con estudiantes del diurno, con estudiantes trabajadores del sector del turismo, de alojamiento hospitalario, con una maestría que lleva tres ediciones, a partir de que tenemos graduados de una carrera propia.

-¿Cuál es el perfil educacional del graduado?

El turismo es un sector que precisa todo tipo de especialistas. El turismo abarca dos grandes cosas: los grupos de viajeros, cómo organizar, generar, mantener y desarrollar flujos de personas que se mueven de lugar, temporalmente (el tour, etimológicamente, viene de un viaje de ida y retorno, del verbo latino tournare que significa ir y regresar).

Está, además, desarrollar el gran producto turístico, que son los destinos. Luego tenemos el sistema de servicios básicos a cualquier tipo de alojados, que se llama sector de hospitalidad, para unir la virtud de ser hospitalarios, y brindar hospitalidad con todo el sistema de servicios a los que están alojado temporalmente. ¿Quiénes se pueden incluir aquí? Bueno, turistas y estudiantes tanto nacionales como extranjeros, pacientes en cualquier tipo de hospital, etc.

-¿Entonces la carrera, las investigaciones,

los postgrados, los doctorados, todo lo que se

haga se refiere a ambos tipos de actividad?

Sí. No importa que sea en el Ministerio de Turismo, o en el de Salud Pública con el Programa Nacional de Alojamiento Hospitalario.  En la medida en que tengamos más egresados vamos a trabajar y a ubicar más personal en el sector de la hospitalidad.

Ya logramos lo más importante: en Cuba se empiezan a articular y reconocer  ambas vertientes de nuestro trabajo, que son el turismo y la hospitalidad. Son conceptos del desarrollo mundial, que nosotros ya “tropicalizamos” de acuerdo con las condiciones nuestras. Y eso es lo que va a dar en realidad la excelencia que el país está pidiendo y que el cubano necesita.

-¿Desde cuándo se vincula a la actividad docente?

Desde que estudiaba Economía. Empecé a trabajar en los equipos de investigaciones económicas y, paralelo a eso, como alumno ayudante. Después, aún sin haberme graduado, ya era segundo jefe del departamento de Planificación de la Facultad de Economía. Era una época en que algunos, aún sin estar graduados, estábamos nombrados. Hoy, por suerte, eso no es necesario. Cuando me gradué estuve un tiempo de jefe del departamento, pero nunca desvinculado de la docencia.

-¿Qué importancia concede a

la docencia en su carrera?

La docencia, con mayor o con menor presencialidad es el momento más importante para transmitir lo que uno siente, además de lo que uno sabe. Permite un intercambio, no solo para transmitir, sino que es un proceso de enseñanza-aprendizaje en una relación biunívoca no unívoca. Y no me acompleja hoy aprender de un estudiante, de un chofer de autobús de turismo, o de un muchacho del Alojamiento Hospitalario, joven, trabajador, que se está enfrentando a problemas a los que él mismo está buscando solución.

Pienso que la tarea fundamental es lograr mejores seres humanos, que significa mejores revolucionarios, mejores profesionales. Ustedes los estudiantes entran siendo buenos, pero la Universidad tiene que convertirlos en mejores. Esta es la filosofía de nuestro trabajo, y la docencia tiene ese hecho trascendente: lograr el momento apropiado para transmitir y recibir.

En realidad no se ejerce la gran función de la Universidad si no se logra apropiadamente ese contacto entre profesores y estudiantes, por lo tanto, estoy siempre en la docencia de pregrado, postgrado, y vinculado a el proceso porque pienso que es de la mayor trascendencia en nuestro trabajo cotidiano.

-¿Qué significa la UH para usted?

Creo que es una institución que existe hace 280 años y va a existir por cientos de años más. Ha jugado y juega un rol trascendente, relevante en toda la historia de Cuba. Sin ánimos de ser poético: esta es la vida mía y de muchos de los miembros más importantes de mi familia. No es un centro de trabajo, yo no lo veo así. Los que aquí estamos no trabajamos: vivimos la Universidad, que es mucho más que trabajar en ella, porque es sentirse respaldado por un prestigio que no es el de uno, o del otro; sino es el sentir que uno aporta desde un granito de arena, modesto, inmerso en la gran relevancia que tiene la institución a que se pertenece. Estar en la Universidad y trabajar en ella, aunque también pueda ser un medio de vida, es, sobre todo, un modo de vida, es una manera de ver la vida.

-Esa manera de ver la vida, ¿cuál es?

La de ver cómo uno deposita, transfiere, al mismo tiempo que se retroalimenta, valores, formas de ser… El que se siente profesor, no tiene lugar mejor que la Universidad de La Habana para sentirse realizado.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación Nosotros, los del 280, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, a propósito del aniversario de la casa de altos estudios cubana.

UNIVERSIDAD BANDERA

UNIVERSIDAD BANDERA

Así define a la Universidad de La Habana el profesor Antonio Iraizoz Colarte, vicedecano del Instituto de Farmacia y Alimentos.

