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Isla al Sur

CUANDO SOLO QUEDA LA ESPERANZA

CUANDO SOLO QUEDA LA ESPERANZA

Antonio Fidel Medina Lamchong rememora su participación en la defensa de la Embajada Cubana en Venezuela en el año 2002, tras el asedio que esta sufrió al producirse el intento de golpe de Estado contra el presidente Hugo Chávez Frías.

Texto y foto:
ISRAEL LEIVA VILLEGAS,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Antonio Fidel Medina Lanmchong resulta a primera vista un cubano como otros tantos que habitamos esta isla. Pero dentro de su trayectoria profesional se encuentra un capítulo importante de las relaciones entre Cuba y Venezuela.

Se graduó de la carrera de Periodismo en el año 1986 y en 1994 acudió a la convocatoria que realizó el Ministerio de Relaciones Exteriores (MINREX) para jóvenes universitarios en el Instituto de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García” y se hizo Máster en Relaciones Internacionales

Luego pasó a ser funcionario del MINREX y su primera misión fue de preparación en el año 1999 en la Sección de Intereses  de Cuba en Washington. Después, dada la importancia que adquiere Venezuela para Cuba, como principal aliado político y económico, comenzó a ocupar el cargo de Cónsul.

-¿Cómo y cuándo empezó el asedio a la sede diplomática cubana?

Desde el día 9 de abril se empiezan a dar un grupo de acciones “aparentemente” aisladas como la quema de neumáticos pertenecientes a vehículos diplomáticos, comienzan a rondar autos con personal profiriendo amenazas y mostrando armas de gran calibre.

Al producirse el secuestro al presidente Chávez, el gobierno fascista permitió que muchas personas en contra de la relaciones entre los dos países, comenzaran una manifestación violenta sin respetar los principios internacionales de inmunidad diplomática dictados en la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas.

-¿Qué argumentos alegaban estas personas?

Sucede que en un acto público de la contrarrevolución venezolana se da la falsa información de que los funcionarios cubanos estaban repartiendo armas entre los partidarios de Chávez para promover la violencia.

Otra razón alegada por ellos es que en la Embajada Cubana se estaba escondiendo el Vicepresidente de la República, Diosdado Cabello Rondón, junto con otros dirigentes venezolanos.

-¿Eran ciertas estas acusaciones?

Falsas completamente. Primero: nosotros no poseíamos armamento para promover ninguna acción violenta. Segundo: En el recinto no se encontraba ningún dirigente venezolano, eso lo pudo comprobar, cuando ingresó, Henrique Capriles Radonski, alcalde de Baruta, localidad donde nos encontrábamos. Él fue uno de los principales promotores de aquella manifestación.

-¿En qué radicó la gravedad de la situación?

Luego de las acciones iniciales, los manifestantes continuaron el hostigamiento; cortaron los suministros de agua, electricidad y gas. Impidieron la llegada de alimentos. Destruyeron todos los automóviles, a pesar de que estos tenían chapa diplomática. Recibimos el impacto de 18 cocteles Molotov. De un momento a otro, la irrupción de aquella marejada enfurecida era posible, porque la incipiente protección policial con que contaba la embajada, no podía casi contenerla. Llegaron a ser más de cuatro mil personas.

-¿Cuáles fueron las instrucciones dadas por el gobierno cubano?

Las instrucciones fueron defender la embajada a costo de la vida, ya que ella representaba parte del territorio cubano y los ideales por los cuales este se rige. Además, no podíamos cesar en nuestra resistencia porque significaba un apoyo moral al pueblo venezolano que trataba de recuperar a su presidente.

-¿Qué medidas se tomaron para la defensa?

Establecimos un plan de emergencia. Se trasladaron las mujeres y los niños hacia la residencia del embajador. A este grupo se le dio la mayor cantidad de armamento, del poco que tenía la embajada para defenderse, y fue acompañado por funcionarios con experiencia internacionalista en Angola. En la embajada quedaron, el embajador y demás diplomáticos, mientras, se me asignó la defensa, junto con otros cuatro compañeros, del Consulado.

Todos los recursos vitales como alimentos, agua y medicamentos fueron destinados a las mujeres y niños. Establecimos un sistema de guardia ininterrumpido, adoptando posiciones estratégicas en el edificio.

-¿Cómo se comportó el personal cubano durante esos momentos de tensión?