MAYKEL GONZÁLEZ GONZÁLEZ,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

La Universidad de La Habana es mucho más que una institución. Su escalinata es el camino hacia los conocimientos, hacia una nueva vida en que no faltarán los buenos momentos, ni los malos, pero que quedarán para siempre en la memoria, intactos. Resistirse a este fascinante mundo no es una decisión sabia, lo mejor es avanzar hacia él con la plena confianza de que será para bien. Así lo hizo Antonio Iraizoz Colarte, vicedecano del Instituto de Farmacia y Alimentos (IFAL), quien hace ya 35 años trabaja como profesor de la emblemática casa de altos estudios cubana.


 
-Dicen que al subir por primera vez la

escalinata de la Universidad de La Habana

cada estudiante experimenta una pluralidad

de sensaciones, ¿cuáles fueron las suyas?

Mi caso es algo poco común, porque los jóvenes cuando llegan a cierta edad prefieren hacer solos las cosas, sin la compañía de los padres y el primer día que subí la escalinata lo hice precisamente con mi padre. Él falleció cuando terminé el primer año de la carrera. Su deseo era que sus hijos estudiaran en la Universidad, por tanto, para mí es un orgullo tremendo ser parte de ella y este crece cada vez que la subo.

La Universidad de La Habana representa mucho para mí, en ella estudié, me gradué, siempre he trabajado aquí y ese es mi orgullo, como también del resto de los profesores.

Es una institución con una historia tremenda, por ejemplo, en el edificio Guiteras que es donde radica la Facultad de Farmacia, quedan marcas de tiros como huella de las luchas revolucionarias. Cada rincón de la Universidad tiene su historia. Ser parte de de ella es una responsabilidad.

-Se destacaba en las asignaturas de

Química y Matemáticas en la enseñanza

secundaria y obtuvo premios nacionales

en los concursos de esas materias.

¿Cree que ello contribuyó a definir su

vocación por las ciencias farmacéuticas?

Sí, tuvo que ver. Siempre me gustaron más las ciencias, principalmente la Química, a pesar de que en mi familia lo tradicional era estudiar carreras de letras. Mis padres estudiaron Derecho. Por otra parte, tuve excelentes profesores en la enseñanza preuniversitaria en las asignaturas de ciencias, lo cual considero que me hizo sentir aún más atraído hacia ellas.

Tanto la enseñanza secundaria como la preuniversitaria pueden definir la vocación de un estudiante si cuenta con buenos profesores que encaminen aptitudes específicas. Yo siempre recordaré con agrado a los maestros de la secundaria y del preuniversitario. También a los de la Universidad.

-Fue presidente de la FEU de su año

y ocupó cargos en otras organizaciones.

¿Resultó difícil combinar estas responsabilidades

con los estudios durante su carrera?

No me fue difícil. La FEU es una cantera formadora, ella me enseñó mucho; la UJC también. Como estudiante tenía compromisos muy fuertes con esa organización. También tenía otras responsabilidades bien grandes: una fue la de ser padre de una niña en el cuarto año de mis estudios universitarios. Mi esposa y yo comenzamos la carrera juntos. Confieso que eso no perturbó nuestro índice académico. Además, terminamos nuestra carrera con buenos resultados. Ambos somos profesores de la Facultad hoy en día.

-Profesor Titular, vicedecano del IFAL

y autor de un número significativo de

investigaciones. ¿Se siente satisfecho?

Satisfecho… tal vez, aunque considero que aún me quedan muchas cosas por lograr y espero poder llegar a ellas. Uno siempre trata de dar más. De lo que sí estoy orgulloso es de tener una esposa de tantos años y dos hijos que terminaron sus respectivas carreras. Mi hija estudió Medicina y el varón es graduado del IFAL. Es decir, mi vida personal me satisface. En cuanto a la profesional, he tratado de dar todo lo que puedo.

-Ha conocido instituciones universitarias

en el extranjero. ¿Qué diferencias percibe

en la Universidad de La Habana con respecto a

otras casas de estudios superiores foráneas?

En primer lugar, hay diferencias desde el punto de vista docente y metodológico. Por ejemplo, en la Universidad de Finlandia, de la cual soy profesor, tiene una excelente docencia, pero desde el punto de vista de la interacción alumno-profesor, no es igual.

En las universidades de Latinoamérica donde he estado he visto diferencias notables en el plano pedagógico; en tal sentido, la nuestra es superior, en especial, en la atención que brindamos a los estudiantes. Pienso que salvo algunas excepciones en lo que es el área latinoamericana, la Universidad de La Habana está por encima en cuanto a la formación de profesionales.

-¿Qué problemas ve en la nuestra?

Lo que me preocupa en nuestro país es la educación formal de los estudiantes. Hay quienes presentan un nivel educacional muy bueno, pero el cultural es bajo y esto se evidencia en comportamientos inapropiados y conductas irrespetuosas, etc.

Cuando uno estudia en la Universidad tiene que percatarse de que se encuentra a un paso de ser profesional. Esto implica ética, y un comportamiento ante la sociedad que hay que formarlo. Nuestros estudiantes deben reflexionar en cuanto a esto. Está faltando disciplina, sacrificio y voluntad de estudio y es algo a tener en cuenta.

No podemos perder una sociedad tan bonita como la que hemos construido por el deterioro del comportamiento social de la juventud. Los estudiantes universitarios tienen que ser el ejemplo para toda la juventud cubana.

-¿Qué importancia concede al estudio de

las ciencias farmacéuticas en nuestro país?

Toda la importancia. Esa es mi profesión e imagino que todo el mundo hable bien de la suya. Hay quien escucha Farmacia y piensa en la persona que trabaja en los expendios de medicamentos, pero en mi opinión, es una de las carreras más difíciles que se estudian en la Universidad y en el mundo.

Esta carrera tiene una parte biológica muy grande donde se estudia Anatomía, Fisiología, Inmunología, Biología celular, Bioquímica, Toxicología, en fin, un componente biológico muy grande y un componente químico también extenso.

Tenemos que fabricar medicamentos, contamos con fábricas que son específicas para ello, con tecnologías y con procesos determinados de la Industria Farmacéutica y con requerimientos mayores que otros procesos tecnológicos.

En cuanto a la parte social, consiste en atender a la población, interactuar con los médicos, conocer sobre los programas de salud. Es una carrera sumamente compleja y amplia, en la que un estudiante puede desde un inicio ampliar sus conocimientos.

Las ciencias farmacéuticas poseen un componente humano y social muy grande. Quizás en otras profesiones los errores son relativamente permisibles, pero aquí uno pequeño puede costar la vida de muchas personas. Hay una responsabilidad muy grande.

-¿Los jóvenes profesionales que

egresan hoy de la Universidad pueden

compararse con los de otros tiempos?

No creo que en ninguna época hayan existido personas más inteligentes o menos inteligentes. Pienso que en toda época habrá esa capacidad intelectual del hombre. Los tiempos van cambiando y los planes de estudio también, o sea, que los jóvenes de la segunda mitad del siglo XXI sabrán más, evidentemente, que los de la primera mitad debido al avance de los conocimientos.

Lo que golpea a los estudiantes cubanos es la falta de recursos materiales. Carreras como las del IFAL llevan muchos y muy caros. Por tanto, hay un deterioro de la preparación práctica a causa de esta carencia.

-Si se llevara a cabo un proyecto para

remodelar o rediseñar la UH en su

aniversario 280 y usted estuviera

al frente, ¿qué cambiaría de ella?

No aspiro a tanto. Lo primero que veo que debe hacerse es ocuparse de ella, preservarla, porque es un monumento histórico y realmente el grado de deterioro es alto. Se debe a las dificultades económicas, pero opino que es una inversión necesaria y urgente.

Cuando uno se para frente a su escalinata es emocionante, pero cuando ve sus condiciones dan ganas de llorar. Me ocuparía de reparar sus instalaciones y de algunos cambios estructurales internos para el confort, manteniendo inalterable su estructura externa, la cual considero que hay que preservar tal y como es, debido a la historia que en ella se refleja. Tal vez los jóvenes de hoy tengan mejores ideas, pero yo me inclino por mantener la historia.

-¿Cómo imagina su vida sin la presencia

en ella de la Universidad de La Habana?

En nuestro país hay excelentes universidades, pero si de algo estoy orgulloso es de haber sido estudiante y luego trabajador de la Universidad de La Habana. Llevo en total 38 años de mi vida en esta institución y la considero mi hogar. Sin ella es como si se me privara de oxígeno, esta ha sido mi vida y me gusta.

-¿Qué mejoras considera necesarias

para la preparación de los

alumnos en el nivel superior?

Optimizar la base. El problema que estamos teniendo ahora fundamentalmente se da en los primeros años a causa de una preparación insuficiente en el nivel de la enseñanza media.

En segundo lugar, complementar esa enseñanza media. Hay asignaturas que no debieran desaparecer, como ortografía, caligrafía, quizás algunos aspectos de moral y cívica, esa asignatura vieja y olvidada, pero adaptada a las condiciones reales y sociales de nosotros.

En tercer lugar, las condiciones materiales de cada carrera, por ejemplo, la nuestra necesita más que una biblioteca: requiere de implementos para trabajar en un laboratorio. Mejor preparación en el dominio del idioma inglés, indispensable hoy para cualquier universitario.

-Recomendaciones para quienes desean

ingresar en esta institución…

Ante todo, conocer la historia de la Universidad de La Habana y, además, que se comporten como merece la institución. Lo otro es que estudien porque esta es la universidad bandera y cualquier carrera, cualquier asignatura, les servirá para aprender y en la vida el conocimiento no ocupa espacio y deja una huella que no perdemos nunca.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación Nosotros, los del 280, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, a propósito del aniversario de la casa de altos estudios cubana.