La actitud de todos fue de unión. Buscamos siempre apoyarnos y no dejarnos vencer por la ansiedad. Sabíamos que podían ser nuestros últimos momentos. Los niños se comportaron de manera ejemplar al estar sometidos a una situación extrema, no ocasionaron problemas. Fuimos digna representación del valor de nuestro pueblo.

-¿Cuál fue para usted el momento más difícil?

Cuando, estando en el consulado, me di cuenta de que no faltaba mucho para la entrada de aquellas bestias y acabaran con nosotros. El corazón se me oprimió. Recibí una llamada de la embajada y luego de informar la situación, pedí que por favor me despidieran de mi mujer e hijos, nunca pensé en verlos de nuevo.

-¿Qué sentimientos tuvo?

Recordé a Cuba, me embargó la tristeza y la melancolía. Traté de apartar esas sensaciones de mi mente, pero el recuerdo de mis hijos y esposa caminando a mi lado por la  playa me atormentaba. Creo que solo la esperanza trajo un poco de paz a mi alma. Cuando todo terminó, sentí que retornaba a la vida.

-Precisamente, ¿cómo concluyó todo?

De momento, la intentona de asalto desapareció. En la calle no quedó un alma. Poco tiempo después nos enteramos que Chávez había retornado a la presidencia. El sentimiento de alegría nos embargó a todos. Como locos nos abrazábamos y gritábamos. Reencontrarme con mi gente fue el mayor regalo. Lloramos de alegría. Luego se nos ordenó restablecer cuanto antes el funcionamiento de la embajada y mantenernos en estado de alerta.

-En el Documental “Asedio a una Embajada” se muestra como miembros de otras sedes abandonaron el país ante la situación presente, ¿por qué usted se quedó?

En ese momento tienes dos opciones, o respondes a las circunstancias, o te echas el cubo de la deshonra arriba. No es motivo de sentirse especial, pienso que cualquier cubano habría actuado igual. El pueblo venezolano necesitaba apoyo y fuimos de los pocos que nos mantuvimos allí, firmes, arriesgando nuestras propias vidas.

-¿Qué significó entonces Venezuela para usted?

A pesar de todo lo sufrido, Venezuela fue mi segunda Patria. Creo que todos los que estuvimos presentes supimos honrar a José Martí cuando dijo: “Deme Venezuela en qué servirle, que tiene en mí un hijo”.

Pie de foto: Antonio Fidel Medina Lamchong muestra la placa obtenida como reconocimiento a la misión desempeñada.

Ficha técnica:

Objetivo central: Conocer a través de la experiencia del entrevistado sobre los sucesos acontecidos en la embajada cubana.

Objetivos colaterales: Valorar la participación de los funcionarios cubanos.

Tipo de entrevista:
Por los participantes: Individual.
Por su estructura: Clásica de preguntas y respuestas.
Por su contenido: Retrospectiva.
Por el canal que se obtuvo: Vía directa (cara a cara).

Tipo de título: Genérico
Tipo de entrada: Referencial.
Tipo de cuerpo: Clásico de preguntas y respuestas.
Tipo de preguntas declaradas: 1-¿Cómo y cuándo empezó el asedio a la sede diplomática cubana? Informativa; 2-¿Qué argumentos alegaban estas personas? Directa; 3-¿Eran ciertas estas acusaciones? Directa; 4-¿En qué radicó la gravedad de la situación? Abierta; 5-¿Cuáles fueron las instrucciones dadas por el gobierno cubano? Directa; 6-¿Qué medidas se tomaron para la defensa? Informativa; 7-¿Cómo se comportó el personal cubano durante esos momentos de tensión? De opinión; 8-¿Cuál fue para usted el momento más difícil? Directa; 9-¿Qué sentimientos tuvo? Directa; 10-Precisamente, ¿cómo terminó todo? Directa; 11-En el Documental “Asedio a una Embajada” se muestra como miembros de otras sedes abandonaron el país ante la situación presente, ¿por qué usted se quedó?  De opinión; 12-¿Qué significó entonces Venezuela para usted? De opinión.
Tipo de conclusión: Frase que evidencia la el final de la entrevista
Tipo de fuentes: Directa y documental. Documental: Asedio a una Embajada, de Ángel Palacio Douglas Aponte, Panafilms 2002.

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